13 mayo 2008

Viva María

Casi tres meses sin escribir en mi cuaderno de bitácora. Definitivamente, los escasos lectores que visitaban esta página, habrán desistido hace tiempo de volver a encontrar nuevos comentarios. Todo empezó a mediados de Febrero, cuando tuve que desconectarme durante casi dos semanas, debido a unas inoportunas obras en el hogar. Y continuó con la gravísima depresión política que hizo presa de mí, tras la segunda victoria electoral del infausto ZP.

Los síntomas depresivos se han agudizado con el paso de las semanas, mientras he contemplado atónito como la persona íntegra, cabal y decente que pensaba, era Mariano Rajoy, se ha ido diluyendo en la inconsistencia, al indefinición y en último término, la insensatez más suicida.

Que los dirigentes socialistas y nacionalistas, analfabetos funcionales henchidos de odio y resentimiento, traten durante cuatro años de acabar con el principal partido de la oposición a base de detenciones ilegales, ataques verbales, físicos y campañas mediáticas de acoso y desprestigio perfectamente orquestadas, pase. Pero que el líder del partido agredido y ultrajado durante ese tiempo, decida que la mejor forma de evitar esos insultos y ataques, sea enseñando la puerta de salida de su formación a quienes con más fuerza, energía y convicción defendieron los principios en los que creían ellos, en los que creían más de diez millones de españoles y en los que decía creer ese líder, no tiene perdón de Dios.

Señor Rajoy. Me siento defraudado, estafado y traicionado por usted. Los más valientes guerreros de su ejército, los que más resistencia plantaron al enemigo, son los que usted ha orillado y retirado de su formación, tal vez presa de la absurda creencia de que si los rivales encuentran menos oposición en su partido, podrán dejarle más tranquilo.

Que se hayan tenido que marchar Eduardo Zaplana y Ángel Acebes, ya es malo. Que Jaime Mayor Oreja y Esperanza Aguirre, tengan que salir un día sí y otro también a los medios, a hacer saber su disconformidad con la nueva línea política que usted quiere instaurar, es una pésima noticia. Pero que María San Gil, referente moral indiscutible, templo de valores y fortín amurallado de la ética y de la lucha por la supervivencia social y política en un entorno terriblemente hostil, haya tenido que negarse a firmar la ponencia política del próximo Congreso, defendida por los colaboradores más cercanos de Mariano Rajoy, es la culminación del oprobio y de la vergüenza dentro del partido.

Señor Rajoy, podría haber dejado usted un partido fuerte y capaz de enfrentarse con la garantía y la energía de sus 154 diputados, a los delirantes planes de ingeniería política y social puestos en marcha por Zapatero y sus aliados. Podría haberse retirado como un señor, como un caballero, mientras pilotaba la nave hacia el próximo congreso de Junio y promovía en igualdad de condiciones, la presentación de diferentes candidaturas. En lugar de eso, ha decidido enrocarse, rodearse de peones, torres, caballos y alfiles que son la quintaesencia de la nulidad política, acercarse a las tesis de sus enemigos y poner en gravísimo riesgo la integridad y el futuro de la formación política a la que dice defender.

Y lo peor de todo, es la sensación de orfandad política en la que están quedando millones y millones de españoles, que confiaron en usted, en su palabra y en sus promesas y sobre todo, en su capacidad para revertir una situación que muy pronto, salvo intercesiones celestiales de última hora, alcanzará su punto de no retorno.

Y del Rey y de su intolerable toma de posición en favor de Zapatero y sus proyectos políticos, ni hablo, porque vomitaría.

Lucio Decumio.