05 septiembre 2003

La dictadura de las minorí­as

Como he leído que el Consejo de Administración de RTVE ha aprobado por unanimidad retirar la emisión del último spot de Axe y yo no he tenido la oportunidad de contemplarlo, he buceado un poquito por Internet para tratar de enterarme de cuál es el hilo argumental del mismo y cuáles han sido las razones esgrimidas por quienes han solicitado y logrado su retirada.

Por lo que parece, la historia se centra en una mujer de muy buen ver, que baila seductoramente abrazada a un perchero previamente rociado por un individuo con el desodorante de marras. A continuación, en vista del "efecto Axe" desencadenado en la hembra, realiza la misma operación con las sábanas de la cama del dormitorio. Finalmente, una frase con doble sentido -algo gruesa, eso sí- intenta hacernos creer que el olfato y el resto de los sentidos de la bella protagonista, excitados por los efluvios de tan seductor aroma, terminarán por arrojarla sin remisión a los brazos del pícaro donjuán.

Esta no es la primera vez que se solicita -y se consigue- la supresión de la emisión de un anuncio de esta marca de desodorantes por atentar, por lo visto, contra la dignidad de la mujer. Cuando no son Asociaciones de Consumidores, son organizaciones feministas y cuando no son ninguna de las anteriores, alguna integrante del Consejo de Administración de RTVE -naturalmente situada en su ala izquierda- profiere el alarido de turno y se rasga las vestiduras cual buen sanedrita. No quieren aceptar que la creatividad, el sentido del humor, las irreverencias, las veladas insinuaciones y las socarronerías con que juegan permanentemente los creativos publicitarios, puedan ir en contra de sus escrupulosos preceptos feministoides. Asimismo, obvian premeditadamente la formidable cantidad de dinero que deben cobrar estas modelos por hacerse en el papel de "sumisas esclavas de los hombres". El caso es querer sentirse agraviado por cualquier cosa, procurar llamar la atención a la menor oportunidad que se les presenta y tratar de obtener el máximo beneficio a partir de la pretendida ofensa que tanto les ha molestado.

Es evidente que están en su perfecto derecho de elevar sus protestas ante las instancias que les parezcan oportunas y no seré yo quien quiera o desee cercenárselo, pero todos estos doctores -habitualmente doctoras- en moral y dignidad humana juegan con las cartas marcadas, como tantas y tantas organizaciones, asociaciones y hermandades de la misma catadura y condición. Aducen, posiblemente no sin parte de razón, que los anuncios de Axe presentan a las mujeres como objetos sumisos con vistas a la satisfacción sexual del hombre. Pero cuando la situación es inversa, nadie levanta la voz. Y ya me las imagino levantándola ahora. ¡¡¡Cuándo ha aparecido en TV un anuncio que degrade al hombre y que lo presente como un objeto sexual al servicio de la mujer!!! , berrearán desquiciadas, al borde del paroxismo.

Últimamente, en numerosas ocasiones, de las que al menos, yo recuerdo dos.

Para empezar, un spot de un ungüento para el sol, que es gracioso e ingenioso, lo reconozco: tres chicas estupendas están tomando el sol en la playa. Acto seguido, un tipo presumiblemente atractivo, se zambulle alborozado en las tranquilas aguas del lugar. Tan despreocupadamente lo hace, que en su triunfal entrada en el mar pierde el bañador. Al instante, sin saber muy bien por qué razón, aparece un chucho que atrapa la veraniega prenda de nuestro protagonista para a continuación, desaparecer con ella entre los dientes. Cuando el hombre quiere darse cuenta, se encuentra ante la imposibilidad de salir del agua porque la tres chicas del principio se están aplicando una buena dosis de crema solar, con la intención de esperar pacientemente y sin riesgo de quemaduras, a que el incauto mancebo salga del agua y les pueda ofrecer una buena panorámica de sus encantos. Si esto no es utilizar la figura del hombre como objeto sexual al servicio de la mujer, que venga Dios y lo vea. Y para que no quede duda, imaginemos la situación inversa: que tres salidos estén tomando el sol en la playa y vean cómo una zagala pierde su bikini al entrar en el agua. ¿Cuánto habrían tardado estas mismas asociaciones y agrupaciones en poner el grito en el cielo? Milésimas de segundo, me atrevo a decir.

El otro es un anuncio de hace un par de años, por lo menos. Una chica despampanante -como en todos estos casos-, anuncia un nuevo modelo de Renault Clío, cuya particularidad más destacable es que la distancia entre ejes ha sido aumentada cuatro centímetros, recuerdo. Con voz sensual y aterciopelada y un evidente doble sentido, nuestra pastorcilla declara lo siguiente: "el tamaño sí que importa". Huelgan los comentarios. A mí el anuncio me pareció particularmente ingenioso, pero nada ofensivo. Si le damos la vuelta al mismo y sale un tipo diciendo que el tamaño sí que importa, haciendo referencia solapada, por ejemplo, a los senos de una mujer, bien que la habríamos tenido de nuevo con los ángeles custodios de la corrección política.

En fin, que para mí todo esto está muy claro. De cara a los hipócritas y los fariseos, lo importante es darse a conocer y tratar de sacar tajada del presunto ultraje al que han sido sometidos. Justicia señor alcalde, pero no por mi calle. Lo que me molesta, aunque tenga su lado ingenioso y creativo, que lo eliminen. Lo que me gusta, que lo dejen, aunque sea vejatorio y pueda molestar a alguien.

O todos, o ninguno, pero basta ya de doble moral.

Lucio Decumio.

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