26 noviembre 2003

De eje a rodillo

Han actuado como los matones del colegio. Cuando las reglas del juego que imponen a los más débiles se vuelven en su contra, las obvian, las evitan y como si ya no fuera con ellos, se enfurruñan y deciden que no quieren seguir siendo partícipes del pasatiempo. Y después de escabullirse cobardemente de las draconianas normas con que gravaron a los demás, pasan como si nada entre una tormenta de críticas más o menos enérgicas de los antaño frágiles, para buscar el mejor modo de retorcer los antiguos métodos y que éstos vuelvan a serles propicios. Tratarán de valerse para ello de su impresionante fuerza, de su poderosa influencia, de su sobresaliente capacidad de intimidación y de su aterrador tamaño y empuje. Pero los pequeños ya no lo son tanto y tienen resortes y patrocinios para hacer valer los preceptos que tanto les costó asumir, que asumieron y que cumplieron a rajatabla.

Hablo de Francia y Alemania, los dos colosos de la Unión Europea, que se han valido de la figura del Ecofin -Consejo de Ministros de Economía y Finanzas de la UE- para eludir los procedimientos que desde el Pacto de Estabilidad firmado y aceptado por todos los integrantes de la Unión hace unos años, deberían haber emanado para sancionar el incumplimiento de este acuerdo por parte de estas dos naciones. Para quienes no estén del todo al corriente, haré unos breves y muy sucintos apuntes al respecto, pues mis nociones de Economía -Macroeconomía, debería decir- vienen a ser los mismos que pudiera tener el difunto primate "Copito de Nieve".

En el último ejercicio fiscal y económico, tanto Francia como Alemania han superado con creces el tope máximo del 3% de déficit público que admite el Pacto de Estabilidad, pacto que recoge métodos de corrección y sanción contra aquellas naciones que superen ese porcentaje y que de igual modo, incumplan otras cláusulas del mismo que ahora no entraré a debatir por la muy simple razón de que las desconozco.

En fin, que Francia y Alemania han arrojado un déficit público -diferencia entre los gastos del Estado y sus ingresos- que se sitúa en ambos casos en torno al 3,5% por lo que en estricto cumplimiento del Pacto de Estabilidad, deberían haber sido apercibidas y castigadas por su laxitud presupuestaria y su pródiga visión del gasto público. Lo más sonrojante del asunto es que ambos países fueron en su momento, hace cinco o seis años, creo, quienes acaudillaron con encendidas proclamas, la validez y la vigencia de estas condiciones, que todos los países de la UE se comprometieron a respetar con el fin de alcanzar dos claros objetivos: en primer lugar, conseguir la máxima convergencia económica entre los más poderosos y los menos adinerados y en segunda instancia, que todos los países obtuvieran el tan ansiado déficit "0" en el horizonte de 2007.

Y ahora, cuando vienen las duras, es cuando se echan atrás y tras unas más que seguras y vergonzantes coacciones sobre determinados miembros del Ecofin -al margen de que hayan hecho valer indudablemente su propio peso político en el seno de las instituciones comunitarias- logran eludir las justas sanciones que les deberían haber sido aplicadas. Lo peor de todo no es que con ello hayan soslayado sus responsabilidades, sino que han abofeteado y humillado a quienes sí que se han esforzado conveniente y rigurosamente en cumplir con esas condiciones, entre ellos y de modo muy destacado, España.

Así que con toda la razón, nuestro Gobierno, así como los de Austria, Finlandia y Holanda, han puesto el grito en el cielo y han manifestado su disconformidad con la decisión adoptada por el Ecofin, mientras que por su parte, la Comisión Europea o Gobierno Europeo, a través de varios de sus comisarios, también ha expresado su indignación por el fraude cometido por franceses y alemanes a las propias normas por ellos defendidas hace unos años.

Habrá que esperar y ver si definitivamente, la Comisión Europea recurre la decisión del Ecofin ante el Tribunal de Justicia de la UE y tanto el Pacto de Estabilidad, como la Unión y sus políticas económicas y monetarias, recuperan credibilidad y confianza ante el embate que han sufrido por parte del eje franco-alemán. Deseo fervientemente que así sea, por el bien de toda la Unión y de su pujanza económica, que según los expertos, podría verse afectada en diversos flancos, como la estabilidad del euro, la subida de tipos de interés o el retraso en la recuperación y el crecimiento, si algunos siguen empeñados en no respetar las reglas del juego que todos nos dimos en su momento.

Lucio Decumio.

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