02 septiembre 2003

No acerté

Efectivamente. Arriesgué mucho en mi apuesta personal de cara a la sucesión de José María Aznar, pues hace no mucho tiempo pronostiqué en este mismo blog que el próximo candidato a la Presidencia del Gobierno por el Partido Popular sería Luisa Fernanda Rudí. Si el pasado viernes hacía un ejercicio de "autorreconocimiento" periodístico y loaba con ardor casi narcisista mi capacidad analítica dentro del espectro político nacional e internacional, es justo que hoy reconozca mi equívoco a la hora de señalar a la actual Presidenta del Congreso de los Diputados como "delfin hembra" de Aznar en la carrera sucesoria.

No lo leerá nunca, seguramente, pero desde esta pequeña ventana que abrí al mundo hace dos meses, envío mi más sincera felicitación a Mariano Rajoy por su elección. Hace unos años, cuando yo trabajaba en la Oficina de Prensa del Partido Popular, echando una mano en las campañas electorales del 93 y del 96, tuve la oportunidad de conocerle y pasar varias horas con él analizando espacios informativos de TV. Ya entonces, me pareció un tipo trabajador, cordial, amable y poco dado al endiosamiento y tras varios años desempeñando distintas labores en los sucesivos gabinetes de Aznar, suscribo mi percepción. Además, es un gran amante de los buenos puros, como un servidor. Le deseo toda la suerte del mundo, porque para triunfar y gobernar en un país como España, hace falta.

Cambiando radicalmente de tema, no coincido con la idea de mi buen amigo Rodolfo de que el cuerpo humano sólo está preparado para sobrevivir 30 años en condiciones óptimas. El hecho de que a partir de ese instante el organismo empiece a mostrar distintos síntomas de cansancio o agotamiento no significa que éste no pueda extender su existencia en condiciones favorables hasta varios decenios después.

Las sucesivas mejoras sanitarias, higiénicas y nutricionales que se van introduciendo en los países más desarrollados, permiten que ya no haga falta arrastrarse hasta convertirse en un entrañable anciano. Yo soy optimista de cara al futuro en lo que a cuestiones de salud se refiere, aunque soy también de los que sospecha que distintos poderes fácticos -políticos, farmacéuticos, empresariales- llevan mucho tiempo vetando la aparición de remedios que seguro que ya existen contra gravísimas afecciones que siguen aquejando a la Humanidad. Yo no me creo, por ejemplo, que seamos capaces de haber alcanzado techos tecnológicos que hace sólo unas décadas eran ciencia-ficción -construcción y puesta en órbita de gigantescas estaciones espaciales, vuelos hasta ellas a más de 30.000 kilómetros por hora, llegada a la Luna, envío de multitud de sondas a Marte y otros planetas del Sistema Solar, desarrollo de armas estremecedoras por su precisión y capacidad destructiva, avanzadísimos estudios genéticos, clonación de seres vivos...- y hayamos sido sólo capaces de aplicar parches a enfermedades devastadoras como el Alzheimer, la diabetes o sobre todo y sobre todos, el cáncer.

Pero como decía previamente, soy optimista pese a que sobre mí, hoy se cierne la inquietante sombra de un doloroso cólico de gases. Estoy convencido de que en pocas generaciones, la esperanza de vida de los humanos habrá sobrepasado el siglo y con el tiempo, seguirá creciendo y creciendo. Y a mi amigo Rodolfo, decirle que mil veces prefiero llegar a los límites de Bob Hope, la Reina Madre de Inglaterra o Ramón Serrano Súñer, que convertirme en un habitante cualquiera en la Ciudad de las Cúpulas.

Lucio Decumio.

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