18 noviembre 2003

Elecciones regionales en Catalunya

Es posible que más de uno de mis lectores se haya cuestionado sobre la absoluta ausencia de alusiones en este "blog", a las Elecciones Autonómicas Catalanas que han tenido lugar el pasado domingo. Aunque visto desde otro prisma, es más que seguro que esté confiriéndome excesiva importancia como comentarista político y mis ya no pocos lectores tampoco hayan echado de menos citas y glosas sobre las primeras elecciones regionales en Catalunya sin el sempiterno Jordi Pujol al frente de la candidatura de CiU. Pero siendo retrospectivos y en vista del indisimulable apego que enlaza a mi intelecto con todo lo que sucede en el ámbito político nacional, hasta a mí mismo me sorprende semejante indolencia a la hora de abordar un asunto de tantísimo calado.

La verdad es que en la política, ya sea regional, nacional o internacional, sucede lo mismo que en otros ámbitos de la vida. Cuando un actor del carisma y del empuje de Jordi Pujol desaparece, voluntariamente eso sí, de la escena, deja un vacío que resulta muy complicado de cubrir. Y no es que un servidor haya venido hasta aquí para declararse rendido admirador del avejentado dirigente catalán. Ni mucho menos. Simplemente, cuando alguien ha marcado con su impronta y su carisma una etapa tan larga, sea cual sea la disciplina en la que ha despuntado, quienes vienen sucederle en el hueco que acaba de dejar, siempre acaban perdiendo en comparación con el saliente. Hagan lo que hagan.

Volveré algo más tarde sobre el descollante President y trataré de hacer una aproximación valorativa a los resultados que han arrojados las urnas en las cuatro provincias catalanas. He leído a varios comentaristas y he tratado de instruirme y empaparme de la realidad de esta convocatoria electoral a partir de las informaciones que han aparecido en todos los periódicos. Por mucho que digan lo contrario y a la luz de los resultados definitivos obtenidos por todos los partidos, resulta meridiano que PSC-PSOE -con Pasqual Maragall, mi payaso preferido al frente- y CiU, con Artur Mas -delfín de Pujol- a la cabeza, afrontando su primer gran desafío electoral, han resultado los grandes perdedores.

Maragall ha vuelto a quedarse a las puertas pese a las perspectivas optimistas previas a los comicios y salvo coaliciones a tres bandas con otras fuerzas políticas, tendrá que conformarse con ejercer como líder de la oposición en el Parlamento Catalán. Mas ha salido también muy mal parado. Como decía previamente, la sombra de Pujol, aunque físicamente parva y oronda, es políticamente longilínea y prolongada y eso ha pesado, creo que de modo muy notable, en el delfín. Pese a todo, ha conservado una muy inestable mayoría y una ventaja de escaños sobre el PSC-PSOE que le otorga una ligera ventaja de cara a posibles pactos.

El ganador moral ha sido, sin vacilación alguna, Esquerra Republicana de Catalunya y su líder Josep Lluís Carod-Rovira. A fuerza de ser sinceros, yo apenas conocía de la existencia de este individuo antes de los comicios y aunque las encuestas le concedían un notable ascenso en votos y escaños sobre los resultados de 1999, yo tampoco terminaba de creérmelo. Pero al final, se ha consumado su formidable salto cualitativo y cuantitativo y ello le entrega la llave de los pactos, tanto con PSC-PSOE como con CiU. Podrá acordar la formación de gobierno con quien más le plazca y con quien más carteras y responsabilidades le conceda.

Mientras el PPC-PP e IC también han recogido buenos frutos, aunque insuficientes en el caso de los primeros como para mostrarse imprescindibles en las futuras negociaciones y pactos. IC -Iniciativa per Catalunya para los desubicados- sí que podría tener algo que decir si finalmente se consumara un tripartito entre PSC-PSOE, ERC y ellos mismos. Habrá que ir viendo.

Y mi análisis. Que difiere de los muchos que he tenido la oportunidad de leer. Un número no escaso de comentaristas políticos achacan el sorprendente ascenso de ERC a la deriva radical emprendida por formaciones como el PSC-PSOE y CiU, las dos por motivos bien diferentes. La primera, creo que por convicción de su propio líder, el nefasto Maragall y la segunda, por su intento de renegar ante el electorado de los pactos establecidos con el PPC durante la última legislatura y que le permitieron completarla en su totalidad. Afirman esos comentaristas, que los votantes procedentes de PSC y CiU que se han arrojado a los brazos de ERC, lo hacen impulsados por la idea de que puestos a votar radicalismo, se opta por los radicales de verdad, en este caso Esquerra Republicana.

Pero a mí, esa disección tan simple se me antoja escasamente conectada con la realidad de un votante lúcido. Si el partido al que tradicionalmente votas elige un camino que se aleja de los postulados que hasta la fecha le habían hecho merecedor de tu voto y emprende una peligrosa carrera extremista, lo lógico es que te desvincules de él, no para sentarte en el regazo de otros más radicales aún, sino para instalarte o acomodarte en el marco político que te ofrecen partidos más moderados. Y esto no ha sucedido. La gran fuga de votos que han padecido CiU y PSC-PSOE ha ido a parar a ERC, así que el examen de los resultados tiene que ser forzosamente diferente al que hacen los analistas antes mencionados.

Yo considero a los catalanes como gente normalmente moderada y sensata. Y lo son, que a nadie le quepa duda. En mi opinión, el masivo apoyo recibido por ERC no es sino el voto de castigo, que no de ideas, de parte del electorado de PSC y CiU a sus partidos y a sus líderes. ¿Por qué razón los electores les mortifican de ese modo? Complicado de definir y de analizar desde luego, lo que me obligaría a extenderme en un mar de conjeturas que no me apetece transitar.

Y ese voto de castigo ha discurrido en el sentido que lo ha hecho porque IC es un partido residual y decimonónico que no puede obtener mejores resultados que los logrados y el PPC -Partido Popular de Catalunya- es una formación que no puede ni podrá disimular sus conexiones y afinidades con el actual poder central, poder central que para muchos catalanes, con independencia del signo del Gobierno de Madrid, sigue siendo inconscientemente sinónimo de centralismo y anticatalanismo. Aunque obviamente, no sea ni mucho menos así. ERC en cambio, puede presumir hasta hacer saltar los botones de la camisa, de impolutas raíces e ideas catalanistas. El voto de castigo del que hablaba, habría caído por tanto, en las redes de quien no siendo todavía del agrado del elector, sí que puede ser considerado como alguien de casa y por lo tanto, digno de confianza.

Insisto, habrá que sentarse, ver, esperar, contemplar y verificar el desarrollo de los acontecimientos. Hacer cábalas en estos instantes es demasiado arriesgado, aunque tal vez en breve plazo, cuando las aguas estén más tranquilas, mi oráculo sea capaz de vislumbrar algún trazo del futuro que puede aguardarnos en el horizonte. De momento, empiezo a echar algo de menos a Pujol, quien con sus luces y sus sombras a lo largo de los últimos 23 años y anteponiendo siempre sus intereses y los de Catalunya, nunca ha traspasado los límites del respeto al marco constitucional vigente.

Lucio Decumio.

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