23 junio 2005

Vuelco en las calles

Resulta curioso y hasta paradójico que el mismo Presidente del Gobierno que durante dos largos años apoyó su asalto al Poder en un sinfín de manifestaciones populares convenientemente aliñadas con los peligrosos ingredientes de la manipulación, la coacción, el insulto, la amenaza y el asedio al rival político, se haya encontrado de bruces con diversas convocatorias que, con carácter consecutivo y multitudinario, han alzado una voz serena, firme y templada contra tres de las decisiones políticas más lacerantes e hirientes que un Ejecutivo haya podido idear contra sus gobernados.

Y eso duele. La calle, lugar que tradicionalmente ha sido posesión de esa izquierda tan resueltamente carnavalesca y titiritera en las formas, como agresiva y belicosa en el fondo, ha pasado en un abrir y cerrar de ojos a manos de una mayoría silenciosa y trabajadora que durante mucho tiempo permaneció temerosa de exponer públicamente sus sentimientos y pareceres. Han bastado sin embargo tres decisiones gubernamentales arbitrarias y confrontadoras por las que se ha sentido justamente agredida y humillada, para sacudirse sus miedos y complejos y decir bien alto y bien claro desde el más exquisito de los civismos, que todo esto no le gusta y que las cosas tienen que cambiar.

Tal vez influida por la errónea creencia de que a la vista del nada ejemplar comportamiento de quienes habitualmente se manifestaban en las calles, concentraciones callejeras y violencia eran conceptos sinónimos e indisolubles, la derecha haya tardado tanto tiempo en disputar con garantías a la izquierda, el patrimonio de los espacios comunes.

Pero la espera ha valido la pena. La demostración empírica, por partida triple, de que se puede convocar a millones de personas sin que se comentan desmanes, sin que se destroce mobiliario urbano, sin que se saboteen comercios, sin que se roben jamones, sin que se llame asesinos a los miembros del Gobierno, sin que se intente linchar a los simpatizantes del partido rival, sin que se asedien sus sedes, sin que se quemen o se asalten las mismas, han sido las dos concentraciones de Madrid y la que tuvo lugar en Salamanca.

Estas manifestaciones han cambiado radicalmente las percepciones que unos y otros, teníamos de este tipo de acontecimientos y han evidenciado dos cosas; que las convocatorias multitudinarias no están reñidas con la compostura y la decencia y que la izquierda gobernante así como sus corifeos mediáticos y sociales, siguen deliberadamente regañados con la verdad, la exactitud y la sinceridad.

Lucio Decumio.

18 junio 2005

No hay enfado, hay alegría

Pancartas y lemas que se alzaron y se corearon durante la manifestación por la unidad del Archivo de Salamanca en contra del líder de ERC, José Luis Carod, parecen haber importunado enormemente a este incansable dinamitero de la convivencia.

Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Carod, que se ha destacado durante los últimos años por ser el origen de infinidad de gruesas ofensas, agravios intolerables, insultos arbitrarios e injurias infundadas contra España y contra los españoles, ha terminado por obtener los réditos que merecía, pero sobre todo, que esperaba y deseaba.

Tal y como Carod preveía, la sociedad civil se ha cansado de poner siempre la otra mejilla y ésta ha reaccionado con ese apasionamiento y ese pequeño mohín de cólera que a todos nos asalta cuando queremos quitarnos de encima a alguien que sin motivo aparente, se ha empeñado durante largo tiempo en hacernos la vida imposible, mientras nosotros sólo intentábamos evitar a toda costa un conflicto no buscado y seguir tranquilamente por nuestra senda.

Y como también era previsible, este fariseo del siglo XXI ha aprovechado el aluvión de insultos contra su persona que él mismo cuidadosamente promovió, para rasgarse pública e hipócritamente sus vestiduras y tachar al PP y a los organizadores de la manifestación, con todo el amplio repertorio de calificativos que habitualmente emplea la izquierda para descalificar a quienes no piensan como ellos.

De igual manera, tampoco ha perdido la oportunidad de identificar, como buen nacionalista, su figura personal con la de toda Cataluña, de manera que los improperios recibidos los ha derivado hacia el conjunto de la sociedad catalana, con la intención de avivar aún más el perpetuo y artificial conflicto político con el resto de España del que vive -muy bien- buena parte de la clase dirigente catalana.

En resumen, Carod se frota las manos. Envalentonado por el necesario y chantajista apoyo que de su grupo parlamentario en el Congreso precisa un Gobierno débil y desprovisto de espíritu nacional, su plan para reventar la concordia entre las distintas regiones de España marcha viento en popa. Y que nadie lo olvide; las pancartas y eslóganes del pasado sábado en Salamanca, serán sin lugar a dudas, el sedimento sobre el que se justificarán las futuras barbaridades republicanas, de las que se escribirá un nuevo capítulo -ojalá me equivoque- en la inminente manifestación que ERC convocará en apoyo del nuevo estatuto de autonomía catalán.

En esa concentración, a la que a buen seguro acudirán muchos miles de personas, me temo que no sólo se corearán lemas agresivos y se elevarán pancartas injuriosas contra los rivales políticos.

Lo dicho, no está enfadado. Se está relamiendo.

Lucio Decumio.

11 junio 2005

¿Quién ejerce la violencia política en España?

Desde que se iniciara el proceso de Transición Política en España tras la muerte de Franco, los grupos sociales, políticos y mediáticos adscritos a la izquierda, han llevado a cabo hasta nuestros días con dañino éxito, un siniestro proceso de intoxicación mediante el cual, cualquier tipo de violencia política se ha identificado sistemáticamente con calificativos y conceptos relacionados con los totalitarismos de derechas. Incluso cuando la realidad de sus execrables actos de desestabilización era tan tozuda que impedía cualquier ejercicio de equivalencia con el nazismo, el fascismo o la ultraderecha, justificaron sus aberraciones como acciones de autodefensa frente a pretendidas agresiones previas del sistema.

Pero hagamos un pequeño balance de los últimos cuarenta años y encontrémonos de frente ante la verdadera e infalsificable realidad de los hechos.

-Mediados y finales de los años 60: Nacimiento de ETA. Desde sus orígenes, la apuesta de los hijos descarriados de Sabino Arana estuvo inequívocamente dirigida hacia la lucha por la independencia del País Vasco y el establecimiento en esta españolísima región, de un régimen político revestido de pureza marxista y racismo esencialista. Lógicamente, durante los primeros años de su existencia contó con el apoyo y la aprobación de la mayoría de los grupos políticos de la izquierda española, entonces en la clandestinidad.

El ideario izquierdista de la época, falto de mitos con los que alimentar las enciclopedias de la mentira, se aprestó a considerar a unos simples terroristas, como unos luchadores idealistas que se enfrentaban en desigual combate contra el totalitarismo opresor. Uno de los grandes abanderados de aquella cercanía y connivencia, fue Gregorio Peces-Barba, quien ejerció de abogado de algún distinguido etarra durante los últimos estertores del franquismo.

Cerca de mil víctimas mortales y un número indeterminado de heridos, afectados, secuestrados y extorsionados, contemplan a estos abnegados luchadores por la libertad y la democracia.

-Años 70. Fundación del GRAPO. Con el despliegue verbal de sus siglas, Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre, queda todo dicho. Sangre, atentados, secuestros y chantajes han sido sus divisas durante decenios. Pese a su escasa presencia en los últimos tiempos, aún no han anunciado ni su disolución, ni la entrega de sus armas. Al menos 15 muertos, sólo en Cataluña, observan con infinita tristeza desde el más allá a sus verdugos.

-Primeros años 80. Creación del GAL. Franco ha muerto hace siete años cuando el PSOE llega al poder, pero ETA continúa inmersa en su dinámica asesina y de hecho, la ha redoblado. Incapaz de aplicar con la firmeza necesaria unas leyes en las que seguramente apenas si creen, González y sus ministros idean un nuevo método para extirparse a sí mismos, el enconado apéndice que cuelga del mismo árbol ideológico del que el PSOE ha estado encaramado durante tantos años. El chapucero GAL, variante moderna de los ajustes de cuentas entre las izquierdas durante la Guerra Civil, acaba con la vida de no pocos simpatizantes y militantes de abertzales, hasta que las investigaciones periodísticas apuntan al Gobierno socialista y se detiene una sinrazón que sólo logra incrementar y justificar el ensañamiento etarra.

-Mediados de los 80. Huelgas estudiantiles. Con no se sabe todavía muy bien qué pretexto por bandera, el Sindicato de Estudiantes, derivación juvenil y radicalizada del PCE, moviliza a miles de jóvenes adolescentes que se lanzan a la batalla campal contra las fuerzas del orden. Mobiliario urbano destrozado, miles de millones de pesetas en pérdidas y un sinfín de coacciones violentas en los institutos para que los paros fueran secundados por la totalidad de los alumnos. Entre las irrenunciables reivindicaciones sindicales, un salario para los estudiantes.

-1982. Surgimiento de Terra Lliure. Bifurcación violenta de Ezquerra Republicana de Cataluña que se distinguió por la comisión de numerosos atentados "de baja intensidad" que provocaron en cerca de diez años de actividad, una veintena de heridos y un fallecido, al margen de cuantiosos daños materiales.

-Finales de los 80. "Kale borroka". No contentos con el siniestro reguero de sangre que dejaban a sus espaldas, los "think tank" abertzales extienden su política de terror a las calles del País Vasco. Todos los fines de semana, durante más de dos lustros y sin solución de continuidad, las calles de las principales ciudades de Vasconia se convierten en el siniestro teatro de operaciones de una violencia callejera o "kale borroka", en el que se abren al mundo de la coacción y la intimidación, los futuros integrantes de la banda. Cerca de un billón de pesetas en pérdidas es el balance de tan peculiar modo de expresión política.

-Principios del siglo XXI. Manifestaciones contra el PP y Aznar. En el delirante imaginario izquierdista, no encaja una derecha democrática que pueda ganar limpiamente en las urnas y menos, en dos convocatorias electorales consecutivas. Las manifestaciones, las agitaciones, las manipulaciones y la visceral propaganda antigubernamental, adquieren más y más temperatura durante los dos últimos años de gobierno del Partido Popular, hasta llegar al apedreamiento y asedio de las sedes del partido rival y la derrota de éste tras una elecciones marcadas por la conmoción provocada por la masacre y la intimidación y la coacción física e ideológica contra el adversario.

Y contra este estremecedor calendario del terror, la ultraderecha como tal, ofrece el sangriento y trágico episodio de los abogados laboralistas de Atocha en 1977, eventuales y desperdigados capítulos de acción directa durante la Transición y la circunstancial venganza de Sáenz de Ynestrillas contra varios miembros de la Mesa Nacional de HB que retozaban en un restaurante de Madrid en 1989.

Así que, ¿quién practica la violencia política en España?

Lucio Decumio.

09 junio 2005

Con asesinos no se negocia

Odio llegar tarde a mis citas, aunque sólo sea por breves minutos. Mi tiempo es mío, pero el de los que esperan, es de ellos, así que procuro siempre estar en el lugar acordado a la hora convenida.

Sin embargo, no hay reproches por mi ligera tardanza, pues cada persona con la que me he citado, aún busca acomodo en un espacio acostumbrado a acoger estampas mucho más mecanizadas y menos humanas que la que ahora se presenta ante mí.

Una radiante estrella que se vence hacia Poniente y que advierte sobre las tórridas intenciones del verano que se avecina, arroja inmisericorde su inagotable energía sobre una multitud de viandantes que se han congregado en el cruce de dos calles del centro de Madrid con un único fin: caminar en la misma dirección.

La marcha es lenta, pero no triste; pausada, pero no pesada; firme, pero no iracunda; festiva, pero no vodevilesca.

En medio de un baño con olor, sabor y color a Nación, pero no a nacionalismo, el Sol y no el odio, es el encargado de enrojecer los rostros de miles de personas que claman justicia, mientras que las palabras y las consignas que discurren, destilan el ingenio de quien se sabe defensor deuna causa noble.

No hay altercados. No hay, ni puede, ni debe haberlos, aunque muchos quieran inventarlos y hasta provocarlos, pues todos, los cientos de miles de personas que nos hemos congregado, somos víctimas de aquello que más aborrecemos: la violencia y la sinrazón.

La tarde se apaga y el sofoco se mitiga. El gentío se dispersa en paz consigo mismo y con los demás, al tiempo que los ecos del clamor humano que pide decencia, hidalguía y lealtad a su Gobierno, se desvanecen con las últimas luces del día y con las primeras brisas de la noche. Sin embargo, de ese grito de millones de almas representadas por un millón, que el leve viento de Madrid se lleva hacia lugares ignotos, nos guardamos todos lospresentes y todos los que desearon pero no pudieron acudir, una copia inviolable en nuestra memoria.

No en mi nombre.

04 junio 2005

Democracia socialista

Ya se han producido las primeras reacciones políticas de importancia tras la victoria del "no" en los referéndums sobre el Tratado Constitucional Europeo celebrados esta semana en Francia y en Holanda.

El primero en salir a escena, lógicamente, fue el Presidente Francés, Jacques Chirac, quien señaló en su comparecencia ante las cámaras de televisión que tomaba nota de la decisión soberana de su pueblo y que en virtud de ello, actuaría en consecuencia. Habrá que verlo.

Otros líderes europeos como Joschka Fischer, Ministro de Exteriores alemán, Durao Barroso, Presidente de la Comisión Europea, Josep Borrell, Presidente del Parlamento Europeo e incluso el mismo Rodríguez Zapatero, han afirmado, en conversaciones privadas o en declaraciones públicas, que Europa terminará sorteando el obstáculo del "no" francés y holandés y que saldrá adelante como lo ha hecho en otras ocasiones.

Si nos detenemos en las afirmaciones de todos estos dirigentes, habremos de convenir en que mal que les haya pesado y al margen de la indeterminación de sus palabras, han demostrado, al menos públicamente, una imagen de respeto y decoro hacia la decisión soberana de ambos pueblos.

Otra cosa es la procesión que les vaya por dentro, pero como decía, han tenido la decencia de ofrecer de cara a la ciudadanía, una estampa de intachable corrección. Compostura que por otra parte, no se ha molestado lo más mínimo en mantener uno de los individuos más siniestros y atravesados que pululan por el espacio político nacional. Me estoy refiriendo a José Blanco, Secretario de Organización del PSOE. Este sujeto, autor de algunas de las declaraciones políticas más torpes, miserables y mezquinas que hemos podido escuchar en España en los últimos tiempos, se ha descolgado con la sugerencia de que el referéndum francés podría repetirse cuando la situación en en país vecino "esté más serena".

Vaya con el pájaro. Hasta donde yo sé, Francia no se ha visto sacudida recientemente por graves estados de crisis que inviten a pensar que la citada excepcionalidad, ha influido de modo determinante en el resultado final de la consulta.

Convulsión social y política que en buena parte promovida por el PSOE para beneficio propio, sí que azotó a España entre el 11 y el 14 de Marzo de 2004. Cuando aquel nefasto domingo, las urnas sí que le fueron propicias al partido del señor Blanco, éste no manifestó en ningún momento la necesidad de repetir la convocatoria. Habían obtenido los resultados deseados y aunque éstos se hubieran cocido en una olla a presión de sentimientos y pasiones encendidas contra el adversario político, para Blanco y sus acólitos, no hubo motivo alguno que pusiera en duda la legitimidad del escrutinio final.

Queda claro pues. A los socialistas, especialmente a los españoles, la democracia, los plebiscitos y las elecciones parece que sólo les sirven cuando de ellos obtienen un resultado provechoso. Cuando no es así, la mentira, la intoxicación, la manipulación y el desprecio por la soberanía popular libremente expresada, son sus respuestas.

Lucio Decumio.