02 octubre 2003

El Diario de Nantes

Cada vez que no consigo o no puedo escribir algo algún día en esta página, me invade un sentimiento de culpa similar al que nos puede afectar cuando, estando a régimen, nos metemos entre pecho y espalda un chuletón al cabrales, unas buenas gambas a la plancha y unas natillas caseras. Todo ello regado con un excelente Ribera o Rioja, según apetencias, y ahumado por los vapores de una copa de Torres 20 y un inigualable Cohíba Espléndido.

En esos instantes te sientes bien contigo mismo, porque has hecho de tu santísima voluntad, un acontecimiento inolvidable. Pero transcurridas unas horas, te percatas de que has traicionado las propias obligaciones contraídas con tu organismo y que pecar capitalmente de un modo tan gozoso, redunda en consecuencias nada buenas para tu aspecto personal.

Redacto esto a una velocidad endiablada, más acelerado incluso que cuando me pongo a las 12 de la noche, pues no es cuestión de restar demasiado tiempo a mi labor diaria de ganarme decentemente el pan. Sólo quería hacer constar un enlace, que trataré de incluir hoy en la vertiente derecha de mi página, debajo de los de Rodolfo y Alicia. Se trata de un "link" que os llevará a la página de un valenciano al que se le ocurrió, durante su estancia en Nantes como becario Erasmus, elaborar un diario que recogiera sus peripecias en aquella localidad francesa. Lo hace de modo muy notable, con brío, ingenio, y soltura redaccional, algo de lo que no están sobrados precisamente los ingenieros, gremio laboral al que pertenece el levantino.

En fin, ahí va. Espero que esta noche pueda ofrecer algo más.

El Diario de Nantes

Lucio Decumio.

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