31 julio 2003

Estados Insólitos de América

Hoy quiero comentar una noticia que nos llega desde el otro lado del Atlántico y que me ha dejado boquiabierto, pasmado, estupefacto. Está claro que lo que no ocurra allí, no pasa en ninguna otra parte. Un instituto de Nueva York -el Harvey Milk School- abrirá sus puertas en el mes de Septiembre con el fin de convertirse en un centro de enseñanza en el que sólo se puedan matricular jóvenes cuyas tendencias sexuales se dirijan a humanos de su mismo género. Asimismo, también podrán estudiar en esas aulas, tanto transexuales, como bisexuales y adolescentes con serias dudas sobre sus inclinaciones a la hora de aparearse.

En la incomprensión, el vacío, los reproches, los insultos y los malos tratos de que son objeto estos jóvenes en los institutos de Nueva York, se escudan el alcalde de la ciudad, Michael Bloomberg y otros políticos estadounidenses para defender la puesta en marcha de esta escuela. Sin embargo, hay otros sectores sociales y políticos de Norteamérica que han mostrado su oposición a la ejecución del proyecto al considerar que se trata de un descabellado plan de ingeniería social que sólo conseguirá la reclusión en ghettos académicos de aquéllos cuya elección sexual no encaja con las tendencias mayoritarias.

Particularmente, mi opinión se acerca más a la de los segundos que a la de los primeros. Y me explicaré, antes de que alguien me llame homófobo, retrógrado, fascista o alguna otra perla por el estilo.

Durante los últimos años -diez, veinte tal vez- grupos sociales, políticos y de opinión han tratado de hacer ver a las gentes de bien de los países más desarrollados -entre los que vuelvo a contar a España- que la homosexualidad, la bisexualidad, el lesbianismo o el transexualismo son actitudes y determinaciones libremente adoptadas por las personas en el uso pleno de sus capacidades racionales y estimativas, que han de inscribirse exclusivamente en la esfera íntima de aquéllas y que no deben afectar de modo negativo a la parcela pública, profesional o social en la que se desenvuelven.

Nos han repetido hasta la saciedad que no son enfermedades contagiosas, ni desviaciones fisio-mentales y que quienes manifiestan estas preferencias, no son ni deben ser tratados como apestados. Merecen pues estas personas que optan por disfrutar de los placeres del sexo con otras de su mismo género, el respeto, la comprensión y la máxima consideración de quienes se decantan por prácticas sexuales menos exóticas.

Y yo comparto la mayor parte de las ideas y los argumentos de aquellos que, con toda la buena fe del mundo, iniciaron, prosiguieron y hoy hasta casi han culminado, una penosa y ardua labor encaminada a que se reconocieran y aceptaran por toda la sociedad, la igualdad de derechos y libertades de esas gentes.

Y ahora, después de toda es ímproba tarea dirigida a que los heterosexuales sólo viéramos en los homosexuales a unos seres humanos iguales a nosotros en cualquier aspecto, faceta o función, los propios gays deciden dar el pistoletazo de salida hacia su propia reclusión académica -y posiblemente social- al forzar y aplaudir la creación de un centro de enseñanza en el que sólo podrán matricularse ellos. Y no me he equivocado cuando he escrito el verbo "aplaudir" porque, o mucho se habían manipulado sus declaraciones en televisión, o las palabras que pronunciaban dos futuros alumnos del instituto neoyorquino de marras, se ceñían al argumento de que allí, ellos estarían mucho mejor que mezclados con los heterosexuales. ¿En qué sentido estarían mejor? -me pregunto yo-.

A mí todo esto me parece inaudito. Se pasan la vida desgañitándose en busca de un reconocimiento, un respeto y una consideración de la que carecían hace no mucho tiempo, para que al final, sean ellos mismos quienes decidan dar la espalda al mundo en el que quisieron integrarse. El hecho de que en los institutos públicos o privados de Nueva York, o de cualquier otra ciudad del mundo civilizado, los homosexuales sean objeto de puntuales escarnios o mofas, no justifica una medida de carácter tan desestructurador como la que los gays quieren poner en marcha en la ciudad de los rascacielos.

No contentos con ello, quieren que cunda el ejemplo en más urbes. Yo era gordito y patoso cuando era pequeño. Y muchos niños se desternillaban cuando la maestra o el maestro pasaba lista y mencionaba mi apellido en voz alta. También había niños con gafas, bajitos, gangosos o tartamudos que se convertían sistemáticamente en la diana de los grupos de abusones y macarras -que siempre ha habido y habrá, desgraciadamente- que por el colegio de mi infancia pululaban.

Además, con el salpicón de razas que podemos contemplar hoy en día en cualquier aula española, es de suponer que la presión contra los diferentes se vea acentuada. Y no por ello se crearon, ni se crearán escuelas especiales para bolas de sebo, patosos, gafotas, cuatro ojos, gangosos, microbios, tartamudos, moros, chinos, negros y demás infantes estigmatizados por los matones de turno. Todos terminamos saliendo adelante, salvo el protagonista de alguna película de terror de serie B americana -Viernes 13, Parte MCMLVII, "La resurrección enajenada de Jason", por poner un ejemplo- donde el enmascarado adolescente de turno se toma cumplida y sangrienta venganza en un apartado cámping de Idaho, contra los compañeros que le bajaron los pantalones en la fiesta del baile de fin de curso delante de la chica que le gustaba.

Pero al parecer, los gays no pueden soportar ser centro de las burlas de los compañeros de instituto o de colegio. Lo pasan fatal, los pobres angelitos. Mientras, los políticos oportunistas evitan poner freno a ideas irracionales como la que nos ocupa, pues la crítica o la oposición a las iniciativas de este grupo social es políticamente demasiado incorrecta como para asumir sus costes. Mejor callarse o en su defecto, apoyar cualquier proyecto que lleven a cabo, por desquiciado o disparatado que sea.

Yo sólo digo una cosa. Aunque personalmente, me da igual lo que hagan con sus vidas, me veo en la obligación de apuntar que si alguien quiere ser respetado, tiene que hacerse respetar, habiendo de tener su origen ese respeto en el que se ha de tener por uno mismo. Si no, apaga y vámonos. Eso sí, a partir de ahora, que no me exijan que les considere iguales a mí, pues ellos son los primeros que no quieren tenerse por tal.

Y lo que nos queda por ver.

Lucio Decumio.

29 julio 2003

Jaime Larrínaga, párroco de Maruri, Vizcaya

En último término, la insidia y la iniquidad han podido con él. Al fin y al cabo, sólo es un ser humano como cualquier otro -como usted o como yo, querido lector, pese a su condición sacerdotal-, en el que han terminado por anidar los mismos sentimientos de frustración, rabia, impotencia, miedo y desencanto que se asentaron anteriormente en el corazón de otros 200.000 decentes y trabajadores ciudadanos vascos.

Hoy hemos asistido a la penúltima rendición del penúltimo héroe que resistía erguido en su dignidad y sus principios, contra el entorno más hostil a la libertad que existe en toda Europa. Jaime Larrínaga, párroco de Maruri, una pequeña localidad vizcaína, ha dicho basta. El sanedrín peneuvista puede darse por plenamente satisfecho al haber logrado los objetivos que se había planteado hace un año. A través del Ayuntamiento de Maruri, gobernado por munícipes del PNV, Sabin Etxea puso en el punto de mira de ETA a un cura que había considerado su deber cristiano, manifestarse contra las sórdidas tesis sobre nacionalismo y terrorismo defendidas por la jerarquía eclesiástica vasca, encabezada por una fosa séptica llamada José María Setién.

La sucia campaña desatada por el Consistorio, que como digo, estaba plena y conscientemente dirigida desde más arriba, tenía como fin el aislamiento, el enmudecimiento y en último término, la expulsión de este sacerdote de la localidad en la que había desempeñado su tarea religiosa durante 34 años. La táctica empleada por esas víboras fue tan antigua como rastrera, vil y chusca, residiendo en la distribución, mediante buzoneo a todos los vecinos del pueblo, de pasquines en los que denunciaba la presunta connivencia de Larrínaga con el franquismo. Ofende e insulta, que algo queda, es una costumbre muy española, que se destila normalmente desde la atávica envidia de que hacemos gala. Pero es que este tipo de actitudes llevan en el País Vasco a lo que todos sabemos. A mí pueden llamarme franquista, por ejemplo, en mi entorno laboral en Madrid. Me harán el vacío, me mirarán con caras agrias - ahora esto se llama mobbing, creo- terminaré hablando con las paredes y me marcharé, harto de tanta falta de armonía. Pero nadie me matará, ni tan siquiera amenazará con hacerlo. En el País Vasco, eso no sólo es una posibilidad, sino casi una certeza. Y en el PNV lo sabían cuando iniciaron esta ultrajante campaña contra el valiente párroco.

Por lo tanto, me atrevo a asegurar que la mayor aflicción y desventura de este cura, no es la de tener que abandonar la parroquia y los feligreses a los que ha estado consagrada durante los últimos 34 años su labor pastoral. No, no es ese su mayor pesar. Como tampoco lo es el de las 200.000 personas que le precedieron en el doloroso y cruel exilio que se vieron obligados a emprender.

El tormento que mortifica el espíritu de este guerrero de la paz y de la concordia, y el de sus 200.000 predecesores en el destierro, es saber que el camino del éxodo les fue señalado por la asechanza de unos gobernantes regionales que les marcaron con el estigma de no ser nacionalistas y por la indiferencia, el desdén y la esquivez de los vecinos que sí que comulgaban con el abyecto ideario de la exclusión y la violencia.

El resto de los españoles no nos damos cuenta. Vivimos en una permanente normalidad, únicamente alterada por determinados sucesos que nos impactan más o menos, pero nuestra vida discurre por cauces relativamente normales. En el País Vasco no. Lo que en el resto de España se da por usual y natural, como puede ser la simple contraposición de puntos de vista entre amigos o familiares sobre la política municipal, regional o nacional, en aquella Comunidad Autónoma es excepción. Si no eres un nacionalista declarado, la opción de exponer pública y libremente tus ideas políticas se convierte en un acto tan heroico como imprudente, pues un Gran Hermano Nacionalista lo controla todo, lo sabe todo, lo filtra todo. Y cualquier elemento que no pasa por el colador, ha de ser expulsado, o en su defecto, eliminado.

Y lo peor de todo es que esa permanente situación de excepción se haya terminado instalando en el subconsciente de buena parte de la población vasca como la noción de normalidad que debe imperar en aquellas tierras. Ése y no otro ha sido el máximo y mayor triunfo del nacionalismo vasco, en su doble y convergente vertiente; que la vesania, la sinrazón, la amenaza, la agresión, el dislate, la irracionalidad, el racismo y la humillación, sean las aterradoras compañeras de viaje de todos aquellos que por unas razones o por otras, deciden oponerse pacíficamente a las tesis oficiales y plantarse y decir basta a semejante estado de cosas.

Jaime Larrínaga es un valiente y un héroe, pese a que se vea en el angustioso trance de tener que tirar la toalla. Y los que tuvieron que exiliarse con anterioridad, lo son tanto como él. Vaya desde aquí, desde esta humilde página, mi homenaje y reconocimiento a todos ellos, pues dieron cuanto pudieron por la causa de la libertad y la justicia en una tierra emponzoñada por delirantes y enfebrecidas pesadillas sabinianas y ensangrentada por los más acérrimos esbirros de la paranoia.

Lucio Decumio.

27 julio 2003

Lance Armstrong

Desconozco cuál es la etimología del nombre del campeón norteamericano, pero para extraer la del apellido, sólo hay que hacer un sencillo ejercicio de traducción directa: nos queda así, un Brazo Fuerte, capaz de levantarse como un coloso y abatir a una de las más abruptas y funestas adversidades contra las que se pueda enfrentar un ser humano. El cáncer.

Discurría el verano de 1995 y un servidor se encontraba más allá de los Pirineos, trabajando en Disneyland París y aprendiendo francés, al mismo tiempo que Miguel Induráin se encaminaba como un titán hacia su quinta victoria consecutiva en el Tour de Francia. En una de las etapas, no recuerdo cuál, mientras el pelotón descendía raudo por las sinuosas curvas de un puerto de montaña galo, un joven corredor italiano del equipo Motorola perdía el control de su bicicleta y daba con sus huesos en el asfalto.

Aquel el día debía estar señalado en el calendario de Fabio Casartelli con un siniestro color. Tanta fue su mala suerte al caer, que su cabeza fue a impactar contra uno de los mojones de piedra que desempeña el papel de quitamiedos en las carreteras de alta montaña. En aquellas fechas, el uso del casco no era obligatorio, por lo que el cráneo del corredor transalpino percutió sin protección alguna contra aquel pedrusco. Tras varias horas en coma, falleció en un hospital francés, tiñendo aquel Tour de sangre, luto y dolor.

Al día siguiente, un conmocionado pelotón, en el que se encontraban el resto de compañeros de Casartelli en el equipo Motorola, tomaba la salida, rumbo a otra agotadora etapa plagada de puertos desafiantes. Tras varias escaramuzas, controladas todas por el campeón español, un joven norteamericano de 23 años atacaba a todos los favoritos a falta de escasos kilómetros para la meta. Sus fuerzas, las justas; su nombre, Lance Armstrong; su equipo, el Motorola; su objetivo, ganar la etapa; y clavada en su mente una especial dedicatoria si se imponía: a un compañero de habitación y de equipo que acababa de perder la vida.

Esa fue la primera vez en mi vida que supe de este tipo. Fue emocionante verle llegar exhausto a la meta y consagrar la victoria a su amigo y compañero. En el siguiente Tour, apenas despuntó y todo parecía indicar que aquél americano impulsivo y tenaz del 95 terminaría ganándose la vida como un gregario más de los que van cambiando de equipo año tras año y que siempre permanece a la sombra de los grandes líderes. Sin embargo, a finales de aquel año 96, Armstrong se desfondó. Perdía fuerza a ojos vista y los médicos, tras varias pruebas, le detectaron un tumor maligno en los testículos que a esas alturas, ya se le había extendido al estómago, los pulmones y el cerebro.

Su lucha contra la enfermedad fue colosal, pues a nadie puede escapársele la trascendencia y la gravedad del mal que le afectó. Soportó con disciplina espartana las interminables sesiones de quimioterapia destinadas a reducir la influencia del cáncer, al margen de varias operaciones quirúrgicas encaminadas a extirparlo. Al cabo de muchos meses de obstinado combate contra la dolencia, el Brazo Fuerte había aplastado a su más temible rival y volvía a subirse a una bicicleta, pero esta vez, no con el ánimo de ganarse el pan decentemente hasta su retirada como ciclista profesional, sino con el firme y redoblado propósito de convertirse en un campeón para el recuerdo. Al fin y al cabo, -hubo de pensar para sí el tejano- si le había ganado la guerra a la muerte, ¿qué razón o qué obstáculos podrían impedirle vencer a los vivos en empresas notablemente más sencillas, aunque éstas llevaran el nombre de Tour de Francia?

El mismo año en que se le detectó la enfermedad, Induráin anunciaba su retirada dejando al pelotón internacional huérfano de un liderazgo claro. Riis ganó el Tour de ese año, Jan Ullrich se impuso en el 97 y Pantani, tras los escándalos por dopaje que a punto estuvieron de acabar con la carrera, conquistó el Tour de 1998.

En ese estado de cosas, Armstrong irrumpe en 1999 en el certamen francés con una energía y un ímpetu formidables. Está más delgado que hace unos años, su rostro apunta perfiles y trazos cadavéricos, signos inequívocos del macabro tránsito del cáncer por su organismo, pero su voluntad y sus piernas son ya de acero. Mediada la carrera, los expertos empiezan a tomarle en consideración, mientras que los aficionados no salen de su asombro ante su increíble recuperación para la vida y la alta competición. Tiene ya 27 años, la misma edad que Induráin cuando éste se proclama ganador del Tour por vez primera en 1991. Poco a poco, se va haciendo dueño y señor de la carrera, se enfunda el jersey amarillo de líder y se olvida de quitárselo hasta llegar a los Campos Elíseos. Un Amrstrong endurecido por las vicisitudes que ha tenido que afrontar y derrotar, repetirá la misma liturgia durante los tres años siguientes, batiendo a todos los rivales que tratan de cuestionar su imperium y pasando por encima de las cobardes e infundadas inculpaciones de dopaje que arrojan sobre él diversos sectores de una prensa francesa, hastiada e impaciente por la pertinaz escasez de talentos galos.

Así hasta el Tour de 2003, año en el que el ciclista tejano admite llegar más justo de fuerzas que en anteriores ediciones. Pero se mantiene firme y la suerte le sonríe cuando de Beloki -el único que parece que puede hacerle sombra- hace presa el infortunio el las primeras etapas y lo manda a un hospital a recuperarse de múltiples fracturas. En la segunda parte de la carrera, Jan Ullrich el rocoso alemán ganador en 1997, trata de mojarle la oreja, pero es inútil. El americano vuelve a imponerse en la ronda gala para hacerse un hueco entre los grandes mitos de la carrera: Anquetil, Merckx, Hinault e Induráin. Es ya el quinto que gana cinco Tours y el segundo, tras el gigante navarro, que lo logra consecutivamente.

Carezco de datos sobre el resto de victorias de los dos franceses y del belga, así que me ceñiré en mi análisis al español y a Armstrong. Siempre he admirado a Induráin y le he considerado el mejor, pues a su innegable categoría como deportista, hay que sumarle su espíritu humilde y su caballeroso modo de ver la competición. Y como español, qué voy a pensar si no. Además, tiene en su haber otros dos Giros, que no son asunto menor ni mucho menos. Pero aunque me duela, creo que Armstrong le rebasa, o habría de rebasarle -según mi opinión, claro- pues sus cinco victorias en el Tour han de servirnos a todos como ejemplo de tenacidad, de esfuerzo, de valentía, de pugna y de definitiva superación del peor de los diagnósticos que pueda recibir un paciente.

Si alguien, por lo tanto, ha de encabezar los anales del ciclismo mundial, por encima de nuestro idolatrado Miguel Induráin, que sea el indomable e irreductible Brazo Fuerte.

Lucio Decumio.

26 julio 2003

Células madre embrionarias

Vaya por delante que esta noche no tengo demasiadas ganas de escribir, aunque luego seguro que me extiendo y me descuelgo con la longaniza nuestra de cada día. Sospecho que esta apatía ha de deberse a la falta de noticias, nacionales e internacionales, de verdadero calado. Así que me decantaré por lo más interesante que he leído hoy, y que han sido varias informaciones relacionadas con determinados asuntos científicos, como la luz verde condicionada que ha dado el Consejo de Ministros -después de escuchar los informes de los expertos- a la investigación con células madre embrionarias, exclusivamente con fines terapéuticos.

No soy científico, no me gustaban demasiado las ciencias naturales en EGB y en BUP aunque obtenía buenos resultados académicos, y hace el suficiente tiempo que no estudio como para que cualquier reportaje o información acerca de este asunto se me antoje complicado. Sin embargo, como creo que es un argumento con el suficiente empaque, me aventuraré con mi primer comentario que analiza los aspectos científicos y morales de una misma cuestión. A ver qué sale.

En primer término, a la luz de lo que he leído, la forma más elemental que se me ocurre de definir a las células madre es, siendo redundante, como unas células "en blanco" poseedoras de la formidable capacidad de convertirse, una vez que han recibido la correspondiente información genética, en cualquier tejido humano.

Conecto con mi definición y derivo de ella que las posibilidades científicas y terapéuticas que se abren si los investigadores logran "dirigir" el desarrollo de esas células hacia su conversión en tejido, por ejemplo, pancreático, son enormes. Tantas, que en teoría, unas células madre convenientemente informadas de su función, tendrían la facultad de crear órganos completos que podrían ser transplantados a pacientes que lo necesitaran. Casi ciencia-ficción, pero no tanto.

Por ello, la comunidad científica y determinadas organizaciones ciudadanas, llevan años presionando para que los gobiernos autoricen el estudio y la manipulación de las células madre procedentes de embriones humanos. Muchos se preguntarán que cuál es el problema, qué hay de malo en tratar de investigar a partir de esas células y conseguir progresos médicos inimaginables hasta la fecha. Pues bien, como creo que he entendido lo que he visto en varios informes y reportajes, pasaré a explicarlo.

Las células madre humanas se pueden extraer del tejido adulto -parece ser que las mejores son las obtenidas a partir de la médula ósea- y, aquí viene el quid de la cuestión, del tejido celular embrionario, al que los investigadores consideran como el ideal, al efecto de obtener las citadas células. En los hospitales y clínicas de todo el mundo en general y de España en particular, hay miles y miles de embriones congelados a los que la legislación actual sólo permite estar en ese estado cinco años, al menos en nuestro país. Lo cierto es que desconozco el destino de esos embriones una vez transcurrido ese período, pero debo presumir que no pueden almacenarse de por vida, y que las condiciones técnicas necesarias para su correcta conservación han de ser con toda seguridad, costosísimas. Ahora en España, con la modificación aprobada por el Consejo de Ministros de la Ley de Reproducción Asistida, esos embriones podrán tener una doble alternativa al cabo de esos cinco años. Siempre dando a los progenitores la potestad última sobre su destino, los embriones podrán derivarse hacia la investigación terapéutica o por el contrario, ser donados a personas que se encuentran en la lista de espera de los programas de fecundación "in vitro".

Como bien habrán inferido mis lectores, de esos programas de fertilización humana "in vitro" quedan embriones que no son utilizados y que como decía previamente, se conservan congelados, lo que termina generando duras controversias que suelen enfrentar a aquéllos que ven en esos embriones un extraordinario yacimiento de alternativas médicas de incalculable profundidad y valor, y aquéllos que ven en esos microscópicos entes a seres humanos en potencia, y para los que la única salida viable es la vida, pues todos nosotros, en algún instante de nuestra existencia hemos sido "eso", aunque dentro del seno de nuestras madres y no en las paredes de un tubo de metacrilato.

Entiendo ambas posturas y las comparto. Moralmente, mi formación católica me situaría del lado de aquéllos que defienden al embrión como un ser humano pleno, que aun no definido y caracterizado, alberga en sí los derechos intrínsecos que tocan a cualquier persona, empezando por el básico, el de la vida. Sin embargo, me pongo en el lugar de los enfermos de Alzheimer, Parkinson, diabetes y mil y una enfermedades extraordinariamente complejas y devastadoras, para las que la Ciencia aún no ha encontrado conveniente remedio. Comparto su dolor, su angustia, su pesadumbre, su desasosiego y el de sus familias, por lo que me resulta fácil entender que cualquier esperanza que les ofrezcan los galenos, han de tenerla en cuenta, aunque ésta se encuentre con la reprobación moral de amplias capas sociales.

Hago hincapié en que entiendo y comparto ambas posiciones, pero a medida que escribo, me siento más humano y me pregunto si aquéllos que con tanta vehemencia defienden los destinos y los derechos de ese ser en estado embrionario, mostrarían el mismo ímpetu y ardor si ellos mismos o algún ser querido estuviera perdiendo sus facultades mentales o físicas en virtud de alguna enfermedad degenerativa. O simplemente se encontrara postrado en una silla de ruedas, pues hubo de ser vícitma en el pasado de un fatal accidente que le mermara gravemente su plenitud motriz.

Y creo que no, que verían las cosas desde otra óptica. Me viene a la memoria Cristopher Reeve, el actor norteaméricano que durante los años 80 encarnó en varias películas al celebérrimo "Supermán". Es de suponer que de no haber sufrido el accidente que sufrió, jamás hubiera liderado movimientos o corrientes de opinión en favor de la investigación con células madre embrionarias. Es más que posible, incluso, que se hubiera convertido en adalid de posturas situadas en las antípodas de las que ahora defiende. Pero su vida giró 180º cuando cayó de un caballo y tal vez sus convicciones morales experimentaron el mismo vuelco. Desde entonces, no ha cejado en su lucha por que este tipo de experimentación sea viable y pueda ofrecerle a él y a los que están como él, la posibilidad de volver a ponerse en pie. En definitiva, no deja de ser un combate en favor de la vida y del derecho a transitar por ella con la mayor diginidad.

Y dos últimas últimas cuestiones.

¿Es acaso reprobable intentar dar vida a partir de la vida misma?
¿Y si en las células madre de un embrión estuvieran las respuestas y los tratamientos a las dolencias de sus creadores o progenitores?


Lucio Decumio.

23 julio 2003

Y el mayor desafío de España

La prensa ha tenido acceso en el día de hoy, al borrador de documento constituyente elaborado por el lehendakari Ibarretxe y sobre el que deberá asentarse su propuesta de Estado Libre Asociado, a presentar al Parlamento Vasco para su aprobación en el próximo mes de Septiembre. Esta infamia política, jurídica y social ya redactada y estructurada por este lastimoso sujeto y el resto de congregantes de la pestilente hermandad peneuvista, ha recibido la campanuda y ostentosa denominación de "Propuesta de pacto político por el que se establece el marco de relaciones entre Euskadi y el Estado español basado en la libre asociación".

El documento sólo es la plasmación en negro sobre blanco del programa de máximos al que los nacionalistas jamás han renunciado, ni tan siquiera cuando el Estatuto de Guernica ha permitido alcanzar un nivel de autogobierno a la Comunidad Autónoma Vasca, que hace palidecer de envidia a los länder alemanes, los cantones suizos, el Ulster, o la mismísima provincia canadiense de Quebec.

Lo cierto es que, tras su lectura, la primera reacción de un ser humano bien documentado y cultivado, es la de la hilaridad, la carcajada, la risa, la rechifla, la burla, la mofa y la befa hacia el redactor del mismo y hacia quienes estuvieran en disposición de apoyarle.

Pero no puede ser así. Media la permanente y sanguinolienta amenaza del terrorismo etarra -que durante los últimos 35 años ha sometido a toda la sociedad vasca y española a una criminal tortura y a un salvaje chantaje socio-político, con la connivencia y justificación permanente del muy mal denominado nacionalismo democrático-, para que este estrafalario panfleto tenga que ser tomado como la seria provocación que es. Y como demostrado queda que no podemos carcajearnos de este pasquín, me veo en la obligación de advertir a todas las personas de bien que la sola lectura de sus primeros párrafos, en forma de preámbulo, induce al vómito espontáneo y compulsivo.

Espero que a los ciegos se les hayan abierto definitivamente los ojos. Los políticos invidentes que se han pasado la vida flirteando con el PNV y EA y que nunca pensaron que éstos últimos llegarían a subir este escalón, han quedado con las posaderas al aire. Los nacionalistas vascos nunca han tenido suficiente. Ni lo tendrán. El núcleo de su acción política y de su subsistencia como partido -al margen de la consabida coacción racista, xenófoba, totalitaria y excluyente consumada contra sus rivales-, ha sido siempre la reclamación permanente, la eterna victimización, la queja inagotable, el chantaje infatigable, la insatisfacción inextinguible, la demagogia, y la persecución, demonización y eliminación de sus adversarios. Y si algún día consiguen sus objetivos -que no lo lograrán- continuarán enfrentados contra todo y contra todos, pues sólo con uno o varios enemigos a los que combatir, ya sean imaginarios o reales, tiene sentido su existencia política.

Así que a nadie puede extrañar que tras años de componendas y de paños calientes con los dirigentes del PNV y de EA, en los que éstos han ido poniendo una vela a Dios y tres al diablo en cada ocasión en la que tenían que dar su parecer, Arzallus y sus secuaces políticos hayan decidido dar el paso definitivo, salir del armario y caminar de la mano del escorpión hacia el abismo de la secesión.

Ante tamaño desafío, sólo cabe mantenerse firme. Asir con fuerza la Constitución y las leyes que de ella emanan y atajar sin dilación esta mamarrachada.

A los españoles nos ha costado mucha sangre derramada durante siglos en incontables guerras civiles, enfrentamientos, dictaduras, fusilamientos y ejecuciones, alcanzar una estabilidad política, social y económica que era inimaginable hace sólo 25 años. Convivimos civilizadamente y en armonía respetando a nuestros rivales políticos, disfrutamos de unos niveles de bienestar y de libertades públicas y privadas que despiertan verdadera envidia y admiración en el resto del mundo, y nos hemos incorporado plenamente y sin complejos a los primeros vagones del tren donde viajan los países más prósperos de la Tierra. Hemos trazado y atravesado, en definitiva, un largo, proceloso y doloroso camino hasta vernos donde estamos. Y todo ese esfuerzo, para que ahora lleguen estos resentidos que se han aprovechado del zarandeo del nogal perpetrado por la destilación sangrienta de su ideario y escupan sobre los sufrimientos de nuestros antepasados, afirmando que el destino de la tierra sobre la que gobiernan, gracias a la legitimidad que fluye de aquello que quieren destruir, les pertenece a ellos.

¡¡Cómo han sido nuestros gobernantes tan necios, tan obtusos y tan mentecatos con este gremio de sepulcros blanqueados!! ¡¡Y durante cuántos años!! Hicieron creer a los sucesivos gobiernos de la Nación, con sus seductores cantos de sirena, que sin ellos, la violencia enquistada que se vivía en el País Vasco era irresoluble, cuando a ojos vista, ellos eran el origen. Y hoy se han desenmascarado definitivamente.

Ahora sólo cabe esperar de Aznar y los suyos la firmeza, presencia de ánimo, entereza, constancia, tenacidad y fortaleza de la que carecieron en el pasado sus predecesores y hasta ellos mismos.

Nos esperan tiempos difíciles, señores.

Lucio Decumio.
El mayor desafío de la Humanidad.


Título algo apocalíptico y cataclísmico, éste con el que encabezo mi comentario de hoy. Y creo que no es para menos. Desde hace no pocos años, se viene hablando y debatiendo en multitud de foros, cumbres y conferencias internacionales sobre la contaminación que afecta al planeta, el efecto invernadero -en el que esa contaminación tiene mucho que ver- la sobreexplotación de recursos naturales, el agujero de la capa de ozono, la emisión incontrolada de CO2 a la atmósfera y mil peligros más que alteran cada vez más el difícil equilibrio ecológico de nuestro pequeño mundo.

En la mayor parte de los casos, -siempre según mi particular percepción- los resultados de estos concilios que llevan a cabo las naciones y sus gobiernos para tratar de establecer los mecanismos más adecuados de cara a lograr un desarrollo sostenible y compatible con el respeto al medio ambiente planetario, terminan en acuerdos de mínimos, cuando no en rotundos fracasos. Pero por lo menos, estas reuniones se celebran con cierta frecuencia, tienen una repercusión mediática importante, las ONG's llevan a cabo congresos paralelos y se logra, al menos, elevar en algunos grados la temperatura de la sensibilización de la opinión pública mundial. Con el transcurso de los años, es de esperar que estas asambleas finalicen con resultados más rotundos y esperanzadores que los obtenidos hasta la fecha. Nos va mucho en ello.

Sin embargo, aun teniendo todos estos asuntos relacionados con nuestro medio ambiente y nuestro entorno natural, un calado, una importancia y una dimensión humana y económica formidable que no debemos perder de vista, hay algo que a mí, particularmente, me preocupa mucho más que el propio desgaste de nuestro planeta por el uso indiscriminado e incontrolado de sus recursos. Eso que tanto me preocupa, enraíza muy directamente con todo lo anteriormente descrito si no es con casi total seguridad, el causante directo de los gravísimos problemas medioambientales a que nos enfrentamos. Me estoy refiriendo -alguno de mis escasos lectores es posible que ya lo haya adivinado- a la superpoblación.

Hace algunos días, navegando despreocupadamente por Internet, me topé con un atlas mundial en el que venía la descripción, algo sucinta eso sí, de la geografía política y económica de todos los países de la Tierra. Lo típico en estos casos: extensión de la nación, ubicación continental, población, recursos principales, industrias allí establecidas, moneda, bandera, forma de gobierno.... En fin, pinceladas básicas, pero que ayudan a hacerse una idea general de cómo es un país determinado. Pero hubo algo que me llamó inmediatamente la atención. Al hilo de los datos sobre población actual -en 2001 concretamente- se informaba sobre la población estimada para cada uno de los países en el año 2050. Y es aquí donde se me pusieron los pelos como escarpias.

Tras varias visitas a los enlaces de muchos de los países, llegué a la conclusión, afirmada y sustentada por otras informaciones recogidas en más artículos publicados en la Red, que la Tierra tendrá en esa fecha -cuando yo alcance, si Dios quiere, los 80 años- más de 10.000 millones de habitantes. Desde mi muy humilde opinión, este dato es una auténtica barbaridad. Y más, teniendo en cuenta la formidable desproporción y desigualdad entre el crecimiento de población previsto en los países desarrollados y el que se evalúa para aquellos subdesarrolados, o en vías de desarrollo.

Si queréis visitar la página en cuestión aquí tenéis el enlace , aunque yo por mi parte, vaya poniendo en antecedentes.

Países desarrollados:

-USA: Población en 2001: 278 millones. Población estimada en 2050: 404 millones.
-España: Población en 2001: 40 millones. Población estimada en 2050: 32 millones.
-Francia: Población en 2001: 59 millones. Población estimada en 2050: 58 millones.
-Japón: Población en 2001: 126 millones. Población estimada en 2050: 101 millones.
-Canadá: Población en 2001: 31 millones. Población estimada en 2050: 41 millones.
-Australia: Población en 2001: 19 millones. Población estimada en 2050: 24 millones.

Países en vías de desarrollo:

-China: Población en 2001: 1.273 millones. Población estimada en 2050: 1.470 millones.
-Brasil: Población en 2001: 174 millones. Población estimada en 2050: 206 millones.
-Argentina: Población en 2001: 37 millones. Población estimada en 2050: 50 millones.

Países subdesarrollados:

-Pakistán: Población en 2001: 144 millones. Población estimada en 2050: 267 millones.
-Irán: Población en 2001: 66 millones. Población estimada en 2050: 100 millones.
-India: Población en 2001: 1.029 millones. Población estimada en 2050:1.619 millones
-Marruecos: Población en 2001: 30 millones. Población estimada en 2050: 50 millones.
-Nigeria: Población en 2001: 126 millones. Población estimada en 2050: 303 millones.
-Egipto: Población en 2001: 69 millones. Población estimada en 2050: 113 millones.

Sinceramente, yo me hago de cruces. Hasta los ciegos pueden ver -salvo el caso norteamericano- como el Primer Mundo manifiesta una marcada tendencia al descenso poblacional durante los próximos decenios. Ojo al dato de España, que a mí me resulta especialmente pavoroso. Descenso aquél, que en parte puede ser compensado y equilibrado, aunque con cierta tendencia al alza, por el incremento que experimentarán los países en vías de desarrollo. Sin embargo, el dato dramático y escalofriante estalla con toda su crudeza cuando analizamos los sobrecogedores porcentajes de aumento que se registrarán en los países del Tercer Mundo. El 40% y el 45% de población agregada en 2050 sobre 2001 en esos países es el mínimo que se baraja. Los países musulmanes se reproducirán con una promiscuidad estremecedora, pero es que casos como el de Nigeria, que multiplica por 2,4 el número de habitantes, son aterradoramente recurrentes en todo el África Subsahariana.

Resultados que yo contemplo, nada esperanzadores por cierto:

-A mayor incremento de población, más necesidades de recursos alimenticios y energéticos en todos los países y menos grado de compromiso e interés en los países más menesterosos, por el respeto a futuros acuerdos dirigidos a instituir una salvaguarda coherente de la Biosfera.

Por añadidura, el mayor impulso demográfico se produce en los países menos desarrollados, con menos posibilidades de ofrecer a sus gentes una vida mínimamente digna, multiplicando exponencialmente la magnitud del problema con:
-Mayores desórdenes en esas regiones, menos recursos destinados al desarrollo y más conflictos y enfrentamientos por el disfrute de los mismos.
-Masivos desplazamientos de población refugiada a países limítrofes, viéndose estos asimismo, infectados por episodios de caos y desgobierno cada vez más incontrolables.
-Imposibilidad de ofrecer una educación y un futuro halagüeño a esas generaciones, hirviente caldo de descontento y desazón en el que se pueden cocinar espantosas recetas bélicas y revolucionarias, aderezadas por amargas especias como: radicalismo, extremismo, integrismo y terrorismo.
-Movimientos migratorios cada vez más desesperados y de mayor magnitud en dirección a los países desarrollados, que podrían llegar a alcanzar tal volumen, que éstos se vieran obligados a cerrar militarmente sus fronteras y a repeler a tiros, si llega el caso, a legiones de desarrapados que intentarían encontrar un presente y un futuro que sistemáticamente, se les niega en sus países de origen.

Nada más lejos de mi intención que resultar un agorero. Pero es que si las naciones del mundo no toman la determinación de abordar este problemón con ánimo de atajarlo firmemente, poniendo pie en pared a esta plaga que somos nosotros mismos, los humanos, puede que terminemos todos muy mal.

Lucio Decumio.

Nota del autor: El endemoniado blogger no me deja cambiar el título en el campo destinado al efecto. Escribo cualquiera y no me lo baja cuando hago el post. ¿Sabe alguien qué puede estar sucediendo?

21 julio 2003

David Kelly

Lo prometido es deuda. Hace un par de días hice constar en este blog mi intención de extenderme sobre el presunto, porque yo diría presunto, suicidio del microbiólogo experto en armas químicas y asesor del Gobierno Británico en esta última cuestión, David Kelly. He visto sus fotos, he indagado someramente en su biografía y en sus logros y la sensación que he extraído es la de que se trataba de un hombre, en principio, íntegro y honesto.

Pongo en antecedentes a quien no esté al tanto de todo este escándalo. Hace unas semanas, la BBC informó de que fuentes del Ministerio de Defensa Británico habían filtrado datos a algunos reporteros de la cadena, en el sentido de que los informes que el Gobierno de Tony Blair manejaba en torno al arsenal de armas químicas en posesión de Sadam Hussein, habrían sido tratados hiperbólicamente por el Ejecutivo con la intención manifiesta de justificar y fundamentar irrefutablemente ante la opinión pública, la intervención militar del Reino Unido contra el régimen del tirano iraquí.

Con el paso de los días, el nombre de David Kelly, asesor del Gobierno y en especial, del Ministerio de Defensa, saltó a la palestra como posible "topo", fuente o informador -llámele cada uno como quiera- de los periodistas de la cadena estatal británica. Desde ese instante, las presiones sobre el científico se acentuaron sobremanera, en especial las que venían dirigidas desde el propio Gobierno. Un día antes de su, sigo insistiendo, presunto suicidio, fue duramente interrogado por una comisión parlamentaria que investigaba las mencionadas filtraciones a la Prensa.

Al día siguiente, salió a dar un paseo por los alrededores de su domicilio y ya no volvió. La Policía dio con su cadáver en las inmediaciones de su casa, escasas horas después de denunciada su desaparición, estallando así un escándalo de proporciones bíblicas ante las mismísimas narices de Tony Blair y su Gabinete. Al poco, se supo que se le había encontrado con las venas de su muñeca izquierda seccionadas y con un cuchillo al lado. Además, corroborando casi de modo irrebatible la tesis del suicidio, un frasco de barbitúricos se hallaba a su vez a escasa distancia del cuerpo sin vida de Kelly.

A mí, sinceramente se me hace muy difícil de creer que un padre de familia respetado y querido por su vecindario y sus parientes, eminente microbiólogo, miembro durante ocho años de los equipos de inspectores de desarme de Naciones Unidas en Irak, científico erudito de 59 años que había visto de todo en su vida, persona cabal, preparada, culta y cultivada, fuera capaz de desmoronarse psicológicamente ante la presión mediática, gubernamental y parlamentaria, hasta el punto de tomar la determinación de quitarse la vida al día siguiente de prestar declaración ante la comisión del Parlamento de la que antes hablaba. Además, mi querencia por el argumento de que este hombre no se suicidó, la apoyo a su vez en la tesis de que las pruebas encontradas en el lugar de su fallecimiento y que apuntan tan unívocamente hacia el suicidio, son tan gruesas, tan chuscas, tan toscas y tan dirigidas a tranquilizar y a engañar al vulgo con el razonamiento de que él mismo se cortó las venas, que no me da la gana digerirlas.

Yo creo que David Kelly sabía muchísimas cosas más de las que -confirmado ya por la BBC- transmitió a los periodistas de la emisora de televisión. Otra cosa es que fuera a hacerlas públicas, pero quienes pudieran estar interesados en que no siguiera hablando sobre el particular, seguro que no estaban tan convencidos de que el insigne científico no tuviera intención de seguir conversando secretamente o en público, con más periodistas.

Yo no acuso a Tony Blair, ni tan siquiera a algún miembro de su Gabinete. Obviamente no tengo pruebas, pero la carga de la razón por una parte, de la lógica por otra y porqué no, de mi intuición en último término, me dicen que este hombre no tenía motivos para tomar tan drástica y dramática decisión. No he venido aquí a escribir una sentencia contra un Gobierno extranjero y sus actos, pues no considero al Primer Ministro ni a su Gobierno, capaces de ordenar, ni tan siquiera sugerir, la ejecución de alguien molesto para sus intereses. El asesinato como recurso político, de defensa o ataque, quedó desterrado hace muchos decenios de la democracias occidentales. O eso me gustaría seguir creyendo. Regímenes dictatoriales, que los hay por docenas en todo el mundo, no dudan en secuestrar, ejecutar, asesinar o encarcelar a sus opositores, pero una democracia tan consolidada como el Reino Unido no puede hacerlo. La Prensa, la opinión pública y las instituciones políticas, sociales y jurídicas están tan asentadas y son tan maduras, que no permitirían pasar por alto semejante disparate.

Yo quiero pensar que el Gobierno de su Graciosa Majestad no está implicado. Hasta yo mismo me rasgaría las vestiduras si así fuera. Quiero pensar, por contra, en intereses de índole mercantil, militar, empresarial o de los servicios secretos de varios países, como ideólogos o instigadores del crimen de este buen hombre.

La investigación del caso le ha sido encomendada a James Brian Hutton, un ilustre juez británico miembro de la Cámara de los Lores, quien al parecer hace gala de una imparcialidad y una profesionalidad exquisitas. Y Tony Blair ha sido el primero en ponerse a disposición del juez para prestar declaración, actitud esta que el honra y dice mucho en su favor.

Parece pues, que los mecanismos del sistema democrático británico se han puesto en marcha con la máxima celeridad y pulcritud para esclarecer este incierto, opaco y casi tenebroso asunto.

Yo sólo espero que se llegue al fondo de la cuestión, caiga quien caiga y pese a quien pese, pues la credibilidad del sistema está en entredicho. Particularmente, yo seguiré muy atento a la evolución de los acontecimientos.

Lucio Decumio.

Nota del autor: Si quieres hacer alguna observación al respecto de mis comentarios, puedes escribirme a oscar4999@hotmail.com. Pronto incluiré un enlace para que me podáis enviar mensajes directamente.

19 julio 2003

Heterogays

Hoy no me apetece demasiado devanarme los sesos analizando la más candente actualidad. Ésta, como bien sabrán mis lectores, pasa por la aparición del cadáver de David Kelly, Asesor de Armas del Gobierno de su Graciosa Majestad y el escándalo político que ha sacudido al Reino Unido al hilo de esta, aún no esclarecida, muerte.

Las informaciones al respecto son, o al menos a mí me lo parecen, extremadamente confusas. Por más que he leído todas las noticias relacionadas con el caso, hay muchas piezas en este puzzle que no sólo no me encajan, sino que creo que no me han sido facilitadas para montarlo coherentemente. Atención, que puede que esta incapacidad interpretativa sólo sea fruto del permanente estado de somnolencia que se ha empeñado en no abandonarme en todo el día de hoy, y que los datos claves que sospecho que los diarios omiten, -consciente o inconscientemente, hasta ahí no llego- estén ahí, tan al alcance de la mano y del entendimiento como esas gafas de sol que nos empeñamos en buscar desesperadamente para al final percatarnos de que las llevamos puestas.

En fin, cuando se hayan despejado -o se me hayan despejado- las cortinas de humo que me impiden ver con claridad los hechos en su conjunto, escribiré las reflexiones que crea oportunas. Mis lectores saben positivamente que los argumentos, las razones, las causas y las consecuencias del conflicto que tuvo lugar en Irak hace unos meses, son asunto recurrente en este blog.

Es posible que a más de uno le haya llamado la atención el título del apunte de hoy. Particularmente, a mí me resultó chocante cuando lo escuché, hace tan sólo un par de días. Tan es así, que me enfrasqué en una búsqueda inmediata en Internet con el fin de encontrar una definición o definiciones del término en cuestión. Yo soy así, hasta que no desmenuzo el significado de una palabra que no he oído con anterioridad, no paro. Al final, no sé muy bien en qué página web, encontré una pormenorizada descripción que se me antojó la más ilustrativa y digna de consideración de cuantas leí, y que me invitó a meditar profundamente sobre la evolución que han experimentado los roles sociales de hombres y mujeres en el plazo de los últimos años.

Hoy, primero enumeraré y luego desglosaré, así que ahí van los rasgos que, presumiblemente, demarcan a los heterogays:

-Filosofía sensible, mestiza y tentadora -para las damas y los gays, imagino-.

-Han hecho su aparición en las ciudades más cosmopolitas del mundo, aquéllas que son cicerones en cuanto a moda, nuevas tendencias y exclusividad de gustos se refiere. Seguro que más de uno ya se las imagina; Londres, París, Nueva York, Milán....

-Por lo que parece, muchos de ellos suelen ser hijos de padre y madre de diferente raza y color. De ahí lo de la filosofía mestiza, infiero.

-Cuidan hasta el paroxismo su físico y su imagen, son guapos y su obsesión es mostrarse seductores las 24 horas del día. Al respecto de esta última característica, me veo en la obligación de matizar que la idea que nos trasmite la chica que pormenorizó estas descripciones, me parece notablemente exagerada. Es como el nuevo anuncio de AXE, pero a la inversa. Obviamente no me lo creo.

-Amantes del deporte como vehículo para lucir un cuerpo "10" -como cualquier mortal, vamos-.

-Enloquecidos por la moda, la cocina creativa, los vinos de pequeñas y recónditas bodegas, los buenos hoteles, el calzado british, la sastrería a medida, las cremas rejuvenecedoras y los tratamientos de belleza, los complejos vitamínicos....

-Poseen cuentas corrientes en los bancos más exclusivos, están enganchados a Internet y al cine de autor, tienen amigos y amigas tan bellos y tan chics como ellos, novias guapísimas, riquísimas y comprensivas....

Pues bien, de toda esta batería de rasgos snobistas, sibaritas y asimismo pretendidamente llamativos y seductores, extraje la conclusión de que el heterogay es el integrante de una suerte de nueva tribu urbana que responde a unos patrones estéticos y de comportamiento muy claros, que busca obsesivamente diferenciarse del resto de los mortales a través de su marcada inclinación y apetencia por la buena vida y los aspectos más superficiales y exclusivos de la misma, y que están tocados por la inocultable intención de transmitir una imagen equívoca al respecto de sus verdaderaos afectos, tanto materiales como personales.

Y aquí entronco y marido con el eje de mi comentario de hoy. El profundo cambio que han experimentado los tradicionales roles masculino-femenino en nuestra sociedad. Considero que la aparición de esta nueva tribu, -cuyo alumbramiento me parece estupendo, ojo, pues son ajenos a cualquier apuesta por la violencia o la exclusión- no es sólo fruto de la sociedad y de las ciudades en que nos ha tocado vivir. También la considero el resultado de la creciente feminización que está experimentando la sociedad occidental del Siglo XXI.

El hombre moderno, especialmente el joven, -como en buena lógica debe ser- ha ido asimilando cada vez más y de mejor grado, aspectos del comportamiento más prototípicamente femenino, debido, desde mi particular óptica, a la creciente presencia, participación e influencia de las mujeres en todos los ámbitos de la colectividad. Se lleva a cabo por lo tanto, el trayecto inverso al que efectuó la mujer cuando a mediados del pasado siglo, empezó a tomar las riendas de su propia vida en los países occidentales más avanzados. Entonces, las féminas entendieron que la vía más adecuada para integrarse y tomar parte activa en un mundo especialmente diseñado para y por los hombres, era la de abrazar los roles masculinos más usuales y consabidos; en moda (pantalones), hábitos (cigarrillos, conducción de vehículos) y desarrollo personal y profesional (incorporación al mercado laboral). Debían demostrar al hombre que podían estar a su altura y que estaban capacitadas para desempeñar las mismas tareas que aquél.

Ahora es el hombre el que parece obligado a patentizar que está al mismo nivel que las mujeres, dentro del marco de los comportamientos femeninos más al uso. A nadie puede haberle pasado desapercibido el hecho de que el número de hombres que acuden a centros de estética para modificar y moldear sus cuerpos, crece día a día así como el uso de cremas y ungüentos para el cuidado corporal. Del mismo modo, las últimas tendencias en ropa y complementos para hombre, adquieren tintes más y más femeninos a cada día que pasa.

Sinceramente, no me atrevo a decir si esta inversión, o mejor dicho, mestizaje entre tendencias, hábitos o costumbres de hombres y mujeres es bueno o malo, condenable o aplaudible. Simplemente hago glosa de ello de la mejor manera que puedo con el fin de que quede constancia de que yo veo las cosas así.

Lucio Decumio.

18 julio 2003

Miss Playboy TV 2003

Hoy tenía el propósito de escribir sobre la gravísima crisis política e institucional que afecta a la Comunidad de Madrid desde hace varias semanas. Pero lo dejaré para mejor ocasión. Y alguno se preguntará -y yo entre ellos- cuándo habrá mejor ocasión que la presente. Respondo. Seguramente, cuando los socialistas encabezados por Simancas lleguen a un acuerdo con Tamayo y con Sáez para que el candidato a Presidente de la Comunidad sea Inés Alberdi, la número dos de la lista del PSOE. Candidata aséptica, del agrado de las dos familias socialistas enfrentadas en el seno de la FSM, y a la que Tamayo y Sáez apoyarían activamente. Cuando eso suceda, que es casi seguro que así sea, en vista del pavor que manifiestan socialistas y comunistas ante la perspectiva de unas nuevas elecciones en Octubre, afilaré al máximo mi ingenio, mi pluma y me explayaré.

De momento, me decantaré por un asunto más fresco y jacarandoso, como es la charla cibernética que han mantenido los lectores del El Mundo.es con dos estupendas señoritas que recientemente resultaron vencedoras de distintos concursos que organiza Playboy TV. Una de ellas es española, sevillana para más señas, se llama Mariam Domínguez -apellido este que se presta a chistes fáciles relacionados con alguno de sus atributos y de los que haré conveniente abstracción- y entre sus méritos se cuenta el hecho de haber sido elegida ganadora del concurso, que creo se ha celebrado en Madrid. Sospecho que el certamen tenía carácter mundial, pero eso no queda reflejado en ninguna parte.
La presencia de la dama es realmente extraordinaria, vamos, que a simple vista no da la sensación de que haya pasado por muchos contratiempos. Haré constar, sin embargo, algo que me ha llamado la atención poderosamente; su aspecto de Lolita picante y sexy, contrasta ostensiblemente con el estereotipo que cualquier español maneja sobre la belleza, la elegancia y el embrujo de las sevillanas. No me cabe duda de que la cirugía, los maquillajes, los tintes y los retoques deben ser los responsables de que esta chica se encuentre tan alejada de esos patrones. Si pincháis aquí, podréis verla junto a su amiguita.

La otra hembra es una soberbia chilena de 1,75 metros de estatura, piel aceitunada, mirada embriagadora, piernas que no son de este mundo, labios que... en fin, no sigo. Desconozco el puesto que ocupó en el concurso que ganó la andaluza, pero cuenta en su currículum con los diplomas de Miss Playboy Lationoamérica 2003 y Miss Playboy TV Chile. La moza, de nombre Claudia Marín, muestra un talle y una fisonomía menos artificiales, en mi opinión, que la española. Me gusta más, en definitiva.

Pero al margen de glosar los atributos y logros de ambas, yo quería entretenerme en la cháchara mantenida con los internautas.

Y estando las dos como están, es decir, para devorarlas, van y se plantan en la redacción de El Mundo.es con la intención de responder a las preguntas de los lectores. He aquí algunos de los rubíes que en forma de sentencias, nos han dejado para la posteridad:

-Jamás nos han pedido favores sexuales a cambio de una portada o un reportaje. Ni Playboy, ni otras marcas con las que hayamos trabajado.

Nota del autor: A fuerza de morderme la lengua y los padrastros de los dedos, sólo diré que se me hace cuesta arriba creerlo.

-Respecto al alcohol alguna vez tomamos una copa. Ayer, por ejemplo, era el cumpleaños de Mariam y bebimos una copa de champagne.

Nota del autor: A fuerza de morderme la lengua y los padrastros de los dedos, sólo diré que se me hace cuesta arriba creerlo.

-El hombre que quiera conquistarnos, ha de ser natural, simpático, carismático y no tiene que ponerse nervioso.

Nota del autor: Me sangran la lengua y los dedos, pero volveré a mordérmelos para decir, entre dientes, que se me hace cuesta arriba creerlo.

-El binomio belleza-inteligencia no tiene porqué estar reñido. No es imposible y la prueba la tienes en que todas las chicas Playboy que están aquí en Madrid son chicas guapas e inteligentes.

Nota del autor: Ya veo, estábamos todos en un error. En realidad, este enjambre de bombones ha venido a nuestra ciudad con la intención de participar activamente en un ciclo de conferencias sobre las órbitas de los cometas que transitan por la Vía Láctea. Lo de lucir el palmito lo decidieron una vez terminadas las intervenciones de los conferenciantes.

-La oportunidad de ser Miss Playboy TV surgió por casualidad, no nos lo habíamos planteado, ni habíamos hecho antes un desnudo para nada, fue la primera vez. Nos sentimos orgullosas de poder estar representando cada una a su país y a su cultura.

Nota del autor: ¡¡Qué curioso!! ¿Alguien se ha dado cuenta alguna vez de que a todas estas chicas, sean modelos de Playboy, actrices o maniquíes de pasarela, siempre las descubren por casualidad? A Laetitia Casta, un fotógrafo despistado en una playa de la Costa Azul francesa, a Claudia Schiffer un cazatalentos en una discoteca alemana mientras bailaba con unos amigos, a Inés Sastre la eligieron también de rebote -según ella- para protagonizar "El Dorado", su primera película.... Y supongo que a nuestras dos protagonistas de hoy, se les presentó el Espíritu Santo en forma de paloma, mientras veían una película de vídeo en su casa un sábado por la tarde, y sin preguntarles cuáles eran sus deseos, las catapultó del sofá la tele en un instante para que se convirtieran en Miss Playboy TV en contra de su voluntad.

Como vengo diciendo desde hace un rato, se me hace cuesta arriba creerlo....

Lucio Decumio.

17 julio 2003

Asesinos capturados

Tengo en mente desde ayer, hablar sobre la detención de dos escorpiones etarras en Navarra, capturados en posesión de más de 150 kilos de explosivos, algunos de ellos perfectamente preparados para ser empleados y que conformaban el núcleo central de uno de los comandos históricamente más sangrientos de esta banda de alimañas, el Nafarroa.

No me detendré demasiado en hacer hincapié en lo jubiloso que resulta el hecho de que últimamente, cada vez que los depredadores se ponen en acción, la pesca de las pirañas que han sembrado el pánico y la destrucción se convierte en un alborozador y tranquilizador punto y seguido a la perpetración de la salvajada. Eso es obvio para todos, aunque lo que hace falta es que las Fuerzas de Seguridad del Estado sigan contando con el apoyo de todos y eviten, siempre que sea posible, que no se escriba el prólogo sangriento, aunque luego rubriquen un magnífico y venturoso epílogo.

Mi intención se situaba, mas bien, en la órbita del análisis de las hienas capturadas y del porqué de sus actos.

Los discípulos de Lucifer tienen ambos 23 años. Han leído bien, mis queridos lectores, 23 años. Y a esa edad, en la que la inmensa mayoría de los jóvenes se distrae con sus amigos, cortan con sus novios o novias, flirtean, ríen, viajan, leen, estudian, terminan carreras, empiezan a abrirse tímidamente paso en el mundo laboral y profesional y empiezan a trazar claramente los rasgos de la personalidad que les definirá a lo largo de sus vidas, a esa edad, insisto, dos sujetos nacidos en el País Vasco, ya han cumplimentado un tenebroso currículum que mueve al espanto:

Joseba Segurola Beobide: Detenido en Diciembre de 2001 en Guipúzcoa, como presunto miembro de un grupo de apoyo al 'comando itinerante' de ETA. Anteriormente, fue detenido por la Policía Autónoma Vasca acusado de estar relacionado con el almacenamiento de un arsenal de 98 cócteles molotov, hallado en la localidad de Urretxu. Y en Marzo de 2001, fue condenado a dos años de prisión por tenencia de explosivos, después de que la Fiscalía de la Audiencia Nacional y sus abogados (los abogados del diablo, lógicamente) llegaran a un acuerdo para pactar dicha pena. Es decir, un zafiro el mozalbete.

Ibai Aguinaga Guinea, alias "Beltza": Ingresó en prisión el 21 de Diciembre de 1999 -¡¡¡con 19 años, el pollo!!!- por su pertenencia al 'Grupo Y' más activo de Vizcaya. Grupo éste, que fue el responsable de los ataques al cuartel de la Guardia Civil en Getxo, la sede de Correos en la misma localidad y del atentado contra el domicilio de un concejal del PP en Algorta. Vamos, un diamante de Namibia.

Estos formidables historiales delictivos, sólo al alcance de los más resentidos y vindicativos elementos de la lucha callejera pro-etarra, tienen su origen, no en la profundas convicciones que pueden mover a un luchador por la libertad de su patria a actuar contra los invasores que la oprimen, que la sojuzgan, que matan a sus parientes o que destruyen sus posesiones y sus tierras, sino en las sobredosis de odio, resentimiento y rencor que se les han administrado desde que, a la tierna edad de 5 ó 6 años, pisaron por primera vez las aulas de una ikastola.

No quiero que nadie extraiga de mis palabras la idea de que todos los chavales que estudian en las ikastolas terminan formando parte, con el paso del tiempo, de los grupos de lucha callejera, y por extensión, de ETA. No es así, evidentemente, porque la ensalada de inquina que nubla sus casi virginales cerebros ha de nutrirse y aliñarse con otros ingredientes, como la alineación política de los padres -fundamental- o el círculo de amistades al que deciden (o se ven obligados) a unirse. Pero lo que sí que está claro es que la nauseabunda tergiversación de la Historia que se lleva a cabo en los libros de texto que estudian esos críos, las tendenciosas preguntas que realizan a los niños algunos comisarios políticos de la serpiente que se hacen llamar a sí mismos profesores, los dibujos de aviones de combate con la ikurriña en la cola y en las alas, que bombardean Madrid y demás veleidades fanáticas -muchas de ellas, desconocidas por la mayoría de nosotros- que se ven obligados a asimilar, influyen pavorosamente en el comportamiento futuro de muchos de estos párvulos.

Este sectarismo ha sido consciente y concienzudamente alimentado por el Gobierno Vasco, desde la instauración en el sistema educativo regional de este tipo de centros de enseñanza. Ha sido así, todo el mundo lo sabe y conviene decirlo con voz clara y firme. La escalofriante manguera de resentimiento que sostiene firmemente Arzallus, ha empapado hasta el último rincón de estos centros. El otro día, me detenía brevemente en las enseñanzas que recibí cuando era pequeño, en un humilde colegio público del barrio de Campamento, en Madrid. Al margen de las instrucciones académicas recibidas, salí de aquel colegio convenientemente aleccionado en el respeto a los demás, a sus derechos, a sus propiedades, a sus opiniones y a sus actos, siempre que estos no perturbaran mis propios derechos.

Y con ello, con las enseñanzas que me impartieron cuando fui niño y adolescente, enlazo con mi estación de destino en este comentario. Mientras que en el resto de España a los niños se les prepara, mejor o peor, eso ya depende de otros factores, para la vida, para el futuro, para su propio futuro y en definitiva, para la convivencia en paz y en libertad, en el País Vasco se les adoctrina para que odien, recelen, incordien, violenten, amenacen, coaccionen y en último término ejecuten a quienes no piensan como ellos. Para que se conviertan, en resumen en la cantera que precisan los sicarios y sus padrinos políticos para sostener un conflicto artificial con el resto de España y perpetuar su chantaje mafioso los primeros y su permanencia en el poder, los segundos. Aunque en ello vaya la ruina de quienes dicen defender y representar.

Si se hubiera puesto pie en pared al nacionalismo vasco cuando empezaron a despuntar con meridiana claridad sus aviesas intenciones en el manejo de la educación en su región, otro gallo nos hubiera cantado a los españoles durante los dos últimos decenios. Y tal vez, las dos últimas cabezas que le hemos cortado a la hidra, podrían haber tenido otro futuro y sobre todo otro presente.

Lucio Decumio.

15 julio 2003

Beloki y las mezquitas

Como mis lectores son extremadamente inteligentes, supongo que intuyen cuáles van a ser los temas a tratar en el día de hoy.

Mi intención primigenia era dedicarme en cuerpo y alma al análisis de la inauguración de la mezquita más grande de Europa, que se ha abierto recientemente al acceso de los fieles musulmanes en Granada. Pero la actualidad manda y tras el dramático aterrizaje de Joseba Beloki contra el asfalto de una repugnante y tenebrosa carretera de un puerto de montaña francés, haré un breve inciso al respecto. Me han conmovido los alaridos de dolor proferidos por el líder del equipo ONCE al saberse fuera del Tour de Francia. Desgarrados gritos en los que cualquiera puede haber perfilado una doble vertiente. La que descendía por los valles de un intensísimo dolor físico, en forma de fractura de cúbito, radio y fémur diestros, y la peor, que se desplomaba por el acantilado del tormento psicológico que supone verse privado de prolongar una brillante participación en la ronda francesa. Beloki, además, estaba confiriendo a la carrera, una emoción y un interés de la que estaba exenta desde que Lance Armstrong inició su particular dictadura deportiva sobre el resto de corredores del pelotón, hace ya cuatro años. El norteamericano, como gran deportista que es y pese a verse notablemente favorecido por la desgraciada caída del guipuzcoano, habrá sentido profundamente la suerte de su rival.

Y ahora las mezquitas, espinoso asunto al que es muy complicado dar un enfoque objetivo.

Empezaré por mí. Desde mi bautismo, pertenezco a la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana. No soy practicante, lo reconozco, pero interiormente rezo en muchas ocasiones cuando me veo en la necesidad de hacerlo por algo, por alguien o simplemente, por sentirme mejor conmigo mismo. Desde pequeñito, estudié en un colegio público en el que la enseñanza de la Religión era de carácter obligatorio. Discurrían los últimos años 70 y los primeros 80 y en medio de aquella transición política que debía operar un profundo cambio en toda la sociedad española, las clases de Religión siempre fueron de una tolerancia y un buen gusto exquisitos. No hubo curas que intentaran adoctrinarme en un integrismo católico que ya por entonces, estaba fuera de lugar, sino simples profesores de enseñanza primaria tan laicos como cualquier otro, que se encargaron de desentrañarnos, en la medida de lo posible, las enseñanzas que venían contenidas en el Catecismo, los Mandamientos, y las distintas oraciones. Todo ello, desde una óptica respetuosísima hacia otras creencias. Jamás escuché a ningún docente proferir insultos o palabras de menosprecio hacia otras confesiones.

Lógicamente, en aquellos tiempos, las aulas no estaban salpicadas por los distintos pigmentos de infantes procedentes de los más recónditos lugares del globo, pero recuerdo que en mi clase había una chica de religión protestante. Todavía entonces, se rezaba al inicio de algunas clases, en voz alta y en pie, pero ella, muy respetuosa, quedaba al margen. Se llamaba Anna Stunt Puyoles y era una chica extremadamente inteligente que no tuvo jamás ningún problema de integración con el resto, a pesar de que los matices de su confesión religiosa podrían haberla convertido en una suerte de apestada, fundamentalmente por mor de la crueldad infantil y no en virtud de otras cuestiones.

Pasados los años, España es definitivamente un Estado aconfesional y laico, en el que existe una libertad de culto absoluta y en el que cualquier credo o religión tiene su cabida sin menoscabo alguno de los derechos de aquellos que deciden libremente practicarla. En este ámbito se circunscribe, lógicamente, la religión islámica. Y en este mismo marco de absoluta normalidad en el respeto de los derechos de quienes llevan a la práctica liturgias religiosas diferentes a la de la mayoría de los españoles, se inscribe la inauguración de la, ya celebérrima, mezquita de Granada.

Pero creo sinceramente que detrás hay algo más. No puede ser sólo una casualidad que la mezquita más grande de toda Europa, haya sido construida en Granada, en las mismas narices del último reducto que les quedaba a los musulmanes después de su aventura expansionista por el Occidente medieval, y que rindieron a los Reyes Católicos en Enero de 1492. Me estoy refieriendo a la Alhambra. Es sintomático que los musulmanes españoles, financiados convenientemente por los gobernantes más integristas, dogmáticos y tiránicos del mundo árabe, hayan elegido la ciudad de Granada como emplazamiento de la mezquita de marras. No me gusta nada este simbolismo y así debo exponerlo.

Pero ya al margen de sospechas -que el tiempo confirmará o desmentirá- y entrando de lleno en el campo del insulto y de la desfachatez más intolerable, se encuentran varios fragmentos de los discursos pronunciados en la inauguración del templo por alguno de esos gobernantes que citaba anteriormente. He leído las palabras del Sultán de Sharjah, uno de los siete emiratos que conforman uno de los estados más despóticos y feudales que conoce la Tierra del Siglo XXI, los Emiratos Árabes Unidos y los ojos se me han puesto como huevos duros, al tiempo que el pelo se me teñía de verde. Para quien no lo sepa, los Emiratos Árabes Unidos se encuentran asentados sobre un auténtico mar de petróleo, lo que confiere a sus opresivos dirigentes unas riquezas incalculables que obviamente, no comparten ni reparten entre sus súbditos. Ni ganas que tienen. Huelga decir que la falta de libertad es moneda de cambio común entre aquellas desventuradas gentes, los partidos políticos, los sindicatos, y cualquier asociación sospechosa de quebrantar las más estrictas normas coránicas están proscritos, que las mujeres son tratadas como muebles o animales, dependiendo de su dueño, y que la voluntad de apertura política es inexistente.

Pues bien, teniendo en cuenta estos detalles, perfectamente contrastables, el infausto Sultán, de nombre Jalid bin Sultán al-Qassimi, se descolgó afirmando que esperaba que la mezquita se convirtiera en ejemplo de hermandad entre los pueblos y las religiones y que cada llamada del muecín a la oración, fuera interpretada como una llamada a la fraternidad. Ante tan idílicas, casi celestiales declaraciones, conviene hacer la siguiente salvedad; quien las realiza es un individuo que somete a la población de su país al más férreo, estigmatizante e inquisitorial control islamista, desde la interpretación más ultramontana del Corán que imaginarse pueda, interpretación que se convierte en Ley Suprema a la que todos los habitantes del país deben conveniente y estricta obediencia.

Y alguien así tiene suficiente pedernal en su rostro como para venir a España, un país donde la libertad individual y el respeto a los derechos humanos, son tan amplios y están tan asentados, que hasta a un personaje de su aviesa catadura, se le deja entrar para decir lo que le venga en gana.

Es inaudito, pero me alegro sobremanera de vivir en un país que puede permitirse el lujo de escuchar respetuosamente las opiniones de un tipo como este, en lugar de echarle con cajas destempladas, como muy posiblemente merece.

Y que tome buena nota la retroprogresía de salón y su laicismo integrista dirigido particularmente contra la Iglesia Católica. Una situación a la inversa, en Emiratos Árabes Unidos o en cualquier otro país de la región, no tendría cabida ni en la más disparatada fantasía de ciencia ficción que el más alocado y narcotizado de los guionistas pudiera perpetrar.

Lucio Decumio.

13 julio 2003

La sucesión de Aznar

Desde que el Partido Popular ganara por mayorí­a absoluta las elecciones generales del mes de Marzo de 2000, uno de los asuntos de debate político más recurrentes en todos los ámbitos de la vida pública española ha sido la sucesión de José María Aznar, una vez finalizado su segundo y prometido último período al frente del Gobierno de la Nación.

En estos tres años largos que ya han transcurrido, se han hecho, desde lo más reputados analistas polí­ticos, las más variopintas quinielas sucesorias. Incluso en los dos primeros años de esta segunda legislatura aznarista, muchos de aquéllos llegaron a dudar seriamente de que el Presidente del Gobierno respetara la promesa o compromiso al que llegó con su partido en particular y con toda la sociedad española en general, de permanecer al frente del Ejecutivo únicamente dos legislaturas, siempre y cuando los españoles le otorgaran a él y al Partido Popular, la confianza necesaria para formar Gobierno.

Sin embargo, si por algo se ha caracterizado la trayectoria polí­tica de José Marí­a Aznar, ha sido por el pulcro respeto mantenido a su propia palabra. Aznar cumplirá, como ha cumplido en muchas otras cosas a lo largo de su mandato y se retirará en el cénit de su devenir res publico una vez que su proyecto político para España se encuentra bien afianzado. Ojo, Aznar se ha equivocado, como se equivoca cualquier mortal, pero me cuesta recordar, si es que lo ha habido, algún instante en el que se haya traicionado conscientemente a sí mismo, a su partido, o a su electorado.

Yo desde mi modesto atril cibernético, quiero hacer también mi propio pronóstico sucesorio que advierto, es el mismo que sostengo desde la victoria del Partido Popular en 2000. Personalmente, siempre he considerado que entre los candidatos que se han barajado como alternativas de Aznar de cara a las Elecciones Generales de 2004, el mejor, desde cualquier óptica, es Jaime Mayor Oreja. Eso no quiere decir que sea el mejor colocado. Pero su presencia, denuedo y entrega -aderezados por una incuestionable efectividad- en la lucha contra ETA durante su etapa al frente del Ministerio del Interior y esa suerte de halo de Gary Cooper en "Sólo ante el peligro" que le toca desde que es Jefe de la Oposición en el Parlamento de Vitoria, le convierten, a mi entender, en el candidato idóneo.

Por los demás pasaré de puntillas.

Aunque sus logros al frente del Ministerio de Economía han sido también indisputables, Rodrigo Rato transmite una imagen menos afable, llana y cordial que la de Mayor Oreja. Además, hace gala de dos defectos que le agrian como heredero político de Aznar y que son, desde mi punto de vista, el alto concepto que tiene de sí­ mismo y un indisumulable toque de soberbia.

Mariano Rajoy ha sido otro destacado ministro y vicepresidente del Gobierno, pero su carácter gris, mohíno y apocado, encaja mal con el perfil que requiere un candidato a Presidente del Gobierno, que tendrá que bajar a la arena en una campaña electoral a fajarse duramente con el adversario.

Eduardo Zaplana ha sido otro de los que se han ido colocando poco a poco en el pelotón de cabeza, pero aunque su gestión en la Comunidad Valenciana y en el Ministerio de Trabajo ha sido notable, considero que tendrá que esperar.

Alberto Ruiz Gallardón también ofrece un gran bagaje en su gestión al frente de la Comunidad de Madrid y su aproximación de última hora al entorno de Aznar, por la vía familiar, parece haberle hecho ganar enteros. Sin embargo, yo considero que Aznar no le dará los galones que él mismo cree que se merece. No valoro la posibilidad de que el Presidente haya olvidado sus repetidos coqueteos y devaneos con amplios sectores de la izquierda social y mediática, así que me temo que estará al frente del Ayuntamiento de Madrid los cuatro añitos que le corresponden. Y luego, Dios proveerá.

Volveré, tras el somero análisis de cada uno de los posibles candidatos, a mi apuesta personal. Como decía, desde Marzo de 2000 he observado detenidamente los movimientos de Aznar, en especial, los primeros que llevó a cabo cuando ganó aquellas elecciones por mayoría absoluta. Nadie reparó en la importancia, o al menos yo no he leído o escuchado nada al respecto, de una de las primeras decisiones del Presidente del Gobierno en aquellos días. Retiró a Luisa Fernanda Rudí­ de la Alcaldía de Zaragoza para entregarle la batuta de mando del Congreso de los Diputados, en forma de Presidenta del mismo. Entonces lo vi claro y a día de hoy lo sigo viendo. Rudí­, una mujer de amplia experiencia política y notables resultados gubernamentales al frente de una de las ciudades más importantes de España, daba el salto al ruedo político nacional en un puesto de enorme responsabilidad institucional. A mi juicio, la idea de Aznar no era otra sino la de darla a conocer más ampliamente a toda la sociedad española, con el fin de nominarla como candidata a la Presidencia del Gobierno en 2004.

Desde mi perspectiva, Luisa Fernanda Rudí­ asegura el éxito del Partido Popular en los próximos comicios por los siguientes motivos:

a/ Dilatada y positiva experiencia de Gobierno al frente de un importante Ayuntamiento.

b/ Impecable carácter polí­tico e inmaculada trayectoria.

c/ Experiencia institucional labrada desde el tacto y la discreción.

d/ Y lo más importante de todo. Es mujer, está extraordinariamente preparada, es inteligente y hasta guapa. El obús polí­tico que activarí­a Aznar con su nombramiento como primera fémina candidata a la Presidencia del Gobierno y con las máximas posibilidades de alcanzar dicha responsabilidad, sería de tal calibre y alcanzaría tal repercusión que los rivales quedarían descolocados y los electores, galvanizados ante la perspectiva de semejante cambio en la dinámica política de nuestra sociedad, no dudarí­an.

Ahí queda mi apuesta. A 13 de Julio de 2003, Lucio Decumio afirma que Luisa Fernanda Rudí­ será la sucesora de José Marí­a Aznar como candidata a la Presidencia del Gobierno y no lo duden, también en el Palacio de la Moncloa. Como acierte, hago saltar la banca.

Lucio Decumio.

12 julio 2003

Un avispero entre el Tigris y el Éufrates

La situación en Iraq se complica a diario. Y no sólo en el escenario físico del conflicto. En Downing Street, en la Casa Blanca y en menor medida en los alrededores del Palacio de la Moncloa, empieza a calentarse hasta límites insostenibles la patata de la no detección de las armas de destrucción masiva presuntamente almacenadas por el régimen de Sadam Hussein con el ánimo de agredir a sus vecinos y a otros países del arco democrático mundial.

Iremos por partes. Todos los días, desde hace varias semanas, se viene registrando en Iraq, un incesante goteo de bajas entre las tropas de la coalición, producido por las cada vez más graves y coordinadas acciones de guerrilla que los iraquíes leales a Sadam perpetran contra las filas aliadas. A día de hoy, son ya casi 100 soldados los que han perdido la vida desde que se dio por finalizado el conflicto. Este es el dato estadístico, frío, trágico y sangriento que deben afrontar desde los gobiernos británico y americano.

Sin embargo, estas vidas, junto con las que se perdieron durante el desarrollo de las hostilidades propiamente dichas, podrían haber sido asumibles y hasta aceptables para la opinión pública de ambos países, en el caso de que las tropas hubieran dado con el paradero de alguno de los arsenales de armas de destrucción masiva que, en principio, guardaba a buen recaudo el déspota iraquí y que tan amenazantes resultaban para el mundo civilizado. Se habría pagado un alto precio con las vidas de jóvenes soldados de ambos países, pero se hubieran dado por bien y heróicamente empleadas al haber conseguido los objetivos por los que se empeñaron. Recordemos que dicho armamento y su tan cacareado almacenamiento y escamoteamiento a la supervisión de los inspectores de armas de Naciones Unidas encabezados por Hans Blix, fueron el detonante, excusa o argumento esgrimido por los dos dirigentes anglosajones, secundados por Aznar, para dar comienzo en el mes de Marzo, a las operaciones militares en territorio iraquí.

Pero no, a casi tres meses vista de que los cañones dejaran de sonar, las bombas dejaran de caer, y los fusiles dejaran de escupir fuego, ni los británicos ni los norteamericanos han dado con la ubicación de nada que se le pueda parecer a un arsenal de obuses cargados con gas VX, fábricas de gas sarín, laboratorios de virus mortales, o plantas procesadoras de combustible nuclear. La opinión pública de ambos países comienza a galvanizarse, movilizada por los datos cada día más abrumadores que vuelca la prensa, a la vez que se pregunta reiteradamente sobre cuáles fueron las causas últimas que llevaron a sus dirigentes a empecinarse en ir a una guerra, rechazada ampliamente en todo el mundo y que determinó una fractura muy profunda en las relaciones con sus tradicionales aliados.

En este estado de cosas, sorprenden, y mucho, las recientes declaraciones del, para mí, siniestro secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, que ha llegado a reconocer que la intervención en Iraq se produjo de un modo precipitado, sin que se hubieran contrastado definitivamente todas las pruebas que apuntaban a la existencia de ingentes cantidades de armas de destrucción masiva en la antigua Mesopotamia. Mientras, a Bush Jr. no se le ha caído la cara de vergüenza al afirmar que la CIA le facilitó pruebas falsas sobre la existencia de los arsenales y que con ellas acudió a las instancias legislativas de su país a recabar el apoyo de los padres de la patria americana, a sus tesis belicistas. Lo más sorprendente de todo es que lo dicen sin ningún rubor y sin el menor atisbo de que se vayan a producir dimisiones o ceses entre los responsables del desaguisado. Tal vez en Gran Bretaña, si las cosas continúan por los mismos derroteros o empeoran, Blair tenga la decencia de dimitir. Pero no tengo la sensación de que algo así pueda suceder en los Estados Unidos. Sólo si terminan desmostrándose todas las contradicciones del Gobierno Bush y la prensa local logra sacudirse el barniz ultrapatriótico con el que se tiznó tras el 11-S y presiona hasta la asfixia política a sus dirigentes, podrá darse el caso.

Pese a mis críticas y diatribas contra la contradictoria actitud anglo-norteamericana, me sigo sintiendo partidario de la intervención que en su día se realizó, pero por motivos bien distintos a los argüidos para llevarla a cabo. Vuelvo a incidir en que el epicentro de las razones esgrimidas por Bush, Powell, Rumsfeld, Chenney, Blair y Aznar se encontraba en la incontestable existencia de funestos tarazanales de armas que Sadam estaba en predisposición de utilizar para afianzarse internamente y embestir externamente. Sin embargo, si se hubiera hecho más hincapié en asuntos como la constante burla de Sadam a las resoluciones de Naciones Unidas conminándole a verificar su desarme, y sobre todo, en las tropelías y masacres cometidas contra sus rivales políticos, étnicos o religiosos dentro de sus propias fronteras, es posible que se hubiera logrado un consenso entre las potencias mundiales sobre la necesidad de una injerencia humanitaria en Iraq. Porque arsenales, bombas, espoletas, gases venenosos o corona virus, se han encontrado pocos, pero el número de personas que se han hallado en fosas comunes, asciende a más de 300.000, en lo que sólo parece la punta de un siniestro y nauseabundo iceberg.

Estoy convencido de que las autoridades y los servicios secretos británicos y norteamericanos conocían tanto la inexistencia o inoperatividad de los arsenales, como la pavorosa realidad de la fosas comunes, pero decidieron que el mejor modo de involucrar a sus países y sus opiniones públicas en el conflicto era amedrentarlos con lo que les podría llegar a hacer "el hombre del saco" en lugar de informarles convenientemente en torno a las atrocidades ya consumadas por el tirano.

Espero que paguen por su falta de valentía.

Lucio Decumio.

09 julio 2003

Israel y Palestina

Creo recordar que fue hace un par de días cuando un terrorista suicida perteneciente a las milicias palestinas de la Yihad Islámica, se hizo saltar literalmente en pedazos con la repugnante esperanza de llevarse por delante a cuantos israelíes estuvieran en sus inmediaciones. Afortunadamente, el "mártir de Alá" sólo fue capaz de terminar con su propia vida y con la de un judío que, desgraciadamente para él, pasaba por allí. Alguien podría decirme que no estoy ofreciendo todos los datos de la noticia. Ni falta que hace. Determinar el lugar en el que se produjo el atentado, supone perder un tiempo precioso, en vista de que desde hace tres años, la liturgia del "ojo por ojo" no deja de golpear virulentamente la zona.

Esta cobarde acción terrorista, reivindicada ayer por la Yihad Islámica, rompía flagrantemente el "alto el fuego" o tregua decretada por estos fanáticos y por sus primos hemanos de Hamás hace tan sólo diez días. La tregua, para los desinformados, pretendía ser botón de muestra de la buena voluntad de todas las facciones palestinas de cara a entablar con Israel un diálogo leal que siguiera los pasos marcados en la "Hoja de Ruta" propuesta por la Administración Norteamericana.

Una vez más, y ya son innumerables las ocasiones, los más radicales de uno u otro bando buscan reventar -utilizando cada uno su propio método de ajusticiamiento del adversario- un incipiente proceso de paz que podría poner fin a décadas de enfrentamiento armado y a siglos de desencuentros y conflictos en una región del globo demasiado castigada por el odio y la violencia.

Me ha sorprendido, sin embargo, la reacción israelí. De un furibundo nacionalista y convencido, pero no convicto, asesino de árabes como Ariel Sharón sólo podría haberse esperado una respuesta devastadora contra varias aldeas palestinas, con la excusa de acabar con determinados núcleos o nidos de terroristas. Pero no, no ha sido así. O el viejo criminal sionista está cansado de tanta beligerancia, y tanta sangre pesa en su conciencia como su formidable barriga sobre sus piernas, o Bush Jr. le ha dado un telefonazo para conminarle a que, de momento, no ponga el dedo en el gatillo, ya que después de las salvajadas palestinas que han sacudido a Tel-Aviv y Jesuralén en los últimos años, un solo muerto puede no ser excusa suficiente para vapulear de nuevo a los palestinos. Personalmente, me inclino por la segunda opción. Cualquier persona informada y en su sano juicio debe descartar, casi de plano, un espontáneo acceso de arrepentimiento de Sharón por las barbaridades cometidas en el pasado.

Afortunadamente, y al cierre de este comentario o apunte, la reacción israelí, en los términos habitualmente conocidos, no se ha producido. Esperemos que el calendario siga goteando días, semanas y meses en blanco, para que la rutina de muerte, miedo, destrucción y venganza que se estableció con el inicio de la segunda Intifada invierta sus términos de tal manera, que no vuelvan a quedar ganas de retomarla por parte de ninguno de los dos bandos.

Lucio Decumio.

08 julio 2003

Leblanc y algunas cosas más

Empiezo a cansarme de tener que hablar repetidamente de este sujeto. Pero hoy lo haré en términos notablemente más positivos que en el dí­a de ayer. Afortunadamente, ha declarado nulo el pacto o acuerdo al que había llegado con Batasuna o algunos de sus siniestros tentáculos socio-educativos, que tanto da, para promocionar el vascuence en 16ª etapa del Tour de Francia. Hasta el menos avezado sabe positivamente que esa "promoción" se iba a convertir en una hiriente liturgia de reclamaciones independentistas descabelladas, ignominiosas humillaciones de las víctimas del terrorismo, mofa de los amenazados, enarbolación de hachas y serpientes por doquier, quema de banderas españolas, exhibición de fotografías de los sicarios encarcelados....

Debo felicitar desde aquí al Gobierno español y sobre todo, a los Ministerios de Interior y Asuntos Exteriores, que han reaccionado con celeridad y decisión ante la afrenta de Batasuna, canalizada a través del apocado director del Tour. Las presiones y protestas españolas dirigidas al Ejecutivo francés han surtido el efecto deseado, y éste, como no podí­a ser de otro modo, las ha trasladado a la organización de la carrera, que gracias a Dios, se ha dado por enterada. Además, el Parlamento Europeo ha estado en su sitio y también ha exigido a los organizadores que cancelaran el pacto del oprobio al punto.

Me da la reconfortante sensación, desde hace algún tiempo, de que nuestros gobernantes empiezan a sacudirse atávicos complejos de inferioridad (que también se encuentran enraizados profundamente en muchas capas de la sociedad española, ojo) a la par que dan pasos decididos hacia la defensa de nuestros intereses, cuando estos se ven amenazados, violentados o vilipendiados. La ilegalización de Batasuna, la intervención en Perejil, las iniciativas legislativas emprendidas en Europa para aislar a ETA y su pestilente inframundo, o los últimos acuerdos agrí­colas y pesqueros firmados en el seno de la UE, considero que me dan, al menos en parte, la razón.

Capí­tulo aparte merece la intervención del Foro de Ermua (unos valientes que los tienen como el caballo de Espartero) que se ha ofrecido a la organización del Tour de Francia con el fin de promocionar el vacuence en la misma etapa, pero desde una óptica obviamente más respetuosa, coherente, democrática y tolerante que la que habrían empleado los forajidos abertzales. Bien hecho, porque ya va siendo hora de que alguien se encargue de arrojar dignidad y honra a una lengua que ha sido sodomizada por quienes todos sabemos, y utilizada como semilla de odio, instrumento disgregador y fuente de conflictos, con el vil objetivo de obtener cuantos más réditos polí­ticos, mejor.

Durante años, y aún perdura en mi subconsciente, el alemán me ha resultado una lengua agresiva y amenazadora, pues he visto infinidad de documentales y películas sobre la Segunda Guerra Mundial y he leído los suficientes libros y artí­culos como para saber quién fue el instigador de aquel holocausto que arruinó a Europa y buena parte del mundo. Hoy por hoy, me sucede algo similar con sólo escuchar unas palabras en vascuence y eso me desagrada muchísimo. No quiero que me siga sucediendo en el futuro con una lengua que además, pertenece al acervo cultural español, pues la hablan los vascos. Los idiomas son patrimonios humanos de valor inmensurable y no tendrían que ser vehículos que movieran al miedo, la inquina, la aversión o el encono entre las personas.

Algo más prosaico, pero también serio. Cuando voy en el coche, de camino al trabajo o volviendo a mi casa, enciendo el receptor de radio de mi automóvil y conecto con diversas emisoras. Kiss FM, Dance FM, Europa FM, y también por qué no, los 40 Principales. Todas me distraen y todas tienen algo aprovechable, al menos a mi juicio. Pues bien, en esta última emisora, tengo entendido que se ha encaramado al número uno de su lista, un tema de un grupo presumiblemente desenfadado, inofensivo y pizpireto llamado "El Canto del Loco".

Ahora no recuerdo con exactitud cuál es el título de la canción que les ha catapultado hasta tan eminente posición, pero la letra no tiene desperdicio, de cargada de inmundicia que va. Al parecer, un mocoso adolescente se acerca hasta la casa de su mejor amigo para buscarle y dar una vuelta, pero como no está, aprovecha y se beneficia a la madre. De acuerdo, eso puede suceder, y de hecho, sucede con toda seguridad, porque hay madres entre 40 y 50 años que están para homenajearlas repetidamente. Lo que no me parece de recibo, al margen de lo disparatado de la letra en su conjunto, es que se dé el nombre de José, como el del hijo de la madurita de marras.

Seguro que ninguno de los descerebrados que conforman el grupito en cuestión se ha parado a pensar en el daño social y psicológico que le pueden infligir a cientos de adolescentes llamados "José" y que tienen unas madres de rechupete. No me gustaría estar en la piel de un chaval de 16 años que se llamara así­ y cuya progenitora, una rubia estupenda de 42 años, viniera a buscarle a las puertas del instituto con el coche para acercarle a sus clases de judo. Particularmente, yo no sabría donde meterme y pediría encarecidamente a mis padres hacer COU, o como demonios se llame ahora, en Estados Unidos.

Los intérpretes, productores y directores de radio-fórmulas deberían tener en cuenta que, a esas edades, este tipo de cosas pueden resultar enormemente lesivas para mucha gente. Hablo muy en serio.

Lucio Decumio.

06 julio 2003

Leblanc y los deportes importados

Hace un par de dí­as nos desayunamos con la noticia de que el inefable director del Tour de Francia, Jean Marie Leblanc, habí­a llegado a un acuerdo con asociaciones de defensa del vascuence para promocionar esta noble lengua -utilizada torticera y maquiavélicamente por el nacionalismo vasco durante los últimos 25 años como una de las excusas que justifican sus pertinaces tropelí­as- en la decimosexta etapa de la Grande Boucle. Una de esas asociaciones, al menos, tení­a reconocidos e indisimulables vínculos con la ilegalizada e inscrita en el registro de asociaciones terroristas elaborada por la UE, Batasuna. Aún así­, el cobarde franchute llegó a un acuerdo con ellos con la más que segura y secreta intención de que la fraternidad terrorista abertzale no le aguara la fiesta del Centenario de la carrera a su paso por el País Vasco Francés. Es legítimo que cada uno quiera defender sus propios intereses, pero hay un límite, y ese lí­mite se encuentra en la decencia, el sentido recto de la moral, los derechos humanos, los miles de personas que viven amenazados por esas alimañas en el Paí­s Vasco, y sobre todo el respeto a los casi mil cadáveres que ha dejado tras de sí el entramado mafioso etarra.

Pero eso al pusilánime Leblanc se la traí­a floja. A él sólo le interesaba que la carrera de la que es amo y señor, ofreciera al mundo entero una imagen intachable durante las tres semanas de competición, aunque para ello tuviera que pagar el infame precio de llegar a un acuerdo con una de las cabezas de la hidra. Pero la ha cagado. Por lo menos de cara a España, que es seguramente el país donde más se sigue esta carrera después de la propia Francia. Aparte, no contento con hacerle el favor a los hermanos de sangre de ETA de ofrecerles una caja de resonancia inmejorable para proferir sus barbaridades excluyentes, racistas y secesionistas, se descuelga al día siguiente con unas cuantas lágrimas de cocodrilo afirmando que los cofrades de los sicarios le habí­an engañado.

Pero ¿qué se ha creí­do este tipo? ¿que en España nos chupamos el dedo? Señor Leblanc; si hubiera tenido usted algo, sólo algo de decencia y de amor propio, habrí­a anulado de inmediato ese sangrante acuerdo y posteriormente, habría presentado su dimisión como director de la carrera. Pero eso a un francés engreído y arrogante como usted, no se lo veremos hacer nunca.

Antes de iniciar mi segunda intervención del dí­a, debo hacer constar que soy un deportista practicante y convencido y que a la menor oportunidad que tengo, quemo todas las energías que puedo haciendo natación, baloncesto, aeróbic, musculación...... Por ello, hoy me encuentro especialmente feliz, pues he llegado a la venturosa conclusión de que en breve plazo, en España tendremos acceso a la práctica de nuevas disciplinas deportivas que nos han llegado desde el otro lado del Atlántico, directamente desde Quito, Guayaquil y arrabales, y que hasta la fecha, no se sabe muy bien en virtud de qué espurias excusas, nos habían sido vedadas. Una de tantas, porque hay muchas y tiempo habrá de detenerse en todas y cada una de ellas, es el IAM, o mejor, para que mis lectores -imagino que poco avezados y avanzados en estas inéditas materias- se iluminen, Infatigable Arrastre de Muebles.

Esta noble y novedosa disciplina deportiva con la que los cultivados y urbanitas inmigrantes procedentes de Ecuador nos deleitan a diario, consiste en el arrastre, por todas las estancias de la casa en la que viven, de cualquier artilugio susceptible de provocar un ruido infernal y continuado que sobresalte a los vecinos que viven en el piso inmediatamente inferior. De momento, sólo he llegado a intuir las reglas del juego, pues no he tenido ocasión de ver ningún partido en directo, y hablo sólo de oí­das, pero no deben diferir mucho de las siguientes:

1/ Gana aquel individuo o equipo (se puede jugar sólo o formando escuadra) que arrastra más muebles, sillas, mesas, mesillas, camas, cómodas, sinfoniers o cualquier artilugio procedente del ilustre arte de la carpintería, por más dependencias de la casa y a más velocidad. En caso de empate, un medidor de decibelios determinará el ganador del partido, y designará como vencedor al que más bulla o gresca haya metido.

2/ Si se levantan los objetos en volandas y se trasladan a otro punto del domicilio, el jugador o jugadores de ese equipo pierde o pierden el partido.

3/ Si los objetos se depositan con cuidado sobre el parquet o el enlosado de la casa, el jugador o jugadores de ese equipo pierde o pierden el partido.

4/ Está prohibido terminantemente el uso de alfombras o trapos que amortigüen los ruidos producidos por el arrastre de los mencionados muebles.

5/ El horario de los encuentros se determina de común acuerdo entre los contendientes. Nunca es tarde ni temprano para dar comienzo a un nuevo certamen.

5/ Es obligatorio el uso de zapatos de tacón para ellas, y del uso de chapas metálicas en las suelas y tacones del calzado de ellos.

Y para que un partido de IAM alcance el cénit del estrépito y de la emoción, se recomienda:

A/ Introducir un CD o cinta de música autóctona en la cadena, poner los altavoces en el suelo y girar el regulador del volumen hasta el máximo.

B/ Masiva afluencia de asistentes al evento, ataviados para tan insigne ocasión.

C/ Que los espectadores y los jugadores dejen caer a plomo, ocasionalmente, cualquier objeto, preferiblemente metálico, contra el terrazo o el parquet de la casa.


Y a jugar, queridos lectores, a jugar.

Lucio Decumio.