13 febrero 2005

Las cosas importantes

Toca a su fin una semana realmente exuberante en la que, cómo no, la inmensa mayoría de las perlas con que nos ha obsequiado el panorama político, nos han llegado desde el mismo bando. Desde el bando que desde hace 10 meses, se empeña en ofrecer a España y a los españoles, una alternativa de convivencia que significa en última instancia, una muerte dulce y aterciopelada del modo de vida y de las estructuras políticas y sociales que hasta la fecha, hemos conocido.

Lo he dicho muchas veces, pero hoy lo remarco con particular énfasis. Causa un gran hastío comprobar como un día tras otro, los enemigos de España se lanzan cual furibundos depredadores, al cuello dócil, manso y colaboracionista del Gobierno de Zapatero, al tiempo que dichas agresiones se nos tiñen y se nos dibujan como fecundos episodios de diálogo y de colaboración entre líderes de distintas opciones políticas.

Instalado complacientemente en su falsa moral de coloquio, en su entreguismo disfrazado de dialogante diplomacia, Zapatero vende a España, nos vende a los españoles e insulta y escupe sobre la tumba de cientos de miles de compatriotas que en tiempos de guerra o en épocas de paz, entregaron su vida por unir, defender y hacer prosperar a esta trillada tierra.

Pero aunque no me falten ganas, anímicamente hoy no se me presenta como la mejor jornada para lanzarme por los caminos de la afilada crítica política, pues no me cabe duda de que no tardarán en llegar a nuestros oídos, más audibles, resentidos y congestionados aullidos de ERC pidiendo al Gobierno Central, la luna que una vez, los españoles arrebataron a los catalanes.

Que a nadie tampoco le asalte la más mínima vacilación en torno a la certeza de que en un futuro no muy lejano, nos desayunaremos con las nuevas de que ZP ha vuelto a reunirse en secreto con inquietantes personajes, de subterránea categoría ética y de retorcidas intenciones políticas.

Tampoco habrá que esperar demasiado para ver nuevas muestras de populismo y oportunismo revestidos de solidaridad, más agasajos a tiranos caducos, más apagones informativos que eviten la distorsión pública de los paraísos nacionalistas, más negociaciones con terroristas, más ridículos diplomáticos, más exclusivas radiofónicas de naturaleza kafkiana, más desplantes contra la confesión mayoritaria, más insultos contra el principal partido de la oposición y en último término, más zancadillas a los leales y más caricias a los traidores.

Decía que hoy no era día propicio para entregarme al análisis de cualquiera de las variables informativas previamente citadas. No lo es porque en estas fechas de Febrero, desde hace algunos años, se ensortijan y se relacionan en mi memoria las imágenes de un Sol cada vez más altanero y triunfal, con las miradas de una mujer resplandeciente. El declinar del gélido invierno despierta los recuerdos adormecidos de aromas que fueron mi templo primero y mi desazón después. Los tímidos brotes que despuntan huérfanos entre las ramas de los árboles, me recuerdan que no por amar con más fuerza, es más sencillo retener a tu lado.

Y sólo quiero que pasen cuanto antes estos días de nítida luz adolescente, que para mí significan no otra cosa sino el punto de partida de un ocaso que todavía no encuentra la salida hacia su siguiente amanecer.

Lucio Decumio.

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