13 diciembre 2005

Son toscos y burdos

Instante en el que el petrolero monocasco "Prestige" se hunde a pocas millas de la costa gallega tras ser consciente y aviesamente torpedeado por orden de Aznar, Cascos, Trillo y Rajoy.

Las enmohecidas banderas que envolvieron las concentraciones callejeras -ésas sí- de la izquierda radical y antisistema encabezada por la marioneta política que siempre ha sido el actual Presidente del Gobierno, han vuelto a salir de sus chirriantes baúles para agitar su hedionda putrefacción delante de una opinión pública cada vez más escamada con un Ejecutivo infectado por los virus del analfabetismo y la traición.

Si no fuera por lo repugnante de la maniobra, socialistas, comunistas y apéndices informativos, darían hasta lástima. Incluso un niño de 8 años amamantado por las ubres de la LOGSE sería capaz de percatarse de que las revelaciones publicadas el pasado domingo por la hoja parroquial de Prisa -gracias a las filtraciones de los amigos presidenciales- en torno al Prestige y la Guerra de Iraq, carecen no sólo de la mínima relevancia informativa exigible a cualquier primicia o exclusiva que se tenga por tal, sino que además y esa es su principal misión, están encaminadas a levantar una neblina de confusión lo suficientemente espesa, que sea capaz de alejar por unos días los focos de la actualidad informativa de la negligente actitud de un Gobierno herrumbroso.

Gracias a estas vacuos pero oportunos artículos, Rubalcaba y compañía se cargarán durante algunas jornadas con los habituales y artificiosos argumentos a los que nos tienen acostumbrados y pedirán -que nadie lo dude- la comparecencia en sede parlamentaria de Rajoy, Cascos, Trillo y todo dirigente del PP al que consideren mínimamente relacionado con sendos acontecimientos.

Está más visto que Chanquete agonizando en "Verano Azul", pero muchos caerán en la trampa por ignorancia o por conchabeo y así, cámaras, plumas, teclados y linotipias centrarán su atención en el nuevo cometa que surcará los cielos informativos y se desviarán de la verdadera y acuciante realidad.

La caterva de iletrados capitaneada por Pepiño Blanco, López Garrido y demás "think tank" socialistas saldrán momentáneamente victoriosos, pues jugarán con la ventaja de saber que su apabullante dominio de los medios de comunicación, proporcionará a Moncloa y a sus aliados unas impagables semanas de tregua al abrigo de la penumbra que le concederá la cara oculta de la Luna mediática, tiempo en el que podrán abordar con más tranquilidad y menos testigos, el maquillaje del Estatut y el definitivo sepelio informativo -al menos ellos lo creerán así- de asuntos tan espinosos, comprometedores y brumosos como las nuevas revelaciones sobre el 11-M y ETA, las negociaciones del PSE con la banda criminal durante los últimos cinco años, la esperpéntica incapacidad negociadora respecto al futuro presupuesto de la UE, el derrumbamiento del Carmelo, el incendio de Guadalajara, el "accidente" del Cougar en Afganistán, las corruptelas de Montilla, el contumaz dadaísmo de Moratinos, los patinazos verbales de Cruella de la Vega y sobre todo y ante todo, la actitud desafiante, chulesca y tabernaria de ERC, un partido político que por la décima parte de las tropelías y las intimidaciones cometidas en España, ya estaría proscrito en cualquier país democrático que como tal se considerara.

Los jerarcas del PP se prestarán al juego, pues otro remedio no les quedará. ¿O sí? Propongo que en el caso de que algunos dirigentes del Partido Popular sean llamados a declarar en el Parlamento en relación a las informaciones de "EL PAÍS", acudan, desde luego, pero siempre recordando al gran público, en todas y cada una de sus comparecencias, que mientras ellos no tienen reparos en dar cuantas explicaciones sean necesarias al respecto de cualquier asunto, la relación de cadáveres políticos previamente citada permanece almacenada en los armarios socialistas y sigue pudriéndose entre sus estanterías y sus baldas sin que nadie haya encontrado o quiera encontrar a los culpables de esas defunciones.

Lucio Decumio.

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