Vuelvo a la carga con las cinco preguntas que cada viernes nos plantea Betty. Hacía muchísimo tiempo que no me entretenía contestándolas y creo que hoy es un buen momento para hacerlo. Como no podía ser de otro modo, versan en torno a la Navidad y los tradicionales tópicos de estas fechas. Allá voy, pues, a ver si no me he oxidado.
1/ ¿Qué sientes antes, durante y después de estas fechas tan señaladas?
Obviamente, las emociones y las sensaciones que se perciben y que se vivencian durante estos días cambian con el transcurrir del tiempo. La ilusión, la alegría y la algarabía que presiden las celebraciones navideñas cuando eres un insignificante enano de tres, cuatro o siete años, no tienen nada que ver con la percepción que se extrae de la Navidad en edad adulta. Para mí, es tiempo de acordarme de algunas personas de las que hace tiempo que no tengo noticias y el momento oportuno para retomar el hilo de nuestro contacto. También son jornadas en las que se echa en falta a las personas señaladas y queridas, especialmente este año, pues en esta próxima Nochevieja, dos familiares menos se sentarán a la mesa que ocuparon hasta no hace mucho.
Después, creo que todos nos sentimos básicamente igual. Llega la nada, los meses de Enero y Febrero, un gélido tránsito de sesenta días hasta la llegada de Marzo, mes en el que empieza a despuntar la primavera, en que los días son más largos y en el que las primeras fiestas del nuevo año encarnan algunas de las fechas del, hasta ese instante, lúgubre calendario.
2/ ¿Qué recuerdos de la infancia guardas de la Navidad que aún lleves a la práctica?
Me temo que sólo uno. Consiste en dejar relucientes los zapatos el día 5 de Enero, depositarlos en el salón de mi casa y esperar a que los Reyes Magos tengan a bien dejarme algunos presentes sobre ellos. A este respecto, señalar que mi apego a las tradiciones anglosajonas a la hora de celebrar la entrega de los regalos navideños, es nula.
3/ ¿Cuándo y quién rompió la magia infantil de los Reyes Magos? ¿Cómo te sentiste al saberlo?
Tuvo que ser en torno a los 8 años. Y me temo que el causante de tan dramático choque con la realidad fue mi hermano, dos años mayor que yo. Pero como los recuerdos no son nítidos, no le acusaré directamente de tamaña felonía, ante la evidente carencia de pruebas. Asimismo, tampoco recuerdo cómo me sentí al saberlo. Conociendo mi carácter pragmático, seguramente me sentiría más estafado que desilusionado.
4/ ¿Cómo decoras tu casa? ¿Qué es lo que más ilusión te hace en estas fechas? Y si no te gustan, ¿cuál es la razón?
Mi hermana y mi madre montan el Belén, adornan la casa con algo de espumillón y poca cosa más. Cuando éramos más pequeños, el alborozo nos llevaba a engalanar el tradicional árbol con esmero y cuidado exquisitos. Ahora que hablo de ello, recuerdo el tacto y el olor del propio árbol y hasta los colores de las luces que parpadeaban, el brillo de las bolas que se colgaban en las ramas o algunos muñecos y complementos que le añadíamos. Buenos tiempos aquéllos. Pero como decía anteriormente, con el paso de los años estas tradiciones se tamizan y pasan poco a poco al olvido.
5/ ¿Qué le pides a esta Navidad? ¿Qué sueños quiere cumplir? ¿Hay alguien en tu vida que necesitas tener esa noche más cerca que a otros?
Evidentemente le pido salud, si es que la Navidad tiene la facultad de poder otorgarla. Supongo que la pregunta en torno a los sueños estará orientada hacia los que queremos ver cumplidos a lo largo del próximo año. Si es así, diré que me gustaría modificar mi status socio-laboral al alza y que de una vez por todas, me placería enormemente verme independizado y con mi casa y mis responsabilidades ceñidas exclusivamente y de una vez por todas, sobre mis enormes espaldas.
En cuanto a la última cuestión, sólo necesito tener cerca a quienes sé que me quieren. Nada ni nadie más. Y a cada año que pasa, más agradezco poder tenerles a mi lado, pues aunque ya falte alguno de los que siempre estuvieron, su ausencia me ayuda a valorar en su justa medida la presencia de quienes aún siguen aquí.
Lucio Decumio.
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