06 febrero 2005

Cuestionario

Que muchos sectores y altos cargos del Partido Socialista no creen en la verdadera democracia, en el respeto a la libertad de expresión y en los derechos humanos fundamentales, es un hecho fácilmente demostrable. Que sus decisiones políticas están cargadas y trufadas de cobardía, de falta de principios morales y de graves errores y debilidades formales y conceptuales, es incontestable también. ¿Ejemplos? Ojalá tuviera que retrotraerme a tiempos pretéritos para buscar casos que sustentaran mi teoría, pues ello significaría que los actuales dirigentes del partido en el gobierno serían unos individuos sensatos y cabales -obvio el margen de error que a cualquier humano se le puede permitir en el desempeño de sus funciones- cuyas acciones estarían presididas, al menos, por la buena fe. Pero no. Desde que llegaron al Poder en aquellas fatídicas fechas de Marzo de 2004, no han faltado ni una sola semana, casi me atrevería a decir ni un solo día, a su puntual cita con el embuste, con la tramoya y con el fraude.

Y lo que es aún peor. De un tiempo a esta parte, no sólo no han abandonado la senda de la chapuza y de la farsa, sino que se han metido de lleno en las nebulosas ciénagas de la conculcación de los derechos fundamentales y de la persecución implacable y de esencia cainita, del adversario político.

Caso A. Manuel Chaves, Presidente de la Junta de Andalucía y del propio PSOE, se da una vuelta por Cuba con la excusa de supervisar los programas de cooperación establecidos entre su Comunidad y la isla caribeña y de paso, se da unos cuantos abrazos con el tiranosaurio de La Habana para demostrarle -cual muñeca de Famosa- su cariño y su amistad, amén de un nada disimulado apoyo político y moral a sus 46 años de sangrienta, salvaje e ininterrumpida represión. Todo ello, aderezado con los tradicionales dardos que lanza cualquier preboste socialista, en cualquier lugar del globo y aprovechando cualquier ocasión que se le presenta, contra el Partido Popular. Lo peor de todo es que nadie en España, salvo el PP, pone el grito en el cielo ante tanta miseria moral por parte de este Neandhertal del felipismo más rancio.

Y ahora, primer pregunta que vale dos puntos: ¿cuál hubiera sido la reacción de ese propio PSOE, de sus socios políticos y de los medios de comunicación afines si Rajoy, Aznar o cualquier otro dirigente del Partido Popular hubiera ido a visitar a Pinochet en el hospital en el que esté ingresado en Santiago de Chile y hubiera aprovechado para poner a escurrir a Zapatero o al mismo Chaves?

Caso B. Más de 500 oficiales y suboficiales del Ejército han hecho llegar su malestar y su indignación al Ministro de Defensa, José Bono, por la reciente claudicación del Gobierno de la Nación ante las enfebrecidas demandas de los separatistas catalanes para que de la entrada a la Academia de Suboficiales de Lérida, se retirara el célebre lema "a España, servir hasta morir". La respuesta, cargada de sentido democrático, de talante y de respeto por la libertad de expresión del Ministro, ha sido ordenar el arresto de dos comandantes del Ejército de Tierra que se manifestaron especialmente críticos con tan absurda y cobarde decisión gubernamental. Tampoco se han levantado o al menos yo no las he oído, voces en contra de ambas arbitrariedades, salvo las que expresara en el momento de la retirada del epígrafe, el Partido Popular.

Y ahora, segunda pregunta que también vale dos puntos: ¿Qué calificativos se le habrían atribuido desde las filas socialistas, desde Tele 5, Canal +, El País y la Cadena Ser a Federico Trillo si tan siquiera hubiera amagado con arrestar a dos oficiales que hubieran puesto en entredicho sus decisiones al frente del Ministerio de Defensa?

Caso C. Carlos Miranda, embajador de España ante el Reino Unido, envió hace unos días una misiva al Ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, en la que detallaba minuciosamente la visita que unos días antes había llevado a cabo a la capital británica, el ex Presidente del Gobierno, José María Aznar. La enfermiza obsesión de todos los ministros y de todos los dirigentes del Partido Socialista por atrapar en un renuncio a cualquier otro dirigente de la Oposición, pero especialmente al ex Presidente Aznar, alcanza en este capítulo, la calificación de paranoia esquizoide en las figuras de Moratinos y este pretendido embajador, quien en 1983, cuando era Director General para Asuntos Iberoamericanos, entregó a S.M. El Rey en Brasil -por incompetencia o por insidia, no se sabe muy bien- un discurso ya leído por su mentor de entonces, Felipe González.

Y ahora, tercera pregunta que también vale dos puntos: ¿Si este episodio de espionaje de "todo a 100" contra un compatriota, cocinado por el Ministro de Exteriores y su embajador en Gran Bretaña, hubiera tenido lugar con Aznar o Rajoy como Presidente y Zapatero o cualquier otro socialista como español acechado, cómo habrían reaccionado en el Parlamento o en sus medios afines, los correligionarios del dirigente observado?

Caso D. La dura competencia que en los últimos meses han sostenido ministros y líderes socialistas de cara a poder alzarse con el dudoso privilegio de ser el que más desafueros ha cometido, el que más tropelías ha realizado y el que más estupideces e insultos ha vomitado, ha tenido en la figura de María Teresa Fernández de la Vega, a uno de sus más refulgentes faros, a un auténtico referente de mala fe, sectarismo y retorcimiento. Sus improperios y sus injurias contra el clero en particular y contra la Iglesia y los católicos en general, han sido para enmarcar. En cualquier país en el que imperara la cordura democrática y la decencia política, una individua de esta estofa no hubiera durado más de dos horas en su cargo tras sus primeras declaraciones cargadas de odio anti-católico, pero la anestesia general que a nuestros valores morales y a nuestros principios éticos impusieron los socialistas desde 1982 -y de la que tímidamente se había recuperado el país en los últimos años- ha obrado el milagro y ha permitido que esta señora dañina no sólo no haya salido de inmediato del Gobierno, sino que además, siga riéndose de su propia gracia.

Y ahora, cuarta pregunta que también vale dos puntos: ¿Si un vicepresidente de un gobierno del PP, hubiera insultado consciente y premeditadamente a los musulmanes, a los judíos o incluso a los homosexuales, cuál habría sido la reacción de la Oposición socialista y comunista?

Quería que la quinta reseña hubiera tenido como protagonista a José Antonio Alonso, Ministro del Interior, quien en un arranque de exaltación demente, exigió a la Policía que hubiera detenciones tras los increpaciones de que fue objeto José Bono en la manifestación de la AVT. Su actuación, en la piel de los dos militantes del PP detenidos, es tan de libro caribeño, tan de enciclopedia norcoreana, tan de manual koljosiano, tan de campo de exterminio nazi, que se califica por sí misma y no merece que le dedique más líneas. Sólo por un episodio de estas características, este tipo atravesado y siniestro debería haber presentado la dimisión o por omisión, haber sido cesado de modo fulminante.

Caso E. Pero el último apunte, la última nota, es para el jefe de la tribu. El hombre que ha arrastrado el nombre de España por todo el mundo con sus claudicaciones ante los terroristas islámicos y ante las principales potencias europeas y magrebíes; el hombre que embadurna el nombre de España en nuestra propia tierra, en nuestro propio Parlamento y ante los que quieren finiquitar la Historia de nuestro país; el hombre que ha resucitado el enfrentamiento entre las dos Españas; el hombre que pacta y llega a acuerdos con los enemigos de la Nación; el hombre que está dispuesto a vender a las víctimas del terrorismo etarra por un puñado de votos en las próximas Elecciones Autonómicas Vascas; el hombre que en virtud de su relativismo moral y político, reniega de la Nación que le vio nacer; el hombre que cegado por el odio es capaz de perseguir a sus rivales políticos con desconocida saña y de destruir todo aquello que se edificó antes de su llegada al Poder; el hombre en definitiva, que tras una sonrisa seductora y un discurso asimétrico en el fondo y en la forma, se apresta a pasar a la Historia de España como el gobernante más irresponsable e insensato después del infando Fernando VII.

Y quinta pregunta, que vale asimismo otros dos puntos: ¿Por qué razón no se nos recuerda que el famoso abuelo de ZP -aquél al que tanto quiere, al que tanto recuerda y que cayó bajo las balas del bando nacional en la Guerra Civil- ordenó fusilar a toda una familia en el pueblo que estaba bajo su estricto control antes de caer en manos franquistas? Según me informan, aquella familia fue acusada de colaborar desde aquella villa, situada en territorio republicano, con los regentes franquistas de un pueblo cercano. Ese fue su delito y gracias a él, encontraron la muerte.

De alguien que no tiene empacho en tergiversar y manipular la propia historia de su familia, ¿qué podemos esperar cuando habla de la Historia de todos?

Como dijo Jesucristo, el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.

Lucio Decumio.

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