Hace un par de días nos desayunamos con la noticia de que el inefable director del Tour de Francia, Jean Marie Leblanc, había llegado a un acuerdo con asociaciones de defensa del vascuence para promocionar esta noble lengua -utilizada torticera y maquiavélicamente por el nacionalismo vasco durante los últimos 25 años como una de las excusas que justifican sus pertinaces tropelías- en la decimosexta etapa de la Grande Boucle. Una de esas asociaciones, al menos, tenía reconocidos e indisimulables vínculos con la ilegalizada e inscrita en el registro de asociaciones terroristas elaborada por la UE, Batasuna. Aún así, el cobarde franchute llegó a un acuerdo con ellos con la más que segura y secreta intención de que la fraternidad terrorista abertzale no le aguara la fiesta del Centenario de la carrera a su paso por el País Vasco Francés. Es legítimo que cada uno quiera defender sus propios intereses, pero hay un límite, y ese límite se encuentra en la decencia, el sentido recto de la moral, los derechos humanos, los miles de personas que viven amenazados por esas alimañas en el País Vasco, y sobre todo el respeto a los casi mil cadáveres que ha dejado tras de sí el entramado mafioso etarra.
Pero eso al pusilánime Leblanc se la traía floja. A él sólo le interesaba que la carrera de la que es amo y señor, ofreciera al mundo entero una imagen intachable durante las tres semanas de competición, aunque para ello tuviera que pagar el infame precio de llegar a un acuerdo con una de las cabezas de la hidra. Pero la ha cagado. Por lo menos de cara a España, que es seguramente el país donde más se sigue esta carrera después de la propia Francia. Aparte, no contento con hacerle el favor a los hermanos de sangre de ETA de ofrecerles una caja de resonancia inmejorable para proferir sus barbaridades excluyentes, racistas y secesionistas, se descuelga al día siguiente con unas cuantas lágrimas de cocodrilo afirmando que los cofrades de los sicarios le habían engañado.
Pero ¿qué se ha creído este tipo? ¿que en España nos chupamos el dedo? Señor Leblanc; si hubiera tenido usted algo, sólo algo de decencia y de amor propio, habría anulado de inmediato ese sangrante acuerdo y posteriormente, habría presentado su dimisión como director de la carrera. Pero eso a un francés engreído y arrogante como usted, no se lo veremos hacer nunca.
Antes de iniciar mi segunda intervención del día, debo hacer constar que soy un deportista practicante y convencido y que a la menor oportunidad que tengo, quemo todas las energías que puedo haciendo natación, baloncesto, aeróbic, musculación...... Por ello, hoy me encuentro especialmente feliz, pues he llegado a la venturosa conclusión de que en breve plazo, en España tendremos acceso a la práctica de nuevas disciplinas deportivas que nos han llegado desde el otro lado del Atlántico, directamente desde Quito, Guayaquil y arrabales, y que hasta la fecha, no se sabe muy bien en virtud de qué espurias excusas, nos habían sido vedadas. Una de tantas, porque hay muchas y tiempo habrá de detenerse en todas y cada una de ellas, es el IAM, o mejor, para que mis lectores -imagino que poco avezados y avanzados en estas inéditas materias- se iluminen, Infatigable Arrastre de Muebles.
Esta noble y novedosa disciplina deportiva con la que los cultivados y urbanitas inmigrantes procedentes de Ecuador nos deleitan a diario, consiste en el arrastre, por todas las estancias de la casa en la que viven, de cualquier artilugio susceptible de provocar un ruido infernal y continuado que sobresalte a los vecinos que viven en el piso inmediatamente inferior. De momento, sólo he llegado a intuir las reglas del juego, pues no he tenido ocasión de ver ningún partido en directo, y hablo sólo de oídas, pero no deben diferir mucho de las siguientes:
1/ Gana aquel individuo o equipo (se puede jugar sólo o formando escuadra) que arrastra más muebles, sillas, mesas, mesillas, camas, cómodas, sinfoniers o cualquier artilugio procedente del ilustre arte de la carpintería, por más dependencias de la casa y a más velocidad. En caso de empate, un medidor de decibelios determinará el ganador del partido, y designará como vencedor al que más bulla o gresca haya metido.
2/ Si se levantan los objetos en volandas y se trasladan a otro punto del domicilio, el jugador o jugadores de ese equipo pierde o pierden el partido.
3/ Si los objetos se depositan con cuidado sobre el parquet o el enlosado de la casa, el jugador o jugadores de ese equipo pierde o pierden el partido.
4/ Está prohibido terminantemente el uso de alfombras o trapos que amortigüen los ruidos producidos por el arrastre de los mencionados muebles.
5/ El horario de los encuentros se determina de común acuerdo entre los contendientes. Nunca es tarde ni temprano para dar comienzo a un nuevo certamen.
5/ Es obligatorio el uso de zapatos de tacón para ellas, y del uso de chapas metálicas en las suelas y tacones del calzado de ellos.
Y para que un partido de IAM alcance el cénit del estrépito y de la emoción, se recomienda:
A/ Introducir un CD o cinta de música autóctona en la cadena, poner los altavoces en el suelo y girar el regulador del volumen hasta el máximo.
B/ Masiva afluencia de asistentes al evento, ataviados para tan insigne ocasión.
C/ Que los espectadores y los jugadores dejen caer a plomo, ocasionalmente, cualquier objeto, preferiblemente metálico, contra el terrazo o el parquet de la casa.
Y a jugar, queridos lectores, a jugar.
Lucio Decumio.
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