Me han llegado acerbas críticas relacionadas con el "post" que colgué ayer en estas páginas. Y he de reconocer que, tras una pormenorizada re-lectura del mismo, las censuras recibidas en torno a su carácter gris, plúmbeo y aséptico, no sólo no carecen de fundamento, sino que van cargadas de una gran parte de razón. Pese a aceptar las detracciones y compartirlas en buena medida, sí que debo romper una lanza en mi favor. Creo que son ya varias las ocasiones en las que he manifestado que cada uno observa la realidad que le circunda de un modo muy personal y que lo que alguien encuentra extremadamente interesante y seductor, otro puede llegar a interpretarlo, con toda legitimidad, como una tabarra insufrible.
Personalmente, yo sigo considerando que la posibilidad de que la Humanidad esté a punto de alumbrar un proyecto común, cuya desembocadura en dos o tres decenios pueda llevar al género humano a disponer de una fuente de energía inagotable, barata y segura y que además impulse el desarrollo, la convivencia y el respeto al medio ambiente, es lo suficientemente cautivadora como para que le dedique el espacio que le consagro.
Lo que sí que he visto claro es que el enfoque que ayer le conferí al artículo, no era ni mucho menos el más atrayente, pues como decía previamente, hasta a mí mismo se me antojan fastidiosos su redacción y su desarrollo. Por esta razón, hoy salto al coso del ciberespacio con la inocultable intención de dar un giro a las formas y lograr que este segundo comentario que le dedico al proyecto de reactor de fusión nuclear, supere en entretenimiento y afecto de mis lectores a, por ejemplo, un resumen en DVD de los mejores momentos de "Noche de Fiesta". He soslayado los aspectos más técnicos de la cuestión, en aras de una mayor agilidad del texto, pero aun así, no debemos olvidar que el hilo argumental de estas líneas es la Ciencia, que en sustancia y como todos sabemos, se encuentra en las antípodas de la extravagancia, el jolgorio, la algarabía o el alboroto, así que más no puedo hacer, amigos.
Continúo por tanto, con mi descripción del plan internacional para poner en marcha el citado reactor. Ayer me detuve, abruptamente, en el instante en que estaba a punto de exponer un ejemplo de las capacidades que podrían desarrollar las centrales de este tipo cuando la fase de estudio y de investigación haya concluido. Retomemos pues, pese a que alguien pueda acordarse de mis antepasados.
Normalmente, una vivienda tipo, tiene un contrato de consumo de 3.000 vatios de electricidad por hora, aunque también depende de las dimensiones de la casa y de las necesidades de la misma. Redondeando, como con el euro, todos entendemos que si gastáramos al máximo de esa capacidad, consumiríamos unos 72.000 vatios por día. Si hablamos de Madrid y de sus 1,6 millones de hogares gastando esa cuantía de electricidad y hacemos una sencilla multiplicación, nos encontraríamos ante un gasto de 115.200 megavatios/día. Como todos somos inteligentes y capaces, entenderemos esto como un ejemplo ilustrativo y no como una posibilidad tangible, pues las posibilidades de encontrarnos ante este escenario irracional, son nulas.
Pues bien, una central que fuera capaz de generar la energía que se pretende que produzca el ITER y al ritmo sostenido de un MV por segundo, rendiría un total de 86.400 MV’s por día. Es decir que esa hipotética factoría sería capaz de abastecer al 70% de los hogares madrileños, siempre y cuando Madrid consumiera las magnitudes que acabo de indicar. Insisto, es un ejemplo algo rudo al que le faltan detalles y del que cualquier estudiante de primero de cualquier carrera de ciencias, se mofaría hasta el escarnio.
Una vez devueltos a la realidad, decir que esos 86.400 MV's deberían bastar para cubrir las necesidades energéticas de toda la población del centro de España durante varios días. Ya sé que muchos habrán abandonado la lectura del comentario de hoy antes de llegar hasta aquí en favor de actividades notablemente más entretenidas que ésta o que en estos instantes estarán roncando con la frente apoyada sobre el teclado de su PC, pero a mí esto me sigue pareciendo fantástico. Y el consumo realizado por la central para llegar a esa magnitud de producción, sólo alcanzaría el 10% de esa cifra. Una pasada, que diría un castizo.
Siendo descriptivos, la fusión nuclear es la fuente de energía que hace brillar a las estrellas, amigos. En el Astro Rey, para que nos hagamos una idea, la presión, la densidad y la temperatura son tan elevadas –se llegan a superar los 100 millones de grados centígrados- que la materia se transforma en energía, mediante un proceso en el que el los átomos de hidrógeno se fusionan hasta producir helio. Y por eso brilla como brilla y da el calor que da, sobre todo en España. Recordemos la famosa fórmula que nos enseñaron de pequeños E=mc2. España=mucho calor al cuadrado. Ése es el tipo de energía que se quiere llegara a producir en nuestro planeta.
Esto sí que es bueno. Los que estaban ceporros perdidos sobre el teclado no podrán sino asombrarse antes este dato. Por lo visto, el combustible necesario son dos isótopos del hidrógeno, el deuterio y el tritio. Y acudo a otra explicación gráfica. Cien litros de agua de mar contendrían el suficiente deuterio para generar la misma energía que produciría la quema de 20 toneladas de carbón. Se acabaron las minas, las galerías, las explosiones de grisú, los cascos con linterna, los mineros enterrados y las canciones de Antonio Molina. El carbón, para los lápices de los dibujantes, de los niños y poco más. Mientras, el tritio podría obtenerse del litio, un mineral abundante en extremo en nuestro planeta.
Y ya termino. He intentado poner mi granito de arena para que la lectura de esta segunda parte fuera algo más sugestiva, aunque no estoy muy seguro de haberlo conseguido, pues como decía, la Ciencia es escasamente proclive al humor y al desenfado.
Lucio Decumio.
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