27 julio 2005

Cuidado Manjón

Vive encaramada por voluntad propia en las almenas de la cólera y de la ira. Imagen y portavoz de una minoría de las víctimas de la masacre, Pilar Manjón decidió hace tiempo y con la complacencia y el apoyo del Gobierno y sus Altos Comisionados, someter a la sociedad española y especialmente a quienes considera que se encuentran en sus antípodas ideológicas, a un constante chantaje sentimental mediante el cual se permite utilizar el dolor que le aflige, como parapeto desde el que arrojar sus flechas impregnadas de sectarismo político.

Instalada en esa absurda espiral de odio y encono a través de la que culpabiliza de la muerte de su hijo a rivales políticos y mediáticos, al tiempo que por omisión exculpa de la misma a quienes realmente perpetraron la carnicería, Manjón acaba de superarse a sí misma durante su intervención en los cursos de verano de la Universidad Autónoma.

Parecía difícil que excediera el listón que ha ido elevando durante los últimos meses, regalándonos sin solución de continuidad un sinfín de perlas elaboradas con el nácar de un ilimitado revanchismo personal. Aljófares como sus gratuitas imputaciones de asesino a destacados dirigentes políticos, su laxitud ante el carpetazo a alguna comisión de investigación, sus intentos de división de las víctimas o sus más que discutibles puntos de vista sobre quién puede considerarse o no víctima del terrorismo, han jalonado su reciente recorrido público. Pero como decía, se ha superado.

Que vetara a la COPE durante su intervención en los citados cursos era algo que cabía imaginar que sucediera tarde o temprano, a la vista del temple y el perfil democrático que suelen ofrecer aquellos que pomposamente se autodenominan como luchadores por la libertad y la democracia. Pura destilación de ADN comunista, en definitiva.

Pero hace falta ser miserable, demagogo y mezquino o por el contrario sufrir muy serios trastornos acerca de la percepción de la realidad circundante, como para acusar de descontrol y descoordinación a los servicios sanitarios que durante aquella terrible jornada, hubieron de hacer frente a una situación de excepcionalidad clínica sin precedentes en la historia de España.

Comprendo y comparto el dolor por la pérdida de un ser querido, más si hablamos de un hijo. Pero creo que eso no da derecho a estar permanentemente buscando culpables allá donde no los hay y responsabilizando de no se sabe muy bien qué faltas a quienes sólo trataron de hacer su trabajo lo mejor posible en las condiciones más dantescas que quepa imaginar.

Independientemente de la asociación o partido político al que representen, los portavoces de la izquierda son incapaces de escapar a la ruin instigación manipuladora contra los poderes públicos que no son de su cuerda ideológica. Pueden estar seguros los lectores de lo siguiente; si el 11 de Marzo de 2004 el Ayuntamiento de Madrid hubiera estado encabezado por Trinidad Jiménez en alianza con IU, Manjón no sólo no habría criticado la actuación de los servicios de emergencia y asistencia, sino que no se habría cansado de alabar su entrega y encomio, aunque aquéllos hubieran permanecido de brazos cruzados durante la hecatombe.

Pero hay un pequeño inconveniente en el hecho de pasarse la vida tratando de ajustar cuentas y de desquitarse con los adversarios políticos, sólo por eso, por ser contrincantes en los asuntos públicos; que los fantasmas y los pecados del pasado, en forma de manipulación de atentados, petroleros o aviones accidentados suelen volver hasta el presente para recordar a quienes utilizaron de modo partidista aquellos acontecimientos, que cualquier gobierno, independientemente de su color, ha de afrontar durante su mandato su cuota de desastres y catástrofes.

Hoy ha sido el incendio forestal de Guadalajara, ecológicamente más lesivo que el hundimiento de un petrolero y con un coste humano de casi insoportable asunción. Ayer fue el desplome del Carmelo, del que gracias a la liviana estima de la izquierda por la libertad de expresión, no sabemos absolutamente nada desde hace meses. Y mañana puede ser un vuelco informativo acerca de los luctuosos hechos del 11 de Marzo que acabe por derrumbar las cada vez más carcomidas vigas sobre las que se sostiene la versión oficial.

Así que, cuidado Manjón.

Lucio Decumio

21 julio 2005

Algunos cambios


Bien, pues ya lo estáis viendo. Tras dos años de presencia cibernética, en los que he publicado cerca de doscientos comentarios bajo una apariencia realmente cutre y trasnochada, me he decidido a aplicar una serie de modificaciones en mi vetusto blog.

Como resulta obvio para cualqueir observador, los cambios tampoco han sido nada del otro mundo, pues son las nuevas herramientas y opciones que ha ido añadiendo Blogger en fechas recientes, las que me han permitido dar un poco de llana a las viejas paredes de la página.

Sólo espero que a los habituales de este pequeño espacio os guste la nueva configuración. A mí particularmente, me satisface un poco más que la anterior.

Lucio Decumio.

20 julio 2005

En guerra

Los mares de injusticia global han vuelto a encresparse durante los últimos días para revolverse con desmedida furia contra las impías costas de las democracias capitalistas que, como todos sospechamos, son el origen de tan tempestuosas manifestaciones. Empezando por el tornado islamista que devastó Londres, en la forma tan parecido al que arrasó Madrid, pero en el fondo tan diferente, sobre todo en cuanto a las reacciones políticas que subsiguieron al drama británico, hemos contemplado cuatro o cinco días enormemente agitados; fuerte oleaje en el Cantábrico en forma de atentados etarras en el País Vasco, marejada a fuerte marejada en el Mediterráneo Occidental bajo la silueta de agresiones anarquistas en Barcelona y ciclones desbocados en el extremo oriental del Mare Nostrum que se han llevado por delante la vida de dos personas y han herido a decenas de ellas en Israel. De Iraq ni hablo, pues desde hace meses se encuentra situado en el ojo del huracán y parece no llegar el día en que salga de tan peligrosa espiral.

Al respecto de esta escalada global del chantaje terrorista, cuya cabeza más visible y sanguinaria es el radicalismo islámico, alguien de cierta relevancia política y social cuyo nombre no recuerdo, ha manifestado recientemente que las sociedades occidentales tendrán que acostumbrarse a convivir con este azote durante largo tiempo. Centrándome exclusivamente en el terrorismo de turbante y chilaba, diré que será difícil, muy difícil tratar de llevar una vida normal, serena y próspera cuando desde las peores y más rancias teocracias del planeta, no se va a dejar de invitar con denuedo a sus súbditos para que prosigan y redoblen esa odiosa rebelión contra Occidente, que se escuda fundamentalmente en la falacia de que las paupérrimas condiciones de vida que padecen casi todos los países de mayoritaria confesión mahometana, tienen su raíz en la presión que la avaricia capitalista ejerce sobre ellos.

Pero es cierto. Habrá que coexistir con esa permanente amenaza hasta que se haya eliminado el verdadero semillero a partir del que crece como la hidra, el terrorismo islámico. La falta de libertad, la conculcación de los más elementales derechos humanos y sobre todo, esa asfixiante tenaza político-religiosa que rige los destinos de la casi totalidad del mundo árabe y que se encarga de mantener en la miseria moral, intelectual y material a millones de seres humanos a los que resulta más fácil seducir para que se autoinmolen en Bagdad, Londres, Madrid, Nueva York o la próxima, que abrirles paso a la democracia y a la libertad en sus propias naciones.

Sin embargo, aun siendo muy complicado que nos podamos habituar a tanta perfidia ciega y criminal, más difícil resultará convivir con aquellos que se empeñan en darle la razón a tiranos, déspotas y autócratas y que buscan el origen a tan horrendos crímenes dentro de las mismas sociedades que les concedieron la oportunidad de crecer en paz y libertad. Más daño hacen estos últimos con su entreguismo, su claudicación y esas llamadas a la autoinculpación y a la postración ante aquellos que nos quieren matar por lo que somos y por lo que significamos, que no las propias acciones terroristas que se llevan por delante a una, diez o cien personas inocentes.

Si de verdad la causa de tanta sordidez criminal se encontrara en la explotación capitalista de los países más pobres del globo, ¿porqué no hemos conocido manifestaciones terroristas indiscriminadas provenientes de docenas de países sudamericanos, asiáticos o subsaharianos que viven en peores condiciones que los islámicos?

Que nadie se llame a engaño. Si no hubiera habido una Palestina en conflicto con Israel o una intervención en Iraq encabezada por los Estados Unidos, ya habrían encontrado los asesinos y sus caudillos, así como los mezquinos y los débiles de espíritu, otras excusas tras las que parapetar y disculpar los trenes, los autobuses y los rascacielos volando por los aires.

Por desgracia, estamos ante un enfrentamiento de civilizaciones, de dos cosmovisiones del mundo. Una, que defiende la libertad del individuo y su crecimiento personal y material en una atmósfera de respeto a sus derechos intrínsecos como ser humano y otra que niega violentamente todo lo anterior, tanto en sus lugares de origen como allá donde se desplaza o tiene presencia.

Y para desgracia de España, tenemos un Presidente empeñado en abrazarse con la segunda sin que ésta tenga intención de renunciar o eliminar de su matriz tan abominables principios.

Lucio Decumio.

13 julio 2005

Interrogantes desde Londres

España, a través de la no designación de Madrid como sede de los Juegos Olímpicos de 2012, acaba de abonar la penúltima de una serie de facturas que el mundo anglosajón en general y los Estados Unidos en particular, vienen obligando a pagar a nuestra Nación por las innumerables afrentas y los gratuitos agravios que la izquierda española y el Gobierno socialista en laica comunión, han perpetrado con incontenible soberbia durante los dos últimos años contra el gigante americano.

Las actitudes chulescas, las bravuconadas vociferantes, los insultos, los desplantes titiriteros, los llamamientos a la deserción, el alineamiento con los representantes de las dictaduras más sanguinarias y chabacanas, así como el desafío y el encaramiento constante contra una nación amiga y aliada que a su vez es la primera potencia mundial, están cosechando el rosario de agrios frutos que cabía esperar. El último de ellos es, de momento, ese amargo trasvase de sufragios desde la candidatura neoyorquina a la londinense y que a lo largo de su cauce, no se dejó ni una sola gota en forma de votos añadidos al estanque madrileño.

Con ser ello serio, considero más grave el hecho de que sólo dos dirigentes del PP –mujeres para más señas- hayan relacionado la derrota de la candidatura de Madrid con la política exterior engreídamente tercermundista y manifiestamente hostil hacia los Estados Unidos del Gobierno de Zapatero. Sólo Esperanza Aguirre y Ana Botella -y Rajoy pasados unos días- han tenido la valentía de llamar leche al líquido blanco que han visto acumulado en una frasca de vidrio, mientras que los demás han mirado hacia otro lado o han permanecido callados, seguramente invadidos por el miedo a que semejante declaración les sea devuelta por los frontones mediáticos afines al gobierno, envuelta en las tradicionales acusaciones de fascismo o ultra-conservadurismo y acompañada por el habitual linchamiento informativo que sufren los disidentes. Tan reverencial es ese temor que algunos como Gallardón, han sido capaces incluso de acumular para sí, en un ejercicio de sadomasoquismo político sin precedentes, toda la responsabilidad del fracaso de Madrid 2012 en Singapur.

Y ahora, enlazo con los salvajes atentados que reventaron la vida y la paz de la capital del Reino Unido. Yo me pregunto, a la vista del proceso de elección de la sede para los Juegos de 2012 y de las reacciones políticas que ha suscitado en España, si alguien dentro de la Derecha nacional tendrá el suficiente arrojo como para siquiera sugerir que los terroristas que sembraron ayer el pánico y el horror en Londres, actuaron del mismo modo que lo hicieron en Madrid hace 15 meses, animados y esperanzados en buena medida por los fecundos resultados obtenidos a partir de sus criminales actos de Marzo de 2004.

A estas alturas, también me cuestiono si hay alguien que pueda no pensar que tanta claudicación, cobardía y ausencia de principios y valores en la lucha contra el terrorismo islámico y etarra, no han sido un factor determinante que haya redoblado la voluntad asesina de quienes ayer segaron la vida de decenas de londinenses.

Y en última instancia y llegados hasta aquí, ¿quién puede no esperar nuevas represalias políticas o económicas de Londres o Washington contra España y su gobierno -a quien justamente podrían considerar en parte responsable por omisión de la masacre- dada la irritante pusilanimidad de Zapatero ante el terror y sus no menos enojosas convocatorias al apaciguamiento, la rendición, la aproximación, la comprensión y la negociación capitulante ante los sicarios de cualquier signo?

07 julio 2005

Suma y sigue

Decía hace unos días que dado el actual estado del ruedo político ibérico, sólo hacía falta aguardar unas horas para comprobar cómo las patrañas y los atropellos perpetrados por socialistas y nacionalistas, se veían ampliamente superados a las pocas horas por nuevos descomedimientos y redoblados embustes.

Y a fe que esta última semana me ha dado ampliamente la razón, pues ha sido pródiga en situaciones de esperpento totalitario y enconado revanchismo justiciero. Tanta inquina contra el rival político sólo puede tener su origen en un enfermizo intento de ocultar los propios excesos antidemocráticos que antes, ahora y siempre, han jalonado, jalonan y jalonarán buena parte de la trayectoria vital del socialismo y del nacionalismo patrio.

Y ya no importa ni siquiera el lugar. Si el intento de laminación, de agresión o de amordazamiento ha de producirse en el Parlamento, sede que debería ser inviolable de la soberanía nacional, que se produzca, que ya inventaremos alguna excusa que nuestros altavoces mediáticos puedan encargarse de repetir ante la opinión pública hasta que se inviertan los papeles y se criminalice al adversario que sufrió la tropelía y nosotros salgamos plenamente absueltos de cualquier culpa e incluso y si es posible, con la vitola de víctima.

Y así, una y otra vez. Que quiero subirme a la tribuna del Congreso para pronunciar un discurso vacuo y autocomplaciente sobre una ley absurda que se me ha metido en las narices aprobar, al tiempo que no dejo intervenir al líder de la Oposición para replicarme, pues lo hago y no pasa nada.

Que se me ha ocurrido invitar al Parlamento, saltándome las más elementales normas del Reglamento del Congreso, a algunos familiares de los fallecidos en el accidente del Yak-42 para echárselos al cuello del Ministro de Defensa que ocupaba el cargo cuando se produjo el suceso y al que acabo de reprobar políticamente por su actuación, en un acto de desquite sin parangón en la historia de nuestra democracia, pues lo hago, que tampoco va a pasar nada.

Que a un antiguo militante de Terra Lliure y simpatizante de ERC se le pasa por la cabeza hablar de exterminio de los disidentes en Cataluña en un pasquín nacionalista local que quiere llevar el nombre de periódico, pues que lo haga, que no sólo no se le afeará su actitud y no se le llevará ante los tribunales, sino que se le aplaudirá fervientemente la ocurrencia entre las cada vez más leves protestas de quienes disienten de la asfixia nacionalista que padecen.

Que me apetece cerrar una comisión de investigación -que tuve que abrir a regañadientes- para que no se sepa toda la verdad acerca de la mayor masacre terrorista padecida por España en toda su Historia y sobre la que me apoyé para alcanzar el Poder, pues la cierro y aquí paz y después gloria.

El problema de base es que más allá de la mera denuncia que pueda hacer de estos agravios despóticos que padece por parte de la Izquierda, de los nacionalismos y de todos sus amigos circunstanciales, la Derecha está atada de pies y manos. Si ya se acusa a este sector social de fascista o ultraconservador cuando utiliza los cauces democráticamente exigidos para protestar contra las arbitrariedades que sufre o simplemente cuando va paseando con sus hijos por la calle, no quiero ni imaginarme los calificativos y los actos de violencia física y verbal de que podría ser objeto si, por ejemplo, Esperanza Aguirre no dejara hablar a Simancas en un pleno regional, si los familiares de las víctimas de ETA hubieran sido invitados al Congreso por Zaplana y Acebes para protestar contra la iniciativa socialista que abogaba por negociar con los asesinos, si algún columnista simpatizante del PP hubiera sugerido en algún medio afín que la solución para librarse de quien piensa diferente pasa por la persecución y el aniquilamiento o si durante la crisis del Prestige, el Gobierno de Fraga o incluso el de la Nación, hubieran decretado un apagón informativo como el perpetrado por Maragall en relación al Carmelo.

Sin embargo y aunque no hay demasiados elementos objetivos que me inviten a pensar así, sigo sin perder la esperanza de ver algún día el fin de esta pesadilla dadaísta, pues en algún momento, las gentes de bien que dormitan bajo el influjo de la machacona propaganda progresista, habrán de despertar del letargo manipulador en el que se encuentran sumidos. Y para alcanzar esa meta, el único camino que se me aparece es la denuncia constante y serena de tanto desmán y tanto despique. Eso y el respeto escrupuloso a las reglas del juego, aunque el contrario no quiera acatarlas. De este modo, mediante el pequeño goteo de la evidencia, se habrá de hacer patente día a día, semana a semana y mes a mes, quién está interesado en convivir, prosperar y cimentar y quién en enfrentar, medrar y demoler. Al menos eso espero.

Lucio Decumio.

01 julio 2005

El oprobio judicial

Lo peor de la España que nos ha tocado en suerte vivir desde los atentados terroristas del 11 de Marzo, no son las situaciones esperpénticas que a diario se nos muestran, tengan éstas su origen en el Gobierno, en su Altos Comisionados, en sus socios parlamentarios o en sus apéndices mediáticos o jurídicos. No, con ser ello malo, es aún peor esa desasosegante convicción de que nos provee la experiencia y que nos asegura que al día siguiente, la tramoya de la víspera se verá superada por un enredo, una chapuza o una farsa de un calibre todavía mayor.

Tristemente, el penúltimo episodio de esta tragicomedia del fingimiento en la que nos han instalado ZP y sus legados del embuste, ha tenido lugar en el marco de una de las cuestiones de mayor calado de nuestra política interior y que asimismo, mayor grado de sensibilidad y preocupación despierta entre los ciudadanos. Me refiero a la lucha antiterrorista y a las sucesivas sentencias y autos judiciales que en las últimas jornadas, han ido allanando el camino hacia la libertad de alguno de los criminales más sanguinarios y de no pocos de sus más rendidos imitadores callejeros.

No enumeraré los hechos, pues bien conocidas son de todos las decisiones de tres jueces que, haciendo gala de una indolencia rayana en la irresponsabilidad, han dejado en libertad a más de una veintena de jóvenes alimañas etarras para que puedan seguir ganando en las calles la violenta experiencia que les hará dar el salto al primer equipo del crimen. Adicionalmente y para que al combinado del terror no le falte de nada, su más destacado y desalmado caudillo podrá ponerse al mando de los jóvenes cadetes a partir del mes de agosto, gracias también al particular modo que de interpretar las leyes, tiene uno de los tres jueces previamente mencionados.

Sólo la idea de que De Juana Chaos reorganice un comando terrorista con alguno de los muchachotes de Jarrai que han sido puestos en libertad, para que posteriormente estos depredadores cometan alguno de esos asesinatos por los que después brindará alegremente el jefe de la manada, me pone la carne de gallina. Y debería ponérsela también a Pedraz, Guevara y Ollero, los tres magistrados que han redactado los ignominiosos autos. Sin embargo, tengo la sensación de que aunque este turbador y sangriento escenario tuviera finalmente lugar, ni a estos tres tenores de la burla a la justicia ni a sus mecenas políticos, que los hay, se les removerían siquiera un ápice sus conciencias glaciares y claudicantes. Tiempo habría, llegado el caso, de volver a mentir, de volver a manipular y de volver a tergiversar la realidad, terminando por derivar las responsabilidades de tanta insensatez al primero que pasara por allí y tuviera aspecto de votante, simpatizante o dirigente del PP.

Pero como decía, tras estas escandalosas decisiones, sólo hemos tenido que esperar unas horas para asistir a un nuevo capítulo de desvergüenza gubernamental. Ver al Presidente del Gobierno de España flanqueado por su Alto Comisionado para la Destrucción de las Víctimas del Terrorismo y por ese remedo de sheriff de Nottingham que es el Ministro del Interior, José Antonio Alonso, disimulando los tres ante la AVT y riéndose de las víctimas, al tiempo que sus embajadores proconsulares para la postración ante ETA, se reunían alegremente en el sur de Francia con destacados miembros del inframundo batasuno para llegar a sabe Dios qué acuerdos con ellos, causa grima, rabia y tristeza. Mucha tristeza, de verdad.

La situación se hace cada vez más intolerable y lo que olía a podrido, ya apesta. Sabemos a quién se le hacen efectivos tantas y tan pestilentes facturas, pero desconocemos en virtud de qué se abonan tan infames letras. Eso sí, que se haya dado portazo definitivo -con la exclusiva oposición del PP- a la Comisión Parlamentaria de Investigación sobre los atentados del 11 de Marzo, dejando en evidencia una vez más las intenciones opacas y obstruccionistas del Gobierno y de sus circunstanciales y taimados aliados, podría darnos algunas pistas acerca de los motivos.

Lucio Decumio.