Ruud Van Nistelrooy, un ariete como Dios manda pero que por desgracia, ha llegado cinco años tarde al Real Madrid. Si a Florentino no le hubieran podido la vanidad y la soberbia, habríamos podido disfrutar de este delantero centro puro durante las últimas campañas, en lugar de haber sufrido a ese juerguista de espíritu infantil e indolente que es Ronaldo.
Que las cavernas desinformativas del Grupo Prisa son un auténtico estercolero moral e intelectual donde retozan un sinfín de estómagos agradecidos y espíritus acobardados, es algo que cada vez se aparece con mayor nitidez en las conciencias y en las opiniones de un número creciente de españoles.
El grado de putrefacción ética de algunos de los redactores de la joya de la corona polanquista -ergo, diario El País- está alcanzando en las últimas fechas, niveles difícilmente superables. Ahí están las tiras presuntamente humorísticas del singular Forges, las agresiones al sentido común del ínclito Máximo -con qué poco esfuerzo por la estética y el contenido, llegan algunos a cobrar cifras millonarias- o las deposiciones mentales de Ernesto Ekáizer, ése tipo siniestro y retorcido, habitual contertulio de "59 segundos" y cuyo nombre habría sido la envidia genealógica y quién sabe si heráldica, de la más granada oficialidad de la Gestapo. Otros muchos, como Sopena, Aguilar o Pradera, completan la nómina que desde las páginas de la hoja parroquial del Gobierno, se encarga de justificar de forma perenne, las ignominias de sus padrinos políticos.
Pero hoy mis ojos han tropezado con el genuino diamante de la manipulación, con la auténtica pepita de oro de la propaganda al servicio de la causa política más nauseabunda. Lean mis queridos lectores y juzguen la catadura de Eduardo Rodrigálvarez, un redactor deportivo del diario El País, de quien desconozco absolutamente todo, salvo el hecho de que se ha ganado por méritos propios, el derecho figurar en lo más alto del escalafón del oprobio y de la infamia informativa.
Título de la crónica: Fueron cinco tantos
Subtítulo: Van Nistelrooy, que repitió una gesta de Di Stéfano en 1957, dice que le anularon un gol válido.
Inicio de la crónica: “Ha sido como un partido en Inglaterra”, dijo Van Nistelrooy, empapado de la humedad de Euskadi y del fragor de las viejas gradas de El Sadar como de las brumas y el ruido de los campos ingleses.
¿Qué más se puede añadir? ¿Se pueden alcanzar mayores cotas de abyección, manipulación y sumisión política, todo ello al servicio de la causa de la rendición del Estado de Derecho y del mercadeo de la libertad de los españoles, frente la banda terrorista ETA y los nacionalismos que la aúpan y sustentan?
¿Exagero? Ni un ápice. ¿Equívoco o error desafortunado y garrafal del redactor? Imposible. El periodista más tonto, el que confundiría a un prestamista con un prestatario o a un arrendador con un arrendatario, a Austria con Australia, sería incapaz de ubicar el antiguo estadio de "El Sadar", actual "Reyno de Navarra", en un emplazamiento diferente al ámbito geográfico que ocupa la Comunidad Foral. Es como si alguien, al hablar de la ciudad de Valencia, la situara en la Comunidad Autónoma de Cataluña o al citar París, la colocara en las Islas Británicas.
Son errores metafísicamente imposibles de cometer y mucho más, tratándose de alguien que se dedica a la crónica deportiva y que acaba de enviarla desde el mismo corazón de Pamplona. Este ataque contra la decencia política y el sentido común, no tiene perdón de Dios y es preciso denunciarlo con la firmeza y la dureza que requieren los tiempos que corren.
No es un fallo, no es una confusión, un yerro o un lapsus mental o linguae. No. Esto va mucho más allá. Este tipo de manipulaciones buscan deformar la realidad al antojo del poder político y crear entre los lectores de este diario, un estado de invalidez intelectual y reblandecimiento neuronal, que facilite la asimilación de la derrota y el suicidio al que nos quiere llevar el Gobierno de Zapatero. La consigna está clara: o los profesionales de la casa se entregan por activa y por pasiva, solapada o abiertamente, a la defensa y justificación del proceso de claudicación ante la banda asesina ETA o las lentejas habrá que buscárselas en huertos diferentes.
¿Cabe mayor infamia que la de aprovechar una inocua crónica deportiva, para hacer proselitismo de las intenciones gubernamentales y etarras y localizar premeditadamente un estadio situado en Pamplona, en la Comunidad Autónoma del País Vasco?
¿Qué será lo próximo? ¿Veremos acaso en las sinopsis de los inminentes capítulos de "House" o "Las Vegas", abiertas recomendaciones a la judicatura para que ésta se adapte a la conveniencia e intenciones de los políticos socialistas y afloje la presión de la Ley sobre el entorno etarra? ¿Los horóscopos de "El País" harán predicciones que condicionen nuestra prosperidad personal al éxito del pestilente proceso?
Qué indignante.
Lucio Decumio.
1 comentario:
Esto que has escrito es una gilipollez como un templo, y demuestra la paranoia que tenéis muchos con lo vasco y lo navarro. Y te lo dice un no nacionalista.
Publicar un comentario