17 diciembre 2005

Se cree el ladrón...

El ex Ministro de Justicia e Interior afirmó ayer que la COPE, El Mundo, La Razón, Rajoy, Aznar y Zaplana "están intentando dar un golpe civil". Veremos qué es lo próximo que rebuznan para tratar de desacreditar a quienes les critican y sobre todo, habrá que estar alerta ante los pasos que indudablemente darán para cerrar la boca a aquellos que se aproximen a la verdad y el origen de sus manejos.


Quienes alcanzan determinadas cotas de responsabilidad en sus respectivos ámbitos de actuación mediante técnicas cimentadas en la falacia, el engaño, la infidelidad o la deslealtad, mantienen eternamente activado en su intelecto, un despreciable mecanismo de alerta y defensa contra todo aquel al que puedan contemplar como una amenaza para su estabilidad ganada con malas artes.

Particularmente y pese a que a lo largo de mi trayectoria profesional me he encontrado con no pocos individuos -básicamente individuas- que destacaban por sus malos modos, su pésima educación y su estomagante falta de escrúpulos y que a su vez ocupaban cargos de superior responsabilidad a la mía, sigo pensando que el mejor método para lograr nuestras metas son el trabajo, el sacrificio y la honradez aplicada a toda aquella tarea que llevemos a cabo. Primero con uno mismo y en segundo lugar, con los demás.

El resorte defensivo del que hablaba previamente se activa de inmediato en las mentes de este género de personas, en el preciso instante en el que a su alrededor aparece alguien capaz de disputarle decentemente, el protagonismo en su ámbito de trabajo, los parabienes y las palmaditas de sus jefes o simplemente y este es el caso que me ocupa hoy, varios miles de votos.

Son numerosos los casos de sujetos mendaces e indignos llegados a cargos de responsabilidad, aunque más abundantes son sus mezquindades y sus zancadillas para lograrlo. Dado este comportamiento previo, es de todo punto imposible esperar que los cretinos no aborrezcan y no intenten descabalgar o desprestigiar a quienes a su alrededor, entienden la prosperidad personal o las metas profesionales a partir de conceptos como la cultura del esfuerzo o la noble dedicación en cuerpo y alma, a un proyecto vital de crecimiento personal.

En cuanto a sus relaciones con los demás, no dudan tampoco. Naturalmente, se sienten mucho más cómodos junto a quienes se muestran abiertamente como irredentos discípulos de la ambición, la soberbia o la pura y simple adulación y al lado de quienes hacen uso indiscriminado de la mentira, el rumor, la manipulación o la lisonja de saldo como herramientas de lo cotidiano.

Y es así por la sencilla razón de que el necio sabe que alguien brillante e inteligente a su lado, hará si cabe más patente y más notoria su necedad y su incapacidad. Por eso tienden a rodearse de gente parecida a ellos, gente que no sólo no ponga en entredicho sus lagunas profesionales, sino que no sea capaz o no tenga los suficientes arrestos como para ponerles frente a sus propias contradicciones morales y éticas.

El necio no es otra cosa sino una suerte de esquizofrénico, alguien que ve enemigos, conspiraciones y maquinaciones en su contra por doquier, alguien para el que la palabra más inocua siempre tiene un doble o un triple sentido, alguien que se empeña en ver fantasmas donde no los hay y sobre todo, alguien que tiene tanta capacidad para crear problemas, como talento marrullero para salir airoso de los contratiempos que él mismo ha generado mediante la rastrera técnica de invertir la carga de la prueba y endosarle la responsabilidad de sus errores a cualquiera menos a él mismo.

Alguien como Juan Alberto Belloch. De un tipo que hace unos meses calificaba de "basura hitleriana" a la AVT por las presuntas agresiones a José Bono durante la manifestación convocada por esta asociación en Enero de 2005, poco se podía esperar salvo nuevas muestras de ruindad. De un señor que conjugó a la perfección vileza, sectarismo y falta de rectitud moral durante su etapa como Ministro de Justicia e Interior con Felipe González, no podíamos aguardar otra cosa que nuevos salivazos contra la razón y el decoro. De un esperpento intelectual que dejó escapar a Roldán con los bolsillos llenos y que se encargó de la redacción de un Código Penal que más parece una perpetua invitación al delito que una barrera contra el mismo, ¿se podía esperar otra cosa que no fueran nuevas dosis de retorcimiento y resentimiento hacia quienes no piensan como él?

De un dirigente socialista que es plenamente consciente de que su partido alcanzó el Poder mediante un golpe de estado sostenido por la presión manipuladora de sus adláteres mediáticos y la tensión callejera provocada por masas furibundas convenientemente entrenadas en el odio y el rencor, no nos puede extrañar que compare las repetidas y documentadas denuncias que la Oposición y los medios no adictos al poder llevan a cabo para revelar los excesos y los abusos de un Gobierno a la deriva, con un intento de golpe civil contra ese mismo Ejecutivo.

Lo dicho, se cree el ladrón que todos son de su condición.

Lucio Decumio.

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