06 noviembre 2003

El Voyager y las cinco del viernes

El título de hoy me ha quedado realmente poco seductor, así que si alguien desea salir corriendo y no continuar leyendo lo que tengo previsto volcar en este "post", lo entenderé perfectamente. Además, lo haga o no lo haga -lo de salir corriendo, me refiero- yo tampoco me voy a enterar. El contador sólo registra las visitas, pero no la evasión de algún navegante despistado que huye espantado ante la imponente presencia y longitud de mis comentarios. Y sí, he dicho imponente presencia y longitud. ¿Pasa algo?

En fin, hoy toca día prosaico. Si alguien se ha enganchado a mis sesudos análisis sobre la actualidad política nacional e internacional, tendrá que esperar un mejor momento para seguir disfrutando de mi aguda percepción de los acontecimientos.

Hoy he leído en el periódico que la sonda Voyager I, lanzada por la NASA al espacio en 1977, está llegando a los confines del Sistema Solar, allá donde la luz del Sol apenas será más destacable que la más refulgente de las estrellas que contemplamos desde la Tierra. Al margen del hecho, muy destacable en sí mismo, de que una máquina fabricada por el hombre y lanzada al espacio hace 26 años, siga su curso por el infinito sideral enviándonos miles imágenes de todo cuanto sus ojos ven, esta información me ha evocado épocas pretéritas. Me ha invitado a viajar en el tiempo hasta recordar pasajes casi olvidados de mi infancia.

Aquélla que parecería sacada de cualquier episodio de la serie "Cuéntame cómo pasó"; colmada de peonzas, canicas y chapas; infinita en pupitres astillados, recreos bulliciosos, Bonys, Bucaneros, Tigretones y Panteras Rosas; interminable de pescozones de profesores y henchida de reverencial respeto a crucifijos y Majestades; rebosante de tizas, témperas, cuadernos, murales, plastilina, pegamento Imedio y cartulinas; repleta de jerséis de punto de lana, de pantalones de pana, de vaqueros y deportivas sin marca y de chándales azules con ribetes blancos; en fin, aquélla inocente primera etapa de mi vida en la que hasta las Navidades parecían desprender sabores, colores y sensaciones mucho más cercanas y familiares.

Y todo esto, se preguntará más de uno, ¿a qué viene? Pues es muy sencillo. Los que sean de mi generación tienen que recordar un celebérrimo libro impreso a DIN-A4, de cubiertas amarillas atravesadas por gruesos trazos marrones y grandes fotos a todo color en su interior. Era el "Cosmos", el libro de Ciencias Sociales por excelencia, utilizado por los alumnos de Tercero, Cuarto y Quinto de EGB, creo recordar y en el que venían no pocas imágenes del Universo captadas seguramente por el Voyager, así como alguna que otra instantánea o dibujo del propio ingenio. Ha sido ese pausado y continuo viaje por el Cosmos de la citada nave, el que me ha embarcado en esta singladura interior hacia otros Cosmos; el primero y menos importante, el referido al libro de texto y el segundo y más crítico, a aquel pequeño gran mundo que fue mi infancia.

¡¡Qué tiempos!! ¡¡Cuántos recuerdos y cuánta nostalgia!!

Y ahora voy con las Cinco del Viernes, que en esta ocasión son algo cursis, pero que me servirán para completar un "post" que no desmerezca en magnitud a mis más fecundas y pródigas intervenciones. Ahí van.

1) ¿Cuál es el beso más dulce que te han dado en tu vida?

El último que me han dado. Seguro.

2) ¿Cómo recuerdas tu primer beso?

Desprendía vapores.... sí ahora lo recuerdo, vapores etílicos. Yo estaba como una cuba y ella, como una bodega de Rioja.

3) ¿Cómo te gustan los besos?

Aquellos que saben a beso. Detesto el sabor a tabaco que desprenden las glándulas respiratorias y gustativas de algunas mujeres.

4) ¿Algún beso especial por alguna razón?

Qué pesados. El último que me han dado.

5) ¿Alguno digno de olvidar?

No ninguno. Aunque durante un tiempo, sí que me hubiera gustado poder olvidar varios de ellos. Sin embargo, con el paso de los años las reacciones viscerales se atemperan y matizan, mientras que los besos que alguna chica te dio, pasan a formar parte del equipaje de experiencias personales que se acumulan a lo largo de la vida, al tiempo que dejan de ser excelsos u omitibles.

Lucio Decumio.

No hay comentarios: