Tengo en mente desde ayer, hablar sobre la detención de dos escorpiones etarras en Navarra, capturados en posesión de más de 150 kilos de explosivos, algunos de ellos perfectamente preparados para ser empleados y que conformaban el núcleo central de uno de los comandos históricamente más sangrientos de esta banda de alimañas, el Nafarroa.
No me detendré demasiado en hacer hincapié en lo jubiloso que resulta el hecho de que últimamente, cada vez que los depredadores se ponen en acción, la pesca de las pirañas que han sembrado el pánico y la destrucción se convierte en un alborozador y tranquilizador punto y seguido a la perpetración de la salvajada. Eso es obvio para todos, aunque lo que hace falta es que las Fuerzas de Seguridad del Estado sigan contando con el apoyo de todos y eviten, siempre que sea posible, que no se escriba el prólogo sangriento, aunque luego rubriquen un magnífico y venturoso epílogo.
Mi intención se situaba, mas bien, en la órbita del análisis de las hienas capturadas y del porqué de sus actos.
Los discípulos de Lucifer tienen ambos 23 años. Han leído bien, mis queridos lectores, 23 años. Y a esa edad, en la que la inmensa mayoría de los jóvenes se distrae con sus amigos, cortan con sus novios o novias, flirtean, ríen, viajan, leen, estudian, terminan carreras, empiezan a abrirse tímidamente paso en el mundo laboral y profesional y empiezan a trazar claramente los rasgos de la personalidad que les definirá a lo largo de sus vidas, a esa edad, insisto, dos sujetos nacidos en el País Vasco, ya han cumplimentado un tenebroso currículum que mueve al espanto:
Joseba Segurola Beobide: Detenido en Diciembre de 2001 en Guipúzcoa, como presunto miembro de un grupo de apoyo al 'comando itinerante' de ETA. Anteriormente, fue detenido por la Policía Autónoma Vasca acusado de estar relacionado con el almacenamiento de un arsenal de 98 cócteles molotov, hallado en la localidad de Urretxu. Y en Marzo de 2001, fue condenado a dos años de prisión por tenencia de explosivos, después de que la Fiscalía de la Audiencia Nacional y sus abogados (los abogados del diablo, lógicamente) llegaran a un acuerdo para pactar dicha pena. Es decir, un zafiro el mozalbete.
Ibai Aguinaga Guinea, alias "Beltza": Ingresó en prisión el 21 de Diciembre de 1999 -¡¡¡con 19 años, el pollo!!!- por su pertenencia al 'Grupo Y' más activo de Vizcaya. Grupo éste, que fue el responsable de los ataques al cuartel de la Guardia Civil en Getxo, la sede de Correos en la misma localidad y del atentado contra el domicilio de un concejal del PP en Algorta. Vamos, un diamante de Namibia.
Estos formidables historiales delictivos, sólo al alcance de los más resentidos y vindicativos elementos de la lucha callejera pro-etarra, tienen su origen, no en la profundas convicciones que pueden mover a un luchador por la libertad de su patria a actuar contra los invasores que la oprimen, que la sojuzgan, que matan a sus parientes o que destruyen sus posesiones y sus tierras, sino en las sobredosis de odio, resentimiento y rencor que se les han administrado desde que, a la tierna edad de 5 ó 6 años, pisaron por primera vez las aulas de una ikastola.
No quiero que nadie extraiga de mis palabras la idea de que todos los chavales que estudian en las ikastolas terminan formando parte, con el paso del tiempo, de los grupos de lucha callejera, y por extensión, de ETA. No es así, evidentemente, porque la ensalada de inquina que nubla sus casi virginales cerebros ha de nutrirse y aliñarse con otros ingredientes, como la alineación política de los padres -fundamental- o el círculo de amistades al que deciden (o se ven obligados) a unirse. Pero lo que sí que está claro es que la nauseabunda tergiversación de la Historia que se lleva a cabo en los libros de texto que estudian esos críos, las tendenciosas preguntas que realizan a los niños algunos comisarios políticos de la serpiente que se hacen llamar a sí mismos profesores, los dibujos de aviones de combate con la ikurriña en la cola y en las alas, que bombardean Madrid y demás veleidades fanáticas -muchas de ellas, desconocidas por la mayoría de nosotros- que se ven obligados a asimilar, influyen pavorosamente en el comportamiento futuro de muchos de estos párvulos.
Este sectarismo ha sido consciente y concienzudamente alimentado por el Gobierno Vasco, desde la instauración en el sistema educativo regional de este tipo de centros de enseñanza. Ha sido así, todo el mundo lo sabe y conviene decirlo con voz clara y firme. La escalofriante manguera de resentimiento que sostiene firmemente Arzallus, ha empapado hasta el último rincón de estos centros. El otro día, me detenía brevemente en las enseñanzas que recibí cuando era pequeño, en un humilde colegio público del barrio de Campamento, en Madrid. Al margen de las instrucciones académicas recibidas, salí de aquel colegio convenientemente aleccionado en el respeto a los demás, a sus derechos, a sus propiedades, a sus opiniones y a sus actos, siempre que estos no perturbaran mis propios derechos.
Y con ello, con las enseñanzas que me impartieron cuando fui niño y adolescente, enlazo con mi estación de destino en este comentario. Mientras que en el resto de España a los niños se les prepara, mejor o peor, eso ya depende de otros factores, para la vida, para el futuro, para su propio futuro y en definitiva, para la convivencia en paz y en libertad, en el País Vasco se les adoctrina para que odien, recelen, incordien, violenten, amenacen, coaccionen y en último término ejecuten a quienes no piensan como ellos. Para que se conviertan, en resumen en la cantera que precisan los sicarios y sus padrinos políticos para sostener un conflicto artificial con el resto de España y perpetuar su chantaje mafioso los primeros y su permanencia en el poder, los segundos. Aunque en ello vaya la ruina de quienes dicen defender y representar.
Si se hubiera puesto pie en pared al nacionalismo vasco cuando empezaron a despuntar con meridiana claridad sus aviesas intenciones en el manejo de la educación en su región, otro gallo nos hubiera cantado a los españoles durante los dos últimos decenios. Y tal vez, las dos últimas cabezas que le hemos cortado a la hidra, podrían haber tenido otro futuro y sobre todo otro presente.
Lucio Decumio.
1 comentario:
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