06 julio 2003

Leblanc y los deportes importados

Hace un par de dí­as nos desayunamos con la noticia de que el inefable director del Tour de Francia, Jean Marie Leblanc, habí­a llegado a un acuerdo con asociaciones de defensa del vascuence para promocionar esta noble lengua -utilizada torticera y maquiavélicamente por el nacionalismo vasco durante los últimos 25 años como una de las excusas que justifican sus pertinaces tropelí­as- en la decimosexta etapa de la Grande Boucle. Una de esas asociaciones, al menos, tení­a reconocidos e indisimulables vínculos con la ilegalizada e inscrita en el registro de asociaciones terroristas elaborada por la UE, Batasuna. Aún así­, el cobarde franchute llegó a un acuerdo con ellos con la más que segura y secreta intención de que la fraternidad terrorista abertzale no le aguara la fiesta del Centenario de la carrera a su paso por el País Vasco Francés. Es legítimo que cada uno quiera defender sus propios intereses, pero hay un límite, y ese lí­mite se encuentra en la decencia, el sentido recto de la moral, los derechos humanos, los miles de personas que viven amenazados por esas alimañas en el Paí­s Vasco, y sobre todo el respeto a los casi mil cadáveres que ha dejado tras de sí el entramado mafioso etarra.

Pero eso al pusilánime Leblanc se la traí­a floja. A él sólo le interesaba que la carrera de la que es amo y señor, ofreciera al mundo entero una imagen intachable durante las tres semanas de competición, aunque para ello tuviera que pagar el infame precio de llegar a un acuerdo con una de las cabezas de la hidra. Pero la ha cagado. Por lo menos de cara a España, que es seguramente el país donde más se sigue esta carrera después de la propia Francia. Aparte, no contento con hacerle el favor a los hermanos de sangre de ETA de ofrecerles una caja de resonancia inmejorable para proferir sus barbaridades excluyentes, racistas y secesionistas, se descuelga al día siguiente con unas cuantas lágrimas de cocodrilo afirmando que los cofrades de los sicarios le habí­an engañado.

Pero ¿qué se ha creí­do este tipo? ¿que en España nos chupamos el dedo? Señor Leblanc; si hubiera tenido usted algo, sólo algo de decencia y de amor propio, habrí­a anulado de inmediato ese sangrante acuerdo y posteriormente, habría presentado su dimisión como director de la carrera. Pero eso a un francés engreído y arrogante como usted, no se lo veremos hacer nunca.

Antes de iniciar mi segunda intervención del dí­a, debo hacer constar que soy un deportista practicante y convencido y que a la menor oportunidad que tengo, quemo todas las energías que puedo haciendo natación, baloncesto, aeróbic, musculación...... Por ello, hoy me encuentro especialmente feliz, pues he llegado a la venturosa conclusión de que en breve plazo, en España tendremos acceso a la práctica de nuevas disciplinas deportivas que nos han llegado desde el otro lado del Atlántico, directamente desde Quito, Guayaquil y arrabales, y que hasta la fecha, no se sabe muy bien en virtud de qué espurias excusas, nos habían sido vedadas. Una de tantas, porque hay muchas y tiempo habrá de detenerse en todas y cada una de ellas, es el IAM, o mejor, para que mis lectores -imagino que poco avezados y avanzados en estas inéditas materias- se iluminen, Infatigable Arrastre de Muebles.

Esta noble y novedosa disciplina deportiva con la que los cultivados y urbanitas inmigrantes procedentes de Ecuador nos deleitan a diario, consiste en el arrastre, por todas las estancias de la casa en la que viven, de cualquier artilugio susceptible de provocar un ruido infernal y continuado que sobresalte a los vecinos que viven en el piso inmediatamente inferior. De momento, sólo he llegado a intuir las reglas del juego, pues no he tenido ocasión de ver ningún partido en directo, y hablo sólo de oí­das, pero no deben diferir mucho de las siguientes:

1/ Gana aquel individuo o equipo (se puede jugar sólo o formando escuadra) que arrastra más muebles, sillas, mesas, mesillas, camas, cómodas, sinfoniers o cualquier artilugio procedente del ilustre arte de la carpintería, por más dependencias de la casa y a más velocidad. En caso de empate, un medidor de decibelios determinará el ganador del partido, y designará como vencedor al que más bulla o gresca haya metido.

2/ Si se levantan los objetos en volandas y se trasladan a otro punto del domicilio, el jugador o jugadores de ese equipo pierde o pierden el partido.

3/ Si los objetos se depositan con cuidado sobre el parquet o el enlosado de la casa, el jugador o jugadores de ese equipo pierde o pierden el partido.

4/ Está prohibido terminantemente el uso de alfombras o trapos que amortigüen los ruidos producidos por el arrastre de los mencionados muebles.

5/ El horario de los encuentros se determina de común acuerdo entre los contendientes. Nunca es tarde ni temprano para dar comienzo a un nuevo certamen.

5/ Es obligatorio el uso de zapatos de tacón para ellas, y del uso de chapas metálicas en las suelas y tacones del calzado de ellos.

Y para que un partido de IAM alcance el cénit del estrépito y de la emoción, se recomienda:

A/ Introducir un CD o cinta de música autóctona en la cadena, poner los altavoces en el suelo y girar el regulador del volumen hasta el máximo.

B/ Masiva afluencia de asistentes al evento, ataviados para tan insigne ocasión.

C/ Que los espectadores y los jugadores dejen caer a plomo, ocasionalmente, cualquier objeto, preferiblemente metálico, contra el terrazo o el parquet de la casa.


Y a jugar, queridos lectores, a jugar.

Lucio Decumio.

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