25 abril 2004

Fotogramas

Hace unos días me preguntaba y no paraba acerca de las razones por las que el número de visitas a mi página había experimentado unos registros hasta entonces, desconocidos para mí. Un buen amigo fue el encargado de hacerme saber que uno de los más ínclitos e insignes críticos que zascandilean por la "blogosfera", había tenido a bien dedicarme unos nada aduladores párrafos en su particularísima página. Como hombre ecuánime y juicioso que soy, pese a que los de siempre, ángeles custodios de la corrección política y del pensamiento único, vean o quieran ver en mis palabras, pinceladas racistas, lienzos excluyentes o incluso interminables galerías xenófobas, le devuelvo a Borjamari el favor de las visitas de mis tradicionales lectores.

Posiblemente no las reciba o quiera recibir de buena gana, pues vivirá bajo la convicción de que están trufadas por las mismas pústulas socio-políticas que me aquejan a mí, pero insisto, cerca de 500 vistas a mi página en menos de tres días le hacen digno acreedor de que yo le reintegre, aunque sea en mucha menor medida, tamaña merced.

Se quiera o no, la vida es así; mixtura de ideas, cruce de pensamientos e intercambio de pareceres, todos ellos respetables y matizables, siempre y cuando no busquen premeditadamente fundar estados de opinión violentos o retorcidos. Y hablando de intercambio de pareceres, ya que alguien en el ejercicio de su libertad de expresión, se permite exponer su dictamen sobre mi página y sus contenidos, espero que se me permita hacer lo propio, pero en sentido contrario.

Hace bastantes meses que sabía de la existencia de la página de este buen hombre y ocasionalmente en ella había entrado. El muchacho, que vive relamido y encantado de haberse conocido, se defiende a la hora de escribir, pese a los notables, aunque escasos, errores ortográficos, sintácticos y de puntuación que suelen acompañar a sus comentarios. Pero en resumen, no es mal redactor el mozalbete, desde luego que no, aunque para mi gusto, beba excesivamente de las fuentes formales y contextuales de las críticas cinematográficas que cualquier aficionado al Séptimo Arte pueda leer semanalmente en la revista Fotogramas. Y en último término, aunque venga envuelta en un pesado fardo de recarga adjetival y efectismo de salón, los tintes sarcásticos e irónicos que le aplica a sus comentarios, son de agradecer.

Y ya lo dejo, que se me hace tarde y tengo que entregarme a cuestiones de calado, como por ejemplo, la contemplación del gran clásico del fútbol español, eso sí, no sin antes cumplir con mis deberes dominicales de racista enfebrecido y linchar a algunos seres inferiores que se crucen en mi camino, que últimamente, me estoy volviendo blando.

Lucio Decumio.

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