Vive encaramada por voluntad propia en las almenas de la cólera y de la ira. Imagen y portavoz de una minoría de las víctimas de la masacre, Pilar Manjón decidió hace tiempo y con la complacencia y el apoyo del Gobierno y sus Altos Comisionados, someter a la sociedad española y especialmente a quienes considera que se encuentran en sus antípodas ideológicas, a un constante chantaje sentimental mediante el cual se permite utilizar el dolor que le aflige, como parapeto desde el que arrojar sus flechas impregnadas de sectarismo político.
Instalada en esa absurda espiral de odio y encono a través de la que culpabiliza de la muerte de su hijo a rivales políticos y mediáticos, al tiempo que por omisión exculpa de la misma a quienes realmente perpetraron la carnicería, Manjón acaba de superarse a sí misma durante su intervención en los cursos de verano de la Universidad Autónoma.
Parecía difícil que excediera el listón que ha ido elevando durante los últimos meses, regalándonos sin solución de continuidad un sinfín de perlas elaboradas con el nácar de un ilimitado revanchismo personal. Aljófares como sus gratuitas imputaciones de asesino a destacados dirigentes políticos, su laxitud ante el carpetazo a alguna comisión de investigación, sus intentos de división de las víctimas o sus más que discutibles puntos de vista sobre quién puede considerarse o no víctima del terrorismo, han jalonado su reciente recorrido público. Pero como decía, se ha superado.
Que vetara a la COPE durante su intervención en los citados cursos era algo que cabía imaginar que sucediera tarde o temprano, a la vista del temple y el perfil democrático que suelen ofrecer aquellos que pomposamente se autodenominan como luchadores por la libertad y la democracia. Pura destilación de ADN comunista, en definitiva.
Pero hace falta ser miserable, demagogo y mezquino o por el contrario sufrir muy serios trastornos acerca de la percepción de la realidad circundante, como para acusar de descontrol y descoordinación a los servicios sanitarios que durante aquella terrible jornada, hubieron de hacer frente a una situación de excepcionalidad clínica sin precedentes en la historia de España.
Comprendo y comparto el dolor por la pérdida de un ser querido, más si hablamos de un hijo. Pero creo que eso no da derecho a estar permanentemente buscando culpables allá donde no los hay y responsabilizando de no se sabe muy bien qué faltas a quienes sólo trataron de hacer su trabajo lo mejor posible en las condiciones más dantescas que quepa imaginar.
Independientemente de la asociación o partido político al que representen, los portavoces de la izquierda son incapaces de escapar a la ruin instigación manipuladora contra los poderes públicos que no son de su cuerda ideológica. Pueden estar seguros los lectores de lo siguiente; si el 11 de Marzo de 2004 el Ayuntamiento de Madrid hubiera estado encabezado por Trinidad Jiménez en alianza con IU, Manjón no sólo no habría criticado la actuación de los servicios de emergencia y asistencia, sino que no se habría cansado de alabar su entrega y encomio, aunque aquéllos hubieran permanecido de brazos cruzados durante la hecatombe.
Pero hay un pequeño inconveniente en el hecho de pasarse la vida tratando de ajustar cuentas y de desquitarse con los adversarios políticos, sólo por eso, por ser contrincantes en los asuntos públicos; que los fantasmas y los pecados del pasado, en forma de manipulación de atentados, petroleros o aviones accidentados suelen volver hasta el presente para recordar a quienes utilizaron de modo partidista aquellos acontecimientos, que cualquier gobierno, independientemente de su color, ha de afrontar durante su mandato su cuota de desastres y catástrofes.
Hoy ha sido el incendio forestal de Guadalajara, ecológicamente más lesivo que el hundimiento de un petrolero y con un coste humano de casi insoportable asunción. Ayer fue el desplome del Carmelo, del que gracias a la liviana estima de la izquierda por la libertad de expresión, no sabemos absolutamente nada desde hace meses. Y mañana puede ser un vuelco informativo acerca de los luctuosos hechos del 11 de Marzo que acabe por derrumbar las cada vez más carcomidas vigas sobre las que se sostiene la versión oficial.
Así que, cuidado Manjón.
Lucio Decumio
1 comentario:
Indudablemente esto tiene mucha mejor pinta.
Enhorabuena.
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