31 diciembre 2004

Ofensiva

Antes de meter las manos en la harina política que hoy quiero amasar, me gustaría hacerme un par de preguntas, hacérselas a mis fieles lectores y también trasladárselas, aunque sólo sea de un modo cibernético y virtual, al Gobierno de España. ¿En virtud de qué razones admite el Gobierno de Zapatero y el Ministerio de Cultura el dictamen positivo de la comisión de expertos que les asesoraban en el caso de los legajos de la Generalitat, sitos en el Archivo Nacional de Salamanca, para que éstos se desliguen del citado archivo y se trasladen a Cataluña, mientras que por otra parte, obvia las consideraciones del Consejo de Estado en torno a la Ley de matrimonios homosexuales que el Ejecutivo desea sacar adelante?

¿Es acaso más y mejor la sabiduría y la preparación de un grupo de presuntos expertos nombrados casi a dedo, que la que puedan demostrar los consagrados juristas que integran el Consejo de Estado? Yo creo sinceramente que no, pero con o sin Consejos, con o sin comités de expertos, las facturas y los impuestos hay que pagarlos y más si hablamos de tributos políticos que permiten seguir aferrándose a las barandillas del Poder unas semanas más, aunque sea a costa de dividir, polarizar y enfrentar a los españoles de aquí y allá.

A cada día que pasa, más me convenzo de que en el próximo referéndum sobre la Constitución Europea, hay que abandonar casi cualquier análisis relacionado con la propia Carta Magna y sus consecuencias para España en el contexto europeo y abordar esta consulta en clave absolutamente interna, con el fin de castigar al Gobierno de Zapatero y obligarle a un adelanto de las Elecciones Generales en 2005.

En fin, la polémica que rodea al traslado de los documentos presuntamente incautados por las tropas franquistas a la Generalitat tras la Guerra Civil, da para un extenso y prolijo entretenimiento literario, que hoy sin embargo, no abordaré.

Donde hoy quiero extenderme es en la aprobación del nauseabundo Plan Ibarreche en el Parlamento Vasco. Hoy, día 30 de Diciembre de 2004, puede convertirse en el punto de partida de un proceso de no retorno hacia la ruptura de lo que hasta hoy hemos conocido como España. Con todo, es difícil hacer una previsión de cuáles serán los acontecimientos que nos hará llegar el futuro más próximo, pero lo que sí que es seguro, es que lo que hoy ha sucedido en el Parlamento Vasco -una institución, no lo olvidemos, emanada de la voluntad popular, de la Constitución y de las leyes que nos amparan a todos los españoles- es el penúltimo paso y no el primero, de lo que es el mayor ataque contra nuestro sistema de libertades y contra la Nación Española en su conjunto.

En otros artículos ya me he explayado lo suficiente acerca de lo que siempre he considerado como una indisimulada comunión de intereses entre el muy mal llamado nacionalismo democrático vasco y sus ramificaciones violentas y mafiosas. El fin que ambos han perseguido, ha sido históricamente el mismo, pues ETA y sus tentáculos polítics y sociales no son sino una escisión y una derivación hacia la violencia de las alas más radicales del Partido Nacionalista Vasco, allá por los años sesenta.

Desde entonces, el pulso que ambos, cada uno desde sus posiciones, han sostenido contra el Estado, ha sido intenso e ininterrumpido. Primero, amparados por la falsa cortina de legitimidad que les otorgaba su condición de resistencia armada contra el franquismo y después, una vez instaurada la democracia en España, utilizando hábil y torticeramente los resortes y los mecanismos del Estado de Derecho para hacerlo saltar desde dentro y alcanzar sus programas de máximos. En esta segunda etapa, la palanca etarra y la cuña batasuna, han jugado un papel fundamental y cada vez que la primera tendía hacia su oxidación y la segunda hacia su putrefacción en virtud de la acción de los Cuerpos de Seguridad y del Estado de Derecho, PNV, EA e IU, acudían prestos y raudos en auxilio de tan críticas herramientas, sin las cuales, jamás habrían llegado hasta donde ahora se encuentran. Lo que hoy ha sucedido, es el ejemplo más clarificador de cuanto afirmo.

Sólo los ciegos, los contemplativos y los necios no han querido ver. El nacionalismo vasco, así como el catalán, envueltos por las mantas que en cada momento les convenía, sólo han buscado durante los últimos 25 años un único objetivo, cual es la destrucción de la Nación Española y la implantación en las comunidades autónomas de su influencia, de regímenes excluyentes y xenófobos, basados en el etnicismo más rancio y en el odio acervo y profundo a cuantas señas de identidad cultural, social y económica, han compartido aquellos territorios desde la noche de los tiempos con el resto de España.

Ahora se plantea el gran desafío. Ibarreche y los suyos -incluyo por supuesto en ese grupo a ETA y Batasuna- han jugado extraordinariamente bien sus cartas. Han puesto a nuestra Nación, que desgraciadamente se encuentra en manos de un Gobierno débil, pusilánime y entreguista, ante una situación de hechos consumados. En teoría, ahora le toca hablar al Parlamento de la Nación. El texto aprobado en el Parlamento Vasco ha de pasar a la Carrera de San Jerónimo y allí, si todo transcurre con normalidad, debe ser rechazado por la mayoría de los diputados, compuesta fundamentalmente por los integrantes de los grupos socialista y "popular".

Y digo bien cuando hablo de un proceso normal, porque si bien tengo por cierto que los parlamentarios del Partido Popular votarán en contra y demostrarán su lealtad y su compromiso con la Nación y con los ciudadanos a los que representan, no acabo de estar seguro acerca de la postura que finalmente adoptarán determinados sectores del Partido Socialista, especialmente, los diputados elegidos al Congreso por el Partido Socialista de Cataluña, pues, ¿qué clase de razonamiento podrían esgrimir para rechazar una propuesta de modificación estatutaria del País Vasco como la que plantea Ibarreche, mientras esperan aprobar la que en un futuro nada lejano pretende llevar a cabo Maragall? El rupturismo, el oportunismo ante la debilidad del Gobierno de la Nación, la división entre los españoles y el enfrentamiento social, son las divisas que marcan de modo indeleble ambas propuestas, aunque sus máximos adalides las vengan envolviendo desde hace mucho tiempo con arrulladores y narcotizantes cantos de sirena.

La esquizofrenia política que hace presa del PSOE es mi máxima preocupación. Si estuviéramos hablando de un partido cohesionado, firme en sus convicciones nacionales y con voz unitaria, sólida e inconfundible desde todos sus rincones provinciales y regionales, las propuestas de Ibarreche primero y la de Maragall después, serían desactivadas como se desactivan las bombas en las películas americanas; el héroe corta el cable que hay que cortar y luego se va al lecho con el bombón de turno.

Pero lo que más me estremece es su liderazgo melífluo, frágil y falto de creencias y opiniones encepadas en lo que es España, en lo que significa, en los sacrificios que los españoles de todo signo, condición u origen han tenido que padecer hasta hacernos llegar hasta donde hemos llegado. España, señor Rodríguez Zapatero, no es patrimonio de esta generación de españoles y ni mucho menos, coto privado de la actual generación que la gobierna. España es el legado que nos han dejado nuestros padres, nuestros abuelos, nuestros bisabuelos, tatarabuelos y todos los antepasados que han pisado, labrado y sangrado en esta tierra, por esta tierra y para esta tierra.

Nos encontramos ahora en una gran encrucijada. Otrora confiada y segura de sí misma, España se encuentra virulentamente zarandeada por pequeños reyezuelos taifas a los que se ha dejado engordar y crecer de forma desmesurada y que para nuestra desgracia, han alcanzado su máxima musculatura política precisamente en el instante en que quienes tienen la obligación de hacerles frente, son los más párvulos, mentecatos e imprudentes gobernante que cupiera imaginar.

Con todo, el más que previsible rechazo del Parlamento nacional a las enfebrecidas imposiciones soberanistas de Ibarreche, no va a detener a este maestro del disimulo y del engaño. Con o sin la aprobación del Parlamento, convocará un referéndum en el País Vasco para determinar el grado de apoyo que tiene su salivazo entre la población vasca, pues cree y en su delirio y en su enajenación a muchos se lo ha hecho creer también, que el pueblo vasco es soberano para decidir acerca de su propio futuro y de los vínculos que le han de unir al resto de los pueblos de España.

En este contexto, son las Elecciones Autonómicas Vascas que se celebrarán en mayo, la auténtica clave de la cuestión. Un Ibarreche fortalecido en esos comicios, con un respaldo mayoritario de los votantes, se sentirá capaz de cualquier cosa y de proseguir hasta sus últimas consecuencias, con el desafío lanzado. Sólo una respuesta cabal, sensata y decidida de los vascos de bien en esas elecciones, podrá detener este alocado proceso que amenaza con envolver de nuevo a España, en las brumas del conflicto y del enfrentamiento.

En cualquier caso, Feliz Año 2005, aunque de momento, mal pinte.

Lucio Decumio.


28 diciembre 2004

Constituciones

Ya me he enterado. El referéndum que tiene como objetivo cuestionar a los españoles sobre la conveniencia o no de aprobar la entrada en vigor de la Constitución Europea, tendrá lugar el próximo día 20 de Febrero. Lo que todavía no he podido conseguir, es un ejemplar de la Carta Magna Europea para poder leerla o cuando menos, echarle un vistazo. Sí que he podido bajarme un PDF de Internet, pero es fácil imaginar el nivel de agotamiento al que se puede llegar si se intenta uno leer más de 300 páginas de circunloquios legales en la pantalla de un ordenador. Aunque lo estoy intentado, lo prometo.

El sentido de mi voto está casi decantado hacia el "no". No me cuesta reconocerlo. Pero antes, como decía, quisiera tener acceso físico a tan importante documento y saber con la mayor exactitud, contra qué estoy votando o a favor de qué puedo llegar a votar.

De momento, las únicas razones que me invitan a votar y a hacerlo eligiendo la papeleta negativa, son las que se derivan del trágico vaivén político e institucional al que nos somete la debilidad, la pusilanimidad, el entreguismo y la falta de convicción en el futuro y en la pervivencia de la Nación del actual Gobierno. No son pocas, como bien queda reflejado, pero aún así, mi intención es que el sentido de mi voto no sólo se vea influenciado por mis deseos de castigar -junto a no pocos millones de españoles- la destructiva gestión del Ejecutivo socialista sino que también tenga algo que ver con una directa apreciación por mi parte, sobre las cuestiones que se recogen en el documento constitucional europeo.

En cualquier caso, reconozco que difícilmente y vista la ruinosa tarea de gobierno emprendida por Zetapero y sus ministros desde que llegaron al poder, el sentido de mi voto pueda variar hacia el "sí". Mucho me temo que a lo sumo y si los postulados y los artículos de la Constitución Europea se me aparecen adecuados, mi voto transmutará en abstención o en nulo. Pero lo que desde luego no se me pasa por la cabeza en estos instantes, es hacerle un favor con mi voto a un Gobierno que ha demostrado, allá por donde ha pisado -economía, exteriores, nacional, religión, interior, parlamento, terrorismo, vivienda o cultura- manifiesta incompetencia, falta de preparación académica, supina ignorancia e insuperable torpeza; y cuando las lagunas mentales y académicas antes precisadas no han hecho su aparición, las más sucias banderas del anticlericalismo decimonónico, el más odioso sectarismo felipista, la deslealtad y la falta de sentido nacional que ya demostraron en los años treinta y el carácter manipulador y la mala fe de la que han hecho gala históricamente, han sido las tristes alternativas.

No, abstención o voto nulo. Bajo las actuales circunstacias, algunas de esas tres debería ser la respuesta de los españoles de bien ante al consulta sobre la Constitución Europea del próximo Febrero. Zetapero, en su afán por agradar a sus maestros cual pelota empollón de colegio, ha sido el primero en levantar la mano y ofrecerse voluntario para que sea en la Nación que gobierna y de la que cada vez más reniega, donde se celebre el primer referéndum de toda la Unión para aprobar la entrada en vigor de la Constitución Continental.

Es tan inepto y tan nesciente como aquellos estomagantes lameculos de nuestra infancia, pues embebido de su propia estupidez e incapaz de darse cuenta de las consecuencias futuras de sus actos, nos brinda a los españoles una oportunidad de oro para darle el escarmiento político que se merece, a menos de un año de su victoria en las generales de Marzo. Una victoria del "no" en el próximo referéndum de Febrero no vinculará a este Ejecutivo disgregador y vacilante, pero le dejará muy tocado ante sus amos franceses y alemanes y cómo no, también de cara al resto de Europa. Eso por no hablar de la situación de zozobra en la que se encontraría a nivel interno, pues no de otro modo sino como un voto de castigo a su gestión, podría interpretarse su derrota en la consulta. Incluso un Gobierno tan descaradamente manipulador y tendencioso como éste, no podría escapar indemne a la tormenta política que se desataría en España tras una derrota del "sí".

Y que nadie se preocupe al respecto de un posible triunfo del "no". De hecho, el Partido Popular, aunque a estas alturas resulte difícil dar marcha atrás, debería empezar a recomendar a sus votantes una actitud abstencionista, cuando no la emisión de un voto nulo o negativo. El Tratado de Niza, aquél por el que con tanta vehemencia y ardor peleó Aznar en muchos Consejos Europeos para que no fuera desmoronado por la nueva Constitución y por el que España salió fortalecida en los órganos de gobierno comunitarios a costa de dejarse varios eurodiputados en el camino, seguirá en vigor, pase lo que pase, hasta 2009. De este modo, si el "no" sale triunfador en España y en otros países, no sólo no se cuestionará la pervivencia de la Unión y de sus instituciones, pues como digo, están garantizadas por el Tratado de Niza, sino que se podría iniciar un nuevo proceso constituyente encaminado a reformar algunos apartados del tratado constitucional que no se encuadran en lo acordado en la localidad francesa.

Y si no lo hacen, si no recomiendan abiertamente a sus votantes que adopten una actitud negativa ante el referéndum, es por el atávico y absurdo complejo de inferioridad moral que la izquierda les ha inoculado durante decenios a través de su poderosa maquinaria propagandística. Si Rajoy y los suyos tienen miedo a ser etiquetados como "euroescépticos", "antieuropeos" o "franquistas autárquicos", deberían darse cuenta de que les sobran argumentos para rebatir tan endebles tesis.

Yo puedo ofrecerles algunos.

Lucio Decumio.


20 diciembre 2004

Boicot

Es un vocablo de procedencia anglosajona y su españolización o castellanización deviene en boicoteo. Particularmente, a mí me gusta más la voz original, que viene a significar lo que todos básicamente ya sabemos, es decir, reventar, abortar, bloquear o frustrar.

Su punto de partida hay que buscarlo en torno a 1870, cuando un capitán retirado del ejército británico, de nombre Charles Cunningham Boycott, sustituyó temporalmente en la administración del condado irlandés de Mayo, a Lord Earne. Fue tan rematadamente pésima su labor al frente de este condado, que la Liga de la Nación irlandesa hizo un llamamiento a los agricultores del lugar para que éstos dejaran de colaborar con el oficial británico. No se le enviarían rentas, ni se le tendría en cuenta para la venta de los productos agrícolas; los braceros de las localidades vecinas se negaron a recoger las cosechas de sus propiedades, sus envíos postales fueron interceptados y abortados y las tiendas se negaron a servirle bienes y alimentos. Las cosas llegaron a tal punto, que los únicos 50 voluntarios en los que se apoyó para la recolección de sus tierras, tuvieron que ser protegidos durante semanas por 900 soldados británicos.

La presión continuó dibujando una clara línea ascendente hasta convertirse en una asfixia tal, que a los pocos meses, Boycott tuvo que abandonar Irlanda y refugiarse en su Inglaterra natal.

Los hechos tuvieron tanta repercusión en las islas, que su apellido pasó a formar parte del glosario británico antes incluso de su propia muerte, en 1897, como sinónimo de exclusión, aislamiento e incomunicación.

Haciendo honor a su origen, el boicot es con recurrencia utilizado por los consumidores del Reino Unido y de los Estados Unidos como un arma que temporalmente, interrumpe la compra de uno o más productos a fin de que las compañías o los estados varíen su modo de actuación al respecto de decisiones tomadas en contra de los intereses generales. El boicot por tanto, adquiere con democrática eficacia, sus metas a través de la reducción de las ventas de los productos ignorados por los consumidores y de la erosión de la imagen de la compañía o del estado que lo sufre.

Tan extendido está este método de presión en los Estados Unidos, que la revista "National Boycott News, informa periódicamente a sus lectores sobre las campañas de bloqueo que se llevan a cabo en ámbitos como el mundo sindical, los derechos humanos, los derechos de los consumidores, la paz y la protección del medio ambiente o de los animales.

El boicot es por tanto, una palanca que, convenientemente manipulada por los consumidores, se convierte en el eje sobre el que terminan por modificarse, políticas económicas o de consumo que aquéllos entienden como lesivas a sus intereses.

Algo de todo esto es a lo que estamos asistiendo en las últimas jornadas en España. Como hemos visto en mi largo preámbulo, el boicot se produce casi como respuesta espontánea a las agresiones o a los agravios que alguien o algo perpetra sistemáticamente contra una numerosa comunidad humana. Como mecanismo de autodefensa ésta última, se niega en conjunto a continuar colaborando, comprando o vendiendo, productos y servicios relacionados con el origen de los atropellos. En el caso de nuestra Nación, los episodios de descomedimiento y ultraje al conjunto de los españoles, se han ido sucediendo sin solución de continuidad desde hace más de un año y siempre, desde la misma balconada radical: Esquerra Republicana de Catalunya y su incendiario líder, Josep Lluís Pérez Carod-Rovira.

No hace falta que me extienda sobre la campaña de la Generalitat, auspiciada por éste partido y su máximo dirigente, contra el consumo de vino de Rioja en Cataluña durante estas Navidades, bajo el lema "Rioja no, gracias". Tampoco son necesarios interminables párrafos sobre su nauseabunda arrogancia y sus ínfulas hegemónicas ante el contencioso sobre el reconocimiento del valenciano como lengua en la Unión Europea. Y tampoco es preciso que me alargue explicando pormenorizadamente, cuáles han sido sus iracundas y vengativas declaraciones acerca del apoyo que los catalanes deberían prestar a la candidatura olímpica de Madrid o sus maniobras en la sombra para apoyar o amparar a los contrincantes de la opción olímpica madrileña.

Estos tres capítulos, son sólo éso, las tres últimas entregas de una novela consagrada por entero a un argumento político rupturista, frentista y cargado de odio, trufado de rencor y henchido de resentimieto a cualquier cosa que signifique, huela o represente a España.

Así las cosas y pese a que el espíritu nacional ha sufrido en las últimas décadas una concienzuda erosión por parte de quienes todos sabemos, el malherido y zarandeado orgullo de muchos españoles de muchas y diferentes provincias, ha reaccionado ante esta inagotable sucesión de afrentas y ha decidido manifestar su malestar y su desacuerdo de una forma ejemplarmente democrática.

Sé positivamente que el boicot al cava catalán no hace mella en el bolsillo de Carod ni en el de ERC. Sé asimismo, que los viñedos que producen tan deliciosos caldos no son propiedad del sujeto ni del partido al que representa. Me consta que el daño no se le está haciendo directamente a quien es culpable de un delito continuado de lesa patria -si es que existe ese delito como tal-.

Me hago cargo del perjuicio que desde el resto de España, se le ocasiona a los productores de cava, muchos de los cuales, ni se sentirán representados por tan siniestro personaje y ni mucho menos le habrán votado o le querrán votar en el futuro. Pero las asociaciones de productores de vino espumoso catalán son poderosas y su influencia ha determinado que la Generalitat haya obligado a Carod a retractarse -a medias, echando espuma por la boca y escudándose en el pueblo catalán, pero retractación al fin y al cabo- de sus declaraciones contra Madrid 2012.

Puede que este año, los vinateros catalanes tengan problemas para equilibrar sus cuentas de resultados, pero se recuperarán y volverán a ser los pujantes reyes de la Navidad en España. Vaya desde aquí, mi solidaridad y mi apoyo a todos aquéllos que lealmente, trabajan por el bien propio, por el de su comunidad y por el de España.

De todo este tinglado, yo me quedo con el aviso a navegantes que se les lanza a los apóstoles del quejido, del lamento y de la victimización sin fin. Es decir, a los desleales y alevosos políticos periféricos que han dedicado y dedican su vida pública a la búsqueda y a la invención malintencionada, de puntos de fricción y de encono entre los españoles y a la obtención de todo tipo de réditos a cambio de una disminución en el volumen y en el tono de sus lloriqueos.

Al servicio de todos nosotros, están herramientas como Internet o el correo electrónico para levantar cercas contra los productos de las comarcas de las que se dicen sus representantes absolutos, siempre que continúen con su dinámica desestabilizadora. Han de saber Ibarreche, Eguíbar, Garaicoechea, Maragall, Carod o Bargalló, que los productos y servicios de sus regiones, se venden mayoritariamente en el resto de España y que una negativa global a la compra de manufacturas vascas, una apuesta generalizada por la retirada de fondos de los bancos catalanes o una masiva ausencia de turistas españoles en sus playas o en sus montañas, significaría el colapso de la economía de aquellas regiones.

Han tratado insistentemente de convencer a quienes se han dejado, de que País Vasco y Cataluña no son España y que pueden, quieren y deben vivir al margen del resto de la Nación y además, hacerlo como si nada hubiera pasado. Varios millones de españoles unidos -e incluyo a millones de catalanes y vascos de buena fe- pueden hacerles saltar de sus poltronas en cuestión de semanas, tal y como le sucedió a Charles Cunningham Boycott.

Lucio Decumio.

14 diciembre 2004

La vie en rose

Que me perdone mi admirada Edith Piaf, allá donde esté descansando, por hacerme con el título de su más célebre interpretación para utilizarla como encabezamiento de mi reflexión del día de hoy. Pero es que me viene muy bien, querida Edith.

A diario, llegan a nuestro conocimiento hambrunas, masacres, muerte, destrucción, dolor, aflicción, desastres y tormentos de todo tipo. Ante tal aluvión de desgracias, nuestro talante –seguramente como mecanismo de autodefensa- se endurece y se insensibiliza hasta contemplar el sufrimiento ajeno como algo lejano e inevitable, que en muchas ocasiones, ni siquiera mueve a un segundo de compasión o de piedad. Menos aún, a una reflexión sobre su superación, pues pocas veces se nos hace ver que muchos de quienes han sido zarandeados, han terminado por sortear con éxito la prueba y permanecen firmes tras la sacudida. En los tiempos que corren, el morbo y el interés están en el padecimiento, no en la derrota del mismo.

Así, cuando llegas a una determinada edad, que en mi caso se encuentra más o menos a mitad de camino entre las treinta y las cuarenta rotaciones en torno al Astro Rey, uno puede llegar a la aventurada conclusión de que ya lo ha visto todo, que lo ha vivido todo, que lo ha oído todo, que no hay hueco posible para la sorpresa, la conmoción o la admiración. Más, teniendo en cuenta la época que nos ha tocado vivir, en la que los medios de comunicación nos abordan y nos bombardean impíamente con todo tipo de sucesos y acontecimientos escabrosos, ya sean éstos reales o ficticios.

Pero no. No es así. Siempre queda en nuestra alma, en nuestra voluntad y en nuestro espíritu, un pequeño resquicio, un diminuto espacio que ni la realidad más severa, ni las propias vivencias personales, han sido capaces de rellenar. Así, ese endurecimiento del que hablaba, termina por ceder en el mismo instante en que te topas de frente con algo o alguien que te hace variar inmediatamente tu engreído sentido de la existencia, en el que como decía, podría parecer que se habían cerrado desde hacía tiempo, todas las puertas al asombro o al pasmo.

Y te das cuenta de que en tu ánimo, no sólo había una rendija por la que pudieran entrar y hacerse hueco el reconocimiento del temple ajeno o la distinción de la más pura valentía ante la cruel adversidad. Había miles de ellas.

Siempre hay alguien que ha vivido más que nosotros y que ha abierto y cerrado asombrosas y dolorosas etapas vitales a las que uno mismo ni tan siquiera ha llegado a asomarse. Siempre hay alguien que por azar o por destino, se cruza en nuestro devenir y nos muestra, con la más absoluta naturalidad y franqueza, mil y un rostros de la vida que apenas si hemos atisbado y ante los que sólo cabe encontrarse de frente para saber cuál sería nuestra reacción. Siempre hay alguien, en definitiva, que nos va a enseñar algo más, mucho más, por encima de aquello que nosotros ya sabemos y hemos experimentado.

Ese algo o alguien que en un momento nos asombra, nos deslumbra, nos descabalga de nuestro ensoberbecido transitar por la vida y nos devuelve a senderos de los que nunca debimos apartarnos, se le presentó a Lucio Decumio hace unas semanas, en forma de flor y en mitad de verdes y frondosos montes.

Una flor que observé resplandeciente y brillante como pocas. Una flor que a lo largo de su existencia, debió asombrar por su belleza y fortaleza, a cuantos transitaron los senderos a los que asomaba. Una flor que en la cumbre de su lozanía y frescura, a punto estuvo de marchitarse definitivamente y sin razón o causa aparente. Una flor que se enfrascó entonces en una lucha tan serena como vigorosa para derrotar a la adversidad y continuar erguida y esplendorosa. Una flor que no se resignó a dejar de contemplar auroras y crepúsculos, albas y ocasos. Una flor que durante aquel singular combate por permanecer unida a los tallos que la alimentaban y la alentaban, perdió algunos pétalos. Pero una flor que en último término, acabó luciendo con más hermosura si cabe, sobre aquélla por la que previamente se distinguiera.

Sin embargo, hay ocasiones en que la propia Naturaleza debe sentir envidia de la belleza a la que ella misma da forma y moldea. Como si fuera víctima de un vengativo maleficio o de de un desventurado encantamiento, me consta que la flor vuelve al campo de batalla para librar un nuevo duelo en el que habrá de demostrar su destreza y su constancia contra la desdicha, provista únicamente de la savia de su encanto y la firmeza de su espíritu.

Y saldrá de nuevo reluciente y triunfadora, pues es su destino.

Mi más cariñoso recuerdo y mi más sincero aliento para tan bella flor.

Lucio Decumio.


13 diciembre 2004

La mitad de los que jugaban, debían saberlo

He estado leyendo varios testimonios de aficionados recogidos en un foro del diario "El Mundo", acerca de la amenaza de bomba a la que ayer tuvieron que hacer frente más de 70.000 hinchas madridistas en el Santiago Bernabéu. Muchos de esos pequeños relatos que ofrece el foro del periódico, hablan sobre las innumerables muestras de sensatez y responsabilidad ofrecidas por el público asistente. A este respecto, considero que es de justicia que las autoridades, los responsables e incluso los mismos aficionados, se feliciten -con toda la razón del mundo- por la muestra de civismo y de urbanidad ofrecida por los allí presentes.

Yo mismo me felicito y me congratulo de que una vez más, los madrileños en general y los madridistas en particular, hayamos dado un nuevo ejemplo al resto de la nación y a todo el mundo, de cómo hay que comportarse ante situaciones que ponen a prueba nuestra fortaleza mental y moral. Debemos estar tan acostumbrados a los trajines y a los problemas que se derivan de vivir en esta gran ciudad y porqué no decirlo, especialmente a las constantes amenazas y ataques de que somos objeto por parte del hatajo de alimañas batasunas, que incluso en ocasiones como la vivida ayer, la relativización del peligro por parte de quienes lo sufren es casi un acto reflejo e inconsciente a la dramática aparición, una vez más, del mismo.

Sin embargo, entre las decenas de reseñas que se registran en el foro, hay bastantes que inciden pormenorizadamente en el hecho de que ayer, precisamente ayer, el graderío destinado a acoger a los aficionados del equipo que visita el Santiago Bernabéu en cada partido de Liga, Copa o Copa de Europa, estuviera inusual y sospechosamente vacío, así como que los espacios de aparcamiento para los autocares que trasladan a los hinchas rivales y que se suelen situar en la Calle Padre Damián, también se encontraran extrañamente desocupados.

La duda que me cabe es la siguiente. ¿Se hizo, desde la directiva o desde los jugadores de la Real Sociedad alguna advertencia o notificación a la Policía, a la directiva del Real Madrid, a las autoridades municipales y regionales o simplemente a alguien, acerca de tan inquietante falta? ¿Y desde el Gobierno Vasco o la Policía Autonómica? Yo no he leído nada al respecto y ello me preocupa. De hecho, no he leído, ni oído, ni visto nada que me haga siquiera intuir que los responsables de garantizar la seguridad de los espectadores en el partidoy la directiva madridista, hubieran sido puestos sobre aviso por quienes de primera mano, sabían que sus aficionados más irredentos no acudirían al encuentro de ayer. Aunque el hecho de que yo no lo sepa o no lo haya oído, no significa que no fuera así. Pero es legítimo dudar y más cuando de delatar a ETA por parte de los propios vascos se trata.

Yo creo que la Policía no es tonta y que cuando contempló o supo de semejante absentismo, tuvo que sospechar que algo no marchaba bien. Es más, aunque no se lo indicaran responsables del club donostiarra, no me cabe en la cabeza que no lo supieran con antelación por otros medios, pues es lógico pensar que las Fuerzas de Seguridad que se encargan de la vigilancia en este tipo de encuentros en los que la hinchada rival puede ser foco, origen u objeto de algún tumulto, deben estar informadas, incluso con días de adelanto, sobre la asistencia o no de los grupos más radicales.

De ser las así cosas, no les arriendo la ganancia a las autoridades y a la directiva del Real Madrid en las horas previas al encuentro. Decidir si se disputaba o no el partido en base únicamente al hueco dejado por los hinchas donostiarras, tuvo que ser algo realmente angustioso.

Volviendo a los hechos que realmente conocemos, pensar que ETA puede hacer estallar una bomba en el Santiago Bernabéu con los jugadores de la Real Sociedad dentro o en sus inmediaciones, es algo que se me antoja absolutamente descabellado, aunque ello no signifique que las autoridades, seguridad y directivos madridistas, no actuaran correctamente a la hora de ordenar la evacuación del recinto. Muy al contrario; desde mi punto de vista, hicieron lo que la más elemental de las lógicas llama a realizar en un momento como ése. Asegurar la vida de todos los presentes y conminarles a que abandonen ordenadamente el estadio.

Otra cosa es que ETA no haya intentado o no vaya a intentar en el futuro, atentar contra el Santiago Bernabéu, pero insisto, jamás con jugadores de la Real, el Athletic o cualquier otro equipo vasco dentro. Lo que ayer buscaba ETA con su aviso era algo mucho más sencillo, pero tan avieso y tan detestable como la explosión de un artefacto explosivo. Lo que intentó esta cuadrilla de hienas fue hacer caer en el pánico y en el terror a decenas de miles de personas, que presas del miedo, bien podrían haber ocasionado dramáticas avalanchas humanas con un número de víctimas difícilmente evaluable y mucho menos soportable.

Víctimas entre las que no se hubiera encontrado apenas ningún aficionado realista, pues los pocos que se hallaban en el estadio asistían al encuentro en calidad de directivos del equipo y cómodamente situados en el cálido palco madridista.

Este tipo de atentado muestra a las claras la debilidad estructural de la banda, pero también su inquebrantable aspiración asesina y en último término, como decía anteriormente, el alto riesgo que corrieron las autoridades y los directivos del Real Madrid a la hora de permitir que el partido se disputara. Si estoy en lo cierto y la Policía y los directivos del Real Madrid estaban informados sobre la ausencia de los hinchas vascos con antelación, aquélla tuvo que que levantar profundos recelos entre todos ellos, aunque por sí mismo, el vacío dejado por los aficionados realistas no garantizara el intento de perpetración de una masacre.

Y una última pregunta. ¿De qué pasta están hechos los directivos de la Real Sociedad y sus jugadores, qué clase de miedo les atenaza o qué tipo de connivencia les une con la furia asesina de ETA? ¿Cuál ha sido su condena de los hechos? Sabían, por la no asistencia de sus aficionados, que miles de personas corrían grave peligro y aún así, saltaron al campo y se sentaron en el palco como si tal cosa. Y ya no hablo de quienes tenían previsto venir a ver a su equipo a la capital de España y en última instancia, conocedores de lo que podía acaecer, se quedaron tranquilamente en sus domicilios norteños.

Muy enferma. La sociedad civil en el País Vasco está gravemente enferma cuando incluso sus insignias sociales -como los clubes de fútbol- son capaces de inhibirse de forma tan hipócrita ante el preludio de una casi segura tragedia.

Gracias a Dios, no pasó nada. Pero, ¿y si hoy estuviéramos contando por centenares o millares los muertos por aplastamiento en el Bernabéu? ¿Quién habría asumido las responsabilidades? ¿De quién habría sido la culpa? ¿Habríamos cerrado una vez más los ojos ante la realidad de los hechos en aras de guardar las formas y la corrección política ante quienes no matan pero sí callan?

Lucio Decumio.

10 diciembre 2004

Imperator

Como creo que ya he comentado en otras ocasiones y gracias al extraordinario estilo narrador de Colleen McCullough, considero que conozco, al menos un poco, los usos y costumbres de la Antigua Roma tardo-republicana y pre-imperial.

Los volúmenes publicados por la escritora australiana, reflejan de un modo increíblemente gráfico y dinámico, el estilo de vida, los hábitos, las grandezas, las miserias, los altibajos, el personalísimo modo de entender la existencia y la pujanza de una sociedad que entendía como algo inevitable, su propia proyección hacia el exterior de sus fronteras como método para extender a otros pueblos su dominio, su poder, su cultura, su lengua y sus logros técnicos, jurídicos y administrativos.

Pero, con ser asombrosa la visión romana de la política como elemento dinamizador de la sociedad; de la cultura y del idioma como aglutinadores de la voluntad común; de las artes como expresión de la realidad circundante o de las ciencias como mecanismo de mejora y progreso, lo más sensacional desde mi punto de vista, es la absorción que de esos conceptos, hace el estamento militar. La misma organización, disciplina, orden, planificación y preparación que se observaba en todos los ámbitos antes reseñados, también se traslada al ejército, seguramente debido en buena parte, al hecho de que las carreras políticas de los prohombres de la época, no progresaban y no se entendían de no ir debidamente acompañadas por una brillante hoja de servicios militares.

Inciso al canto. Obviamente, Roma, a ojos de un observador del Siglo XXI que la quiera juzgar desde una óptica y unos valores actuales, tenía enormes defectos. Esclavitud a gran escala, sobornos y asesinatos como método para la consecución de objetivos políticos, guerras y conflictos por doquier, tanto en el interior como en el exterior, exterminio absoluto de los enemigos incluso en caso de rendición, expolio de las provincias conquistadas por parte de sus gobernadores, papel absolutamente marginal de la mujer en la vida pública y un largo etcétera que me tendría aquí hasta fin de año, si mi intención postrera fuera la enumeración de todo ello. Eso por un lado, que si me extendiera en detalles sobre el legado jurídico, político, científico o técnico que nos ha quedado de aquella sociedad, podría no terminar.

Inciso finalizado pues mi propósito era otro. Volviendo sobre mis apreciaciones acerca del mundo militar romano, en la etapa que se extiende entre el nacimiento y la violenta muerte de Julio César (100-45 A.C.), es preciso hacer constar que las invasiones romanas contra los pueblos vecinos y no tan cercanos, las incursiones bárbaras en la península itálica para intentar desarbolar el poder de Roma e incluso las mismas guerras civiles que en no pocas ocasiones asolaron el territorio romano, estaban a la orden del día.

Así que, para el alto patriciado romano, no era demasiado complicado hacerse con el deslumbrante expediente militar del que antes hablaba. Eso, si el interesado era mínimamente competente en el arte de la guerra, que en caso contrario, podía llevar al desastre a miles de hombres, como en no pocas ocasiones sucedió.

Pero me apartaré del juicio a los mediocres y me centraré en el de los más grandes, Julio César y Cayo Mario. Empezaré por éste último, por ser el primero en aparecer en la escena militar romana. Mario era itálico, no romano, aunque ello no le impidió alcanzar el consulado en siete ocasiones y llegar a ser, hasta la irrupción de su sobrino César años más tarde, el más grande general romano de la Historia. Lo fue porque hizo frente con absoluto éxito, a la amenaza más notable a la que se enfrentaba Roma desde los tiempos de Aníbal. La invasión de las hordas germánicas.

Mario ya era un fogueado cónsul-general de 50 años que se había destetado en mil escaramuzas en Hispania y el Norte de África preferentemente, cuando durante casi cuatro años y por mandato del Senado, hubo de trasladarse con sus legiones a la frontera italiana de los Alpes a la espera de la marea germánica. En ese espacio de tiempo, preparó el terreno, acondicionó las calzadas, estudió a su enemigo, infiltró espías entre sus tribus, puso a punto toda su maquinaria militar, entrenó y aleccionó a sus tropas metódicamente, memorizó los posibles escenarios para el enfrentamiento y cuando los salvajes llegaron a su altura y se negaron a volver grupas, aniquiló a más de un millón de ellos mientras que él perdía unos pocos cientos de legionarios. Mario luchó en una proporción de uno contra doce, pero todas las medidas previas adoptadas y citadas, unidas a sus extraordinarias dotes para el mando y sobre todo, a la íntima convicción de la superioridad moral y filosófica romana, obraron el milagro.

Julio César no le anduvo a la zaga. Había luchado ya en Asia Menor, en Grecia y en Hispania había sido gobernador. Con 40 años y 50.000 legionarios a sus espaldas que le adoraban como a un dios, conquistó en siete u ocho años toda la Galia, acabando con la vida de cerca de tres millones de guerreros pertenecientes a todas las tribus autóctonas. ¿Asombroso? Sí, pero no tanto, si se tiene en cuenta que las convicciones y las excelencias que adornaban la figura de Mario, en el perfil de César se multiplicaban hasta el infinito.

Y aunque no fue uno de los más grandes, no me resisto a notificar la hazaña de Lucio Licinio Lúculo, contemporáneo de ambos y a caballo entre ambas figuras. Destinado a Asia para enfrentarse al peligro parto que acechaba a la provincia romana de Asia Menor, Lúculo logró la que para mí es la proeza militar más sensacional de la que tengo crónica. Con un par de experimentadas legiones -unos 12.000 hombres- que llevaban varios años combatiendo en la zona, se enfrentó a 120.000 jinetes partos y armenios antes de entrar en la capital de este último reino. De nuevo, los enemigos de Roma entendieron que la desproporcionada superioridad numérica de la que disfrutaban, les garantizaría una aplastante victoria. Al cabo de unas horas de lucha, el ejército asiático había sido reducido a la nada, mientras que Licinio Lúculo contaba únicamente 14 bajas entre sus tropas.

En todos los casos, germanos y galos, pueblos por entonces anclados en formas de vida casi paleolíticas y partos y armenios, algo más avanzados pero no tanto, consideraron que la abrumadora supremacía en el número de soldados, así como la bravura de esos mismos guerreros, bastarían para aplastar a esos pocos millares de petulantes romanos. Pero no fue así y sufrieron, como queda mencionado, algunas de las más sangrientas derrotas que recuerda la historia militar humana.

Llegada la gran batalla, el gran conflicto de tu vida, aquel en el que tus enemigos te acorralan, te superan numéricamente y cifran su éxito en esa desproporción de guarismos, en su sed de venganza y en su desorganizada voracidad, no es tanto su número y su vesania, como tu temple, tu voluntad, tu genio, tu preparación o tu sabiduría para hacerles frente. Si a todo ello añades una inquebrantable fe en tus convicciones y en tus ideas, una confianza ciega en la supremacía del trabajo bien hecho y una veteranía y una experiencia dilatada en mil batallas previas, el éxito está casi garantizado. Los desorganizas y los desmantelas como a un castillo de naipes.

Mi más sincera felicitación al ex-Presidente del Gobierno por su maratoniana intervención en la comisión parlamentaria que investiga el 11-M y el modo en que la afrontó.

Por cierto, si a un etarra, a un terrorista islámico o a un delincuente común -preferentemente inmigrante- alguien le somente a un interrogatorio de 11 horas sin solución de continuidad, ¿cuántas voces nacionalistas o pseudo-progresistas habrían graznado contra semejante muestra de barbarie?

Lucio Decumio.


28 noviembre 2004

A la Reina de las Españas

Han pasado, sí, muchos años. Varias centurias, hasta cinco. Un día como hoy del año de Nuestro Señor de 1504, fallecía en Medina del Campo, provincia de Valladolid, el personaje más influyente, singular, carismático y decisivo de la Historia de España; Isabel I de Castilla, eternamente conocida como Isabel la Católica.

Pesadumbre y desazón a partes iguales me produce el olvido y la postergación que de su figura se ha hecho en los medios de comunicación en estos días, en los que se cumple el Quinto Centenario de su fallecimiento. Y no sólo eso. En los últimos años, los jerifaltes del miedo y de la revancha se han dedicado con denuedo y con éxito a mancillar y enlodar su figura, su obra y su significado. Ni recuerdos, ni alabanzas, ni glorias, ni loas, ni defensa de la que es, nada menos, que la Madre de España. Sólo ofensas, agravios, insultos y esputos.

Si los españoles estamos donde estamos, si hacemos lo que hacemos, si pensamos como pensamos, si hablamos como hablamos y si nos comportamos como nos comportamos, es gracias al empeño aglutinador de esta formidable mujer y de su no menos extraordinario esposo.

Por ello, vaya desde aquí mi máximo reconocimiento y estas humildes líneas para contribuir en la pequeña medida de mis posibilidades a sostener y a recuperar la memoria y los logros de esta Dama.

Casi desde su nacimiento, en 1451, Isabel hubo de afrontar enormes desafíos y descomunales intrigas. Hasta 1474, fecha en la que fue nombrada Reina de Castilla, tuvo que vérselas primero con su hermanastro Enrique IV el Impotente y más tarde, con los partidarios de la hija ilegítima de la esposa de Enrique, Juana la Beltraneja, aspirante al trono de Castilla hasta su derrota en el campo de batalla. Y con sólo 19 años se casó con otro adolescente de 18, Fernando de Aragón, heredero de la otra gran corona cristiana de la península.

Al lado de Fernando, vivió la Gran Reina las aventuras más asombrosas que quepa imaginar. Con la ayuda del Rey Soldado, Isabel puso en orden sus reinos, apaciguó a la levantisca nobleza castellana, controló los ímpetus expansionistas del vecino reino portugués y recabó voluntades, esfuerzos y ánimos entre patricios y plebeyos, para dar forma a su gran sueño; poner fin de una vez por todas a la secular tarea que tantos y tantos otros reyes cristianos habían dejado a medio terminar; la Reconquista al invasor musulmán, de la España visigoda.

Y por el camino, tuvieron tiempo de contener el espíritu belicoso de los reyes franceses que se abalanzaban una y otra vez sobre Navarra, Cataluña y Nápoles, conquistar y colonizar las Islas Canarias y en último término patrocinar y dar cobijo a aquel locuaz visionario llamado Cristóbal Colón, que en el mismo año en que concluyera la Reconquista, habría de lanzarse al Mar Océano a la búsqueda de nuevas rutas hacia las Indias, hasta topar, para su suerte y la de España, con el Nuevo Mundo.

Por todo ello y por su fortaleza de ánimo, por su ambicioso proyecto de cohesión y por su tenaz y triunfal lucha contra los grandes enemigos de la Europa Cristiana, cuales eran el agresivo turco y el turbulento norteafricano, ambos monarcas se convirtieron en la admiración y el asombro de toda Europa.

Pocos dirigentes, muy pocos monarcas, han hecho tanto por España como hicieron Isabel y Fernando. Su reinado está salpicado por algunas oscuras sombras que habrían de interpretarse en el contexto de la época y teniendo en cuenta la mentalidad de aquellas gentes. Pero es su magna obra política, su gran sueño unificador, su idea integradora y agregadora que buscó poner a todos los españoles a remar en un mismo sentido, lo que de verdad trasciende la figura de aquellos monarcas legendarios.

Aquella Reina y aquel Rey, con mayúsculas, amaron tan profundamente a España, que la consideraron viable, factible y realizable, haciendo gala de una visión de futuro sin par. Y así, percatándose de que de la unión, la combinación, la mezcla, la suma y la incorporación, sólo podría salir un estado fortalecido y compacto, capaz de afrontar los desafíos de los siglos ulteriores, tuvieron la grandeza de espíritu de situarse por encima de provisionales aspiraciones propias y ajenas, para poner las bases del crecimiento y desarrollo de una de las naciones más grandes que ha dado la Historia.

A la luz de los acontecimientos que nos toca vivir hoy en día, muchos de los cuales invitan al desistimiento, a la renuncia y al abandono de nuestras convicciones y de nuestro espíritu nacional, podría parecer más factible contemplar el futuro de España a quinientos días vista, que con otros quinientos años por delante.

Pero es ahora más que nunca, cuando enarbolando las banderas de la razón, de la palabra, de los argumentos, de la rectitud de espíritu, de la inteligencia, de la integridad, del entendimiento, de la libertad, de la justicia y del derecho, hay que aguantar, denunciar y combatir los embates, los embustes y las embestidas de los miserables que impúdicamente, escupen sobre la memoria y sobre la sangre de nuestros antepasados con la pretensión de acabar con nuestra democracia, con nuestra convivencia y con nuestra unión.

Lucio Decumio.

26 noviembre 2004

Gana el sentido común, pierde el rencor

La indignación entre la caterva independentista e izquierdista catalana, tras ser rechazado el reconocimiento de la selección regional por la Federación Internacional de Patinaje, es muy comprensible.

Afortunadamente, Carod Rovira y los suyos se han quedado sin su cautivador juguetito político, sin ésa astilla que podría haber servido de cuña con la que poder resquebrajar el tronco del deporte español en un sinfín de esquirlas regionalistas, pues para otra cosa no iba a servir, una selección catalana de hockey sobre patines independiente de la española.

Sólo yo puedo saber cuánto me alegra el hecho de que por fin y aunque haya sido de modo exógeno, alguien, algún organismo, alguna instancia, haya parado los pies a este ajusticiador del sentido común, a este verdugo de la convivencia, en fin, a este chantajista chulesco y tabernero que en los últimos meses, está poniendo premeditada y obscenamente en jaque, la indulgencia, la permisividad y la paciencia de millones y millones de españoles.

Pero desafortunadamente, cuando este tipo de sujetos ha de afrontar esta clase de contratiempos, no lo hace desde la coherencia y el raciocinio, ni mucho menos desde el replanteamiento de sus posturas maximalistas, sino que en sentido contrario, redoblan sus esfuerzos disgregadores y sus ansias de revancha. El lenguaje mafioso, crispante y amenazador que ha empleado Carod a la hora de calificar la negativa de la Federación Internacional de Patinaje a reconocer a Cataluña como integrante de la misma, sólo es el penúltimo botón de muestra del carácter acomplejado, vengativo y resentido de este peligrosísimo dirigente independentista.

Todo esto es muy sencillo. Quienes políticamente viven de abonar el enfrentamiento entre españoles de uno y otro lugar, de alimentar el odio y el resquemor entre ellos, de cultivar rencillas inexistentes, de buscar, encontrar y dar forma a conflictos que sólo tienen vida en sus enfebrecidas mentes aldeanas, sólo pueden observar la convivencia pacífica, recíprocamente constructiva, solidaria y leal, con los ojos de aquel al que se le suprime el sustento, el alimento y el aliento vital que le mantiene en pie.

Individuos como Carod, Ibarreche, Arzallus, Egíbar, Benach o Bargalló y en menor medida otros como Maragall, Mas o Anasagasti, viven de eso. Su maná político y económico brota del caudal de inquina y enemistad que arrastra la corriente del río de hostilidad que ellos mismos han puesto en marcha entre sus votantes.

Mientras, no sólo no se ruborizan a la hora de tratar con los peores malhechores para obtener de ellos o junto a ellos, el máximo beneficio para sus desquiciadas causas; no sólo no pierden la vergüenza ante sus pactos oprobiosos con fúnebres criminales; no sólo no se sofocan cuando se les recuerdan esos tratos o cuando se demuestran sus sobornos, sus cohechos y sus corruptelas; como tampoco padecen el menor sonrojo cuando en nombre de pueblos a los que no representan ni de lejos en su totalidad, se arrogan la representación absoluta de los mismos. No, no se conforman con eso. Las más de las veces, en el colmo de la ruindad, son capaces de retorcer la realidad de tal modo que quienes les denuncian por sus prácticas bravuconas y chulescas son los que terminan dando explicaciones por algo que ni siquiera han hecho.

Tienen la maniobra perfectamente sistematizada. Escudándose en las viejas tácticas totalitarias que buscaban la identificación conceptual entre el líder carismático y el pueblo al que pretendía gobernar o liberar, hacen rebotar cualquier crítica a su gestión o a sus actos sobre el pueblo del que se manifiestan sus únicos y legítimos representantes. Así, convierten legítimas diatribas a su gestión política en permanentes e injustificados ataques estatales contra los pueblos, las comunidades o las regiones que gobiernan o pretenden dirigir. Finalmente, la ciudadanía más próxima a los postulados políticos de estos conflictivos mandatarios y menos preparada académicamente, termina por encajar como propia, cualquier censura que reciba el gobernante regional de turno, retroalimentándose así, el peligroso círculo vicioso.

Porque, cuando ERC, por la embusteras bocas de Carod, Bargalló y Benach denuncia que desde España o el Gobierno Español, se han producido "maniobras muy sucias" y "presiones típicas de dictaduras" para evitar que la selección catalana de hockey sobre patines fuera reconocida por la Federación Internacional, sabe que está invitando al conflicto y al enfrentamiento gratuito entre españoles, sólo porque no se han plasmado en la realidad, sus febriles y quiméricos sueños independentistas.

A este respecto, olvidan deliberadamente las presiones y los sobornos que desde la Generalitat que ellos coadyuvan a mal gobernar, se promovieron ante innumerables instancias para que la Federación Internacional de Patinaje reconociera provisionalmente a la Federación Catalana entre sus integrantes -como sucedió en Marzo- y luego, que se aprobara su definitiva inscripción en la Asamblea General que ayer tuvo lugar en Fresno, California.

Sin embargo, no es en lo anterior donde la carga de demagogia, de mala fe y de vileza queda más patente, pues la acusación a España de no saber articular su propio deporte dentro de sus propias fronteras, sólo porque no se da salida a sus descabelladas peticiones independentistas, sólo puede calificarse de perversión moral y política sin parangón.

Y para rematar, en un acto revanchista y vengativo como pocas veces se habrá visto o se verá, llaman a todos los catalanes y a todas sus instituciones a no apoyar la candidatura de Madrid para organizar los Juegos Olímpicos de 2012. Es cristalino. Desde que supieron que gozaba de notables posibilidades, a estos apóstoles del rencor y del resentimiento nacionalista, no les dejaba de escocer como el peor de los pruritos, la idea de que Madrid pudiera llegar a tener la oportunidad de hacer sombra a Barcelona a través de la organización de unos Juegos. Aunque bien pensado, da igual; de haberse producido hoy el reconocimiento de la Federación Catalana de Hockey sobre Patines a nivel internacional, ya se hubieran encargado de buscar y encontrar otro motivo o excusa en el que parapetarse para retirar su apoyo a Madrid 2012.

Particularmente y ya termino, no descarto que en breve, Carod Rovira y sus sicarios busquen el desquite a este revés. Y ése, bien podría ser el penúltimo chantaje al Gobierno de la Nación para que retire su favor a la candidatura olímpica de Madrid, a cambio del voto favorable de ERC a los Presupuestos Generales. Trampa en la que también podrían involucrar a la propia Generalitat, obligándola a hacer una declaración institucional en la que se retractara de su apoyo a la opción olímpica madrileña.

¿Extraño? ¿Disparatado? ¿Absurdo mi planteamiento? Yo creo que no, pues si tenemos en cuenta el perfil atravesado y retorcido de estos individuos, su trayectoria vital, política y moral y sobre todo, las públicas bajadas de pantalones que han obligado a efectuar al Gobierno de Zapatero en el conflicto, -también intencionadamente abierto por ellos- en torno a la lengua valenciana, ninguna jugada sucia es descartable.

Lucio Decumio.

20 noviembre 2004

Ganas de enredar

Una de las peores cosas que tiene el hecho de vivir de modo absolutamente permanente en tu país y dedicar apenas cuatro días de tu existencia a viajar por el resto del mundo, es que llega un momento en que piensas que algunas cosas que suceden en tu patria, sólo acaecen aquí. Pero no es así.

Al hilo de lo sucedido en el preámbulo, desarrollo y epílogo del partido internacional amistoso que disputaron ayer las selecciones de España e Inglaterra, uno se percata de que hasta democracias tan avanzadas y tan asentadas como la británica, son capaces de entrar desde todos los niveles, en el juego sucio que la asfixiante corrección política que todo lo ve, todo lo oye y todo lo controla, se empeña en hacernos disputar.

Y es que desde que Luis Aragonés abriera la espita hace unas semanas durante un entrenamiento de la Selección, con una arenga a José Antonio Reyes en la que vertía algunos comentarios teóricamente ofensivos hacia la figura y el color de la piel de Thierry Henry, la prensa británica no se ha cansado de retroalimentarse con titulares e informaciones referidas al presunto espíritu racista que demuestra el seleccionador nacional. Actitudes -de palabra y de obra- mil y una veces desmentidas por éste, por sus más estrechos colaboradores y por no pocos jugadores negros que han estado a su cargo en innumerables equipos de nuestra Liga.

Todo podía haber quedado ahí, pero los encuentros amistosos disputados esta semana por las selecciones absolutas y sub-21 de ambos países, han reabierto la polémica. Hasta tal punto, que la Federación Inglesa de Fútbol e incluso el Primer Ministro Británico, han solicitado que se abran investigaciones a nivel FIFA y UEFA y si llega el caso, se sancione a la Federación Española por los silbidos y los abucheos que el público congregado en el Bernabéu le dedicó a los jugadores negros de la selección inglesa.

La evidencia de las intenciones de los dirigentes deportivos, que han arrastrado consigo a los políticos británicos, saltan a la vista. De otra cosa no se trata sino de sacar las cosas de quicio y de intentar ocultar la pésima imagen futbolística ofrecida en Madrid, abriendo una espectacular cortina pirotécnica que distraiga y desvíe la atención de su público y de sus aficionados, hacia otros derroteros en los que el análisis deportivo quede aparcado y se entre de lleno en la intención revanchista frente a un presunto agravio contra el orgullo igualitarista de la sociedad británica. Asimismo, es perfectamente posible que todo esta aparatosa maquinaria de acoso y derribo propagandístico edificada contra Luis, la Federación y los aficionados españoles, tenga no poco que ver con la disputa que Londres y Madrid mantienen por la organización de los Juegos Olímpicos de 2012.

Dejando al margen las intenciones últimas que persiguen los británicos cuando nos intentan golpear con un martillo elaborado de mentiras y demagogia, conviene retomar el análisis de lo que a mi entender puede o no puede considerarse como racismo.

El caso que nos ocupa -las arengas de Luis y los abucheos a los jugadores negros de la selección inglesa- es un ejemplo típico a través del cual, los sectores menos preparados y los más manipuladores se estancan premeditadamente en el hecho y en su juicio, al tiempo que evitan trascenderlo mediante la profundización en las causas o en el contexto en que se originó.

Porque, ¿alguien puede decirme en cuántos campos de fútbol españoles se abuchea actualmente a jugadores negros por el simple hecho de serlo? Obviamente, en ninguno. ¿Y ello por qué? Muy simple. Al margen de que la sociedad española no es racista, salvo casos esporádicos en los que no tengo tiempo ni ganas de entrar, es preciso tener en cuenta que en todos los clubes de la Primera División Española y seguramente de la Segunda, hay jugadores que proceden de otros países y de otras razas diferentes a la nuestra. Por lo tanto, insultar al búlgaro, al camerunés o al argentino del equipo visitante por el mero hecho de haber nacido en lejanas tierras o lucir un tinte epidérmico algo más oscuro que el de los oriundos, significa que en última instancia, se está ofendiendo igualmente al búlgaro, al camerunés o al argentino que viste la camiseta local. Un disparate, en definitiva.

Así pues, a la vista de esto último que digo, tal vez haya que entrar en otro terreno para analizar las razones de tan sonoras broncas a los jugadores negros de la selección inglesa. Y ese solar no es otro que el de la constante y violenta provocación -a la que la connivencia del árbitro puso la guinda- que los futbolistas británicos pusieron en práctica en cuanto se vieron superados por nuestros jugadores en todos los niveles. El público del Bernabéu, harto de ver volar por los aires y rodar por los suelos a los nuestros, tiró por la calle del medio y retomó el hilo del conflicto que venían manteniendo Aragonés y la prensa británica, para atacar donde más daño podía hacer, esto es, pitando e insultando a los jugadores negros de la selección de Su Graciosa Majestad.

Un partido de fútbol es sudor, fuerza, pasión, vehemencia y entusiasmo; y no sólo entre los jugadores, también entre el público que acude a presenciar el espectáculo al estadio. A esas temperaturas ambientales, con la tensión acumulada por la emoción y la presión, todos, jugadores y público, dicen auténticas barbaridades, pero que han de quedar circunscritas al ámbito en el que se producen, es decir, el estadio. La violencia verbal en un marco como ése, es tan efímera en nuestra memoria y en nuestro espíritu, como la figura y el recuerdo del octavo rey godo. Además, quien no haya dicho cosas en caliente de las que luego se haya arrepentido, que tire la primera piedra.

Es tan sencillo como lo explico, pero para la prensa inglesa y para los políticos oportunitas -de dentro y fuera de nuestras fronteras- este tipo de acontecimientos suponen un balón de oxígeno para sus tiradas por un lado y para sus ridículas apariciones públicas, por el otro.

Con el potente calificativo de racista -al igual que con otros tan mediáticos y tan destructivos como éste- se juega en muchas ocasiones de modo irreflexivo. Acusar a alguien de tal es muy sencillo, pues basta un pequeño e insignificante detalle que no debería tener la más mínima trascendencia, para crear una enorme bola de nieve que luego es muy difícil detener.

El racismo, una vez que ha anidado en el espíritu, es una actitud que se extiende en el tiempo y que termina por desembocar en un comportamiento de índole violento que rechaza por sistema y sin argumentos, a quien es distinto. Por contra, detalles o declaraciones coyunturales que tienen su origen en un recalentamiento circunstancial de nuestro ánimo no pueden considerarse, bajo mi punto de vista, como muestra de racismo y sobre todo, no deberían mover al escándalo público ni al escarnio de quien las profiere.

Lucio Decumio.


17 noviembre 2004

Los lobos se aprovechan del "lobby"

Aunque haya cosas que se tengan por sabidas, conocidas y asimiladas, éstas no dejan de sorprendernos y de pasmarnos. Un ejemplo gráfico de lo que digo, es la permanente desfachatez y la singular desvergüenza de que hacen gala, un día sí y otro también, los dirigentes del PSOE, cuando de volverse atrás sobre lo dicho, se trata. No recuerdo muy bien las fechas, pero apenas deben haber pasado tres o cuatro meses desde que encabezados por su Secretario General, José Blanco y secundados por sus formidables regimientos de artillería mediática, los socialistas, ya en el Gobierno, se lanzaran a la yugular del PP y de José María Aznar, para acusarles, consciente y aviesamente, de haber utilizado dinero público para la contratación de los servicios del bufete americano Piper and Rudnick, cuya misión habría de ser -siempre según la propaganda del actual régimen- la de promover la imagen de Aznar en los Estados Unidos y presionar ante el Congreso Norteamericano para que al anterior Presidente del Gobierno, le fuera concedida la Medalla de Oro de la citada institución.

Lo dicho, nada nuevo bajo el Sol. Siguiendo su inveterada y decimonónica costumbre, mintieron y manipularon a la opinión pública, recortando y retocando a su antojo, la realidad de los hechos. Así, cuando los dirigentes del Partido Popular quisieron salir a la palestra para defender el contrato que el Gobierno de Aznar había firmado con el mencionado "lobby" de Washington y las razones de Estado que a ello movieron, el daño ya estaba, como en tantas otras ocasiones, hecho.

Ni siquiera las declaraciones del mismísimo Felipe González pudieron amortiguar el traicionero golpe de Pepiño, la SER, Canal + y demás demagogos. El que fuera presidente del Gobierno durante catorce años, manifestó públicamente que ese tipo de contratos con ese tipo de empresas, eran moneda de cambio habitual durante su etapa en el Gobierno, pues la labor de campo que desempeñaban para mejorar la imagen de España ante los estadounidenses, era muy notable y apreciable, especialmente en el terreno económico. Pero ya daba igual. Como decía, al traje se le había arrojado premeditamente otra mancha.

Su estrategia política -si es que hay política en esa estrategia- ha seguido una pauta común en los últimos dos años. El hundimiento del Prestige, el atentado del 11 de Marzo, el accidente del Yakovlev-42 o la Guerra de Iraq, han sido las partes de un todo que ha sido retorcido, manipulado y utilizado en su propio beneficio político, sin importarles el resultado de las medidas paliativas o preventivas que el Gobierno de Aznar pudiera adoptar ante estos acontecimientos, pues desde sus medios afines, daban como irrebatible ante la opinión pública, la certeza de que el Gobierno del PP, mentía o hacía dejación de sus funciones.

Lo crucial, lo crítico, era desgastar a sus rivales y asaltar el Poder a través de cualquier método, utilizando del modo más sucio y tabernario, los citados hechos. Y desafortunadamente, la consigna no sólo fue válida hasta que llegaron al Gobierno de la Nación. A la luz de los últimos acontecimientos relacionados con la investigación parlamentaria del 11-M, queda perfectamente claro que el eje central de la acción política del PSOE, ante la ausencia de ideas o planteamientos propios, sigue siendo la erosión de José María Aznar, del PP y de su etapa de gobierno.

Pero a medida que pasan los meses, sus pecados de intoxicación y de falseamiento de la realidad, se les presentan una y otra vez y del modo más obstinado posible, ante sí. Las sombras de aquellas faltas, se empeñan en recordarles cuáles fueron y cuáles siguen siendo, sus obtusos métodos para hacer política y los resultados que de ellos obtienen a medio y largo plazo.

Ahora, Zetapero y sus adláteres en el Gobierno, vuelven a cargarse con unos cuantos quintales más de oprobio y deshonra, pues es en estos momentos, tras la absurda, inexplicable e infantil catarata de agravios perpetrados contra los Estados Unidos, cuando más se ven en la obligación de continuar utilizando los servicios de Piper and Rudnick para que la imagen de España y sobre todo la de su Gobierno y su Presidente, no sigan cayendo a la misma velocidad que un tiesto desde una terraza.

Eso sí, no le arriendo el beneficio a Piper and Rudnick. Tal y como están las cosas entre Bush y Zetapero, los abogados y los consultores de esta empresa van a tener que multiplicarse y hacer horas extras hasta el amanecer, para que el tiesto no termine despedazándose contra la acera.

Lucio Decumio.

09 noviembre 2004

¿Le dejo recado o vuelve a llamarle un poco más tarde?

Muy parecida a ésta, debe ser la contestación que la operadora de la Casa Blanca ofrece al Presidente Rodríguez, cada vez que éste trata de ponerse en contacto con el recién reelegido Presidente Bush.

¡¡Qué descortesía y qué demostración de prepotencia y hegemónica chulería la de este yanqui!!, pensarán alarmados y escandalizados nuestros intrépidos gobernantes y sus leales y honrados socios parlamentarios.

Se ha cumplido ya una semana de la victoria del actual mandatario norteamericano en las elecciones presidenciales celebradas en su país y aquél, aún no se ha dignado a responder a nuestro indómito Primer Ministro, quien a través de diversas llamadas telefónicas, ha intentado infructuosamente desde entonces felicitarle de todo corazón por tan espectacular triunfo.

Como español, siento vergüenza. Vergüenza por tener que soportar la figura de un Presidente del Gobierno y de un Gabinete al completo que por simple tozudez ideológica y política, llevan más de seis meses poniéndole zancadillas de bravucón de colegio al Estado más poderoso de la Tierra, nuestro principal aliado político y militar, sólo y exclusivamente con el ánimo de mantener en alto ante sus votantes y simpatizantes, el tono demagógico, manipulador y provocador que les llevó a la Moncloa.

Después de las docenas de patadas que de cara a su galería de afectos y titiriteros, han propinado al gigante, ahora se les llena la boca de declaraciones amistosas y cordiales hacia éste. Es muy típico de este rebaño de pollinos; hacen las cosas a su antojo y no se detienen a pensar en las consecuencias que conlleva tal comportamiento, para percatarse más tarde de que han metido la pata hasta el fondo del pozo y de que el daño ya está hecho, soslayan medrosamente su responsabilidad y aseguran que aquellos desplantes o agresiones, sólo fueron malos entendidos y que nada más lejos de su intención que herir a quien premeditadamente, estuvieron atizando.

Eso en España puede funcionar, pues hay españoles -millones, desafortunadamente- que son tan memos, que aunque les pongan todas las evidencias posibles delante de sus narices, seguirán creyendo lo que este hatajo de podencos les diga. Pero eso, de cara a la primera potencia mundial, me temo que no funciona.

Pues, ¿a que otra cosa suena intentar hacer creer al Gobierno Americano que la precipitada e insolidaria retirada de nuestras tropas de Iraq fue un malentendido, salvo a burla sin tapujos? Eso, por no hablar del sonrojo que debería ocasionarles su patético propósito de disfrazar de equívoco, el llamamiento realizado desde Túnez a la deserción de todos los países que forman la coalición que apoya a los Estados Unidos en Iraq. Y si a ello añadimos las solapadas justificaciones a los orígenes del terrorismo islamista -ahí están las hemerotecas- entre algunos dirigentes del PSOE en los primeros meses de gobierno, los infantiles llamamientos a las Alianzas de Civilizaciones, el demagógico desaire al paso de la bandera americana en el Desfile de la Hispanidad de hace un año y su eliminación en el celebrado hace unas semanas, la utilización de algunas importantes figuras del Ejército para agredir verbalmente a los americanos y una infinidad más de pequeños y enojosos detalles de enquistada mala fe, nos daremos cuenta de que la actitud de Bush a la hora de no responder a Zapatero, no bebe de las fuentes de la arrogancia o el engreimiento del poderoso ante el más débil, sino de las del fastidio y de la indignación más absolutas con un Gobierno que seguramente creyó amigo y aliado, pero que sin embargo, no ha dejado de mostrarse exasperantemente hostil.

Y como penúltima demostración del significativo oprobio y ostracismo al que más que posiblemente someterán los Estados Unidos a este Gobierno de volatineros, pamplineros y bufones -y por extensión a muchos sectores económicos españoles- sirva como botón de muestra el encuentro que hoy ha mantenido el Presidente Norteamericano con el ex-Presidente español, José María Aznar. Cuarenta minutos de audiencia para evidenciar ante el mundo y muy especialmente ante España y su Gobierno, a quién consideran los Estados Unidos un partidario fiable y leal y a quién, un escurridizo truhán de feria.

La única lectura positiva que yo extraigo de todo este insuperable catálogo de desaciertos, traspiés, desaguisados, deslices, errores y calamitosa indisposición para el buen gobierno, es que a este paso y contando con las trampas que a buen seguro les pondrán las hienas antisistema en las que se apoyan para continuar en el Poder, puede que a la vuelta del próximo verano, se vean en la obligación de convocar Elecciones Generales. Y Dios lo quiera, perderlas.

Lucio Decumio.

08 noviembre 2004

Me alegra la victoria de Bush

Bien, de acuerdo. Puede que el título de mi comentario de hoy entre en flagrante contradicción con lo expuesto en anteriores ocasiones al respecto de la figura del actual Presidente de los Estados Unidos. Así es, no voy a negarlo, pues hacerlo sería intentar inútilmente ocultar la realidad misma de los escritos que los lectores encontrarán en la base de este mismo artículo y sería muy sencillo pillarme en un renuncio.

Antes de continuar, hacer un inciso sobre este particular, se me antoja perentorio. Particularmente, siempre he preferido, salvo algunas excepciones, la figura de un presidente norteamericano elegido por el lado del Partido Demócrata. Yo supongo que esta inclinación debe venir determinada por la figura de dirigentes como F.D. Roosvelt o J.F. Kennedy, que a mi modo de ver, fueron claves en el desarrollo de la Historia de los Estados Unidos y también en gran medida, en la del resto del mundo. Presidentes que por otra parte, no dudaron en apretar el gatillo cuando así lo creyeron necesario, tanto en defensa de los intereses de su nación o como respaldo de las democracias europeas en lucha contra los peores totalitarismos del Siglo XX.

Pues bien, dicho esto, pasaré a explicar los motivos de mi regocijo ante la victoria del candidato republicano, actual Presidente y futuro mandatario americano durante los próximos cuatro años.

En las últimas observaciones volcadas en esta página, al tiempo que consideré oportuno hacer manifiesta mi predilección por Kerry, también hice notable hincapié en el hecho de que el tratamiento informativo que estaba recibiendo Bush por parte de la mayoría de medios de comunicación españoles, estaba sobrepasando los límites de la preferencia tolerable por el senador demócrato, para adentrarse sin tapujos y sin ambages, en la manipulación más tendenciosa y en el sectarismo más abyecto que cupiera imaginar.

Los reportajes de Canal + que mencionaba, sólo fueron el postre de una pantagruélica demostración de zafiedad partidista que antes de alabar la figura del candidato demócrata y justificarlo políticamente como el individuo idóneo para ocupar el Despacho Oval, demonizaba sin solución de continuidad y sin espacio alguno para la réplica o la defensa, el perfil político y personal de Bush.

Esa ofuscada persecución sin cuartel, que se inició hace ya muchos meses, ha terminado volviéndose en contra de los medios a los que hacía mención. Entre los más destacados en este sentido, cabe señalar a todo el Grupo Prisa, con la SER, Canal + y El País como puntas de lanza, así como a Televisión Española y Telecinco. Algunos de ellos, como la Cadena SER, se cubrían con un nuevo manto de gloria mediática al anunciar a bombo y platillo la victoria de Kerry cuando el triunfo de George W. Bush ya era de dominio público.

Era tal su ansia por ver postrado y derrotado a su más odiado demonio, era tal su deseo de ver justificado su antiamericanismo feroz, era tal su anhelo por demostrar a quienes cada vez con más pruebas les acusan de haber tergiversado la realidad española a mediados de Marzo, que no era preciso un atentado y su posterior manipulación para cambiar el signo y el futuro político de un país, que hasta el último instante e incluso más allá, se negaron a ver la realidad y se invitaron a sí mismos a un banquete de autocomplaciente ajuste de sus deseos con una realidad inexistente.

Lo peor de todo ha sido constatar que pese a contemplar como George W. Bush ha sido elegido Presidente para un segundo mandato con el mayor número de votos jamás recabados por un candidato a la Casa Blanca y además, sin el menor asomo de un posible fraude que justificara nuevos alaridos, esos medios de comunicación no sólo no han admitido su error, no sólo no han entregado sus armas, sino que por el contrario, se han apresurado a cambiar la munición con la que disparar al abominable rival.

Ahora la consigna es hablar de Estados Unidos como un país dividido y al borde de la guerra civil. La izquierda, ya sea a través de los medios de comunicación afines, ya sea a través de sus propios representantes políticos, es cada vez más meridiana y más transparente a la hora de mostrarnos su verdadero perfil político y social, pues no dejan pasar oportunidad de hacernos saber que para ellos, la democracia es un sistema válido siempre que sirva a sus intereses y termine otorgándoles la razón en sus postulados, el poder político y el control unívoco de la sociedad. En cuanto no es así, en cuanto la realidad y sobre todo, la madurez democrática de un pueblo les descabalga de sus febriles deseos, se revuelven con más fiereza si cabe, enfrascándose en la búsqueda de cualquier argumento -cuanto más retorcido e irreal, mejor- que deslegitime al sistema y a los representantes que han osado, mediante métodos tan antidemocráticos como el sufragio universal, derrotarles o simplemente, llevarles la contraria.

Así es la gente que gobierna España y la que por extensión, la mantiene desinformada.

Lucio Decumio.

01 noviembre 2004

Elecciones USA

No me apetece demasiado, ésa es la verdad, hablar sobre la convocatoria electoral a la que tendrán que hacer frente mañana millones de ciudadanos norteamericanos y a través de la cual, se dilucidará el futuro político de aquella gran nación y no escasa porción del que compete al resto del mundo.

Y no porque no me interese el proceso político que lleva abierto casi un año en los Estados Unidos o porque me sienta desvinculado o desinteresado al respecto del resultado que mañana puedan arrojar las urnas. Simplemente, entiendo que al tratarse del eje informativo de las últimas semanas y que más que seguramente, continuará siéndolo durante las próximas, poco puede aportar en cuanto a los aspectos analíticos se refiere, este pobre aprendiz de redactor, más allá de lo que ya han repetido miles de comentaristas, periodistas y reporteros que manejan información mucho más voluminosa y fidedigna que la que yo pueda tener.

Únicamente, haré unos breves juicios, eso sí, a título absolutamente personal, de la figura de ambos aspirantes a la Casa Blanca y una breve anotación al respecto del tratamiento informativo que recibe algunos medios de comunicación españoles, el actual dignatario americano. Otra cosa es lo que pueda deparar el futuro con cualquiera de los dos sentado en las butacas de cuero del Despacho Oval, pues es algo que nadie puede predecir, por mucho que se odie a Bush o por mucho más que se intente ensalzar la figura del senador demócrata.

Empiezo con el actual presidente. En este sentido, no me duelen prendas a la hora de reafirmarme en lo dicho en anteriores comentarios acerca de su figura. No me gusta. Ni como persona, aunque evidentemente puede tratarse de un juicio apresurado, pues no le conozco de modo cercano, ni como presidente, por lo ya comentado en varias reflexiones previas a ésta de hoy. Y a lo ya apuntado en esas otras ocasiones -especialmente todo lo que se refiere a su claroscura elección por un puñado de votos que le dieron todos los delegados de Florida y por extensión, la Presidencia- sólo quisiera añadir una apreciación de índole socio-personal; un tipo que aspira al más influyente cargo político del orbe y que es incapaz de nombrar, en vísperas de las elecciones de 2000, a varios de los más importantes primeros ministros del mundo -India, Japón y China entre otros- en una entrevista concedida a la CNN, no debería haber sido nunca Presidente de los Estados Unidos. No debería haber llegado ni a presidente de su comunidad de vecinos.

Y el candidato. No parece un individuo excesivamente carismático, aunque eso, en mi opinión, suele ser una ventaja para el que de verdad vive con la aspiración de convertirse en un gobernante-gestor y no en un encantador de serpientes o en un vendedor de ungüentos para la recuperación del cuero cabelludo. Los políticos carismáticos -de esos hemos tenido en España algunos- tienden a quedarse en lo meramente superficial y a no prestar excesiva atención a los verdaderos problemas de la calle, pues saben que en última instancia, en una campaña electoral o en unas entrevistas televisivas convenientemente ajustadas a sus necesidades, se les presentará la oportunidad de volver a seducir al público a través de la cuidadosa y adecuada administración de sus milagrosas gotas de esencia cautivadora.

Reitero, no creo que sea el caso de Kerry, aunque sus asesores de imagen se empeñen en modificar su prototípica imagen de funcionario gris, oscuro y sesudo, haciéndole sudar sangre sobre una bicicleta o subiéndole sobre una tabla de sky-surf. Pobre hombre. En esta curiosa época dominada por la imagen y por lo que transmitimos a través de ella, ya no basta únicamente con besar niños y dejarse achuchar por orondas madres de familia. Ahora, para ser presidente de los Estados Unidos, aparte de hacerte zarandear por las masas enfebrecidas, tienes que ser triatleta.

Y como nunca había hablado de Kerry en mi blog, me extenderé otro párrafo más, que enlazará dos últimas consideraciones; una relacionada con el candidato demócrata y otra, con el régimen informativo que se le administra al actual presidente desde muchos medios de comunicación españoles.

A estas alturas de la representación, se aparece bastante nítido el hecho de que antes que su programa electoral, su oratoria, su presencia o su simpatía, el factor determinante que puede acabar con los huesos de este veterano de Vietnam en la Casa Blanca, es el odio y el rencor que despierta el propio Bush en amplios sectores de la sociedad americana y la movilización electoral que ello puede traer consigo. Odio y rencor que sin ningún ambage, sin dejar resquicio a la duda razonable y lo que es peor, sin ningún margen para la réplica entre los seguidores de Bush, como si acaso no existieran o fueran una masa informe y despreciable, se encargan de azuzar medios como Canal +, emisora en la que hoy los telespectadores han tenido la oportunidad de ver dos reportajes, documentales o se les llame como se quiera, en los que la figura de George W. Bush era demonizada hasta extremos sonrojantes.

Y lo que era aún peor y más estomagante. Al final de cada uno de los reportajes y sobre los títulos de crédito de Canal +, un tampón virtual dejaba sobre la imagen un sonoro sello con la leyenda "Agitación USA". Insisto, ni una entrevista a los posibles votantes del candidato a la reelección o a los personajes famosos que le apoyan; ni el más mínimo asomo de equidad en las formas y en los tiempos y ni una palabra argumentada a favor del actual Presidente. Nada en definitiva, que pudiera justificarle o sostenerle. Es decir, una penúltima demostración de la tendenciosa y sectaria propaganda para el sostenimiento de la unívoca verdad izquierdista, que se abre arrollador paso en España y a la que cada vez es más complicado enfrentarse.

Y mi voto virtual, para John Forbes Kerry.

Lucio Decumio.

31 octubre 2004

González a la vera de Zapatero

En ocasiones, las sombras de los pecados cometidos en el pasado, parecen no dejar de alargarse nunca. Y si no, que se lo pregunten a Felipe González y por extensión, al Presidente Rodríguez. A ambos, cada uno en el ámbito de su responsabilidad, pasada y presente, se les acaba de presentar un gravísimo obstáculo, cual es la carta que recientemente envió el ex Secretario de Estado para la Seguridad, Rafael Vera, al diario “El País”, en la que nada veladamente, amenazaba con llegar hasta extremos desconocidos si no se tenía en cuenta un posible indulto.

Indulto que dicho sea de paso, sería el segundo en el plazo de tres o cuatro años, pues el Gobierno dirigido por José María Aznar, tuvo a bien en su día, conmutarle la pena que le restaba por cumplir en relación a su implicación en la trama de los GAL y más concretamente, en el episodio del rocambolesco secuestro de Segundo Marey.

¿Qué extremos desconocidos son ésos de los que hablaba? Cualquiera medianamente informado, puede hacerse una idea, al menos aproximada, por lo que el puñetazo en la mesa del antiguo subordinado de Corcuera y Barrionuevo, ha obrado un efecto calambre en ambos ex ministros del Interior y en el superior de todos ellos en aquella convulsa época, Felipe González. Apenas un par de días después de que Vera enseñara los dientes a través de la epístola enviada a “El País”, a sus tres caudillos de antaño les ha faltado tiempo para pedir su indulto - junto con el de José María Rodríguez Colorado- al Ejecutivo de Rodríguez.

Curioso. Justo en el momento en el que el Tribunal Supremo ratifica las penas impuestas por la Audiencia Provincial, Rafael Vera estalla, alcanzando con su onda expansiva a sus antiguos superiores, que a la carrera, le echan la metralla caliente encima de la mesa al actual Presidente del Gobierno. Sospechoso, cuando menos.

Como decía previamente, es sencillo atar cabos y hacer cábalas nada alejadas de los siguientes escenarios que voy a perfilar. Según mis informaciones, Vera puede haber barajado hasta tres alternativas para hacer efectiva la amenaza y llevarse por delante a varios de sus compañeros –gobernantes pretéritos o presentes- si no le sacan del pastizal. Ha decidido que no vuelve a pagar el solito por los latrocinios y las fechorías que todos ellos cometieron en el pasado y puede que por algunas algo más actuales.

Opción A: Vera ingresa en prisión y de inmediato, inicia una huelga de hambre. A mi entender, es la menos plausible y real de las tres opciones. No me imagino a Rafael Vera encastillado en una huelga de hambre hasta sus últimas consecuencias, aunque no habría que descartarla de plano, pues el efecto propagandístico y mediático de tal medida, sería notable. Recordemos a este respecto, que el antiguo dirigente de Interior, aún esconde y dispone de una cantidad indeterminada, pero posiblemente muy elevada, de millones de pesetas detraídos de las partidas destinadas a fondos reservados. Aunque la estancia en la cárcel sea penosa, seguro que tiene en cuenta que como máximo cumplirá tres o cuatro años de los siete a los que está condenado por este caso en particular. Así que determinaciones que pongan en alto riesgo su salud y que le impidan disfrutar de una dorada y despreocupada jubilación, son las últimas que se le tienen que pasar por la cabeza.

Opción B: Vera levanta la alfombra y deja que todo el mundo contemple la suciedad y la basura que hay escondida debajo. Mugre que en buena lógica, hubo de ser generada y escondida en su día por González, Barrionuevo y Corcuera. De ahí, su voluntarioso apremio y sus ansias de amnistía cara al antiguo subordinado. La podredumbre, fácil es hacerse una idea, la componen por un lado los GAL y por el otro, el asalto convenido y acordado de los fondos reservados para enriquecimiento personal de altos cargos de Interior y quién sabe si de muchos otros miembros de aquellos pútridos Gobiernos. Es la más probable de las tres, a la vista de una más que segura responsabilidad política y tal vez penal de la terna peticionaria.

Opción C: La más arriesgada, pues casi es un juicio personal, aunque beba de las informaciones aparecidas en los últimos meses en los medios de comunicación menos afines al Gobierno Rodríguez. Uno de los más estrechos colaboradores de Rafael Vera en su etapa en la Secretaría de Estado para la Seguridad, fue el coronel Félix Hernando, un guardia civil que eludió hábilmente sus responsabilidades en uno de tantos sumarios abiertos por la detracción de fondos reservados durante los gobiernos de González. Y no sólo eso. Hernando consiguió que los ministros de Interior de Aznar -brillantes en tantas ocasiones- cometieran la torpeza de confirmarle al frente de la Unidad Central Operativa de la Benemérita, punta de lanza del Instituto Armado contra el terrorismo abertzale e islamista.

Llegados a este punto, conviene no olvidar un dato vital. La UCO ha estado en el ojo del huracán durante los últimos meses, debido a la chocante indolencia de sus máximos responsables cuando fue advertida por sus confidentes de los trajines entre los islamistas que perpetraron el golpe del 11-M y quienes desde Asturias, les suministraron los explosivos utilizados en la masacre.

Quién sabe. Quizás sea éste, un último cartucho que guarde Vera en la recámara. ¿Acaso tuvo Rafael Vera –junto con otros dirigentes del PSOE- conocimiento a través de Hernando de lo que se preparaba unos días antes de las elecciones y en connivencia todos ellos, decidieron no informar al Gobierno de Aznar? ¿Pudo sopesar que el efecto de aquella matanza podría ser un cambio de Gobierno tendente a favorecer, por afinidad ideológica o por chantaje, un posible indulto?

Es arriesgado, ciencia-ficción, me atrevería a decir. Pero a la vista del corral socialista hispano, en el que con absoluto desparpajo se desenvuelven la manipulación más obscena, la propaganda más retorcida, la mentira, la intoxicación y la confusión premeditadas, así como las maniobras más sórdidas, todo es posible y nada desechable.

La última y como ejemplo vivo y presente de lo que digo, las recientes declaraciones del cada vez más desvergonzado y siniestro Rubalcaba al respecto del caso del indulto de Vera. El sinvergüenza portavoz socialista no ha tenido el menor sonrojo en acusar abiertamente a los jueces en general –en el peor estilo de la vieja técnica del ventilador- de haber sido aquéllos los beneficiarios de la sustracción de fondos reservados y hacer pagar por ello a honestos políticos de izquierdas.

Ahí es nada. Pero a fuerza de repetirla, la mentira terminará siendo cierta para muchos.

Lucio Decumio.

18 octubre 2004

Plurales

Se me acumulan las tareas y los temas sobre los que emitir mis opiniones en mi escritorio. Ello me obliga a transmutar por un día, que servirá seguro de precedente, mi tradicional y dilatado estilo, en pequeñas y concisas porciones encaminadas a analizar y juzgar algunas de las distintas realidades que nos rodean.

Los niños

Me estremece, me aturde y me asombra por igual, la ya prolongada sequía imaginativa de que hacen gala los redactores y comentaristas de todos los medios de comunicación, a la hora de apodar a las jóvenes promesas que nuestros cada vez más robustos frutales deportivos nos procuran. Resulta particularmente desalentador contemplar como nadie es capaz de estrujarse un poco las neuronas para buscarle alias originales y creativos a chavales como Sergio García, Fernando Torres o Dani Pedrosa, conformándose con atribuirles el ramplón, pasajero y no poco chirriante apelativo de "El Niño".

Un poco más de inventiva, insisto, no estaría de más. Estos muchachos, prodigios en cada una de las respectivas disciplinas deportivas en que se desenvuelven, merecen un tratamiento periodísitico más acorde con sus logros, con sus capacidades y con sus triunfos. Además, tal y como apuntaba, el mote de marras es fugaz como pocos, pues a los cuatro o cinco años de su fijación, es estéril de todo punto.

Para invertir en la medida de lo posible esta dinámica acomodaticia, propongo un llano ejercicio de asociación de ideas a partir de las materias deportivas en que cada uno de ellos descolla. Por ejemplo, Dani Pedrosa podría ser apodado como "La centella" o "El relámpago"; o entrando en un campo algo más abrupto para mentes menos preparadas, no estaría nada mal jugar un poco con su apellido y designarle "El meteorito" o "El asteroide". A Fernando Torres, por su velocidad, verticalidad e instinto depredador, "El guepardo" le vendría como anillo al dedo. Y para Sergio García, en vista de su precisión, su elegancia y sus ganancias, presento una moción para que de ahora en adelante, se le conceda el sobrenombre de "El águila de oro".

Cierto que son apelativos largos y que van en contra de las más elementales normas tipográficas, pero conviene darle un poco más de trabajo al sistema neuronal y también a las rotativas, señores.

Los cocineros

Son auténticos portentos. Han alcanzado reputación, celebridad, fama y fortuna gracias a su espectacular saber hacer entre los fogones de una cocina. Pero sus malabarismos con cuchillos, cucharones, salsas, cazuelas y sartenes, no son extrapolables a la vida real. En ésta, hay que dejarse de funambulismos. Saber elegir y hacer saber a los demás de qué lado se está -especialmente cuando hablamos de vida o muerte, de respeto a los derechos humanos o de su conculcación, de justificación o apoyo a las acciones de unos asesinos taberneros o de su resuelta condena- es vital cuando la mitad de tus vecinos, amigos y también potenciales clientes, viven bajo la amenaza permanente.

Ceder a un chantaje que pone en riesgo tu vida, la de tus seres queridos y la de tus propiedades es humano, pues humano es el miedo y humano es el instinto de conservación de lo amado y lo logrado. Hasta ahí comprendo, aunque no justifique. Pero lo que se me aparece indefendible e inexcusable a la par que condenable y repugnante, es hacer abstracción de ello y no denunciarlo a los poderes públicos, aunque sea de modo anónimo. Ellos no han sido los únicos a los que el maloliente "impuesto revolucionario" les ha sido exigido. Una denuncia de procedencia ignota, pero documentada, detallada y dirigida a quien se debe dirigir, puede y debe llevar a la captura de los mafiosos y de los asesinos que perpetran el delito, así como a la recuperación de los fondos entregados a aquéllos.

Si eso no se hace, si no media denuncia e intento por parte del chantajeado de recuperar lo que le pertenece y evitar que con ese dinero se financien los asesinatos de sus convecinos y además se busca negociar con intermediarios una rebaja de las cantidades reclamadas por la serpiente, la colaboración con la banda es meridiana. Y termino. Aunque no sea por convicción -que habrá casos, los peores, en que sí lo sea- dicha cooperación es condenable y objeto de presidio. Así las cosas y salvo que demuestren lo contrario, ya pueden servir cenas a los Príncipes de Asturias, a los Reyes de España y a sus invitados e incluso nutrir de platos exquisitos a la Selección Española de Fútbol, que por mucha nombradía o popularidad, no hay remisión ni tampoco absolución.

Las adopciones

En el marco de la nueva Ley que desde el actual Gobierno presidido por Rodríguez Zapatero, persigue la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo, se inscribe también el reconocimiento de un nuevo derecho para este tipo de parejas, que consiste en la posibilidad de adoptar niños, como si de matrimonios heterosexuales con problemas de fertilidad o con ánimo de incrementar su familia por ese método, se tratara.

Izquierdas, asociaciones de gays y lesbianas, autodenominados colectivos progresistas y demás caterva, inasequibles al desaliento en la búsqueda de un protagonismo mediático que no les corresponde a la vista de su dimensión social y política, incurren en gravísimas y premeditadas alteraciones conceptuales a la hora de delimitar los derechos y los deberes de los demás y especialmente, los propios.

Como de costumbre, cogen un poco de aquí y de allá, evidentemente, lo que más les conviene a sus intereses, mientras que al tiempo, obvian lo que les resulta molesto. A continuación, mezclan, refríen un poquito, recalientan al microondas y lanzan el producto al mercado de opinión. En último término, lo etiquetan con su hipotética superioridad moral por un lado y el victimismo revanchista que busca ejecutar pretendidas deudas del pasado por otro y de este modo, terminan obligando a toda la sociedad a aceptar su chantaje, so pena de incurrir en los graves delitos de nuestro tiempo: la intolerancia, el fanatismo y la intransigencia.

Los derechos intrínsecos a la condición humana son otros diferentes a los deseos, necesidades o caprichos puntuales de colectivos marginales y están muy claramente recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Y no digamos los derechos del niño. El Convenio de La Haya de 1993, que regula la adopción internacional, sostiene de un modo cristalino, que la adopción no es un derecho de los padres a tener un hijo, sino un derecho de los niños a tener unos padres.

Lucio Decumio.


16 octubre 2004

Una sociedad enferma

Puentes vacacionales de varios arcos y no pocos pilares, unidos a distintos infortunios de índole técnica y porqué no decirlo, también de destreza personal, me han impedido asomarme durante algunos días a este particular y pequeño ventanuco que no es otra cosa sino mi humilde aportación al universo cibernético.

En fin, superados estos pequeños imponderables y olvidados los días de asueto en mi pequeña villa abulense, acudo de nuevo a mi cita con mis seguidores y mis críticos.

Hace tiempo que no me extiendo sobre uno de los asuntos que más tinta virtual me ha hecho verter en el año y varios meses que llevo asomándome junto a mis reflexiones, a este mi tragaluz. Y es que la inagotable sucesión de patinazos, errores, rectificaciones, desatinos y pifias del actual Gobierno de España, consume tiempo y energías por doquier y sobrepasa con mucho, mi capacidad redaccional y mis ánimos críticos. Si a ello le agregamos el hecho de que en las últimas semanas, he priorizado en algunos de mis comentarios, asuntos de mucha menor trascendencia socio-política, obtenemos como resultado que las materias relacionadas con el terrorismo etarra y sus ramificaciones de toda índole, han sufrido un penoso abandono del que soy deudo y del que pretendo desquitarme en el día de hoy.

Como todo buen lector informado y comprometido con la dinámica y los acontecimientos de nuestro tiempo ya sabe, hace algunos días, las Fuerzas de Seguridad francesas, en estrecha colaboración con la Policía y la Guardia Civil españolas, asestaron un golpe, ojalá que definitivo, a la cúpula de la organización terrorista ETA. Los dos máximos dirigentes de la amalgama de asesinos abertzales, Mikel Albizu "Antza" y Soledad Iparraguirre "Anboto", cayeron en manos de las autoridades francesas cual frutas maduras en una nauseabunda cripta de Urrugne, una localidad del Sur de nuestro ocasionalmente, leal vecino del Norte.

La operación, que llevaba meses preparándose y que ya fue abortada en vísperas de las Elecciones Generales de Marzo del año en curso por motivos de sobra conocidos, se llevó también en sus alforjas a algunos colaboradores de rango menor del clan criminal, pero la esencia del tarro eran la feliz pareja sentimental y criminal que formaban el responsable del aparato político -vaya usted a saber qué demonios significa éso- y su abnegada -y anegada en sangre- compañera, quien también formaba parte del comité ejecutivo de la chusma.

En torno a cuarenta millones de personas de bien que habitan en esta santa tierra española, celebraron, cada uno a su manera, la detención de este dúo sanguinario, así como de sus acólitos. Pero España es muy grande, tanto, que hay rincones en los que la preocupación, el desánimo y el desaliento, suplen a la alegría, al alborozo y a la algarabía, cuando alimañas de la catadura de "Anboto", con quince asesinatos colgados de sus maternales espaldas, son capturadas y puestas a buen recaudo.

Eso es lo que sucedió en Escoriaza -una pequeña localidad guipuzcoana que tuvo el infortunio de dar a luz hace unos cuarenta años a la quintaesencia del vampirismo terrorista- días después del apresamiento de la manada de lobos.

Gentes que se dicen respetuosas de los derechos humanos y de la democracia, representantes comarcales ante el citado consistorio vascongado de los hombres y mujeres de aquélla localidad, no tuvieron empacho en aprobar y digerir una resolución de "apoyo y solidaridad", así como de preocupación por el tratamiento que pudiera recibir de parte de las Fuerzas de Seguridad, hacia su insigne convecina.

Cómo no. Esas gentes, esos concejales, agrupados en torno a muy conocidas y representativas siglas que comulgan sin ambages con la enfermiza patología filoterrorista que no deja de extenderse como una marea negra por todo el territorio vasco, volvieron de nuevo por sus tradicionales fueros para mostrar su altruista inquietud por la suerte del criminal de turno y ofender la memoria y el dolor de las víctimas de los crímenes del objeto de su desasosiego.

Y es un mal, me temo que incurable, éste que afecta a no pocos miles de personas en aquella bendita tierra española. Ante la iniquidad permanente, la infamia constante, la mentira premeditada y el falseamiento deliberado de la realidad y de la Historia, hay pocas cataplasmas que se muestren efectivas, pues los objetivos políticos que persigue la banda con sus delitos y con sus crímenes, son los mismos en los que se estrechan y encastillan los políticos que aprueban este tipo de resoluciones de apoyo a los asesinos y los ciudadanos que les votan para que los representen.

Cada nueva captura, cada nueva desarticulación o descabezamiento del entramado terrorista etarra, es una puñalada en el corazón de quienes desde la barrera política, ven en la lucha armada de sus hermanos de sangre, la excusa perfecta para seguir torturando y chantajeando a más de la mitad de los moradores del País Vasco y por extensión, al resto de la sociedad española.

En definitiva, mientras el fin sea el mismo, mientras la comunión de intereses últimos camine pareja, nos veremos obligados a seguir asistiendo entre atónitos y enojados, a este tipo de episodios que demuestran lo famélico que es el espíritu y la moral humana cuando de defender los más sucios y espurios intereses se trata.

Sólo hay un mecanismo capaz de poner fin a tanta deshonestidad e impudicia y éste no es otro que la colaboración leal y sin fisuras entre PSOE y PP -independientemente del color de los escaños que cada uno ocupe en un momento dado- y la firmeza de éstos en la defensa de las más elementales normas de convivencia y respeto a los derechos humanos. Y ello, aunque el rumbo elegido por algunos sectores del PSOE en este sentido, sea algo más que errático o equívoco. Pero la esperanza es lo último que se pierde.

Lucio Decumio.