27 febrero 2005

Hastío

Cada vez más, añoro los tiempos en que las series norteamericanas dominaban las parrillas televisivas y los horarios de máxima audiencia en las cadenas generalistas. Producciones de impecable ejecución argumental como "Twin Peaks" y "Expediente X" o más orientadas hacia el humor ligero, pero inteligente, trabajado, ágil y chispeante, como "Friends" y "Fraser", nos han ofrecido en los últimos tiempos, algunos de los mejores momentos de la televisión.

Desgraciadamente, las producciones de origen autóctono están tomando cada vez mayor protagonismo y no precisamente gracias a mejores guiones y argumentos que las anteriormente citadas.

La pistoletazo de salida hacia la más profunda decadencia, lo dio en su día Emilio Aragón con su celebérrimo "Médico de Familia". Falta de ritmo y plagada de personajes y situaciones más que previsibles, la serie cosechó un éxito absoluto y fue líder de audiencia durante años. Inconcebible, pero cierto. El paso del tiempo no nos ha llevado por mejores derroteros y desde hace dos o tres temporadas triunfa en TVE "Ana y los siete", un producto grimoso y cutre como pocos se han visto en la historia de la televisión.

Sin embargo, series de esta guisa, entre las que cuento la inmensa mayoría de las que produce y emite Antena 3 y la algo más decente "Cuéntame cómo pasó", pese a su cada vez más politizado mensaje, no son ni mucho menos, las peores a las que podemos tener acceso.

Nuevamente Tele 5, que fue pionera a la hora de ofrecernos la oportunidad de que abriéramos un hueco en nuestras inquietudes a series como las citadas en las primeras líneas, gana por goleada en lo que se refiere a la elaboración de productos televisivos cargados de intenciones sectarias, proselitistas y facciosas.

Hace aproximadamente un año, me entretuve en glosar los atributos y las cualidades de "Los Serrano". No sólo no me retracto, sino que me reafirmo en lo dicho entonces, pues aunque no veo desde hace mucho tiempo un capítulo completo, los guionistas siguen insistiendo en vituperar la figura del hombre a través de los ridículos y grotescos protagonistas masculinos de la serie. No me extenderé más en relación a esta producción, pero el que quiera ver lo que escribí en su día, puede pinchar y buscar a "Las Serranas" aquí.

Otra serie producida por Tele 5 y que ha alcanzado importante cotas e índices de audiencia, ha sido "Hospital Central", un semi-drama que utiliza como excusa el pretendido dinamismo que acucia al área de Urgencias de un gran hospital y a los integrantes de su plantilla, para tratar de transmitir a los televidentes una escala de valores fraudulenta, relajada y tergiversadora de la realidad. De modo recurrente, aparecen personajes estereotipados que reflejan la intención de los guionistas de confundir sus deseos con la verdadera realidad. Sólo tenéis que ver un par de capítulos y comprenderéis lo que digo.

Y llegamos a la zona caliente de las producciones de la cadena dirigida por Paolo Vasile. Por cierto, en este punto, me gustaría preguntarme y preguntar a mi cada vez más concurrido auditorio ;-) si Tele 5 tiene la intención de emitir las campanadas de fin de año desde el barrio del Carmelo, en Barcelona, al igual que hizo en 2002 al transmitirlas desde Muxía, en la Costa da Morte gallega, unas semanas después de que el Gobierno de Aznar en pleno, a bordo del submarino británico Tireless, torpedeara alevosamente a aquel petrolero de doble casco que cumplía escrupulosamente con todas las normativas de seguridad marítima y que creo recordar, se llamaba Prestige.

Bien. Como decía, llegamos a la "pata negra" de las series producidas por Tele 5. Si las dos anteriores buscan abiertamente reblandecer el raciocinio y la capacidad de análisis de sus seguidores hasta conducirles a posiciones aburguesadas, acríticas y laxas respecto a temas de calado, "Siete vidas" y "El Comisario", se llevan por méritos propios el Emmy y el TP de Oro a las mejores series de agitación social y de propaganda fingidamente progresista.

Empezaré con "Siete vidas". No hay episodio en que no se haga mención hiriente, ultrajante y despectiva, a algún dirigente del PP. Cuando no es Mariano Rajoy, es Acebes y cuando no, Cascos, Aznar, Fraga o el que pegue. Ojo, ni mucho menos estoy en contra de la broma, el chascarrillo, la imitación o los chistes a costa de determinados políticos de determinado signo político. Mas bien al contrario, pues es un ejercicio de salud democrática y de libertad de expresión bien entendida -véase el caso de las imitaciones, por ejemplo, de Cruz y Raya-. Pero los guionistas o los "think tank" de esta serie, van a cuchillo. Haciendo gala de una cobardía estomagante, buscan premeditamente erosionar mediante el ninguneo y la ofensa gratuita, un capítulo tras otro, la figura y el perfil de los mandatarios del partido y del mismo partido en último término.

Y evidentemente, no hay contrapartida. Las menciones a Zapatero, Caldera, Rubalcaba, Llamazares o Pepiño Blanco, son casi inexistentes y cuando se hacen, no adquieren ni de lejos el el tono injurioso de las que se lanzan contra sus rivales políticos. Una última anotación. En los muchos capítulos que he visto de "Siete vidas", jamás, nunca, en la vida, he oído referencias a políticos nacionalistas. A esos sí que se les respeta. Los medrosos y los pusilánimes sabe muy bien con quién se juegan los cuartos.

Y llegamos a "El Comisario". Lleva por lo menos cinco años en antena. Y en todo ese tiempo, puedo he constatado que en la comisaría de ficción que capitanea Tito Valverde, se han detenido por delitos de sangre, de prostitución, de pederastia, de tráfico de drogas y de violación, a más curas, párrocos, diáconos, monjas, beatonas, obispos o simplemente católicos practicantes, que a integrantes de mafias colombianas, ucranianas, rumanas, moldavas, mexicanas, búlgaras, rusas o musulmanas.

Los vientos de corrección política y de subversión de la realidad que nos azotaban ya en tiempos de los Gobiernos de Aznar, en virtud de los complejos de inferioridad de la derecha nacional, han transmutado en huracanes incontrolables que pueden llevarse por delante el sentido común de mucha gente dispuesta a creerse las mentiras que machaconamente le repitan desde todos los altavoces al servicio de la causa progresista.

¿Es que alguien en su sano juicio es capaz de creerse que, ya no sólo numéricamente, sino proporcionalmente, hay más delincuentes y asesinos entre el clero que entre otros segmentos de la población, especialmente el que abarca a la inmigración ilegal? ¿En qué cabeza cabe? ¿En qué mundo viven? ¿En qué mundo quieren hacernos vivir?

Nadie dice que la Iglesia esté libre de polvo y paja. Habrá malas hierbas, seguro, pero el ensañamiento contra todo lo que huela a católico en esta ficción nauseabunda, mueve al vómito compulsivo. Y hay tal falta de respeto y de objetividad hacia la verdadera realidad a la que tiene que hacer frente desde hace tiempo la Policía Nacional y por extensión, la población a la que debe proteger, que la ausencia de protestas por parte de los sindicatos policiales por tan perturbadora y manipuladora visión del día a día del Cuerpo, me espanta.

Muchos estarán ávidos de seguir leyendo tan sesudos y entretenidos análisis televisivos, pero llega la hora de terminar. ¡¡Ah!! Y que nadie se olvide de otra de las baterías de artillería de campaña a la que Tele 5 ha dado forma en sus altos hornos y que sirve para percutir de modo inmisericorde el otro flanco del sentido común, de la sensatez y de la coherencia. Me refiero a "Gran Hermano", "Gran Hermano VIP", "Crónicas Marcianas", "TNT", "Caiga quien caiga" y "Pecado Original". Y de los informativos, para qué hablar.

Lucio Decumio TV.

18 febrero 2005

Unas cosillas

Unos breves -por favor, que nadie se ría- comentarios acerca de los acontecimientos que han jalonado la actualidad del día de hoy.

I. Afortunadamente, dos sanguijuelas etarras han sido detenidas hoy en Valencia cuando estaban en vísperas de cometer alguna de esas fechorías a las que estos valientes muchachotes con los que pacta Carod para que no atenten en Cataluña, nos tienen tristemente acostumbrados desde hace cerca de 40 años. Queda por tanto perfectamente constatado, que el acuerdo que selló el aliado de Maragall y de ZP con los criminales, nos sigue ofreciendo sus sangrientos dividendos al resto de los españoles, al tiempo que ninguno de estos dos bufones socialistas tiene lo que hay que tener para alejarse primero y procesar después, al siniestro líder de ERC.

II. Al hilo de lo anterior y ahora que lo pienso, es posible que Carod hiciera bien en pactar con ETA, a sabiendas de que la carga genética de incompetencia para el buen gobierno que arrastran los saineteros que conforman el tripartito catalán, le depararía a Cataluña catástrofes como la que ha asolado el barrio del Carmelo y que ahora amenaza con extenderse como una mancha de aceite por toda Barcelona. Sin ir más lejos, hoy se ha sabido que en dos nuevos barrios de la Ciudad Condal, decenas de pisos y locales se han visto atravesados por inquietantes grietas cuyo origen se encuentra en las obras de ampliación del Metro barcelonés. Obras que por otra parte, se iniciaron sin la correspondiente aprobación por la Consejería de Obras Públicas, sin la correspondiente redacción del proyecto y sin los correpondientes permisos de obra al día. Toda una demostración de talante y de mano "izquierda".

III. Lo dicho, gracias a la avezada diplomacia desplegada por Carod, los derrumbamientos producidos por unas obras precipitadas, mal planificadas y peor realizadas, no habrán de unirse a la perfidia asesina de ETA. Bien por Carod.

IV. Vuelvo sobre los acontecimientos de Valencia. Hoy no he escuchado a ningún líder independentista vasco pedir que Batasuna se presente a las elecciones vascas. La temperatura de su impostura y de su desfachatez aún no ha alcanzado esas cotas, pero desgraciadamente, en la España de ZP y de sus aliados anti-sistema, poco tendremos que andar para verlo. Lo peor de todo esto es contemplar como el PSOE, a través de su ramificación vascongada, no deja de lanzarle guiños al nacionalismo de corbata y al de roñosa camiseta con hedor a txakoli, mientras que hace todo lo posible por distanciarse del PP. Cuando los líderes y militantes de ambos partidos en el País Vasco viven bajo la permanente amenaza de la violencia nacionalista, lo lógico sería que el PSE admitiera la mano tendida del PP para aunar fuerzas y luchar con el empuje de la razón y de los votos, contra quienes quieren eliminarlos físicamente. Pues no. Pese a que el PNV sólo le lanza esputos y Batasuna y sus amigos, balas y metralla, el PSE sigue empeñado en acurrucarse en los dos brazos del totalitarismo racista que gobierna aquella región. Necios, más que necios.

V. No dejo a ETA, mal que me pese. Tanto juega la experiencia a mi favor a la hora de hacer el siguiente pronóstico, como en contra de las futuras víctimas. Antes de que finalice esta campaña electoral en torno al referédum sobre la Constitución Europea, las hienas etarras atentarán y matarán. Y si no lo consiguen ahora, celebrarán su orgía de sangre, dinamita y plomo durante la pre-campaña o la campaña electoral de las Elecciones Autonómicas Vascas. Creo que para nuestro infortunio, apuesto a caballo ganador que no deja crecer la hierba allá donde pisa.

VI. Última anotación de hoy sobre el inframundo abertzale. ¿Alguien puede decirme cómo es posible que siete pirañas batasunas hayan entrado hoy en el Parlamento Vasco por las bravas y hayan desplegado varias pancartas con las tradicionales y enfermizas reclamaciones de siempre sin que los servicios de seguridad de la Cámara impidieran tal acto de sabotaje? ¿Y si en lugar de entrar con pancartas y profiriendo gritos y consignas, hubieran entrado con pistolas y ametralladoras? ¿Quién demonios es el responsable de tan lamentable dejación? ¿Cuando se encenderá la luz del sentido común entre las gentes de aquellas tierras para que dejen de votar a quienes permiten y auspician cosas como ésta y peores?

VII y último. Votaré "NO" con mayúsculas, en el referéndum anteriormente citado. Porque lo que se nos pide que aprobemos no es una Constitución, sino un "Tratado por el que se establece una Constitución para Europa" que ocupa 350 páginas de un archivo PDF. Junto a ello, también se nos pide que aprobemos los correspondientes "Protocolos y Anexos" del mencionado Tratado, cuya redacción alcanza la desasosegante cifra de 382 páginas de otro archivo PDF. Si todo terminara ahí, bien estaría. Al fin y al cabo, somos cívicos ciudadanos comprometidos con la Unión y queremos estar informados acerca de lo que sucede a nuestro alrededor y de cómo influirá este texto en nuestras vidas, así que ¿quién no va a estar dispuesto a leerse 732 amenas y entretenidísimas páginas de pretenciosos circunloquios burocráticos?

Desgraciadamente, la pesadilla para quien haya llegado hasta la página 731 sin haberse desmayado, no termina en la siguiente. Otras 121 páginas de archivo PDF. correspondientes a las "Declaraciones anexas al Acta final de la Conferencia Intergubernamental" esperan ansiosas a ser devoradas por el hipotético lector del texto. Y digo bien hipotético, pues casi estaría por apostar que la inmensa mayoría de aquéllos que recorren nuestra geografía pidiéndonos que votemos sí, no se han leído las 853 páginas de que consta el adoquín. Podéis cotejar lo que digo aquí.

Y como broche un pequeño párrafo patriótico; ¿que más necesitamos los españoles para votar NO, que saber que el principal responsable de la redacción y confección de este ladrillo sin par, es Valery Giscard D'Estaign, uno de los más resentidos y acérrimos enemigos que ha sufrido España en su reciente Historia?

VIII. Lucio Decumio.

16 febrero 2005

Roma no paga a los traidores

Pocas citas más célebres -y seguramente más apócrifas- podemos encontrar en la Historia de España, que la que teóricamente recibieron como respuesta los lugartenientes de Viriato que lo apuñalaron por orden de Roma, de los generales transalpinos a los que el bravo lusitano mantuvo en jaque durante casi diez años de duros combates a lo largo de toda la Península Ibérica.

Viriato acaudilló no sólo a los lusitanos, sino también a no pocas tribus ibéricas a las que convirtió en sus aliadas a mediados del siglo II antes de Cristo, en una desigual confrontación en la que pese a la derrota final, obligó al invasor romano a contar por miles las bajas entre las poderosas legiones enviadas para sofocar a las levantiscas tribus peninsulares.

Tal vez cansado de tantos años de sangriento batallar, Viriato pudo avenirse a negociar la paz con los romanos. En éstas, la pujante República con ínfulas de Imperio, aprovechó el descuido del jerarca ibérico para rebuscar entre sus más tornadizos colaboradores a quien pudiera acabar con su vida por un puñado de denarios y de este modo, dar por terminado el prolongado conflicto que sostenía para someter a toda Hispania bajo el yugo militar y administrativo romano. Durante siglos, Roma se acostumbró a ganar siempre. Lo poco que no solía conseguir en los campos de batalla, lo obtenía gracias a sobornos, corruptelas, complicidades de los sometidos o en última instancia, como es el caso, a partir de la eliminación física de los caudillos rivales y el consiguiente descabezamiento de las hordas enemigas.

De esa coctelera en la que a veces se convierte la Historia, en la que se mezclan mitología, leyenda y hechos, surge la renombrada frase que encabeza mi comentario de hoy. Al parecer, cuando tres de los colaboradores más estrechos de Viriato -Ditalcón, Audax y Minuro-aún con las manos teñidas por la sangre de su cabecilla, regresaron al campamento romano para exigir la minuta prometida por su deslealtad homicida, los desagradecidos invasores les respondieron con la lapidaria cita.

De cualquier forma y aunque no haya constancia científica y literaria de su autenticidad real, la oración ha terminado formando parte del glosario y del ideario popular como sinónimo de justo castigo a los culpables de traición y de infidelidad.

No es mi intención comparar a un Gobierno democráticamente elegido en las urnas ni al partido que lo sustentó durante ocho años, con el indómito lusitano que hizo temblar a miles de legionarios, docenas de centuriones y no pocos tribunos, legados y generales romanos con sus agresivas tácticas guerrilleras. Y tampoco entra dentro de mis planes parangonar la figura de los tres lugartenientes delatores, con la de un simple consejero delegado de Tele 5, de origen italiano y de nombre, Paolo Vasile. Y por supuesto, los regentes de la Roma del siglo II A.C., guardan escaso parecido con los actuales dirigentes del Gobierno de España.

Pero el tono amargo de las quejas que actualmente profiere "ése italiano" -como despectivamente le califica ZP- en torno a la nueva ley de telecomunicaciones que pretende aprobar el Gobierno, podrían tener cierta similitud con las que Ditalcón, Audax y Minuro pudieron expresarle al general romano que se negó a pagarles por su crimen alevoso.

Durante años, Paolo Vasile no quiso, no pudo o simplemente no le apeteció, poner coto y barras al brutal acoso tergiversador y demagógico al que la cadena de televisión de la que es influyente directivo, sometió al Gobierno de Aznar. Acontecimientos como el hundimiento del Prestige, el "No a la guerra", el mismo desarrollo del conflicto iraquí o la muerte de José Couso -su cámara subcontratado- fueron retorcidos, explotados y manipulados hasta la náusea con el único fin de desgastar Gobierno y al partido que lo apoyaba. Eso, por no hablar de la erosión y el escarnio público al que Tele 5 sometió -y sigue sometiendo- a numerosos dirigentes del PP a través de programas presuntamente desenfadados e inofensivos, como "Caiga quien caiga", "Crónicas Marcianas" o más recientemente, "Pecado Original".

El pago que reciben ahora Vasile y Tele 5 por parte de los que ayudó a encumbrar gracias a aquellas campañas, muchas de ellas rayanas en la injuria y en la descalificación gruesa y zafia, es el ninguneo y el desprecio en el reparto de la tarta audiovisual que plantea por la vía de urgencia el gobierno socialista y cuyas mejores porciones se las llevará, cómo no, la mediática guardia pretoriana del Primer Cónsul de Roma.

Lucio Decumio dixit.

13 febrero 2005

Las cosas importantes

Toca a su fin una semana realmente exuberante en la que, cómo no, la inmensa mayoría de las perlas con que nos ha obsequiado el panorama político, nos han llegado desde el mismo bando. Desde el bando que desde hace 10 meses, se empeña en ofrecer a España y a los españoles, una alternativa de convivencia que significa en última instancia, una muerte dulce y aterciopelada del modo de vida y de las estructuras políticas y sociales que hasta la fecha, hemos conocido.

Lo he dicho muchas veces, pero hoy lo remarco con particular énfasis. Causa un gran hastío comprobar como un día tras otro, los enemigos de España se lanzan cual furibundos depredadores, al cuello dócil, manso y colaboracionista del Gobierno de Zapatero, al tiempo que dichas agresiones se nos tiñen y se nos dibujan como fecundos episodios de diálogo y de colaboración entre líderes de distintas opciones políticas.

Instalado complacientemente en su falsa moral de coloquio, en su entreguismo disfrazado de dialogante diplomacia, Zapatero vende a España, nos vende a los españoles e insulta y escupe sobre la tumba de cientos de miles de compatriotas que en tiempos de guerra o en épocas de paz, entregaron su vida por unir, defender y hacer prosperar a esta trillada tierra.

Pero aunque no me falten ganas, anímicamente hoy no se me presenta como la mejor jornada para lanzarme por los caminos de la afilada crítica política, pues no me cabe duda de que no tardarán en llegar a nuestros oídos, más audibles, resentidos y congestionados aullidos de ERC pidiendo al Gobierno Central, la luna que una vez, los españoles arrebataron a los catalanes.

Que a nadie tampoco le asalte la más mínima vacilación en torno a la certeza de que en un futuro no muy lejano, nos desayunaremos con las nuevas de que ZP ha vuelto a reunirse en secreto con inquietantes personajes, de subterránea categoría ética y de retorcidas intenciones políticas.

Tampoco habrá que esperar demasiado para ver nuevas muestras de populismo y oportunismo revestidos de solidaridad, más agasajos a tiranos caducos, más apagones informativos que eviten la distorsión pública de los paraísos nacionalistas, más negociaciones con terroristas, más ridículos diplomáticos, más exclusivas radiofónicas de naturaleza kafkiana, más desplantes contra la confesión mayoritaria, más insultos contra el principal partido de la oposición y en último término, más zancadillas a los leales y más caricias a los traidores.

Decía que hoy no era día propicio para entregarme al análisis de cualquiera de las variables informativas previamente citadas. No lo es porque en estas fechas de Febrero, desde hace algunos años, se ensortijan y se relacionan en mi memoria las imágenes de un Sol cada vez más altanero y triunfal, con las miradas de una mujer resplandeciente. El declinar del gélido invierno despierta los recuerdos adormecidos de aromas que fueron mi templo primero y mi desazón después. Los tímidos brotes que despuntan huérfanos entre las ramas de los árboles, me recuerdan que no por amar con más fuerza, es más sencillo retener a tu lado.

Y sólo quiero que pasen cuanto antes estos días de nítida luz adolescente, que para mí significan no otra cosa sino el punto de partida de un ocaso que todavía no encuentra la salida hacia su siguiente amanecer.

Lucio Decumio.

06 febrero 2005

Cuestionario

Que muchos sectores y altos cargos del Partido Socialista no creen en la verdadera democracia, en el respeto a la libertad de expresión y en los derechos humanos fundamentales, es un hecho fácilmente demostrable. Que sus decisiones políticas están cargadas y trufadas de cobardía, de falta de principios morales y de graves errores y debilidades formales y conceptuales, es incontestable también. ¿Ejemplos? Ojalá tuviera que retrotraerme a tiempos pretéritos para buscar casos que sustentaran mi teoría, pues ello significaría que los actuales dirigentes del partido en el gobierno serían unos individuos sensatos y cabales -obvio el margen de error que a cualquier humano se le puede permitir en el desempeño de sus funciones- cuyas acciones estarían presididas, al menos, por la buena fe. Pero no. Desde que llegaron al Poder en aquellas fatídicas fechas de Marzo de 2004, no han faltado ni una sola semana, casi me atrevería a decir ni un solo día, a su puntual cita con el embuste, con la tramoya y con el fraude.

Y lo que es aún peor. De un tiempo a esta parte, no sólo no han abandonado la senda de la chapuza y de la farsa, sino que se han metido de lleno en las nebulosas ciénagas de la conculcación de los derechos fundamentales y de la persecución implacable y de esencia cainita, del adversario político.

Caso A. Manuel Chaves, Presidente de la Junta de Andalucía y del propio PSOE, se da una vuelta por Cuba con la excusa de supervisar los programas de cooperación establecidos entre su Comunidad y la isla caribeña y de paso, se da unos cuantos abrazos con el tiranosaurio de La Habana para demostrarle -cual muñeca de Famosa- su cariño y su amistad, amén de un nada disimulado apoyo político y moral a sus 46 años de sangrienta, salvaje e ininterrumpida represión. Todo ello, aderezado con los tradicionales dardos que lanza cualquier preboste socialista, en cualquier lugar del globo y aprovechando cualquier ocasión que se le presenta, contra el Partido Popular. Lo peor de todo es que nadie en España, salvo el PP, pone el grito en el cielo ante tanta miseria moral por parte de este Neandhertal del felipismo más rancio.

Y ahora, primer pregunta que vale dos puntos: ¿cuál hubiera sido la reacción de ese propio PSOE, de sus socios políticos y de los medios de comunicación afines si Rajoy, Aznar o cualquier otro dirigente del Partido Popular hubiera ido a visitar a Pinochet en el hospital en el que esté ingresado en Santiago de Chile y hubiera aprovechado para poner a escurrir a Zapatero o al mismo Chaves?

Caso B. Más de 500 oficiales y suboficiales del Ejército han hecho llegar su malestar y su indignación al Ministro de Defensa, José Bono, por la reciente claudicación del Gobierno de la Nación ante las enfebrecidas demandas de los separatistas catalanes para que de la entrada a la Academia de Suboficiales de Lérida, se retirara el célebre lema "a España, servir hasta morir". La respuesta, cargada de sentido democrático, de talante y de respeto por la libertad de expresión del Ministro, ha sido ordenar el arresto de dos comandantes del Ejército de Tierra que se manifestaron especialmente críticos con tan absurda y cobarde decisión gubernamental. Tampoco se han levantado o al menos yo no las he oído, voces en contra de ambas arbitrariedades, salvo las que expresara en el momento de la retirada del epígrafe, el Partido Popular.

Y ahora, segunda pregunta que también vale dos puntos: ¿Qué calificativos se le habrían atribuido desde las filas socialistas, desde Tele 5, Canal +, El País y la Cadena Ser a Federico Trillo si tan siquiera hubiera amagado con arrestar a dos oficiales que hubieran puesto en entredicho sus decisiones al frente del Ministerio de Defensa?

Caso C. Carlos Miranda, embajador de España ante el Reino Unido, envió hace unos días una misiva al Ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, en la que detallaba minuciosamente la visita que unos días antes había llevado a cabo a la capital británica, el ex Presidente del Gobierno, José María Aznar. La enfermiza obsesión de todos los ministros y de todos los dirigentes del Partido Socialista por atrapar en un renuncio a cualquier otro dirigente de la Oposición, pero especialmente al ex Presidente Aznar, alcanza en este capítulo, la calificación de paranoia esquizoide en las figuras de Moratinos y este pretendido embajador, quien en 1983, cuando era Director General para Asuntos Iberoamericanos, entregó a S.M. El Rey en Brasil -por incompetencia o por insidia, no se sabe muy bien- un discurso ya leído por su mentor de entonces, Felipe González.

Y ahora, tercera pregunta que también vale dos puntos: ¿Si este episodio de espionaje de "todo a 100" contra un compatriota, cocinado por el Ministro de Exteriores y su embajador en Gran Bretaña, hubiera tenido lugar con Aznar o Rajoy como Presidente y Zapatero o cualquier otro socialista como español acechado, cómo habrían reaccionado en el Parlamento o en sus medios afines, los correligionarios del dirigente observado?

Caso D. La dura competencia que en los últimos meses han sostenido ministros y líderes socialistas de cara a poder alzarse con el dudoso privilegio de ser el que más desafueros ha cometido, el que más tropelías ha realizado y el que más estupideces e insultos ha vomitado, ha tenido en la figura de María Teresa Fernández de la Vega, a uno de sus más refulgentes faros, a un auténtico referente de mala fe, sectarismo y retorcimiento. Sus improperios y sus injurias contra el clero en particular y contra la Iglesia y los católicos en general, han sido para enmarcar. En cualquier país en el que imperara la cordura democrática y la decencia política, una individua de esta estofa no hubiera durado más de dos horas en su cargo tras sus primeras declaraciones cargadas de odio anti-católico, pero la anestesia general que a nuestros valores morales y a nuestros principios éticos impusieron los socialistas desde 1982 -y de la que tímidamente se había recuperado el país en los últimos años- ha obrado el milagro y ha permitido que esta señora dañina no sólo no haya salido de inmediato del Gobierno, sino que además, siga riéndose de su propia gracia.

Y ahora, cuarta pregunta que también vale dos puntos: ¿Si un vicepresidente de un gobierno del PP, hubiera insultado consciente y premeditadamente a los musulmanes, a los judíos o incluso a los homosexuales, cuál habría sido la reacción de la Oposición socialista y comunista?

Quería que la quinta reseña hubiera tenido como protagonista a José Antonio Alonso, Ministro del Interior, quien en un arranque de exaltación demente, exigió a la Policía que hubiera detenciones tras los increpaciones de que fue objeto José Bono en la manifestación de la AVT. Su actuación, en la piel de los dos militantes del PP detenidos, es tan de libro caribeño, tan de enciclopedia norcoreana, tan de manual koljosiano, tan de campo de exterminio nazi, que se califica por sí misma y no merece que le dedique más líneas. Sólo por un episodio de estas características, este tipo atravesado y siniestro debería haber presentado la dimisión o por omisión, haber sido cesado de modo fulminante.

Caso E. Pero el último apunte, la última nota, es para el jefe de la tribu. El hombre que ha arrastrado el nombre de España por todo el mundo con sus claudicaciones ante los terroristas islámicos y ante las principales potencias europeas y magrebíes; el hombre que embadurna el nombre de España en nuestra propia tierra, en nuestro propio Parlamento y ante los que quieren finiquitar la Historia de nuestro país; el hombre que ha resucitado el enfrentamiento entre las dos Españas; el hombre que pacta y llega a acuerdos con los enemigos de la Nación; el hombre que está dispuesto a vender a las víctimas del terrorismo etarra por un puñado de votos en las próximas Elecciones Autonómicas Vascas; el hombre que en virtud de su relativismo moral y político, reniega de la Nación que le vio nacer; el hombre que cegado por el odio es capaz de perseguir a sus rivales políticos con desconocida saña y de destruir todo aquello que se edificó antes de su llegada al Poder; el hombre en definitiva, que tras una sonrisa seductora y un discurso asimétrico en el fondo y en la forma, se apresta a pasar a la Historia de España como el gobernante más irresponsable e insensato después del infando Fernando VII.

Y quinta pregunta, que vale asimismo otros dos puntos: ¿Por qué razón no se nos recuerda que el famoso abuelo de ZP -aquél al que tanto quiere, al que tanto recuerda y que cayó bajo las balas del bando nacional en la Guerra Civil- ordenó fusilar a toda una familia en el pueblo que estaba bajo su estricto control antes de caer en manos franquistas? Según me informan, aquella familia fue acusada de colaborar desde aquella villa, situada en territorio republicano, con los regentes franquistas de un pueblo cercano. Ese fue su delito y gracias a él, encontraron la muerte.

De alguien que no tiene empacho en tergiversar y manipular la propia historia de su familia, ¿qué podemos esperar cuando habla de la Historia de todos?

Como dijo Jesucristo, el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.

Lucio Decumio.

01 febrero 2005

El cine español

Desde que tengo uso de razón, he sentido siempre una particular aversión hacia el cine español y hacia todas las creaciones que desde hace treinta años, ha ido dando a luz. Los primeros largometrajes españoles de cuyo visionado tengo conciencia, estaban trufados de personajillos tópicos y mugrientos que se dejaban la piel y la dignidad por el inofensivo ósculo en la mejilla que le propinara alguna sueca o británica de piel de alabastro ungida por nuestro sol abrasador. O eso, o un paleto con gallina y embutidos al hombro, que llega desde el pueblo a la gran ciudad y que sirve como eje argumental para poner en contraste las diferencias entre la vida urbana y rural. Absurdas todas ellas.

Escasas películas rodadas en los años 50, 60 y 70 se libran, a mi juicio, de la quema. "Atraco a las tres", "La cabina" o la inigualable "Bienvenido Mister Marshall" son las únicas que me vienen a la memoria en este instante. Desgraciadamente, las cosas no mejoraron a partir del advenimiento de la democracia. A finales de los 70 y a principios de los 80 proliferaron hasta la náusea, largometrajes cuyo único valor añadido era la presencia en el celuloide, de algunas de las actrices y cantantes más renombradas de la época con sus senos al aire. Los guiones eran inexistentes, los argumentos absurdos y se aparcaba cualquier apuesta por el buen gusto, el ingenio y la creatividad, en favor del beneficio comercial inmediato. Ramplonería y vulgaridad a espuertas, pero el libre mercado mandaba.

Cuando Pajares, Esteso y toda aquella caterva de fracasados declinó, empezó a brillar la estrella de José Luis Garci, ese tipo de voz ronca a quien actualmente, todos los imitadores y humoristas televisivos le hacen un hueco entre sus parodias. Logró algo absolutamente anómalo en nuestra industria cinematográfica, como fue ganar un Oscar -éste sin tilde- en 1983, gracias a una película de buena factura y de fuerte carga emocional, pero insufriblemente aburrida, tal y como todas las que ha despachado, antes o después, el citado director madrileño.

Pronto descolló Almodóvar. Toda la progresía nacional se puso pronto del lado del director manchego, al que se le alababa su creatividad, espontaneidad y colorismo. Obsérvese que siempre se habla de él como "el director manchego" y jamás de "el director nacido en Calzada de Calatrava, provincia de Ciudad Real", localidad ésta última por cierto, donde este individuo de voz aflautada y ademanes manifiestamente afeminados, no puede entrar sin arriesgarse a ser recibido a pedrada limpia.

Sólo he visto una película dirigida por Pedro Almodóvar en toda mi vida; "Mujeres al borde de un ataque de nervios". Acabé tan harto de aquella descabellada elegía al mal gusto, a la zafiedad y a la grosería, que se me quitaron de por vida las ganas de volver a ver ninguna otra cinta dirigida por este realizador. Y hasta la fecha, así he seguido.

Sólo la irrupción de Amenábar ha dinamizado un poco el triste panorama de nuestro cine. Reconozco que me resultan brillantes obras suyas como "Abre los ojos" o "Los otros" y que ante la posibilidad de acudir a contemplar una película dirigida por este chaval, no siento el rechazo y el desdén que habitualmente, experimento ante las obras del resto de directores nacionales.

Pese a ello, no acaban de hacer su aparición directores, guionistas y actores que verdaderamente, nos hagan acudir en masa a las salas a contemplar sus creaciones. Y no aparecen, porque el cine español está en manos de unos cuantos apesebrados que se han acostumbrado a vivir de las ubres estatales y de las subvenciones a fondo perdido de que les suele proveer el Ministerio de Cultura. Como es dinero que les llueve simplemente por ser quienes son y por haberse constituido en un ariete político e ideológico de la izquierda nacional, el esfuerzo creador e imaginativo se reduce por debajo del mínimo exigible.

Cristalino resulta. La obtención y el gasto de estos fondos que reciben del Ministerio, no implica riesgo alguno para sus creadores, ni tampoco compromiso de devolución a través de los resultados obtenidos. Así, la inmensa mayoría de los directores y actores españoles son conscientes de que aunque les salga un bodrio que nadie quiera ir a ver, tienen asegurado un nuevo y multimillonario estipendio a cuenta de las arcas del Estado para una próxima ocasión.

A este respecto yo me pregunto: ¿cuántas subvenciones o ayudas recibieron en su vida Delibes, Cela, Tapiés, Dalí o Picasso, para sacar a la luz sus pinturas, novelas o esculturas? ¿Cuántas ayudas del Estado reciben las miles de empresas que sufren pérdidas en sus cuentas de resultados y que tienen que cerrar por falta de ventas?

A todo ello hay que añadir esa bazofia anual que es la gala de entrega de los Goya -qué flaco favor le han hecho al más reputado artista de nuestra Historia estos descerebrados poniéndole su glorioso apellido a tan patético acontecimiento- que sólo es la plasmación gráfica, en una sola noche, de las miserias de nuestro cine. La tosquedad, el sectarismo, la chabacanería y la mala educación que presidieron las galas de 2003, plagada de titiriteros empapelados con pegatinas y envueltos en consignas de "No a la guerra" y la de 2004, en la que se insultó consciente y atravesadamente a las víctimas del terrorismo de ETA en favor de ese filo-batasuno que es Julio Médem, han terminado por quitar las ganas de acudir a las salas a ver cine español a cientos de miles de compatriotas que se sintieron y se sienten gravemente ofendidos por las bufonadas congestionadas de odio y de proselitismo de los Bardemes, los Toledos, las Paredes y los Almodóvares.

Luego, se extrañan de que los espectadores les den la espalda y de que respondan acudiendo 8 de cada 10 veces que van al cine, a ver películas de origen anglosajón y sólo una vez, a visionar una cinta española. Y las soluciones que proponen para reducir tan abismal diferencia de pareceres y de gustos entre los consumidores de cine, es digna de su propio sectarismo y de su cosmovisión totalitaria de la sociedad en la que viven. Que los espectadores paguen un recargo por entrar a ver la tercera parte de Spiderman o la nueva película de Angelina Jolie o de Hugh Grant, es su brillante propuesta. Es decir, multar al cliente, al consumidor, al espectador, por comprar y gastar su dinero en aquello que le da la real gana y no en aquello que espera y que le exige la "nomenklatura" cultural.

Prototípico de la izquierda y de sus representantes políticos o culturales. La misma libertad que exigen para proferir cualquier rebuzno, graznido o ladrido politizado en la gala de los Goya o en cualquier otro lugar, es la misma que niegan a los espectadores para que éstos elijan qué es lo que prefieren ver.

¿Quiénes son los totalitarios en España, sino ellos?

Lucio Decumio.