04 febrero 2004

Suspenso al Gobierno

En este pequeño universo virtual que he creado a mi imagen y semejanza, hay para todos, aunque algunos se lleven más que otros en virtud de sus más numerosos -a mi entender- patinazos. Hasta yo mismo me doy cuenta de la evidencia insoslayable de que mis diatribas se dirigen con más empeño cualitativo y cuantitativo contra unos sectores políticos y sociales más que contra otros.

Sin embargo y como decía previamente, hay y debe haber para todos. En los últimos días, el Gobierno y determinados representantes del partido político que lo sustenta, han cometido, a mi juicio, crasos errores que pueden costarles una elevada factura en votos el próximo mes de Marzo y a los que yo sólo encuentro la jocosa justificación -ojo, no se me interprete en clave juiciosa- de que el Partido Popular, viéndose holgado ganador de los próximos comicios generales, haya otorgado ciertas ventajas al Partido Socialista en esta precampaña, con el fin de que el descalabro de la formación que dirige José Luis Rodríguez Zapatero, no sea tan dramático como se espera que sea.

En fin, que me han parecido especialemente reprobables decisiones como la de descartar investigar el verdadero origen y la naturaleza real de las pruebas sobre las supuestas armas de destrucción masiva que en teoría, poseía Sadam Hussein y que fueron el detonante de la Guerra de Irak. Señores del Gobierno, no habría sido tan difícil tirar por el camino del medio y haberse comprometido a apoyar esa comisión de investigación -parlamentaria o de cualquier otra condición- tras las Elecciones Generales. Evitan dar metralla a la oposición y además, no despiertan en la opinión pública la sensación de que algo ocultan.

No nos engañemos. La implicación de España en el conflicto, aunque magnificada por los medios de comunicación, fue y es insignificante en comparación con la de USA y G.B., quienes sí establecerán sendas comisiones, que terminarán inculpando a mandos intermedios y absolviendo a los verdaderos responsables, como de costumbre. Pero comisiones de investigación serán, al fin y al cabo. Y si esa involucración de España y su Gobierno en la lucha y en las decisiones que llevaron hasta ella, fue tan exigua y tan irrisoria, las conclusiones de una comisión de investigación no deberían alcanzar cotas mayores, vamos digo yo.

En segundo término, creo que el Gobierno pierde la opción de dejar aún más en evidencia a la oposición al negarse Aznar a comparecer ante el Congreso para explicar la filtración desde el CNI a ABC, de la entrevista que sostuvo Carod-Rovira con ETA en Francia. Se ha dejado correr la tinta y al saberse que el CNI sólo había informado a Aznar de tan peculiar y maloliente encuentro, la Prensa ha empezado a atar cabos y ya relacionan al presidente y a uno de sus asesores personales -hermano del director de ABC- con la rendija por la que se deslizó la información. Y lo cierto es que, señor Aznar, todo eso da que pensar.

Sin embargo, este plúmbeo asunto de las filtraciones destapado por la oposición, no debería empañar ni encubrir el viscoso nudo gordiano de este asunto, que no es otro que la fétida traición de Carod -asesorado por varios dirigentes de ERC, no lo olvidemos- que consistió en entrevistarse con ETA y pedir el cese de los atentados de la banda en Catalunya, a cambio de inconfesables apoyos de su formación a los tentáculos políticos de los asesinos.

Por último, aunque no menos importante, pues el impacto mediático ha sido amplio, inscribo en esta espiral de tropezones gubernamentales, la aparición estelar de Rajoy en la Gala de Premios del Deporte, en la que hizo entrega a Nani Roma de uno de ellos. Bien está que quiera dejarse caer por uno de estos aburridísimos certámenes con los que los españoles tratamos de emular a los Emmy, los Grammy, los Oscar, los MTV y demás "shows" anglosajones en los que los diferentes gremios del mundo del espectáculo se premian a sí mismos, pero de ahí a saltar al escenario y poner en manos del ganador del Dákar el correspondiente galardón, media un abismo. A mí, esta actitud no dejó de transmitirme cierto tufillo bananero. No me gustó, en definitiva, pues me pareció manipuladora y chusca.

Lucio Decumio.

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