30 septiembre 2004

Ríos de sangre

A medida que se acerca la fecha en la que se tienen que celebrar elecciones legislativas en Iraq, los actos sanguinarios de los terroristas islámicos que han acampado en territorio iraquí en los últimos meses para perpetrar sus fechorías de sangre y fuego, se multiplican dramáticamente.

Hoy, hemos sido testigos de uno -desgraciadamente, no el último- de esos actos de incalificable ferocidad a que nos están acostumbrando los más irredentos seguidores del fanatismo musulmán. Cerca de cuarenta niños y varios adultos, han perecido víctimas de las odiosas bombas que un día sí y otro también, tratan de dinamitar el lento y angustioso proceso de democratización y estabilización que se intenta llevar a cabo en tan castigada región.

Cuarenta inocentes, como decía, han sido despedazados por la impía crueldad de unos desalmados que únicamente buscan la ruptura de un proceso que navega en dirección contraria a la de sus postulados de barbarie medievalista.

Que nadie se equivoque ante las maniobras de intoxicación que llevan a cabo poderes fácticos fácilmente reconocibles. No son los soldados americanos los que destrozan aleatoriamente las vidas de la población local. No son los soldados británicos los que colocan estratégicamente los coches bomba para provocar el mayor número de víctimas entre los cadetes iraquíes. Ni son tampoco las tropas de las mil y una nacionalidades que intentan garantizar la seguridad y la vida de la población local, las que ejecutan indiscriminadamente a hombres mujeres y niños. Como tampoco fueron ni hubieran sido -en el caso de haber continuado en aquellos lares- los soldados españoles, culpables de tan estremecedoras masacres.

Son en cambio, no pocos musulmanes enfebrecidos, que llegados seguramente desde todos los rincones del Islam y con el apoyo de muchos gobiernos y tiranos mahometanos, los que a diario y sin el menor escrúpulo o respeto por la vida de quienes comulgan con su misma religión, hacen volar por los aires a decenas de civiles iraquíes con la inocultable intención de que el derramamiento de sangre que provocan, mueva a la claudicación de las potencias occidentales en su persistencia por establecer un régimen mínimamente respetuoso con las libertades y con los derechos humanos en Iraq.

Buscan asimismo, que el miedo y la angustia generadas, desemboquen en desazón y rendición incondicional de la población civil iraquí y que ésta, espantada ante los embates de tanta y tan gratuita perversidad, desista en su deseo de encontrar los caminos que le lleven a convertirse en un pueblo libre del yugo de la perversidad tradicionalista islámica.

Y son esas mismas brigadas terroristas las que también con una frecuencia cada vez mayor, secuestran a civiles y cooperantes de cualquier nacionalidad con el fin de chantajear y extorsionar a los gobiernos occidentales. Conocen perfectamente cómo funciona el subconsciente colectivo de las sociedades democráticas y cuán grande es el efecto que provoca en ellas el sufrimiento y la sangre que sus compatriotas derraman en tierras lejanas. Los vídeos de los secuestrados pidiendo clemencia o rendición a sus gobiernos o las imágenes que hacen circular por Internet de las decapitaciones de esos mismos rehenes, son las devastadoras bombas que ponen en Roma, Washington o Londres, ante la imposibilidad de hacerlo -al menos de momento- del mismo modo que lo hacen en Bagdad, Basora o Diwaniya.

El mundo civilizado se encuentra ante una encrucijada decisiva. No ceder a su nauseabundo chantaje es la clave. Pero, ¿cómo hacerlo con las máximas garantías de éxito si incluso desde muchos medios de comunicación y desde importante sectores de las propias sociedades occidentales, se insta a sus autoridades a la capitulación? ¿Cómo seguir adelante si gracias a los secuestros y a los atentados, algunos desgraciadamente demasiado cercanos, ya han conseguido muchos de sus objetivos?

Si la respuesta de una sociedad como la española ante un atentado como el del 11 de Marzo, fue la entronación de un Gobierno pusilánime y entreguista que retiró sus tropas de Iraq en los días subsiguientes a su triunfo, ¿cómo no van a pensar estos alienados henchidos de crueldad que futuras acciones similares no tendrán éxito? Si la contestación del gobierno filipino fue exactamente la misma ante el rapto de un ciudadano de esa nacionalidad, ¿cómo no van a multiplicarse los secuestros de civiles extranjeros con el fin de obtener los mismos réditos? Y si el Gobierno italiano paga a una banda de desalmados para que liberen a dos cooperantes transalpinas a las que habían amenazado con decapitar ¿cómo no van a sentirse otros grupos similares invitados a llevar a cabo docenas de proezas similares?

Nos conocen bien. Saben que nuestra debilidad como sociedad, reside precisamente en la fortaleza que le hemos conferido a la misma a través de los sistemas que garantizan libertades, justicia, derechos y libre opinión. Saben que es sencillo entrar en ellas y desde ellas, buscar la contradicción, la confrontación y la división. Saben en definitiva, que Occidente ha entregado muchas vidas y ha derramado mucha sangre hasta llegar a donde ha llegado y que sus sociedades, instaladas en un cómodo nivel de vida y de autocomplacencia, difícilmente están dispuestas a soportar sin conmoverse, los sacrificios que exige la expansión de esas mismas libertades y derechos de los que hablaba previamente, por el resto del mundo.

Desde mi particular punto de vista, sólo pagando el duro peaje que exige el desarrollo y la instauración de la democracia y el respeto a los derechos fundamentales del hombre en las regiones que aún no disfrutan de ellos, podremos garantizar nuestra propia seguridad y nuestra propia pervivencia como modelo de sociedad libre y avanzada.

La derrota o la claudicación de las tropas aliadas de Iraq, no sólo sería un triunfo puntual del radicalismo islámico. Que nadie piense que una hipotética retirada de los soldados occidentales de Mesopotamia, pondría fin a la confrontación. Cualquier persona mínimamente documentada -y los españoles en materia terrorista podríamos impartir una cuantas lecciones aquí y allá- sabe que la capitulación ante el empuje de las bestias que intentan ponernos ante una situación de hechos consumados, no sólo no aplaca sus ansias belicosas o expansionistas, sino que las acrecienta exponencialmente.

Lucio Decumio.





26 septiembre 2004

La gran chimenea

Tardes como la de hoy, en la que difusamente se entroncan un agonizante verano que nos salpica con sus últimos estertores y un otoño que, arañándonos luz y regalándonos penumbra, despierta tímidamente en el calendario, invitan o mejor, me invitan a dejar de lado críticas y reflexiones políticas para adentrarme en terrenos algo más prosaicos.

Y no es que la actualidad no haga llamamientos constantes en sentido opuesto. Muy al contrario. Los enemigos de la convivencia, los adversarios del sentido común, del raciocinio y de la coherencia, se dan cita a diario para proveer a nuestros sentidos de un indigesto rosario de insensateces y necedades que sobrepasan con mucho lo estrictamente tolerable.

Porque la afrentosa resolución con que la Sala Segunda del Tribunal Supremo ha decidido archivar la querella que se había interpuesto contra Carod Rovira por un presunto delito de colaboración con banda armada, tras su célebre y triste reunión con dirigentes etarras en el Sur de Francia hace casi un año, daría para una muy prolongada y provechosa disertación.

Y ya puestos, no menos entretenido sería comentar las declaraciones de Garzón, quien recientemente ha afirmado, en un ejercicio de simplificación política sin parangón, que durante el virreinato de Sadam en Iraq, las organizaciones terroristas eran inexistentes en el paraíso gobernado por el autócrata, mientras que ahora, tras el derrocamiento del depredador, ascienden a más de treinta.

Mientras, la patología frentista de Imaz e Ibarreche, que sigue empeorando a ojos vista y que en el Alderdi Eguna -tradúzcase por Día de los Energúmenos reunidos en la Aldea- se manifestó una vez más en forma de falaz y alocado encastillamiento de retórica tabernaria, victimista y moralmente putrefacta, daría para un auténtico tratado sobre las miserias éticas de la condición humana.

Y la vuelta de tuerca y de talante que el Gobierno le quiere dar a la Iglesia Católica y por extensión, a la gran mayoría de los españoles, no es menos interesante a ojos de este humilde observador. Especialmente, teniendo en cuenta el hecho de que mientras que el Ministerio de Justicia se encuentra en trámites para otorgar a la comunidad musulmana que hay en España, treinta millones de euros para ayudarles a financiar la enseñanza y la difusión del Islam en las escuelas, Rodríguez y sus adláteres "reflexionan" sobre la posibilidad de eliminar las partidas presupuestarias que, libremente, le asignan los españoles a la Iglesia en sus respectivas declaraciones de la Renta.

En fin, como el futuro más inmediato será pródigo en declaraciones, actos y abanderamientos de la más ruin condición, tampoco me preocupo en exceso. Tiempo y ocasiones habrá de seguirles los pasos y de ponerles, desde mi pequeño ventanuco, ante sus contradicciones.

Y ya por fin, me bajo de las ramas. Hace unos días acudí como invitado a una charla-coloquio-cata relacionada con el mundo de los cigarros habanos y que tuvo lugar en un céntrico hotel de la capital de España. En ella, al margen de ofrecernos la degustación de los más prototípicos y sabrosos productos de la sin par Cuba -es decir, habanos y ron- el presentador del acto nos asombró con sus vastos conocimientos sobre los puros habanos y sobre algunos destacados personajes de la Historia, que al margen de las decisiones y de los actos que les hicieron célebres ante el mundo, también estuvieron profundamente relacionados con la cultura del habano.

Habló de varios, Fidel Castro entre ellos, lógicamente, pero mi memoria almacenó un dato realmente asombroso acerca de otro influyente y notable mandatario del Siglo XX: Winston Churchill. Quien más quien menos, cuando se nos llama a la puerta de nuestros recuerdos con el nombre de este insigne gobernante británico, inmediatamente se nos presenta la imagen en blanco y negro de un tipo entrado en canas, años y kilos y asimismo, eternamente aferrado a un puro.

No hay trucaje en las vetustas reproducciones de archivo, no es que siempre hayamos visto los mismos fotogramas o que nuestro subconsciente o nuestra retentiva nos traicione, no. Es que realmente, era así. Este brillante sujeto que con ardor y denuedo combatió a la tiranía nazi, forzosamente hubo de vivir todas las horas de vigilia de su longeva existencia con un puro habano entre sus dedos. Y es así, porque según las estimaciones que barajan los historiadores, Winston Churchill se fumó a lo largo de su vida, la estremecedora cifra de más de 300.000 puros.

Las cuentas son muy sencillas. Hagámonos una composición de lugar y evaluemos que Churchill empezara a fumar en torno a los 18 años. Hasta los 90, edad a la que falleció, restan 72, que suponen en último término unos 26.300 días. Ya sólo nos queda hacer un simple cálculo matemático para obtener un cociente que indica que el viejo Primer Ministro, se fumaba una media de 12 puros diarios.

Para los más legos en la materia, este dato puede no resultar del todo revelador, pero cuando por experiencia y por afición, sabes que un puro de las dimensiones que tenían los que fumaba Churchill tarda en consumirse más allá de una hora, es fácil darse cuenta de que aquel individuo singular, vivió toda su vida en una nube.

Lucio Decumio.




20 septiembre 2004

Camacho se marcha

Desde que el Presidente Rodríguez ascendiera al poder en el mes de Marzo, acompañado por un par de ineptas cohortes de reclutas y una legión de fogueados felipistas, la sucesión de patinazos, las demostraciones de ignorancia y el despliegue de ignominia perpetrados hasta la fecha han sido de tal calibre, que en la práctica, ellos y sus felonías han absorbido casi todo el tiempo y el espacio que le dedico a mis modestas reflexiones.

Pero hoy quiero hacer un aparte. La noticia de la dimisión de José Antonio Camacho como preparador de la primera plantilla del Real Madrid, ha sacudido cual terremoto nipón, taiwanés o persa, los cimientos de la más prestigiosa institución deportiva del mundo entero.

Bien saben mis lectores más asiduos, que no suelo entregarme a simplificaciones fáciles y de uso común en ninguno de los temas que trato en esta página. Y hoy tampoco va a ser una excepción. Por ello, pese al malestar que me embarga por la errática trayectoria de mi equipo, no caeré en los habituales tópicos que se dirigen con acidez, acritud, envidia y casi rencor, a las ganancias que perciben los futbolistas por hacer su trabajo, a las pocas horas que emplean en entrenar, a los viajes que realizan, al ritmo de vida que llevan o a la fama que los envuelve.

Todo ello -salarios, fichas, viajes, incentivos, mansiones, bellas doncellas, juventud y gloria- van implícitos en el significado del sintagma "jugador del Real Madrid". Para un futbolista, el tope máximo de su carrera es figurar en la nómina del club presidido por Florentino Pérez y engrandecer así, su fortuna, su palmarés y su yo. Tengamos asimismo en cuenta, que todos ellos o al menos una gran parte -especialmente la más destacable técnicamente- son auténticas celebridades en sus países de origen, han jugado docenas de veces con sus selecciones nacionales y han disputado innumerables encuentros que requerían un altísimo nivel de exigencia, tanto físico como mental y además, en todas las competiciones que quepa imaginar.

Llegar al Real Madrid puede que no sea el último paso de su carrera, pero sí -insisto- el más importante. Muchos lo hacen en la cima de su vida deportiva, es decir, a los 27 ó 28 años. Para alcanzar esa meta, para abrirse las puertas en un club como el Real Madrid, han tenido que revolcarse por campos de barro y tierra cuando eran unos alevines, pelear como titanes para llegar a formar parte de la primera plantilla y en última instancia, esforzarse al máximo en otros equipos y en sus escuadras nacionales hasta demostrar que son dignos de enfundarse la mítica camiseta blanca.

Por todo lo que han hecho, por todo lo que han jugado, por todo lo que han ganado y por todo lo que han sacrificado durante tantos años, se les paga lo que se les paga, se les trata como se les trata y se les considera como se les considera. Hasta donde yo sé, ninguno de ellos ha puesto una pistola en la sien de los dirigentes del Real Madrid para exigirles que le embolsen el montante que reciben anualmente. Un ejemplo. Si una empresa quisiera contar con nuestros servicios y nos ofreciera una cantidad estratosférica de dinero por trabajar con ellos, ¿renunciaríamos a ganar esa cantidad, si así nos lo plantearan los directores de recursos humanos de la empresa que nos quiere fichar? No, nadie negociaría a la baja, seguro.

En fin, como es costumbre, me estoy enrollando demasiado y hasta yo mismo empiezo a perder la perspectiva y el horizonte de mi destino. En realidad, lo que quería proponer a mi auditorio era un ejercicio que es sencillo y complicado a la vez, dado que hablamos de una disciplina tan pasional y en la que tan poco entran a jugar el raciocinio, los argumentos y la coherencia, como es el fútbol.

Pongámonos en la piel del jugador, tratemos de vivir la vida que él ha vivido, intentemos imaginar cómo puede sentirse alguien a quien le sobran fama, dinero y virtudes técnicas para realizar su trabajo y observémonos en su lugar, con 29 ó 30 años. En último término, representémonos a nosotros mismos en el vestuario del Real Madrid y conjeturemos que, tras un mal partido, un mal pase o un mal día -que cualquiera puede tener- un entrenador vocinglero y gesticulante nos echa en cara los errores que hemos cometido durante el encuentro, mientras nos exige a voz en grito delante del resto de compañeros que corramos más, que nos entreguemos más y que nos dejemos la vida en el campo.

Otro ejemplo empresarial. ¿A alguien le gusta que su jefe le subestime y le maltrate profesional y psicológicamente ante sus compañeros de departamento? ¿Es que por mucho dinero que ganemos, nos va a dar igual que un tipo al que se le supone una responsabilidad y una capacidad de liderazgo, se ensañe con nosotros hasta dejarnos en evidencia personal y profesional ante el resto de empleados? No, seguro que no.

Voy acabando. Si los madridistas queremos tener el mejor equipo del mundo, habremos de aceptar que los egos de los futbolistas de fama mundial que integren la plantilla, entren en colisión con caracteres tan espartanos y volcánicos como el de Camacho o el de cualquiera que llegue en su lugar con los mismos métodos. Desde mi modesto punto de vista, para gobernar convenientemente a la constelación de estrellas que actualmente es el Real Madrid, se precisa otra fórmula, algo que yo entiendo, debería estar más en la línea apaciguadora y casi paternal que Vicente del Bosque imprimía al equipo. Para que alguien como Camacho triunfara como entrenador del Real Madrid, la filosofía pública, deportiva y de gestión de la que ha impregnado Florentino Pérez al club en los últimos años, habría de experimentar un giro de 180º. Entre el mármol, el diamante y el platino por un lado y el cemento, la argamasa y el ladrillo por otro, el conflicto estaba, está y estará servido.

Antes de finalizar, me gustaría dejar constancia de que Camacho me parece un buen entrenador, pero desde luego, no el idóneo para el Real Madrid. Aun así, me cae bien. La raza, la fuerza y la entrega que le caracterizaron en su etapa de jugador, unidas a la franqueza, la familiaridad y la sencillez que desprende en todo momento, le hacen digno de mis simpatías.

Sin embargo, aun a riesgo de pecar de oportunista -que no es el caso, por otra parte- la idea de que el de Cieza se convirtiera en entrenador del equipo de mis amores, ya no era de mi total agrado cuando su nombre empezó a barajarse para sustituir al infando Queiroz. Quiero asimismo testimoniar que no estoy defendiendo a capa y espada a unos chicos que muchos aficionados -hasta yo mismo en algún caso- tendrán por malcriados y endiosados, que creen que todo lo saben y a los que nada importa más que el dinero y la fama.

Sólo propongo un ejercicio de sentido crítico y de búsqueda de diferentes perspectivas. Nada más.

Lucio Decumio.

13 septiembre 2004

Promesas y reflexiones

La victoria del PSOE en las Elecciones Generales del 14 de Marzo, tras el todavía irresoluto golpe de Estado del 11-M, nos está saliendo muy cara a los españoles, especialmente en los ámbitos político y económico.

Recientemente y ante la magnitud de las protestas de los trabajadores de los astilleros Izar, el Presidente Rodríguez se ha visto obligado a salir a la palestra con una de sus mundialmente reconocidas sonrisas, para asegurar que está dispuesto a garantizar la viabilidad de la empresa constructora de navíos. No entraré a discutir las cifras macroeconómicas que deben manejarse en una corporación de esas características, pues carezco de datos y aunque los tuviera, difícil me resultaría analizarlos, pero lo que sí que ha quedado claro, también hace muy pocas fechas, es que los Estados Unidos han dado marcha atrás a la hora de otorgar a España y más concretamente a los astilleros que la empresa pública tiene en San Fernando, Cádiz, la posibilidad de que los buques de la VI Flota se reparen en los diques gaditanos.

No es demagogia. Es sentido común. ¿Alguien en su sano juicio puede pensar que tras la esperpéntica retirada de nuestros militares estacionados en Irak, ordenada por el Presidente Rodríguez, los Estados Unidos iban a continuar privilegiando a España como sucedía en tiempos de Aznar? Desde luego que no. Ahora Italia y Portugal se van a repartir el botín de los millones de dólares que suponen para sus economías, la presencia militar norteamericana en aguas mediterráneas.

Mientras, la inyección financiera que hubiera supuesto para los astilleros públicos el atraque y reparación de más de sesenta buques de guerra americanos en sus instalaciones -que podrían haber garantizado, si no la viabilidad absoluta de la empresa, sí una reestructuración bastante menos traumática- se escapa de nuestras costas gracias al populismo, la demagogia, el pancarterismo, la cortedad de miras y el antiamericanismo ramplón y de salón del Presidente del Gobierno.

Si Rodríguez estuviera dispuesto a pagar de su bolsillo el reflotamiento financiero y empresarial de Izar, servidor no tendría mayor inconveniente en que tal cosa sucediera, pero de todos es sabido que la querencia socialista por el despilfarro del dinero público es cuestión tan notoria, que los miles de millones de pesetas que Izar no ingresará debido a la "espantada" americana, saldrán de los bolsillos de todos los contribuyentes españoles. Así, es enormemente sencillo hacer promesas y salir resplandeciente en las fotos.

¿Resultados de estas atinadas políticas diplomáticas y estratégicas del Gobierno socialista? O más paro -si Izar echa el cierre- o más déficit público -si las arcas del Estado se hacen cargo de la situación-. Para mear y no echar gota.

Sin embargo, lejos de intentar reconducir la situación con el poderoso aliado americano, el insensato Rodríguez se empeña en ponerle todavía más chinitas al gigante, desafiándole una vez sí y otra también. Estoy seguro que no debe ser casualidad que las tres visitas oficiales que hasta la fecha ha realizado nuestro peculiarísimo y patético Primer Ministro, hayan tenido como destinos Marruecos, Argelia y Túnez, por este orden. El entreguismo presidencial hacia cualquier asunto, cuestión, materia o gobernante que huela a musulmán, rayaría en lo cómico si de ello no se derivaran las gravísimas consecuencias que a nivel económico acabo de mencionar y sobre todo, si no se vieran acompañadas por desafortunadísmas y peligrosísimas afirmaciones, como las realizadas recientemente en su viaje al tercero de los citados estados magrebíes.

A quien no lo recuerde o no lo sepa, le haré saber que Rodríguez, preguntado por la actual situación en Irak, recomendó ante docenas de atónitos periodistas de todo el mundo en rueda de prensa, que los países que tienen destacadas tropas en la antigua satrapía de Sadam, deberían seguir el ejemplo del Gobierno español y retirarse de la zona, con el fin de que la situación se recondujera convenientemente. Como digo, rayano en lo grotesco y en lo circense, si no se tratara de una despectiva demostración de ingratitud política y de soberbia personal, al margen de un pútrido y maloliente esputo dirigido contra el titánico esfuerzo de miles de soldados de distintas nacionalidades -incluidos iraquíes- que a diario, se juegan la vida para que en aquél atribulado rincón del planeta, impere algún día algo parecido a una democracia representativa y respetuosa con los derechos humanos.

Al contrario que el actual Presidente, Aznar entendió perfectamente que, tras los atentados del 11 de Septiembre de 2001, Estados Unidos podía convertirse en el aliado estratégico perfecto para acabar de una vez por todas con la pesadilla etarra. Así, y entre otras medidas de carácter político y militar -como fue el despliegue de contingentes españoles en Afganistán e Irak- acordó con el Presidente Norteamericano que un satélite espía del Ejército estadounidense, barriera periódicamente zonas del País Vasco tenidas por más que seguros escondrijos de las alimañas batasunas. De ahí, se subsiguieron buena parte de los incontables éxitos que en la lucha contra el terrorismo separatista vasco, jalonaron la última legislatura del Partido Popular en el Gobierno. Sin embargo, el furibundo antiamericanismo de Rodríguez y su distintivo entendimiento de las relaciones internacionales, obraron el milagro de nuestra retirada de Irak, así como la del satélite que vigilaba a los sanguinarios depredadores etarras.

Así, los resultados de tan irreflexivas y esquizofrénicas decisiones, también se han ido patentando en las últimas semanas en el único sentido en que podían hacerlo: rebrote de la lucha callejera en distintas localidades de Vasconia y sucesión de atentados en varios pueblos costeros del Norte de España durante los meses de Julio y Agosto. Y ésto, con la sonrisa cómplice de los de siempre -PNV, EA, ERC e IU- sólo ha sido el principio de la resurrección del totalitarismo abertzale.

Y mientras, El Mundo adelanta algunos extractos del nuevo libro de Casimiro García Abadillo en los que se insinúa, nada veladamente, que los atentados del 11 de Marzo pudieron ser la factura personal que Mohamed VI le hizo pagar a Aznar por su certera resolución del conflicto de Perejil y el apoyo del ex-Presidente del Gobierno a las tesis de Naciones Unidas respecto al Sáhara, en contra de la posición expansionista del rey gay. A esa tenebrosa ensalada, yo añado un par de ingredientes más. La indisimulada conexión que existe entre los servicios secretos marroquíes y franceses y la privilegiada relación de amistad y cooperación personal entre destacados socialistas españoles y Su Majestad Sodomita.

Todo apesta.

Piensa mal y acertarás.

Lucio Decumio.

02 septiembre 2004

¿Perderemos Ceuta y Melilla en esta legislatura?

Aunque la pregunta con la que encabezo mi comentario de hoy parezca descabellada y una respuesta afirmativa a la misma, todavía más disparatada que la propia cuestión, creo sinceramente que ambas, pregunta y respuesta, no están tan lejos de la realidad como algunos pudieran pensar. Una simple enumeración de los hechos que han venido sucediéndose en nuestras relaciones con el reino alauita durante los últimos meses, nos pueden dar una idea de que estas dos plazas, corren serios riesgos de terminar en manos del rapiñador vecino arábigo y lo que es peor, en breve plazo.

Empiezo. Desde la victoria del Partido Socialista en las Elecciones Generales del pasado 14 de Marzo, la política de claudicación y entrega sin condiciones del Gobierno del Presidente Rodríguez ante cualquier tesis o propuesta en materia de política internacional planteada por el vecino Reino de Marruecos, es estremecedora.

El talante capitulador ante el monarca sodomita y su corte de validos se inició al poco de tomar posesión el Presidente Rodríguez de su cargo. Si hay un gesto que no he entendido, ni entiendo, ni posiblemente entenderé en cuanto a la política internacional que sigue nuestro país en los últimos decenios, es el de que la primera visita que haga al extranjero el recién elegido Presidente del Gobierno Español, sea cual sea su signo político, tiene que ser a obligatoriametne a Marruecos.

Absurdo, irracional y carente de cualquier lógica política, se me antoja el hecho de que lo primero que haga el Presidente del Gobierno de una democracia próspera, consolidada y de profundas raíces cristianas -aunque constitucionalmente aconfesional- sea rendirle pleitesía y casi vasallaje a un monarca despótico, cruel, taimado y que confunde premeditada y hábilmente Islam y política, con el fin de perpetuarse a sí mismo y a los de su extirpe en el trono de una nación que interpreta como una finca de su exclusiva propiedad.

Como absurdo e irracional es que ese mismo Presidente del Gobierno declare a continuación y sin el menor atisbo de rubor, que una de sus principales iniciativas en política exterior será la de estrechar lazos culturales y políticos con la nación que gobierna el invertido sátrapa islámico.

Esas afirmaciones sólo fueron la apertura del baile entre ambos, pero no el colofón. El colmo de la extravagancia se consuma cuando el Presidente Rodríguez autoriza y acepta de buena gana y de buen talante, que tropas y policías de nuestra Nación, compartan cometidos, tareas y encargos de pacificación en Haití con los soldados y los gendarmes que están al servicio del reyezuelo afeminado.

Desafortunadamente, la fiesta de pintorescas y ridículas concesiones al andrógino soberano musulmán no termina ahí. Naturalmente molesto con la medrosa e insolidaria orden de retirar a nuestras tropas de pacificación estacionadas en suelo iraquí, Bush Jr. se rebota con el Presidente Rodríguez y decide nombrar a Marruecos aliado preferente en el Mediterráneo a costa nuestra, lo que significará en el futuro, escaso o nulo apoyo norteamericano a España en caso de conflicto con nuestro incómodo vecino islámico, llámese el encontronazo Islote de Perejil o Isla de Fuerteventura.

Pero la infamia no concluye en este punto. Aún queda tiempo para que Mohamed y Rodríguez bailen un par de piezas más. Así, nuestro melífluo Presidente del Gobierno, no contento con la primera y reverencial visita, vuelve a tierras de la Cordillera del Atlas para decirle a su gobierno y a su monarca que España tira por la borda años de firmeza y determinación respecto a la resolución del contencioso sobre el Sáhara Occidental, olvida su compromiso con ¡¡Naciones Unidas!! para la celebración de un referéndum sobre la autonomía de la ex-provincia española y anuncia que apoyará cualquier acuerdo que alcancen las partes, acuerdo que, a nadie se le pase por alto, favorecerá sí o sí, a los intereses del rey gay.

Así, llegamos al penúltimo peldaño conocido de esta catarata de vergonzantes agravios, que nuestro Gobierno encaja con una sonrisa de oreja a oreja. Lo perpetra Mohamed hace sólo unas semanas, cuando concede permisos de prospección de posibles yacimientos petrolíferos a empresas australianas y británicas, ¡¡en aguas jurisdiccionales españolas!! La respuesta de nuestro gobierno al desafío, que se presenta tan desmadejada y frágil como de costumbre, consiste en reírle la gracia al egregio mariquita sarraceno y dejar que el asunto caiga en el olvido. Como nos descuidemos, dentro de poco estaremos comprando oro negro a nuestros vecinos mahometanos, extraído por unas estupendas plataformas petrolíferas anglosajonas de nuestras propias aguas jurisdiccionales.

Y Ceuta y Melilla. Después de toda esta retahíla de necedades entreguistas y de las innumerables muestras de hemofilia política que le hemos dado a Mohamed VI, ¿alguien cree que el rey de Marruecos puede no estar considerando seriamente la posibilidad de entrar al asalto en Ceuta y Melilla?

Su padre, Hassán II, único borrón en la trayectoria de mi admirado Juan Carlos I, ya nos arrebató en 1975 el Sáhara Occidental con la oportuna y célebre Marcha Verde, que cercenó las esperanzas saharauis de autodeterminación, fundamentadas en el referéndum que debía celebrarse en la colonia sólo unas semanas después de que aquél "hobbit" con chilaba se apropiara de lo que entonces era provincia española y un tercio de nuestro territorio. Aprovechando el estado vegetativo de Franco, el crepúsculo de su régimen y el vacío de poder, Hassán se lanzó a una aventura que sabía, no podía fallar.

Algo por el estilo podría plantear Mohamed VI. Al tirano sarasa no le costaría demasiado reunir a 50.000 marroquíes harapientos frente a las fronteras de cada una de nuestras plazas y entrar en ellas como lo hicieron hace 30 años, 350.000 civiles marroquíes en el Sáhara. Aprovechando la quinta columna musulmana estacionada en ambas ciudades y que hoy por hoy, alcanza ya entre un 15 y un 20% de la población estacional de cada una de ellas, la misión se le plantea de lo más alcanzable y factible.

Así, queridos lectores, si le han dejado hacer y deshacer con el Sáhara, si ha puesto de rodillas a nuestro gobierno, sepa usted en virtud de qué oscuros acuerdos, si ya es aliado preferencial de los Estados Unidos en la zona y en el futuro puede llegar a extraer petróleo de nuestro propio territorio, ¿qué puede impedirle pensar que una aventura expansionista -una nueva Marcha Verde versión Siglo XXI-contra Ceuta y Melilla puede no tener éxito?

¿Qué respuesta podría esperarse de un gobierno tan inerme y tan laxo como el del señor Rodríguez ante tamaño desafío?

Otra sonrisa y un par de tabletas de talante, a lo sumo.

Lucio Decumio.