19 marzo 2004

La pésima educación

A mí, jamás me ha atraído el cine español. Creo recordar que ya lo he manifestado en alguna ocasión en esta mi humilde morada cibernética. Salvo casos realmente excepcionales, nunca he salido de una sala de cine o del salón de mi casa, tras el visionado de una cinta origen nacional, satisfecho con lo que acababa de contemplar.

Y entre esos casos "wraros, wraros, wraros", no me puedo permitir contar ningún largometraje realizado por Almodóvar. Algún malintencionado se preguntará: Pero, ¿ha visto alguna vez Lucio Decumio alguna película dirigida por el insigne cineasta manchego? Y Lucio Decumio responde: sí, en efecto, he visto películas de Almodóvar, aunque únicamente dos y me han resultado absolutamente suficientes como para que se me hayan quitado las ganas de volver a ver algún film de este sujeto asombrosamente estúpido en los últimos 12 ó 13 años.

Concretamente, hago referencia a "Mujeres al borde de un ataque de nervios" y "Átame". En el primer caso, fui al vetusto cine de verano del pueblo de mi madre, obligado en la práctica por todos mis amigos de aquella época, pues la película se había convertido en un auténtico éxito en toda España y en buena parte del extranjero. Este eco, obtenido a partir de su nominación al Óscar como mejor película de habla no inglesa en el año 1989, creo recordar, fue el único motivo que me impulsó a aceptar las requisitorias de mis amigos y acudir a verla.

Lógicamente salí de la sala aún más decepcionado de lo que imaginaba, pues los estereotipos que yo había manejado hasta la fecha del cine español de los 80 en general y del almodovariano en particular, se cumplieron a rajatabla uno tras otro hasta sentirme totalmente estafado por haber gastado 200 pesetas -una fortuna en 1989- en aquella comedieta de medio pelo. En cuanto a "Átame", film con el que al cabo de un par de años, traté de desintoxicarme de los efectos del primero, sólo puedo decir que fracasé en mi intento y que los efectos estomagantes de esta última cinta, multiplicaron a los de la primera y se sumaron con ésta para evitar, como decía previamente, volver a ver ninguna otra película de La Loca de La Mancha durante el resto de mis días.

Poco había vuelto a saber un servidor de Pedro Almodóvar desde entonces. Seis u ocho películas deben haberse sumado en el morral de este fulano de verbo atropellado, ademanes femeninos y cámara sobrevalorada. Una estatuilla de la Academia Norteamericana de las Artes y las Ciencias Cinematográficas también ha ido a parar a su saco, aunque para ser sinceros, ni tan siquiera recuerdo el título de la cinta que mereció tal honor. Honor que por otra parte, el afeminado se apresuró a recoger con indisimulado entusiasmo, acordándose de una batería de santos, vírgenes y beatos cuya enumeración aún proseguiría a día de hoy, de no mediar la decidida intervención de Antonio Banderas, que pasó de fugaz presentador de aquella fase de la gala, a improvisado "segurata" que retira del local al alborotador de turno. Honor y reconocimiento aquél, que lejos de rechazar por su origen americano, liberal y capitalista -conceptos de los que el director ha abominado frecuentemente en virtud de su ideario izquierdista- aceptó sin el menor recato, pues sabía cuán pingües beneficios le acarrearía a su ya de por sí, abultado bolsillo.

Como digo, poco había vuelto a saber, salvo estos esporádicos episodios, de este individuo, cuando de repente, el pasado lunes 15 de Marzo, aprovechando la presencia de toda la prensa nacional e internacional en la presentación de su nueva película "La mala educación" dio pábulo a un simple rumor que había corrido por algún foro de Internet que aseguraba que el Gobierno del PP había estado a punto de dar un golpe de Estado la noche del 13 al 14 de Marzo, víspera de las elecciones. Y no sólo eso. Se permitió la licencia de decir que en los últimos ocho años, España no había vivido en democracia y que tras la victoria del PSOE el día 14, los españoles volvíamos a ser libres.

Como en otras muchas ocasiones, yo propongo que se contemple el caso opuesto. Un director de cine con marcadas inclinaciones políticas hacia el centro derecha, seductor impenitente, mujeriego, juerguista y de reconocido prestigio en su profesión, ganado a base de buenas películas, ninguna de ellas subvencionada por el Ministerio de Cultura dirigido por el PSOE en los últimos ocho años, presenta su última película ante cientos de periodistas de los cuatro rincones del globo, tras la reciente victoria en las Elecciones Generales del Partido Popular. En éstas y tras haberse metido tres o cuatro pelotazos y haberle tocado el culo y haberse insinuado a no menos de una docena de atractivas reporteras que cubren el acto, empieza a vomitar toda la bilis contenida durante los últimos tiempos contra el gobierno socialista democráticamente elegido por los españoles en los últimos años y le acusa de golpista, manipulador y verdugo de las libertades públicas. Aprovecha asimismo, un execrable acto terrorista que le ha costado la vida a más de 200 personas y lo utiliza como arma arrojadiza contra ése mismo gobierno, acusándole abiertamente de ser el responsable de la matanza.

Teniendo en cuenta que sólo cambian los actores de esta película que presento, pero no las circunstancias socio-políticas que la rodean, ¿alguien piensa que este director ficticio del que hablo, habría tenido alguna posibilidad de salir adelante en su profesión, más allá de esas declaraciones? Decididamente no, pero esta es la sociedad que tenemos, en la que vivimos y la que nos merecemos. Por ignorantes.

Eso sí, una vez vuelto en sí, el ínclito travestido de los primeros años 80, habrá echado cuentas y sin duda, se habrá percatado de que al menos la mitad de los espectadores de sus incoherentes vodeviles, son simpatizantes o votantes de tan abyecto y totalitario partido, pero que aun siendo una panda de fascistas, su dinero es tan válido como el de los demócratas que votan al resto de formaciones políticas.

Almodóvar, ya me dabas asco, pero ahora que has demostrados tus verdaderas miserias, me das náuseas.

Lucio Decumio.

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