13 noviembre 2006

Marcó cuatro goles en Euskadi

Ruud Van Nistelrooy, un ariete como Dios manda pero que por desgracia, ha llegado cinco años tarde al Real Madrid. Si a Florentino no le hubieran podido la vanidad y la soberbia, habríamos podido disfrutar de este delantero centro puro durante las últimas campañas, en lugar de haber sufrido a ese juerguista de espíritu infantil e indolente que es Ronaldo.

Que las cavernas desinformativas del Grupo Prisa son un auténtico estercolero moral e intelectual donde retozan un sinfín de estómagos agradecidos y espíritus acobardados, es algo que cada vez se aparece con mayor nitidez en las conciencias y en las opiniones de un número creciente de españoles.

El grado de putrefacción ética de algunos de los redactores de la joya de la corona polanquista -ergo, diario El País- está alcanzando en las últimas fechas, niveles difícilmente superables. Ahí están las tiras presuntamente humorísticas del singular Forges, las agresiones al sentido común del ínclito Máximo -con qué poco esfuerzo por la estética y el contenido, llegan algunos a cobrar cifras millonarias- o las deposiciones mentales de Ernesto Ekáizer, ése tipo siniestro y retorcido, habitual contertulio de "59 segundos" y cuyo nombre habría sido la envidia genealógica y quién sabe si heráldica, de la más granada oficialidad de la Gestapo. Otros muchos, como Sopena, Aguilar o Pradera, completan la nómina que desde las páginas de la hoja parroquial del Gobierno, se encarga de justificar de forma perenne, las ignominias de sus padrinos políticos.

Pero hoy mis ojos han tropezado con el genuino diamante de la manipulación, con la auténtica pepita de oro de la propaganda al servicio de la causa política más nauseabunda. Lean mis queridos lectores y juzguen la catadura de Eduardo Rodrigálvarez, un redactor deportivo del diario El País, de quien desconozco absolutamente todo, salvo el hecho de que se ha ganado por méritos propios, el derecho figurar en lo más alto del escalafón del oprobio y de la infamia informativa.

Título de la crónica: Fueron cinco tantos

Subtítulo: Van Nistelrooy, que repitió una gesta de Di Stéfano en 1957, dice que le anularon un gol válido.

Inicio de la crónica: “Ha sido como un partido en Inglaterra”, dijo Van Nistelrooy, empapado de la humedad de Euskadi y del fragor de las viejas gradas de El Sadar como de las brumas y el ruido de los campos ingleses.

¿Qué más se puede añadir? ¿Se pueden alcanzar mayores cotas de abyección, manipulación y sumisión política, todo ello al servicio de la causa de la rendición del Estado de Derecho y del mercadeo de la libertad de los españoles, frente la banda terrorista ETA y los nacionalismos que la aúpan y sustentan?

¿Exagero? Ni un ápice. ¿Equívoco o error desafortunado y garrafal del redactor? Imposible. El periodista más tonto, el que confundiría a un prestamista con un prestatario o a un arrendador con un arrendatario, a Austria con Australia, sería incapaz de ubicar el antiguo estadio de "El Sadar", actual "Reyno de Navarra", en un emplazamiento diferente al ámbito geográfico que ocupa la Comunidad Foral. Es como si alguien, al hablar de la ciudad de Valencia, la situara en la Comunidad Autónoma de Cataluña o al citar París, la colocara en las Islas Británicas.

Son errores metafísicamente imposibles de cometer y mucho más, tratándose de alguien que se dedica a la crónica deportiva y que acaba de enviarla desde el mismo corazón de Pamplona. Este ataque contra la decencia política y el sentido común, no tiene perdón de Dios y es preciso denunciarlo con la firmeza y la dureza que requieren los tiempos que corren.

No es un fallo, no es una confusión, un yerro o un lapsus mental o linguae. No. Esto va mucho más allá. Este tipo de manipulaciones buscan deformar la realidad al antojo del poder político y crear entre los lectores de este diario, un estado de invalidez intelectual y reblandecimiento neuronal, que facilite la asimilación de la derrota y el suicidio al que nos quiere llevar el Gobierno de Zapatero. La consigna está clara: o los profesionales de la casa se entregan por activa y por pasiva, solapada o abiertamente, a la defensa y justificación del proceso de claudicación ante la banda asesina ETA o las lentejas habrá que buscárselas en huertos diferentes.

¿Cabe mayor infamia que la de aprovechar una inocua crónica deportiva, para hacer proselitismo de las intenciones gubernamentales y etarras y localizar premeditadamente un estadio situado en Pamplona, en la Comunidad Autónoma del País Vasco?

¿Qué será lo próximo? ¿Veremos acaso en las sinopsis de los inminentes capítulos de "House" o "Las Vegas", abiertas recomendaciones a la judicatura para que ésta se adapte a la conveniencia e intenciones de los políticos socialistas y afloje la presión de la Ley sobre el entorno etarra? ¿Los horóscopos de "El País" harán predicciones que condicionen nuestra prosperidad personal al éxito del pestilente proceso?

Qué indignante.

Lucio Decumio.

06 noviembre 2006

Son los buenos los que se van

Francisco Fernández Ochoa. Campeón Olímpico en Sapporo 72 y hasta la fecha, único medallista masculino español en unos Juegos de Invierno. ¿Se van primero las buenas personas porque Dios desea mantener alejados de sí a los sucios de corazón el mayor tiempo posible? Quién sabe. Descanse en paz.

Tal y como entraron al galope los problemas en mi PC, así se fueron. Como una brigada de caballería a la carga, que parece que va a atacar una plaza, pero que de repente, pasa de largo a la misma velocidad a la que se acercó, quién sabe si para abalanzarse sobre una empalizada diferente o para proseguir, simplemente, su alocado cabalgar por las llanuras.

En éstas, hemos podido contemplar durante los últimos días al Gobierno de nuestra Nación, enfrascado en más y mejores -en conciencia, peores- tarros rebosantes de indignidad e infamia. El proceso de rendición y claudicación ante ETA que lleva a cabo Zapatero, ya ni siquiera guarda las más mínimas formas de la decencia y el decoro. Van a tumba abierta, pese a quien pese y caiga quien caiga. Si España es lo suficientemente fuerte y su ciudadanía lo bastante cabal, todo esto le pesará al PSOE y será este partido centenario en la mentira, la manipulación y el engaño, el que caiga con estruendo por el enlosado nacional.

También hemos visto en la última semana, cómo cerca de la mitad de los catalanes cerraban su puño y levantaban el dedo corazón frente a unos políticos de intelecto rumiante y espíritu carnívoro, diciéndoles bien alto y bien claro, que no se sienten representados por individuos que con tanta soltura se desenvuelven en los estanques de la repugnancia moral. Aún así y como era de esperar, todos ellos han hecho caso omiso de la advertencia y han ninguneado la opinión mayoritaria de los catalanes, tal y como pasaron por alto la desafección del 54% del cuerpo electoral llamado a votar en referéndum el malhadado Estatut.

En ese sentido, me ha resultado particularmente descorazonadora la reacción del Partido Popular, con Mariano Rajoy a la cabeza. A mi juicio y al hilo de esta convocatoria electoral, el líder del único partido de Oposición, ha perdido dos grandes oportunidades para ganarse la confianza de su electorado ante los difíciles tiempos que corren: por una lado, la de felicitar a Ciutadans por los resultados obtenidos y demostrar con ello, su caballerosidad y elegancia ante la llegada a la escena política de un grupo novel que, tal vez no sepa adónde va, pero que tiene muy claro adónde no quiere ir y con quién no quiere estar; y por otro, deshacerse de una vez por todas de un individuo melífluo y acomplejado, que representa como ningún otro dentro del Partido Popular, todas las esencias del peor centrismo acobardado y timorato que siempre ha gozado de un excesivo predicamento en el marco del partido dirigido por Rajoy.

El caos político que ha desencadenado Zapatero con la reforma de los Estatutos y la rendición ante ETA, ha afectado también y de qué manera, al Partido Popular. La reflexión anterior es una de esas consecuencias, pero otra no menos importante, es el apoyo que le ha brindado el principal partido de la Oposición, a la reforma del Estatuto Andaluz que en su día encabezó Chaves, con el fin de servirle de soporte y coartada a la malformación alumbrada en Cataluña.

Pese a la potente labor pedagógica que han puesto en marcha Rajoy y los suyos, a mí no sólo no me termina de convencer ese apoyo -que por otra parte, parece haber puesto grandes dosis de cordura y sensatez democrática donde antes sólo había ganas de despeñar a los andaluces por la pendiente de un independentismo tan insensato como inexistente- sino que el citado sustento se me antoja como el enésimo y desgraciadamente, penúltimo capítulo de "Llevados del ronzal", esa novela cargada de complejos y de falta de firmeza y entereza en las propias convicciones, que tan bien ha sabido titular Esperanza Aguirre.

Y ya termino. Me ha impresionado la muerte de Francisco Fernández Ochoa. Yo sabía desde hace tiempo que el buen hombre estaba condenado a extinguirse, en virtud de esa macabra pasada que en ocasiones, nos juegan las células de un determinado órgano o sistema. Sin ton ni son, sin norte ni sur, nuestro código genético entra en barrena y encamina al organismo hacia su propia autodestrucción.

Tengo la sensación de que siempre son los buenos los que caen primero. Aquellos que por su notoria trayectoria profesional y personal, bien podrían ser durante decenios ejemplo de rectitud, sacrificio, trabajo y entrega para las generaciones más noveles, suelen terminar sus vidas antes de tiempo, tal vez sin ofrecer todo el conocimiento y experiencia acumulados, pero también apareciéndose como doctos modelos en el dolor y en el sufrimiento.

¿Será que la fragilidad física va indisolublemente unida a la nobleza de espíritu, mientras que la salud de hierro busca hermanarse con la iniquidad y el desafuero?

Lucio Decumio.