01 noviembre 2004

Elecciones USA

No me apetece demasiado, ésa es la verdad, hablar sobre la convocatoria electoral a la que tendrán que hacer frente mañana millones de ciudadanos norteamericanos y a través de la cual, se dilucidará el futuro político de aquella gran nación y no escasa porción del que compete al resto del mundo.

Y no porque no me interese el proceso político que lleva abierto casi un año en los Estados Unidos o porque me sienta desvinculado o desinteresado al respecto del resultado que mañana puedan arrojar las urnas. Simplemente, entiendo que al tratarse del eje informativo de las últimas semanas y que más que seguramente, continuará siéndolo durante las próximas, poco puede aportar en cuanto a los aspectos analíticos se refiere, este pobre aprendiz de redactor, más allá de lo que ya han repetido miles de comentaristas, periodistas y reporteros que manejan información mucho más voluminosa y fidedigna que la que yo pueda tener.

Únicamente, haré unos breves juicios, eso sí, a título absolutamente personal, de la figura de ambos aspirantes a la Casa Blanca y una breve anotación al respecto del tratamiento informativo que recibe algunos medios de comunicación españoles, el actual dignatario americano. Otra cosa es lo que pueda deparar el futuro con cualquiera de los dos sentado en las butacas de cuero del Despacho Oval, pues es algo que nadie puede predecir, por mucho que se odie a Bush o por mucho más que se intente ensalzar la figura del senador demócrata.

Empiezo con el actual presidente. En este sentido, no me duelen prendas a la hora de reafirmarme en lo dicho en anteriores comentarios acerca de su figura. No me gusta. Ni como persona, aunque evidentemente puede tratarse de un juicio apresurado, pues no le conozco de modo cercano, ni como presidente, por lo ya comentado en varias reflexiones previas a ésta de hoy. Y a lo ya apuntado en esas otras ocasiones -especialmente todo lo que se refiere a su claroscura elección por un puñado de votos que le dieron todos los delegados de Florida y por extensión, la Presidencia- sólo quisiera añadir una apreciación de índole socio-personal; un tipo que aspira al más influyente cargo político del orbe y que es incapaz de nombrar, en vísperas de las elecciones de 2000, a varios de los más importantes primeros ministros del mundo -India, Japón y China entre otros- en una entrevista concedida a la CNN, no debería haber sido nunca Presidente de los Estados Unidos. No debería haber llegado ni a presidente de su comunidad de vecinos.

Y el candidato. No parece un individuo excesivamente carismático, aunque eso, en mi opinión, suele ser una ventaja para el que de verdad vive con la aspiración de convertirse en un gobernante-gestor y no en un encantador de serpientes o en un vendedor de ungüentos para la recuperación del cuero cabelludo. Los políticos carismáticos -de esos hemos tenido en España algunos- tienden a quedarse en lo meramente superficial y a no prestar excesiva atención a los verdaderos problemas de la calle, pues saben que en última instancia, en una campaña electoral o en unas entrevistas televisivas convenientemente ajustadas a sus necesidades, se les presentará la oportunidad de volver a seducir al público a través de la cuidadosa y adecuada administración de sus milagrosas gotas de esencia cautivadora.

Reitero, no creo que sea el caso de Kerry, aunque sus asesores de imagen se empeñen en modificar su prototípica imagen de funcionario gris, oscuro y sesudo, haciéndole sudar sangre sobre una bicicleta o subiéndole sobre una tabla de sky-surf. Pobre hombre. En esta curiosa época dominada por la imagen y por lo que transmitimos a través de ella, ya no basta únicamente con besar niños y dejarse achuchar por orondas madres de familia. Ahora, para ser presidente de los Estados Unidos, aparte de hacerte zarandear por las masas enfebrecidas, tienes que ser triatleta.

Y como nunca había hablado de Kerry en mi blog, me extenderé otro párrafo más, que enlazará dos últimas consideraciones; una relacionada con el candidato demócrata y otra, con el régimen informativo que se le administra al actual presidente desde muchos medios de comunicación españoles.

A estas alturas de la representación, se aparece bastante nítido el hecho de que antes que su programa electoral, su oratoria, su presencia o su simpatía, el factor determinante que puede acabar con los huesos de este veterano de Vietnam en la Casa Blanca, es el odio y el rencor que despierta el propio Bush en amplios sectores de la sociedad americana y la movilización electoral que ello puede traer consigo. Odio y rencor que sin ningún ambage, sin dejar resquicio a la duda razonable y lo que es peor, sin ningún margen para la réplica entre los seguidores de Bush, como si acaso no existieran o fueran una masa informe y despreciable, se encargan de azuzar medios como Canal +, emisora en la que hoy los telespectadores han tenido la oportunidad de ver dos reportajes, documentales o se les llame como se quiera, en los que la figura de George W. Bush era demonizada hasta extremos sonrojantes.

Y lo que era aún peor y más estomagante. Al final de cada uno de los reportajes y sobre los títulos de crédito de Canal +, un tampón virtual dejaba sobre la imagen un sonoro sello con la leyenda "Agitación USA". Insisto, ni una entrevista a los posibles votantes del candidato a la reelección o a los personajes famosos que le apoyan; ni el más mínimo asomo de equidad en las formas y en los tiempos y ni una palabra argumentada a favor del actual Presidente. Nada en definitiva, que pudiera justificarle o sostenerle. Es decir, una penúltima demostración de la tendenciosa y sectaria propaganda para el sostenimiento de la unívoca verdad izquierdista, que se abre arrollador paso en España y a la que cada vez es más complicado enfrentarse.

Y mi voto virtual, para John Forbes Kerry.

Lucio Decumio.

No hay comentarios: