18 junio 2005

No hay enfado, hay alegría

Pancartas y lemas que se alzaron y se corearon durante la manifestación por la unidad del Archivo de Salamanca en contra del líder de ERC, José Luis Carod, parecen haber importunado enormemente a este incansable dinamitero de la convivencia.

Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Carod, que se ha destacado durante los últimos años por ser el origen de infinidad de gruesas ofensas, agravios intolerables, insultos arbitrarios e injurias infundadas contra España y contra los españoles, ha terminado por obtener los réditos que merecía, pero sobre todo, que esperaba y deseaba.

Tal y como Carod preveía, la sociedad civil se ha cansado de poner siempre la otra mejilla y ésta ha reaccionado con ese apasionamiento y ese pequeño mohín de cólera que a todos nos asalta cuando queremos quitarnos de encima a alguien que sin motivo aparente, se ha empeñado durante largo tiempo en hacernos la vida imposible, mientras nosotros sólo intentábamos evitar a toda costa un conflicto no buscado y seguir tranquilamente por nuestra senda.

Y como también era previsible, este fariseo del siglo XXI ha aprovechado el aluvión de insultos contra su persona que él mismo cuidadosamente promovió, para rasgarse pública e hipócritamente sus vestiduras y tachar al PP y a los organizadores de la manifestación, con todo el amplio repertorio de calificativos que habitualmente emplea la izquierda para descalificar a quienes no piensan como ellos.

De igual manera, tampoco ha perdido la oportunidad de identificar, como buen nacionalista, su figura personal con la de toda Cataluña, de manera que los improperios recibidos los ha derivado hacia el conjunto de la sociedad catalana, con la intención de avivar aún más el perpetuo y artificial conflicto político con el resto de España del que vive -muy bien- buena parte de la clase dirigente catalana.

En resumen, Carod se frota las manos. Envalentonado por el necesario y chantajista apoyo que de su grupo parlamentario en el Congreso precisa un Gobierno débil y desprovisto de espíritu nacional, su plan para reventar la concordia entre las distintas regiones de España marcha viento en popa. Y que nadie lo olvide; las pancartas y eslóganes del pasado sábado en Salamanca, serán sin lugar a dudas, el sedimento sobre el que se justificarán las futuras barbaridades republicanas, de las que se escribirá un nuevo capítulo -ojalá me equivoque- en la inminente manifestación que ERC convocará en apoyo del nuevo estatuto de autonomía catalán.

En esa concentración, a la que a buen seguro acudirán muchos miles de personas, me temo que no sólo se corearán lemas agresivos y se elevarán pancartas injuriosas contra los rivales políticos.

Lo dicho, no está enfadado. Se está relamiendo.

Lucio Decumio.

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