30 mayo 2005

ETA se sienta a negociar

Como sabe hacerlo y donde mejor sabe hacerlo. Con coches bomba y en Madrid. Ése ha sido el penúltimo movimiento táctico de la banda terrorista de cara a la negociación que le ha puesto en bandeja la gravísima deuda que tiene contraída Zapatero con sus socios parlamentarios y la no menos severa falta de escrúpulos y de decencia política de nuestro Presidente.

Podrían haber cometido una masacre. Y bien que les hubiera gustado hacerlo. Los terroristas, de uno u otra condición o procedencia, saben a ciencia cierta que en España, en la actual España gobernada por una izquierda deficitaria de principios democráticos y sobrada de cobardía moral, cuantos más muertos se pongan sobre la mesa, cuanto más terror se esgrima, cuanto más elevado sea el tono de la amenaza a las instituciones y al Estado de Derecho, más réditos obtendrán.

Y como es costumbre cuando se claudica ante los matones y se les abona el precio del chantaje a que nos someten, aquéllos no sólo no aplacan su ánimo chulesco y se retiran a su guarida a disfrutar del botín, sino que comprobada la debilidad de su oponente, agudizan la presión e incrementan el grado de su amenaza, pues estiman que el provecho que se puede lograr de quien no les hace frente, ha de ser aún mayor.

Tristemente, no hay indicios de que el Gobierno vaya a cambiar el sentido de su suicida y ventajista política antiterrorista. Piensan que las buenas palabras y la falta de contundencia obrarán en la Bestia el milagro de ver saciada su sed de sangre y que así, abandonará su trayectoria criminal. Ése es el tanto que se quiere apuntar ZP a cualquier precio. Presentarse ante la opinión pública como el Presidente que desde el diálogo y la buena disposición, acabó con la mayor pesadilla que ha azotado a España en los últimos cuarenta años. Y para lograrlo, no tienen empacho, ni él ni los suyos, en quitar y agraviar a las víctimas y a quienes potencialmente podemos llegar a serlo y en lisonjear y cortejar a los ajusticiadores. El mundo al revés, la vida al revés, la razón al revés y el honor, la honra, el decoro y el respeto a los derechos humanos y a las víctimas de los asesinos, arrojados sin miramientos a las cloacas.

La izquierda se ha caracterizado siempre por su falta de escrúpulos a la hora de lograr sus fines. Es por ello que no nos debe extrañar que la firmeza y la serenidad de antaño hayan transmutado en pusilánime, pero calculada rendición. Y ahora, ya instalados en este pestilente escenario de traición al Estado de Derecho, el Gobierno ha puesto en marcha la formidable maquinaria propagandística a su servicio, que perfectamente entrenada y engrasada transmite sin descanso a la opinión pública la catarata de mentiras y fraudes que sean precisos para ocultar tanto entreguismo disfrazado de buena voluntad. Todo ello, con el fin de lograr el doble objetivo de ocultar el oprobio de la deslealtad y condimentarla de tal modo que pueda presentarse como suculento cebo en el que piquen los votantes en 2008.

Contra todo ello, es preciso mantener la senda y sostener el rumbo adecuado. No se puede vacilar, no se puede capitular, no se puede ofrecer una imagen de debilidad o de entrega, aun cuando el Gobierno esté dispuesto a dejar escapar al ladrón con su rapiña. La sociedad debe movilizarse, debe galvanizarse y debe mostrarse serena, firme y apasionada en la defensa de su libertad y de su modo de vida.

Lucio Decumio.

24 mayo 2005

Los Lunnis y las mezquitas en las prisiones

En la España que nos ha tocado vivir de un tiempo a esta parte, las propuestas políticas, sociales, económicas o de cualquier otra índole, por más estrafalarias y disparatadas que parezcan, adquieren inmediatamente su espacio para la reflexión y el análisis en cualquier foro capitaneado o influido por los apóstoles de la progresía, cuando no la financiación y la justificación por parte de las autoridades pertinentes.

Es lo que ha sucedido recientemente con uno de los espacios protagonizados por esos muñecos de trapo que tan simpáticos y subyugantes se les aparecen a los niños, cuales son "Los Lunnis". Hace unos días, Lucho y Lupita, dos de los protagonistas más destacados del programa, presentaron una nueva edición de lo que parece ser una suerte de telediario infantil que dirigido a los más pequeños, intenta informarles en su lenguaje sencillo y sin complejidades, de algunos asuntos de actualidad.

Pues bien, una de las "informaciones" que recogió el "Telelunnis" de hace unas jornadas, fue una especie de reportaje que bajo el título "Bodas diferentes", trataba de poner al corriente a los niños de una realidad aún inexistente como son las bodas homosexuales y presentársela como algo común y habitual que habrán de encontrarse por el camino de sus vidas en numerosas ocasiones.

El reportaje incluía una boda entre un senegalés y una española, el enlace entre un hombre y una mujer a través de un ancestral rito catalán y en última instancia, la unión de dos hombres en las oficinas de un ayuntamiento.

Pasen las dos primeras como muestras de sendas realidades exóticas. Pero en cuanto a la tercera de ellas, es preciso hacer constar la grave falta de escrúpulos de los dirigentes de nuestro gobierno y de la televisión que todos pagamos, que han llegado al extremo de utilizar un programa infantil, cuyo visionado corresponde a niños entre 3 y 7 años, como vehículo propagandístico y proselitista de las más que discutibles políticas sociales aprobadas por el Ejecutivo, especialmente la que se refiere a la futura ley del matrimonio homosexual.

Para decirlo más gráficamente. Del modo más grosero, zafio e intoxicador que se les ha ocurrido, han intentado matasellar las hojas en blanco que son las mentes de los niños de esas edades, con la tinta de su sectarismo y de su cosmovisión politizada y tendenciosa.

Hace falta ser muy ruin y muy indigno como para valerse de un programa infantil y de la inocencia de sus espectadores para tratar de adoctrinarles políticamente, con la intención de que algo tan folclórico y residual como serán las bodas entre personas del mismo sexo lo interpreten como episodios de una realidad común y cotidiana.

Visto lo visto, poco puede faltar ya para que "Los Lunnis" se enfunden el uniforme de milicianos anarquistas y comunistas del 36 y apostados tras una barricada, enarbolen banderas republicanas, entonen el "No pasarán" y saquen a pasear por las lomas de Paracuellos a la "Rana Gustavo", a "Triki", a "Coco", a "Epi y Blas", al "Conde Draco", y a todos aquellos guiñoles fascistas que cometieron la gravísima falta de enseñarnos a sumar manzanas con manzanas, a contar hasta diez o a respetar la autoridad paterna y académica.

Ya termino con "Los Lunnis". Reconozco que puedo haber exagerado, pero en la España gobernada por ZP, siempre hay que ponerse en lo malo para no ser sorprendido cuando llega lo peor. De momento, es de esperar que los niños no tengan que asistir a un enfrentamiento fratricida entre las marionetas buenas y las malas y hayan de conformarse con contemplar en próximas entregas del programa, a Lucho, Lupita y Lulila viajando a Jerusalén y haciéndose unas inofensivas fotos a la puerta del Santo Sepulcro, corona de espinas en ristre, tras una prolongada juerga etílica.

Cambio de tercio e iré directamente al grano. El Gobierno tiene previsto construir mezquitas en las cárceles españolas, siempre que al menos diez reclusos de confesión mahometana, así lo soliciten. Desconozco si en todas las prisiones nacionales hay o no capillas o iglesias en las que poder oficiar los ritos cristianos, pero se me antoja harto improbable. Todo sería investigar, pero es fácil imaginar el coste que para Instituciones Penitenciarias podría derivarse de la edificación de todos los templos que le exigieran los reclusos de las distintas religiones que se agrupan en nuestras cárceles.

Así, si diez moros exigen y obtienen la construcción de una mezquita en un presidio, diez judíos podrían exigir del mismo modo el levantamiento de una sinagoga y diez budistas la edificación de un templo de su propia confesión. De esta forma, casi todas las cárceles tendrían sus módulos, sus patios, sus torres de vigilancia, sus verjas y alambradas y en última instancia, una zona temática dedicada al culto de los cientos de confesiones que practiquen sus reclusos. Interesante, desde luego. Único en el mundo, también. Y caro, muy caro.

Ya puestos, ¿quien podría negarles a diez presos sevillanos en Alcalá Meco la posibilidad de reclamar que el Erario Público corriera a cargo de una Semana Santa con sus pasos y sus saeteros o una Feria de Abril con sus casetas, sus trajes de gitana y sus finos en los patios de la penitenciaría? Del mismo modo, diez "hackers" podrían requerir que se les facilitaran unos cuantos ordenadores para no perder práctica en sus habilidades informáticas, diez andinos podrían exigir que Hacienda financiara el consumo de hoja de coca en las cárceles o diez presos comunes estarían en su pleno derecho de pedir que se les instalara una Play Station por celda para mejorar su ocio y esparcimiento.

Ah y una última consideración, algo demagógica, pero a la que creo que no le falta tino. Si nuestros dirigentes políticos afirman que el Islam no es sinónimo de delincuencia; si los gobernantes arábigos que nos visitan o a los que rinde pleitesía ZP insisten en las bondades de su religión y en que de ésta no beben los terroristas que nos han golpeado o nos quieren seguir golpeando y si los presidentes y delegados de asociaciones musulmanas en España pregonan a los cuatro vientos la magnanimidad del credo promovido por Mahoma ¿qué necesidad tienen los delincuentes musulmanes encarcelados en nuestras prisiones de recurrir a una religión y a unos ritos en los que no deben creer, pues de otro modo no estarían encerrados?

Lucio Decumio.

18 mayo 2005

Al borde del abismo

Ayer, en el Parlamento de la Nación, sede de la que debería ser indisoluble e indiscutible soberanía nacional, se escenificó una de las mayores bajezas de que se tiene constancia en la historia de la democracia española. Casi debería llegar más lejos y afirmar que la representación de ayer supone "il capolavoro" -obra maestra- de la inmundicia y de la deshonestidad política, pero como aún me considero joven, dejaré para los analistas más expertos y más veteranos, la definitiva apreciación.

También habría que dejar para los cabalistas y para los expertos en numerología el curioso resultado que arrojó la votación parlamentaria por la que se aprobaba una moción del PSOE que instaba al Gobierno a negociar con ETA en el caso de que la banda dejara las armas, pero no me resisto a hacer mención a los guarismos. El único partido que se opuso, como ya estaba anunciado, fue el PP, que en las jornadas previas se había desgañitado pidiendo al Gobierno un poco de coherencia, de sentido común y sobre todo, de justicia y de respeto hacia la memoria de las víctimas y hacia sus familiares. 147 papeletas en contra, que en definitiva, fueron los votos de la honra y de la resistencia contra la penúltima claudicación del gobierno de Zapatero ante los enemigos de España.

Y 192 votos a favor. Exactamente el mismo número de personas que fallecieron en el atentado del 11 de Marzo de 2004 y que para su desgracia por haber muerto y para la nuestra, por haberlo contemplado, se convirtieron en el trampolín sobre el que el PSOE y todos sus aliados antisistema tomaron el impulso definitivo para abalanzarse sobre el gobierno de Aznar y derrotar al PP en las elecciones generales tres días después. ¿Casualidad? Desde luego que sí, pero trágica y sarcástica casualidad a un tiempo.

Es como si se hubiera cerrado la primera circunvalación de odio, sectarismo y rechazo intestinal hacia el adversario político que representa a casi la mitad del electorado español y que persigue su laminación o su eliminación. El segundo, el que terminará por estrangular políticamente al Partido Popular si nadie lo remedia, se clausurará cuando apoyados en la resolución aprobada ayer, el gobierno, el PSOE y todos sus aliados parlamentarios, se sienten -eso si no se han sentado ya- a negociar el precio político pretendido por los terroristas desde hace cerca de cuarenta años para poner fin a sus criminales actos. Es decir, el modo y manera en que se terminará desmembrando España.

Desmembración que a todos les interesa. En primer lugar, al PSOE, cuya idea de lo que representa España, que por otra parte nunca fue demasiado firme, se aleja cada vez más de la concepción que debería mantener un partido de ámbito nacional como el que dirige ZP. La de ayer, es la definitiva demostración de la renuncia del socialismo español a ser verdaderamente eso, español. Así, en pocos años, un Partido Socialista de las Tierras Ibéricas del Sur o también Partido Socialista de la Hispania Ulterior, libre ya de ataduras y de conflictos con los representantes políticos de las antiguas regiones periféricas de España y con una oposición de derechas fragmentada y arrinconada, podrá convertirse en lo que realmente ha pretendido siempre, es decir, en el partido único que pueda medrar y depredar a su antojo por lo que quede de la antigua España.

Y qué decir de los nacionalistas vascos y catalanes. Su eterna aspiración independentista plenamente colmada y de igual modo, también libres de pies y manos para saquear y rapiñar cuanto pretendan en sus respectivos taifas de influencia.

Soy pesimista respecto al futuro de la Nación que me vio nacer. Desde mi humilde ventanuco, trato de dejar constancia de mis apreciaciones, de mis puntos de vista y de mis opiniones al respecto de lo que sucede en España desde hace poco más de un año del mejor modo posible, pues otra arma que no sea la palabra y la confrontación pacífica de argumentos, no pretendo empuñar para pelear contra esta sinrazón a la que nos aboca la falta de escrúpulos y el nulo sentido patriótico de nuestros gobernantes.

Sé que poca gente me lee, es cierto, pero la redacción de mis cavilaciones y de mis pareceres tranquiliza, aunque sea en sentido mínimo, mi atribulado y enfurecido espíritu ante la proyección de tanta hipocresía, tanta insuficiencia, tanta maldad, tanta falta de rigor y sobre todo, tantos fraudes, farsas, mentiras y engaños.

Lo he dicho en infinidad de ocasiones pero no me canso de repetirlo. A los españoles nos ha costado esfuerzo, sangre y sudor a espuertas llegar hasta donde hemos llegado. Y ahora, cuando estábamos tan cerca de recuperar el sitio que nos correspondía entre las naciones desarrolladas, cuando nuestro nivel de renta se había aproximado hasta casi igualar el de los países de nuestro entorno, cuando el terrorismo separatista etarra que nos había zarandeado durante décadas estaba próximo a su definitiva derrota, es cuando el suelo, gracias a la acción coordinada de un gobierno traicionero y de unos socios parlamentarios que beben de las mismas fuentes ideológicas que los terroristas, está a punto de hundirse bajo nuestros pies.

Y he llegado a la conclusión de que aunque estas líneas apacigüen mi ánimo, no es suficiente. Si España se desgaja, como me temo que sucederá si continúa la deriva política de nuestros dirigentes, no quiero verme a mí mismo dentro de 20 ó 30 años preguntándome si pude hacer más por evitarlo. Para empezar y aunque sea poco amigo de manifestaciones, acudiré a la convocatoria de la AVT el próximo 11 de Junio para protestar contra las medidas pro-terroristas del gabinete ZP y de sus aliados.

Se nos intentará acallar, censurar, amordazar y fustigar. Los medios afines al gobierno sacarán lustre a toda su artillería y acumularán cuanta munición puedan para bombardear, desgastar y desacreditar a los manifestantes, acusándoles de crispar el ambiente y de no querer la paz. Pero yo iré y espero que conmigo, muchos cientos de miles de personas que piensan lo mismo que yo y que creen en lo mismo que yo.

La paz, ese bonito término. ¿Quién no quiere la paz? ¿Acaso no querían la paz Churchill, De Gaulle y Roosvelt? Tanto como la querían Petáin o Chamberlain, desde luego. Pero la inacción de los segundos ante el empuje totalitario de la Alemania nazi, no sólo no impidió un conflicto de proporciones bíblicas sino que obligó a los primeros, especialmente a los anglosajones, a una sobredimensión en el esfuerzo material y humano que incrementó dramáticamente el balance final de muertos en la contienda.

La búsqueda de la paz, señor Presidente del Gobierno, hay que hacerla desde la dignidad, la decencia y la firmeza de principios e ideas. Claudicar, rendirse, ceder permanentemente al chantaje de quienes nos quieren poner ante las situaciones de hechos consumados que les favorecen, no sólo hacen un flaco favor a la paz, sino que suelen desembocar en situaciones aún peores que las que se quieren evitar.

Y en último término, ¿de qué paz hablamos? ¿Cuándo hemos estado en guerra para hablar de una paz con los terroristas? Que yo sepa, los disparos sólo han ido en una dirección y los muertos sólo han caído de un bando, salvo cuando usted y los suyos, hace 20 años, se metieron en las cloacas para eliminar a las ratas, en lugar de utilizar los métodos de desratización habituales.

Estaban contra las cuerdas. Y en lugar de un último directo que acabara con la bestia en la lona, bajamos la guardia y le concedemos un armisticio que no merece y que no quiere. Y la gran pregunta: ¿Por qué? ¿Qué les debe a los terroristas y a sus amigos de Perpiñán, señor Presidente? ¿Quizás su condición de tal?

Lucio Decumio.

12 mayo 2005

A debate

Acabo de sentarme tras seguir con detenimiento las intervenciones de José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy en el debate sobre el estado de la Nación. Al margen de que cada uno juegue sus bazas –más o menos legítimas- y trate de erosionar al adversario con unos u otros argumentos, hay algo que queda meridianamente. Mientras que el discurso de Rajoy, independientemente de que se pueda estar de acuerdo con él o no, aúna coherencia sintáctica y argumental, al tiempo que transmite una sensación de empaque y consistencia irrebatibles, el de Zapatero se revela como una sucesión de inconexiones formales y de contenido, cuyo único objetivo es el despliegue continuado de una fraseología para la galería y de unos golpes de efecto que, como los fuegos artificiales, deslumbran durante segundos para quedar reducidos a la nada tras la breve demostración flamígera.

Íntimamente relacionado con las consideraciones anteriores, creo oportuno hacer una pequeña reseña acerca del lenguaje gestual de cada uno de ellos. Aun con las pertinentes reservas, dada mi ignorancia acerca de la citada disciplina y mis más que marcadas simpatías políticas hacia uno de los dos contendientes, diré lo siguiente: creo que si elimináramos el sonido de nuestros receptores de televisión y prestáramos atención exclusiva a los ademanes de cada uno de los dos líderes políticos, nos resultaría fácil apreciar cómo la exagerada gesticulación de que hace gala el Presidente del Gobierno, así como su constante elusión de la mirada del rival, revela un alto grado de inseguridad, de inconsistencia y de vacilación. Por el contrario, el gesto de Rajoy es firme y confiado y casi nunca retira la mirada de la figura del Presidente, lo que según mi opinión, refuerza los argumentos y las tesis que en cada momento defiende o expone.

Supongo que dicho lo dicho, sobra cualquier comentario acerca de mi versión o mi punto de vista acerca de quién ha salido vencedor en este combate. Como afirmaba previamente, Rajoy, apoyado en un discurso minuciosamente preparado y en una dialéctica impecable e implacable, así como ayudado por su gran sentido común y su mayor sentido de Estado, ha acorralado al Presidente más vulgar y ramplón de nuestro ciclo democrático y posiblemente, uno de los dirigentes más deficientes y más peligrosos que ha tenido que padecer España en toda su Historia. Si alguien se entretuviera en crear un museo de los horrores con los retratos de los más nefastos regentes de nuestro caminar por la Historia, Zapatero, con un único año en el Poder, se disputaría con Carlos IV, Fernando VII o Juan Negrín, los puestos de honor en tan tenebroso álbum.

Una última consideración sobre el Debate y ya termino con él. En su intervención, el portavoz parlamentario de CiU, José Antonio Durán-Lleida, ha declarado que está harto de que a Cataluña, independientemente del signo político del gobierno autonómico de turno, se la presente siempre de un modo tan antipático ante el resto de los españoles. Aparte de que se trata de la penúltima demostración de ese falaz victimismo baturro que tanto les gusta exhibir a los nacionalistas, me gustaría indicarle desde aquí al señor Durán que no hace falta que nadie desde España, ni políticos, ni periodistas, ni economistas, ni empresarios, presenten a Cataluña ante el resto de la Nación como una región enojosa y atravesada. No, señor Durán, no sólo no es preciso sino que además, no es así. Ustedes los nacionalistas, vertiente diestra, vertiente siniestra, ya se encargan solitos de ofrecer interesadamente, infinidad de instantáneas de una Cataluña egoísta e insolidaria, con el fin de provocar todo el recelo y la desconfianza posible entre el resto de regiones.

La estrategia de golpear deliberadamente para ser regañado y quejarse después por haber sido reprendido, ya no cuela, la hemos visto muchas veces.

Sin embargo, con ser el Debate sobre el estado de la Nación la gran noticia del día, un hecho tan insólito como el que comentaré a continuación, merece ocupar un lugar destacado en mis comentarios de hoy, pues de no mediar el citado encuentro parlamentario, habría sido sin ningún género de dudas, el auténtico eje informativo del día. Y tal vez por ello, a sabiendas de que todos los medios estarían sobre el debate a tiempo completo, la información de la que hablo se haya revelado precisamente hoy, buscando con ello amortiguar el impacto negativo que podría haber tenido sobre ciertos sectores políticos que se desgañitan a diario para santificar y glorificar a algunos regímenes políticos tan pretéritos como de dudoso pedigrí democrático.

Y no hablo de la vergonzosa reunión entre risotadas mantenida hace un par de días entre Pachi López y el PCTV, dentro de la ronda de contactos que mantiene el candidato del PSE a lendakari para postularse como tal en un debate de investidura en la cámara autonómica.

Y tampoco me refiero a la nueva demostración de magnanimidad democrática del comandante Fidel Castro, que ha encarcelado a 400 jóvenes cubanos a los que se les acusa del novedoso pecado político de “peligrosidad predelictiva”. Los prodigios gramaticales con que nos deleitan en ocasiones las más vetustas y sanguinarias dictaduras del planeta, son impagables, de verdad lo digo.

Asimismo y siendo extremadamente graves los hechos que la originaron, tampoco aludo a la multitudinaria manifestación de los vecinos de Villaverde, que algunos medios, en el colmo de la mezquindad manipuladora, han definido como una demostración cívica de anti-nazismo, cuando en realidad se trataba de una protesta vecinal por la espiral delictiva en la que ha caído el barrio, víctima del descontrol inmigratorio que ha padecido España en los últimos años.

Y acerca del nuevo y rocambolesco giro del Gobierno en materia penitenciaria, que consiste en que el Estado corra con los gastos de la instalación de una mezquita en aquellas cárceles en las que al menos 10 presos musulmanes así lo soliciten, trataré de extenderme más en otro momento, porque ahí, ahí sí que hay miga.

En realidad, quiero referirme al desenmascaramiento de un estafador, de un farsante, de un mentiroso y de un impostor como pocos hayan podido verse en España en muchos años. Hablo concretamente de Enric Marco un tipo de 84 años, de aspecto venerable y entrañable que hasta hace unos días, era el presidente de la asociación Amical de Mauthausen, una agrupación que reunía a ex reclusos republicanos españoles –y creo que también de otras nacionalidades- del tristemente célebre campo de concentración nazi.

Pues bien, hay que estar hecho de una pasta especial, que reúna ingredientes como una irredenta vocación por el fraude, un apego enfermizo por el embuste y una inclinación desmedida por la desvergüenza y la estafa permanente, como para sostener durante treinta años, la patraña, el cuento y la pantomima de haber pasado los peores días de su vida en un campo de concentración nazi, cuando lo más cerca que ha visto uno de ellos, es en los reportajes de National Geographic o de la BBC.

Es inconcebible. No sólo se ha reído en la cara de los miles de ajusticiados en aquel monumento a la barbarie, así como de los supervivientes que verdaderamente tuvieron que afrontar el lúgubre calvario, sino que ha tenido la insolencia de pasear su trola por toda Europa en decenas de conferencias que le habrán dejado jugosos réditos a costa de los hombres y mujeres de buena fe que acudieron a escuchar sus estremecedores pero imaginarios relatos.

Y en el colmo de la impudicia, se presentó ante el Congreso de los Diputados de España el pasado mes de Enero para relatar ante los atónitas y humedecidas miradas de sus señorías, cómo les llevaban al campo en trenes infectos, cómo les achuchaban a los perros, cómo padecían frío, hambre, vejaciones y privaciones de todo tipo y lo duros que se hicieron aquellos momentos.

Lo peor, conociendo como conozco un poco a mi país, es que difícilmente me equivoque si digo que pronto saldrá alguien a la palestra, algún dirigente de la izquierda o algún titiritero de la “nomenklatura cultural” para afirmar que la estafa es lo de menos y que aunque los padecimientos de Marco fueran ficticios, sus relatos de baratija han sido un buen vehículo para el conocimiento y el recuerdo de las felonías perpetradas por los nazis.

Lucio Decumio.

06 mayo 2005

El trío de las Azores

Una vez recuperada la normalidad y la calma en los circuitos y en las conexiones de mi PC, me dispongo de nuevo a embarcarme en otra de mis particulares exégesis que, como no podía ser de otro modo, versará sobre asuntos de actualidad política. Es lo que tiene ser aburrido y repetitivo. No puedo luchar contra ello, por más que quiera.

A falta de confirmación oficial a través de los pertinentes escrutinios, a estas horas, los sondeos a pie de urna otorgan a Tony Blair una holgada mayoría absoluta en las Elecciones Legislativas que han tenido lugar hoy en Gran Bretaña. Aun con la inseguridad de no conocer todavía los resultados definitivos, todo parece apuntar a que el actual Primer Ministro Británico prorrogará su estancia en el número 10 de Downing Street por otros cuatro años, los últimos, si hemos de creer a las numerosas declaraciones que ha pronunciado en este sentido el político escocés.

Eso sí, Blair perderá un nutrido grupo de parlamentarios en la Cámara de los Comunes, pero no los suficientes como para quebrar la cómoda mayoría absoluta de la que disponía hasta la fecha. Erosión que bien podría interpretarse como el resultado de ocho largos años de ejercicio político desde la máxima responsabilidad ejecutiva y no como un castigo de la opinión pública por la participación británica en la Guerra de Iraq y los argumentos sobre los que se basó la expedición bélica contra Sadam.

Ahora, una vez cerrado el ciclo electoral en los tres países cuyos máximos dirigentes convinieron en las Azores en la necesidad de acabar con el régimen de Sadam, es cuando más claro se presenta el paupérrimo panorama democrático de nuestra amada Nación, en comparación con las dos potencias anglosajonas.

Cualquier mente cabal se hace ahora la misma pregunta. ¿Cómo es posible que los votantes de las dos naciones que más arriesgaron en material, en hombres y en prestigio internacional, hayan respondido positivamente ante la petición de reelección por parte de los líderes que les embarcaron en un lejano conflicto en Oriente, mientras que la única de las tres que no sólo no envió tropas al frente sino que las desplegó en misión de ayuda humanitaria, haya optado por una inversión de papeles gubernamentales?

Fácil, sencillo y rápido, como las chapucillas del presentador de "Bricomanía". A mi juicio, dos son las explicaciones.

La primera, que la española, en contra de lo que pudiéramos pensar muchos, es aún una sociedad democráticamente inmadura, que es incapaz de formarse una sólida opinión sobre la realidad que le circunda debido esencialmente a su profundo analfabetismo político y a su ceguera cainita y fratricida.

Y la segunda, cómo no, es el atentado terrorista del 11 de Marzo, que vomitiva y sagazmente manipulado por el PSOE, sus aliados mediáticos y el resto de enemigos parlamentarios del Partido Popular, les sirvió a todos ellos como palanca para apoyarse en las tenebrosas lagunas sociales antes mencionadas y encaramarse al Poder.

Por el contrario, las sociedades británica y norteamericana, tienen mucho más claros los conceptos, pues su clase política así se los transmite. Una cosa son los asuntos domésticos, sobre los que podrán discutir unos y otros hasta quedarse afónicos y otra muy distinta es la proyección internacional -en cualquier ámbito- de cada una de las dos naciones. Ahí, la confluencia de intereses entre laboristas y conservadores en el Reino Unido y demócratas y republicanos en Estados Unidos, suele ser idéntica, al contrario de lo que sucede en España, donde uno de los dos grandes partidos de ámbito nacional, genéticamente mutilado para enorgullecerse del nombre de su patria, no duda en arrastrar el nombre de ésta y su Historia cuando está en el gobierno o apuñalar por la espalda al Ejecutivo que lleva las riendas del país cuando se encuentra en la Oposición.

Todo ello por puro interés partidista, por simple comercio de votos, por un elemental y espurio cálculo de adición de sufragios al propio zurrón que antepone la rapiña y el secuestro de cualquier parcela de poder, al interés general de la Nación que luego dicen representar.

Desgraciadamente y vista la actitud pasiva, condescendiente y en muchos casos aprobatoria de gran parte de la sociedad española, soy pesimista. Me temo que los próximos tres años, no serán los últimos de este triste período de despropósitos socio-económicos y de nocivo mercadeo competencial.

Lucio Decumio.