04 abril 2004

El tunecino

Visión distorsionada y fanática de la religión; acusaba de infieles a todos los que no pensaban como él, incluidos musulmanes moderados; se metía mucho con los cristianos; sus creencias se habían radicalizado; desde hacía tiempo, se había convertido en un instigador de la "Guerra Santa"; llevaba largos meses buscando adeptos para su causa entre las mezquitas de Madrid; mantenía a su joven esposa sojuzgada bajo los más estrictos preceptos de las leyes islámicas; escuchaba extasiado los comunicados de Al Qaeda emitido por las televisiones árabes...

Una caudalosa catarata de adjetivos y actitudes semi- demoníacas, proveniente del entorno y las personas que habían tratado con él en los últimos meses y años, es la que ahora se desploma sobre la cabeza chamuscada de Sarhane Ben Abdelmajid, alias "el tunecino", presunto cerebro de los atentados terroristas que conmovieron a Madrid, a España y al mundo el día 11 de Marzo.

Precisamente ahora. La misma congregación islámica que se rasga las vestiduras por los actos criminales del 11-M, que se solidariza con los españoles, que comparte nuestro dolor y nuestra rabia y que afirma categóricamente que "alguien que conoce el Islam sabe que no se puede hacer daño a nadie", es la misma o buena parte de la misma que durante meses, ha tratado con este ser inmundo, perturbado y enajenado y que no ha sido capaz de denunciar con toda la energía posible ante las Fuerzas de Seguridad, las andanzas, las declaraciones y las manifestaciones del mesías de la muerte. No han sido capaces o simplemente puede que no hayan querido hacerlo.

Al hilo de mis más que razonables dudas sobre la noble actitud de ciertos sectores de la comunidad musulmana de Madrid, está la actitud del Ministerio del Interior y de los Cuerpos de Seguridad del Estado, que no parece que se hayan aplicado con excesiva agilidad a la hora de hacer sus deberes arábigos, pues todo apunta a que desde mediados de 2003, los agentes del orden ya tenían constancia de que este enviado del Hades había hecho "expresas manifestaciones" sobre la preparación de un atentado de grandes dimensiones en Madrid.

Falta de agilidad, falta de medios o simplemente, subetimación de una amenaza que jamás había tomado cuerpo real. Además, enfracados como estaban en la contención de las numerosas "caravanas de la muerte" que ETA enviaba con macabra regularidad hasta la capital de España con el ánimo de perpetrar una masacre de proporciones bíblicas, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado podrían no haber prestado la suficiente atención a las sucesivas huellas que dejaban los elementos más dinámicos del integrismo islámico en su camino hacia el atentado contra los trenes madrileños.

De cualquier manera el daño ya está hecho, aunque parece que las células integristas islámicas más activas han quedado prácticamente desactivadas con esta última intervención policial en Leganés. Asimismo, quiero expresar desde aquí mi agradecimiento al comportamiento de los agentes especiales que ayer intervinieron en esta ciudad madrileña y en especial al policía fallecido. Lo que me resulta muy extraño, es que a estas horas y dados los tiempos de inversión moral que vivimos, algún izquierdista nauseabundo y resentido no haya salido todavía a la palestra para defender los derechos de los musulmanes auto-inmolados y poner en duda la gesta heroica de unos agentes del orden que dejaron sangre y vida en el cumplimiento del deber de protegernos.

Izquierdistas nauseabundos y resentidos que todavía estarán retozando en el lodo de sus propias miserias y de sus propias simplificaciones políticas y geo-estratégicas, sin querer darse cuenta de que los actos terroristas del 11-M no fueron la respuesta y la consecuencia aislada de nuestro apoyo a la intervención anglo-americana en Irak y al derrocamiento de su sanguinario dictador. El integrismo islámico va mucho más allá, como ya ha quedado perfectamente demostrado con la bomba localizada en las vías del AVE hace un par de días y con la desarticulación de este comando que ya tenía más explosivos preparados para cometer una nueva carnicería.

No van a parar y siguiendo la misma lógica de cualquier grupo terrorista -y nosotros de esa madera tenemos una cuantas astillas- seguirán golpeando discrecionalmente aquí y allá, con el fin de tratar de alcanzar su programa de máximos, que no es otro sino el consistente en la destrucción de nuestro modo de vida, basado en la libertad, el respeto a los derechos humanos y la democracia representativa.

Lucio Decumio.

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