06 noviembre 2006

Son los buenos los que se van

Francisco Fernández Ochoa. Campeón Olímpico en Sapporo 72 y hasta la fecha, único medallista masculino español en unos Juegos de Invierno. ¿Se van primero las buenas personas porque Dios desea mantener alejados de sí a los sucios de corazón el mayor tiempo posible? Quién sabe. Descanse en paz.

Tal y como entraron al galope los problemas en mi PC, así se fueron. Como una brigada de caballería a la carga, que parece que va a atacar una plaza, pero que de repente, pasa de largo a la misma velocidad a la que se acercó, quién sabe si para abalanzarse sobre una empalizada diferente o para proseguir, simplemente, su alocado cabalgar por las llanuras.

En éstas, hemos podido contemplar durante los últimos días al Gobierno de nuestra Nación, enfrascado en más y mejores -en conciencia, peores- tarros rebosantes de indignidad e infamia. El proceso de rendición y claudicación ante ETA que lleva a cabo Zapatero, ya ni siquiera guarda las más mínimas formas de la decencia y el decoro. Van a tumba abierta, pese a quien pese y caiga quien caiga. Si España es lo suficientemente fuerte y su ciudadanía lo bastante cabal, todo esto le pesará al PSOE y será este partido centenario en la mentira, la manipulación y el engaño, el que caiga con estruendo por el enlosado nacional.

También hemos visto en la última semana, cómo cerca de la mitad de los catalanes cerraban su puño y levantaban el dedo corazón frente a unos políticos de intelecto rumiante y espíritu carnívoro, diciéndoles bien alto y bien claro, que no se sienten representados por individuos que con tanta soltura se desenvuelven en los estanques de la repugnancia moral. Aún así y como era de esperar, todos ellos han hecho caso omiso de la advertencia y han ninguneado la opinión mayoritaria de los catalanes, tal y como pasaron por alto la desafección del 54% del cuerpo electoral llamado a votar en referéndum el malhadado Estatut.

En ese sentido, me ha resultado particularmente descorazonadora la reacción del Partido Popular, con Mariano Rajoy a la cabeza. A mi juicio y al hilo de esta convocatoria electoral, el líder del único partido de Oposición, ha perdido dos grandes oportunidades para ganarse la confianza de su electorado ante los difíciles tiempos que corren: por una lado, la de felicitar a Ciutadans por los resultados obtenidos y demostrar con ello, su caballerosidad y elegancia ante la llegada a la escena política de un grupo novel que, tal vez no sepa adónde va, pero que tiene muy claro adónde no quiere ir y con quién no quiere estar; y por otro, deshacerse de una vez por todas de un individuo melífluo y acomplejado, que representa como ningún otro dentro del Partido Popular, todas las esencias del peor centrismo acobardado y timorato que siempre ha gozado de un excesivo predicamento en el marco del partido dirigido por Rajoy.

El caos político que ha desencadenado Zapatero con la reforma de los Estatutos y la rendición ante ETA, ha afectado también y de qué manera, al Partido Popular. La reflexión anterior es una de esas consecuencias, pero otra no menos importante, es el apoyo que le ha brindado el principal partido de la Oposición, a la reforma del Estatuto Andaluz que en su día encabezó Chaves, con el fin de servirle de soporte y coartada a la malformación alumbrada en Cataluña.

Pese a la potente labor pedagógica que han puesto en marcha Rajoy y los suyos, a mí no sólo no me termina de convencer ese apoyo -que por otra parte, parece haber puesto grandes dosis de cordura y sensatez democrática donde antes sólo había ganas de despeñar a los andaluces por la pendiente de un independentismo tan insensato como inexistente- sino que el citado sustento se me antoja como el enésimo y desgraciadamente, penúltimo capítulo de "Llevados del ronzal", esa novela cargada de complejos y de falta de firmeza y entereza en las propias convicciones, que tan bien ha sabido titular Esperanza Aguirre.

Y ya termino. Me ha impresionado la muerte de Francisco Fernández Ochoa. Yo sabía desde hace tiempo que el buen hombre estaba condenado a extinguirse, en virtud de esa macabra pasada que en ocasiones, nos juegan las células de un determinado órgano o sistema. Sin ton ni son, sin norte ni sur, nuestro código genético entra en barrena y encamina al organismo hacia su propia autodestrucción.

Tengo la sensación de que siempre son los buenos los que caen primero. Aquellos que por su notoria trayectoria profesional y personal, bien podrían ser durante decenios ejemplo de rectitud, sacrificio, trabajo y entrega para las generaciones más noveles, suelen terminar sus vidas antes de tiempo, tal vez sin ofrecer todo el conocimiento y experiencia acumulados, pero también apareciéndose como doctos modelos en el dolor y en el sufrimiento.

¿Será que la fragilidad física va indisolublemente unida a la nobleza de espíritu, mientras que la salud de hierro busca hermanarse con la iniquidad y el desafuero?

Lucio Decumio.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

También se marchó la bellísima Inma de Santis (Inmaculada Santiago del Pino)..........

Anónimo dijo...

Y Juan Antonio Cebrián (Onda Cero), Lourdes Arroyo........

Anónimo dijo...

Malabata Gles, libro de Jose Maria Aguirre Alcalde sobre la crueldad de las carceles marroquies