18 enero 2004

Carta abierta a George W. Bush

A pesar de que el encabezamiento del comentario pueda sugerir algo en sentido contrario, no será Lucio Decumio quien redacte una misiva cargada de diatribas contra el Presidente de los Estados Unidos. Y no porque no quiera, pues quien sea asiduo seguidor de mis reflexiones sabrá que el actual mandatario norteamericano no goza precisamente de mi máxima simpatía y respeto, sino porque en el siguiente enlace, la encontraréis perfectamente articulada por otro personaje, algo más célebre que este humilde autor.

Hablo de Michael Moore, escritor y director de cine independiente americano, que carga las tintas de forma inmisericorde contra el Presidente de su Nación, en una epístola en la que no deja de recordar todas y cada una de las deslealtades y alevosías cometidas, siempre según su particular visión, por Bush Jr, casi desde su más tierna adolescencia, hasta la madurez presidencial que hoy desempeña. Vaya por delante que no estoy en disposición de refrendar ni de rebatir ninguna acusación de las que glosa en su carta, pero sí que quiero hacer constar que alguna de ellas, coincide plenamente con diversas sospechas expresadas por mí en varios de mis artículos, acerca de la catadura moral del Presidente americano.

Antes de dejaros con la lectura de tan interesante documento, no me resisto a hacer dos postreras apreciaciones, absolutamente subjetivas y privativas, pero que servirán como plataforma sobre la que sostener mi opinión sobre el texto que hoy os adjutno. En primer término, estoy convencido de que no pocas de las acusaciones que enumera en su carta están contempladas a través de un cristal tiznado de amargo resentimiento, rencor que seguramente le anima a abultar las citadas denuncias por encima de su verdadero calado con el exclusivo fin de demonizar aún más al dirigente republicano. Y en segunda y última instancia, no conozco personalmente la obra de Michael Moore, aunque sí que se me ha dado a conocer, por otros medios, hacia qué vertiente fluyen sus tendencias e ideas políticas, preferencias que por otra parte, se encuentran notablemente alejadas de las mías.

Sin embargo y aquí concluyo como decía previamente, sobre la base de estas dos premisas, considero que aunque sólo una pequeña parte de las inculpaciones de Michael Moore sobre George W. Bush fuera cierta, ya sería más que suficiente para que los americanos en particular y el resto de dirigentes democráticos mundiales en general, renegaran de este indocumentado.

Lucio Decumio.

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