27 noviembre 2003

Del ITER a la Copa América de Vela

Ayer se conocieron los resultados de dos decisiones de distinto calado y ámbito que afectaban directamente a España. De la primera, salimos perdedores. Cadarache, la ciudad francesa situada al Norte de Marsella, será la candidata europea que compita con Rokkasho, Japón y Clarington, Canadá, con el objetivo de albergar el futuro reactor experimental de fusión nuclear, en detrimento de la opción española representada por Vandellós.

A mí, esta noticia no me ha parecido buena, ni mucho menos. Lo que sucede es que los efectos y las consecuencias de que este proyecto científico desembarque en Asia, América del Norte o Sur de Francia y no en España, no se podrán evaluar en su justa medida hasta que hayan transcurrido muchos años, quizá decenios y ello amortigua, junto con al escaso interés por el mundo científico que demostramos los españoles, el negativo impacto mediático que debería tener. El PSOE, Maragall a la cabeza, ha acusado y culpado al Gobierno de que la elección haya recaído en Francia y no en España, debido a la errónea política de alianzas del Ejecutivo.

¡¡Cómo no!! Para no variar, la ramplona oposición socialista con la que contamos en la actualidad, trata de erosionar al Gobierno con los argumentos más peregrinos y demagógicos. Esta tesis descabellada que imputa a la errónea política de alianzas del Ejecutivo, el fracaso de la candidatura de Vandellós, debe tener su fundamento, imagino, en el alineamiento español con las tesis americanas y no con las francesas, alemanas y rusas durante y después de la guerra de Irak.

Asimismo, esa presunta sucesión de errores estratégicos en nuestra política exterior ha debido tener su reciente continuación en las duras críticas manifestadas por nuestro Gobierno contra la Convención Europea -encargada de la redacción de la futura Constitución continental- que, capitaneada por el nefasto Valéry Giscard D'Estaign y atribuyéndose facultades que no le correspondían, intentó variar los equilibrios de poder acordados en el Tratado de Niza, firmado en 2001 por los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión. Al hilo de este asunto, habré de volver sobre él en el futuro, porque aún no está cerrado, dará mucho que hablar y es de vital importancia para nuestro prestigio y nuestra presencia como potencia influyente en la Unión.

Como colofón a esta concatenación de patinazos gubernamentales que han desencadenado la elección de Cadarache y no la de Vandellós, los socialistas también se apoyarán a buen seguro en el rechazo que ha mostrado el Gobierno a la decisión del Ecofin -de la que hablaba largo y tendido ayer- de no sancionar a Francia y Alemania por el elevado déficit público presentado durante el último ejercicio.

Y creo que el PSOE y sus dirigentes tienen razón. Tanto enfrentamiento y crítica a la todopoderosa y endiosada Francia y a su gran aliado del último medio siglo, Alemania, nos ha privado de poder competir en la finalísma por el proyecto ITER con Japón y Canadá. Sin embargo, si los socialistas llaman "errónea política de alianzas" a enfrentar con decisión la demolición del demoníaco régimen de Sadam y sostener una crítica coherente y fundada contra la prepotencia y la soberbia francesas en los casos de la Convención y del Pacto de Estabilidad, allá ellos. Particularmente, yo contemplo con más preocupación sus veleidades y sus flirteos nada disimulados con el BNG en Galicia, con ERC en Catalunya y lo que es peor, con el PNV y Batasuna en muchas localidades del País Vasco.

Y para subrayar el gran compromiso de España y su Gobierno con este proyecto, sólo hay que recordar que hace unos días, José María Aznar prometió que la aportación económica española al proyecto se duplicaría en el caso de ser Vandellós la elegida finalmente. Si eso no era apostar por que este sueño científico acabara en nuestro territorio, que venga Dios y lo vea.

En cuanto al segundo acontecimiento o elección en el que estábamos involucrados, decir que nos fue algo mejor. Valencia fue elegida sede de la próxima edición de la más prestigiosa regata del mundo, la Copa América de Vela 2007, que es, para quien todavía no lo sepa, la competición deportiva más antigua de la Historia Moderna y cuyo origen, es realmente curioso. Al parecer, un aristócrata inglés mandó labrar un trofeo en plata que se pondría en disputa entre las embarcaciones más rápidas de la Royal Navy británica. Enterado de la noticia, un coronel norteamericano mandó construir la goleta más rápida del mundo y con ella se plantó en el Reino Unido para desafiar a la metrópoli. Los orgullosos británicos aceptaron el desafío y la apuesta del militar yanki y dejaron participar al buque norteamericano en la competición.

El resultado: aun no conociendo el recorrido de la regata, pues no fue informada del mismo, la nave americana arribó a la meta con 20 minutos de ventaja sobre la siguiente embarcación. Esa fue la génesis de este certamen que en 2007, con las regatas previas de eliminación que tendrán lugar incluso desde 2004, convertirá a Valencia en centro neurálgico del deporte mundial. Tal vez mis lectores crean que exagero y yo también podría llegar a pensarlo. Pero es que he leído que el impacto económico e informativo de esta competición iguala al de los mismísimos Juegos Olímpicos. Habrá que ver si es así, pero las cantidades económicas que se manejan en futuras inversiones para acondicionar a la capital levantina, así como los empleos que se crearán, parecen dar la razón a los que opinan en ese sentido.

Lucio Decumio.

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