27 mayo 2004

Lo que el ojo no ve

Antes de dar inicio a mi disertación del día de hoy, me veo en la obligación de reconocer que su línea argumental es tributaria de la utilizada por un columnista de un prestigioso diario on-line. Su denuncia, recogida hace un par de días en el citado periódico, me puso en alerta acerca del más que notable sectarismo con que se abordan muchas informaciones en los medios de comunicación de mayor difusión y audiencia.

Nadie puede negarlo. Con furibunda insistencia, cargada de inquina, odio y resentimiento, medios como TVE, Tele 5 y todo el omnímodo Grupo Prisa en bloque, descargan sus poderosas baterías mediáticas contra el gran enemigo americano. Los noticiarios radiofónicos de la cadena SER, los telediarios de TVE, Tele 5 y Canal +, junto a las principales manchas de EL PAÍS, se encargan de mostrar a todos sus oyentes, telespectadores y lectores, cualquier novedad sobre las torturas llevadas a cabo por soldados norteamericanos en la cárcel iraquí de Abu Ghraib. Innegables y condenables desde cualquier punto de vista, pero circunscritas a un ámbito muy determinado y lo que es más importante, descubiertas y denunciadas por periodistas norteamericanos y perseguidas y castigadas por las autoridades judiciales y militares estadounidenses.

Pero ahí no se da por concluido el acoso. No sólo son las torturas de que han sido objeto algunos prisioneros iraquíes por parte de algunos soldados americanos, el filón recurrente de los medios que quieren a toda costa justificar abiertamente y sin tapujos la decisión de Zapatero de retirar a nuestras tropas de Mesopotamia. No. Los espacios que dejan libres las informaciones sobre las citadas torturas, se rellenan con noticias torticeramente tergiversadas que pretenden ofrecer una imagen de caos generalizado en todo el territorio iraquí. El bombardeo de imágenes sobre el paupérrimo levantamiento propiciado por esa atalaya de la libertad y los derechos humanos que es el clérigo chií Mutqada Al-Sadr, intentan ofrecer un muy concreto y desolador panorama de conflicto abierto entre las tropas de la coalición y todo el pueblo iraquí. Y es mentira. Una enorme, descomunal y mayúscula mentira.

Y la farsa continúa. A las tropas de la coalición las denominan "tropas de ocupación". Las bajas entre los soldados americanos casi se narran con una sonrisa entre los labios a la que sólo falta por añadir un "se lo merecen por estar allí". Las informaciones provenientes de cadenas de televisión y otros medios árabes, son asumidas como ciertas y veraces, siempre y cuando ofrezcan una visión satánica de las tropas americanas o británicas. Jamás y cuando digo jamás es jamás, se hace glosa de alguna noticia positiva o de algún dato que permita colegir que no todo en Iraq es protervia y perversidad americana y desconcierto, revueltas y disturbios entre la población indígena que tienen su origen en el odio al invasor.

Todo este arsenal se emplea con un triple fin. El primero, ya mencionado, sirve para cubrir desde el punto de vista mediático, una de las decisiones más vergonzantes y oprobiosas que haya adoptado jamás un Presidente del Gobierno de España. No es otra, como todos mis lectores saben, que la retirada precipitada, absurda y desleal de nuestras tropas estacionadas en territorio iraquí. El segundo y de cara a las Elecciones Europeas que se avecinan, tiene como objetivo continuar martilleando y acusando al Partido Popular, unas veces de modo velado y las más de las ocasiones abiertamente, de ser cómplice de las torturas, las matanzas, los desastres y el desgobierno que parecen imperar en todo Iraq. Tercero y último, masacrar a Bush y por extensión, a los Estados Unidos y a todo lo que éstos representan. Económica, social y políticamente. Sinceramente, me da igual Bush, pero si algún país -con sus luces y sus sombras- se ha distinguido durante el Siglo XX como garante de la libertad en el mundo, con mayúsculas, ése ha sido Norteamérica. Pueden preguntárselo a los muchachos de Minnesota, Wisconsin o Alabama que yacen a centenares de miles en los cementerios y campos de batalla de Europa, en las profundidades del Océano Pacífico o en las arenas de los desiertos del Norte de África.

Termino. El que quiera y sepa hablar inglés -Zapatero no se enteraría de la misa, la mitad-, puede visitar la página web de USAid y obtener información de primera mano, fidedigna y contrastada, de las acciones de ayuda al desarrollo que esta organización dependiente de la Secretaría de Estado Norteamericana, lleva a cabo en distintos lugares del planeta, con especial énfasis y dedicación hacia dos naciones a los que se ha liberado recientemente del yugo opresor de dos dictaduras depravadas como pocas ha conocido la Humanidad. Iraq y Afganistán. Un dato orientativo de mi propia cosecha para indicar que USAid viene a ser el equivalente, pero en muy bueno -por tamaño y recursos, especialmente- a nuestra Agencia Española de Cooperación Internacional.

Es decir, que es un organismo público, con cuentas públicas y con balances de resultados que se hacen públicos y están perfectamente auditados. Nada que ocultar y nada que disimular.

Pero de estas acciones, de estas ayudas, de estos gastos, de estas restauraciones, recuperaciones e inversiones que llevan a cabo los Estados Unidos en Afganistán y en Iraq -y como digo, en muchos otros países del Globo- nadie tiene noticia, nadie sabe nada, nadie está informado y nadie está al tanto. Y eso, en un mundo en el que lo que aparece en los medios de comunicación es lo que sucede aunque en realidad no esté teniendo lugar y lo que no aparece, aunque sí que suceda, simplemente no acaece, tiene un efecto devastador sobre la conciencia global de la opinión pública.

Una vez más, queda demostrado que la izquierda y sus corifeos y portavoces, tienen un sexto sentido para ganar batallas y guerras propagandísticas e informativas, mientras que la derecha liberal se muestra incapaz de hacerles frente convenientemente, gracias a los absurdos complejos de inferioridad moral que históricamente arrastra.

¡¡Sacúdanselos, coño!! Son ustedes mejores que ellos. Somos mejores que ellos.

Lucio Decumio.



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