Estado Español, Julio de 2015. Undécimo año triunfal de Zapatero en La Moncloa. El progresismo saluda alborozado la puesta en marcha de diecisiete husos horarios diferentes en las otras tantas autonomías, naciones o nacionalidades de la moribunda España. Ello, pese a las reticencias de no pocos sectores de esa misma progresía, que ven con alarma y preocupación, cómo entra en grave desequilibrio la estabilidad emocional y mental de los escolares ibéricos, que a partir de ese instante, tendrán que hacer ímprobos esfuerzos para sacar adelante, la conceptualmente sobrecargada asignatura de Educación para la Ciudadanía.
A fecha de hoy es descabellado. Es una ocurrencia absurda que sólo puede manar de las ubres de la extravagancia y el disparate, aquéllas en las que precisamente se amamantan, los dirigentes del BNG.
Afortunadamente, la insensatez, que sólo busca ahondar en el enfrentamiento y en la división entre españoles -de eso viven los nacionalistas de toda condición, no lo olvidemos jamás-, no ha merecido, con toda la razón, demasiadas atenciones por parte de la clase política y mediática.
Sin embargo, estoy convencido de que a la vuelta de 6 ó 7 años, el resto de españoles -si entonces nuestro gentilicio o patronímico es ése- tendrá que retrasar una hora el reloj cada vez que se acerque a la sin par Galicia, si es que esta región, no logra sacudirse antes el grotesco yugo de la presencia entre su clase dirigente, de individuos disparatados que no habrían pasado de extravagantes secundarios en las películas de los hermanos Marx, pero que tal y como está el patio, ocupan los puestos que ocupan y desempeñan los cargos que desempeñan. Hablo, cómo no, de los prebostes de ese partido de hienas inyectadas en odio, que es el BNG.
Como dije hace ya mucho tiempo en este mismo cuaderno -tanto, que ni siquiera recuerdo el comentario en el que hice mención a ello- los nacionalistas no descansan. Apenas se les verá trabajar en políticas que ahonden en el bien común y que busquen la creación de riqueza y el aumento del nivel de vida de sus conciudadanos, a través de propuestas económicas sensatas y razonables.
Pero eso sí, como su vista de depredadores se fije en alguna pieza que consideren útil para reforzarse y redoblar sus ímpetus secesionistas, allá que irán a por todas sin descanso. Seguro que quien lea esto pensará para sí que la petición de un huso horario propio para Galicia, distinto al del resto de territorios españoles encuadrados en la Península Ibérica, África e ínsulas mediterráneas, es irrealizable.
Y digo yo. ¿Cuántas veces hemos pensado lo mismo de tantas y tantas reclamaciones que hicieron en su día nacionalistas vascos, catalanes y gallegos y al final, terminaron tomando cuerpo, un cuerpo por cierto, mucho más voluminoso del que siquiera ellos mismos, en su paroxismo independentista, pudieron llegar a imaginar cuando lanzaron al aire el disparate?
Insisto. No cejan en su empeño hasta que consiguen hacerse con la presa deseada. Cueste lo que cueste, en tiempo, dinero -ajeno, preferiblemente- o trabajo, al final terminarán lográndolo y mientras, los bienintencionados y los ingenuos pensarán que con la penúltima concesión, la bestia se terminará por aplacar.
Los nacionalistas jamás cambian y si lo hacen, es a peor. Y nunca se darán por satisfechos, pues que a nadie le quepa duda de que si en algún momento, -no muy lejano a la vista del desgraciado panorama que a diario empeora- logran sus objetivos independentistas, continuarán exigiendo a la otrora poderosa y ya entonces, harapienta España, más y más jirones de sus exiguas vestimentas, como pago a las renovadas afrentas que añadirán a su particular imaginario de odios, resentimientos y rencores.
Esto no se sostiene. La espiral en la que hemos entrado nos va terminará abocando a la fragmentación de nuestra Nación y con ella, a la eliminación de nuestra condición de hombres libres. España necesita de una vez por todas, un golpe de timón. Alguien o algunos hombres y mujeres buenos, abnegados y sacrificados, cargados de principios, labrados y formados, sensatos y capaces, que abran los ojos a la mayoría de los ciudadanos y les hagan ver que nuestra Patria se encuentra en una encrucijada gravísima, a la que hay que hacer frente con decisión, firmeza y presencia de ánimo.
Señor Rajoy y compañía, a ustedes apelo. Basta ya de componendas, pues apenas queda margen. Hay que detener esta deriva alocada y frentista que han desatado unos traidores desalmados e inicuos que se hacen llamar Gobierno de España.
Lucio Decumio.
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