Antes de dar inicio a mi disertación del día de hoy, me veo en la obligación de reconocer que su línea argumental es tributaria de la utilizada por un columnista de un prestigioso diario on-line. Su denuncia, recogida hace un par de días en el citado periódico, me puso en alerta acerca del más que notable sectarismo con que se abordan muchas informaciones en los medios de comunicación de mayor difusión y audiencia.
Nadie puede negarlo. Con furibunda insistencia, cargada de inquina, odio y resentimiento, medios como TVE, Tele 5 y todo el omnímodo Grupo Prisa en bloque, descargan sus poderosas baterías mediáticas contra el gran enemigo americano. Los noticiarios radiofónicos de la cadena SER, los telediarios de TVE, Tele 5 y Canal +, junto a las principales manchas de EL PAÍS, se encargan de mostrar a todos sus oyentes, telespectadores y lectores, cualquier novedad sobre las torturas llevadas a cabo por soldados norteamericanos en la cárcel iraquí de Abu Ghraib. Innegables y condenables desde cualquier punto de vista, pero circunscritas a un ámbito muy determinado y lo que es más importante, descubiertas y denunciadas por periodistas norteamericanos y perseguidas y castigadas por las autoridades judiciales y militares estadounidenses.
Pero ahí no se da por concluido el acoso. No sólo son las torturas de que han sido objeto algunos prisioneros iraquíes por parte de algunos soldados americanos, el filón recurrente de los medios que quieren a toda costa justificar abiertamente y sin tapujos la decisión de Zapatero de retirar a nuestras tropas de Mesopotamia. No. Los espacios que dejan libres las informaciones sobre las citadas torturas, se rellenan con noticias torticeramente tergiversadas que pretenden ofrecer una imagen de caos generalizado en todo el territorio iraquí. El bombardeo de imágenes sobre el paupérrimo levantamiento propiciado por esa atalaya de la libertad y los derechos humanos que es el clérigo chií Mutqada Al-Sadr, intentan ofrecer un muy concreto y desolador panorama de conflicto abierto entre las tropas de la coalición y todo el pueblo iraquí. Y es mentira. Una enorme, descomunal y mayúscula mentira.
Y la farsa continúa. A las tropas de la coalición las denominan "tropas de ocupación". Las bajas entre los soldados americanos casi se narran con una sonrisa entre los labios a la que sólo falta por añadir un "se lo merecen por estar allí". Las informaciones provenientes de cadenas de televisión y otros medios árabes, son asumidas como ciertas y veraces, siempre y cuando ofrezcan una visión satánica de las tropas americanas o británicas. Jamás y cuando digo jamás es jamás, se hace glosa de alguna noticia positiva o de algún dato que permita colegir que no todo en Iraq es protervia y perversidad americana y desconcierto, revueltas y disturbios entre la población indígena que tienen su origen en el odio al invasor.
Todo este arsenal se emplea con un triple fin. El primero, ya mencionado, sirve para cubrir desde el punto de vista mediático, una de las decisiones más vergonzantes y oprobiosas que haya adoptado jamás un Presidente del Gobierno de España. No es otra, como todos mis lectores saben, que la retirada precipitada, absurda y desleal de nuestras tropas estacionadas en territorio iraquí. El segundo y de cara a las Elecciones Europeas que se avecinan, tiene como objetivo continuar martilleando y acusando al Partido Popular, unas veces de modo velado y las más de las ocasiones abiertamente, de ser cómplice de las torturas, las matanzas, los desastres y el desgobierno que parecen imperar en todo Iraq. Tercero y último, masacrar a Bush y por extensión, a los Estados Unidos y a todo lo que éstos representan. Económica, social y políticamente. Sinceramente, me da igual Bush, pero si algún país -con sus luces y sus sombras- se ha distinguido durante el Siglo XX como garante de la libertad en el mundo, con mayúsculas, ése ha sido Norteamérica. Pueden preguntárselo a los muchachos de Minnesota, Wisconsin o Alabama que yacen a centenares de miles en los cementerios y campos de batalla de Europa, en las profundidades del Océano Pacífico o en las arenas de los desiertos del Norte de África.
Termino. El que quiera y sepa hablar inglés -Zapatero no se enteraría de la misa, la mitad-, puede visitar la página web de USAid y obtener información de primera mano, fidedigna y contrastada, de las acciones de ayuda al desarrollo que esta organización dependiente de la Secretaría de Estado Norteamericana, lleva a cabo en distintos lugares del planeta, con especial énfasis y dedicación hacia dos naciones a los que se ha liberado recientemente del yugo opresor de dos dictaduras depravadas como pocas ha conocido la Humanidad. Iraq y Afganistán. Un dato orientativo de mi propia cosecha para indicar que USAid viene a ser el equivalente, pero en muy bueno -por tamaño y recursos, especialmente- a nuestra Agencia Española de Cooperación Internacional.
Es decir, que es un organismo público, con cuentas públicas y con balances de resultados que se hacen públicos y están perfectamente auditados. Nada que ocultar y nada que disimular.
Pero de estas acciones, de estas ayudas, de estos gastos, de estas restauraciones, recuperaciones e inversiones que llevan a cabo los Estados Unidos en Afganistán y en Iraq -y como digo, en muchos otros países del Globo- nadie tiene noticia, nadie sabe nada, nadie está informado y nadie está al tanto. Y eso, en un mundo en el que lo que aparece en los medios de comunicación es lo que sucede aunque en realidad no esté teniendo lugar y lo que no aparece, aunque sí que suceda, simplemente no acaece, tiene un efecto devastador sobre la conciencia global de la opinión pública.
Una vez más, queda demostrado que la izquierda y sus corifeos y portavoces, tienen un sexto sentido para ganar batallas y guerras propagandísticas e informativas, mientras que la derecha liberal se muestra incapaz de hacerles frente convenientemente, gracias a los absurdos complejos de inferioridad moral que históricamente arrastra.
¡¡Sacúdanselos, coño!! Son ustedes mejores que ellos. Somos mejores que ellos.
Lucio Decumio.
27 mayo 2004
24 mayo 2004
Argumentaciones a favor de la Monarquía
Momentos como los recientemente vividos antes, durante y después del enlace entre el Príncipe de Asturias y Letizia Ortiz, sirven para magnificar y amplificar el afecto y el cariño que la mayoría del pueblo español le profesa a la Institución Monárquica, así como para elevar el tono de las críticas de los detractores de la misma.
Esa gran mayoría que siente como cercana y propia la Monarquía encarnada en la actualidad por Don Juan Carlos y Doña Sofía y la interpreta como un símbolo de unidad y permanencia de la patria común de todos los españoles, vio reforzada esa afección a la misma gracias a la boda del Príncipe de Asturias, pues contemplaba los esponsales reales como garantía de continuidad dinástica y sobre todo, de estabilidad institucional.
Sin embargo, no son pocos quienes de un tiempo a esta parte, entienden la pervivencia de la Monarquía como un síntoma de enquistamiento político en modelos de estructuración social anacrónicos. Es una interpretación respetable, aunque no compartida por este humilde redactor.
Quienes se oponen a la existencia de una Monarquía como la que actualmente representa la Jefatura del Estado, exponen una serie de argumentos en contra que considero en sintonía con corrientes desestabilizadoras y tendentes a la expansión del pensamiento débil y acrítico entre la opinión pública menos preparada. Razonamientos estrictamente utilitaristas, como que la figura del Rey de España es inútil o que supone un gasto excesivo para las arcas del Estado son tan fácilmente rebatibles que ni tan siquiera me detendré en ello. Y hay otros algo más etéreos, como el anacronismo que para los maldicientes supone la continuidad de la propia Institución en unos tiempos tan dinámicos y cambiantes como los actuales, pero que es aún más endeble y absurdo que los anteriores.
Una nación es una historia común. De vivencias, de personas, de conflictos, de acuerdos, de empresas y de aventuras, pero también de mitos y leyendas y sobre todo, de símbolos. La Monarquía encarna esto último; el símbolo de la unidad y la permanencia en el tiempo de la patria española, más allá de las personas que la integran en un momento dado y más allá de cualquier imponderable temporal.
Los conceptos de bonanza, prosperidad, estabilidad, paz, bienaventuranza, fortaleza y progreso han sido para España y los españoles desde 1975, indisociables compañeros de viaje en el transitar de los últimos 30 años, con los lógicos altibajos motivados por muy distintas circunstancias que desde unos ámbitos u otros, trataron sin éxito de cercenar tan próspero devenir.
Y si alguien quiere entender este proceso de tres decenios de ininterrumpido avance económico, político y social de los españoles, tendrá que recurrir invariablemente a la figura de Don Juan Carlos y a la Monarquía en él personificada para entender en toda su plenitud, tamaño salto cualitativo y cuantitativo de nuestro país.
Los españoles le debemos a este hombre grandullón y honorable mucho más de lo que creemos y en no pocos casos, más de lo que muchos quisieran. La memoria es débil cuando se trata de recordar y de agradecer los esfuerzos que otros hicieron por nosotros, una vez que nos encontramos cómodamente instalados en el bienestar y la holgura.
Pero fue el empeño, la mano izquierda y el buen hacer de un joven que apenas contaba con 32 años cuando fue nombrado por Franco como su sucesor en la Jefatura del Estado, el que con el paso del tiempo y con la elección de las personas adecuadas para llevar a cabo un drástico cambio en las estructuras políticas de nuestro país, modificó el perfil social, político y económico de una nación que vivió una de las mayores encrucijadas de su Historia tras la muerte del dictador.
Su Majestad el Rey, capitaneó con inteligencia, tacto y diplomacia, un proceso que bullía en su cerebro desde 1969 y que desembocó en el referéndum para la Reforma Política de 1976, las Elecciones Generales de 1977 y el verdadero punto de inflexión de todo el proceso de la transición: la aprobación de la Constitución de 1978.
Si esto no fuera suficiente para los detractores de su figura y de la Institución, es obligado recordar su majestuosa y decisiva intervención para abortar el intento involucionista de Golpe de Estado de 1981. Y su imagen campechana, vivaz, dinámica, moderna y comprometida con su país y con su pueblo, ha abierto tantas puertas políticas y económicas, que la valoración de su impacto a estos dos niveles es prácticamente imposible de realizar.
Aunque quisiéramos olvidar sus méritos anteriores, sólo por esto último está pagado su sueldo, está justificada su labor como Jefe del Estado y queda refutado su supuesto anacronismo.
Confío, deseo y espero en que llegado el momento, su hijo sabrá estar a la altura y continuar con la labor iniciada por el padre.
Lucio Decumio.
Esa gran mayoría que siente como cercana y propia la Monarquía encarnada en la actualidad por Don Juan Carlos y Doña Sofía y la interpreta como un símbolo de unidad y permanencia de la patria común de todos los españoles, vio reforzada esa afección a la misma gracias a la boda del Príncipe de Asturias, pues contemplaba los esponsales reales como garantía de continuidad dinástica y sobre todo, de estabilidad institucional.
Sin embargo, no son pocos quienes de un tiempo a esta parte, entienden la pervivencia de la Monarquía como un síntoma de enquistamiento político en modelos de estructuración social anacrónicos. Es una interpretación respetable, aunque no compartida por este humilde redactor.
Quienes se oponen a la existencia de una Monarquía como la que actualmente representa la Jefatura del Estado, exponen una serie de argumentos en contra que considero en sintonía con corrientes desestabilizadoras y tendentes a la expansión del pensamiento débil y acrítico entre la opinión pública menos preparada. Razonamientos estrictamente utilitaristas, como que la figura del Rey de España es inútil o que supone un gasto excesivo para las arcas del Estado son tan fácilmente rebatibles que ni tan siquiera me detendré en ello. Y hay otros algo más etéreos, como el anacronismo que para los maldicientes supone la continuidad de la propia Institución en unos tiempos tan dinámicos y cambiantes como los actuales, pero que es aún más endeble y absurdo que los anteriores.
Una nación es una historia común. De vivencias, de personas, de conflictos, de acuerdos, de empresas y de aventuras, pero también de mitos y leyendas y sobre todo, de símbolos. La Monarquía encarna esto último; el símbolo de la unidad y la permanencia en el tiempo de la patria española, más allá de las personas que la integran en un momento dado y más allá de cualquier imponderable temporal.
Los conceptos de bonanza, prosperidad, estabilidad, paz, bienaventuranza, fortaleza y progreso han sido para España y los españoles desde 1975, indisociables compañeros de viaje en el transitar de los últimos 30 años, con los lógicos altibajos motivados por muy distintas circunstancias que desde unos ámbitos u otros, trataron sin éxito de cercenar tan próspero devenir.
Y si alguien quiere entender este proceso de tres decenios de ininterrumpido avance económico, político y social de los españoles, tendrá que recurrir invariablemente a la figura de Don Juan Carlos y a la Monarquía en él personificada para entender en toda su plenitud, tamaño salto cualitativo y cuantitativo de nuestro país.
Los españoles le debemos a este hombre grandullón y honorable mucho más de lo que creemos y en no pocos casos, más de lo que muchos quisieran. La memoria es débil cuando se trata de recordar y de agradecer los esfuerzos que otros hicieron por nosotros, una vez que nos encontramos cómodamente instalados en el bienestar y la holgura.
Pero fue el empeño, la mano izquierda y el buen hacer de un joven que apenas contaba con 32 años cuando fue nombrado por Franco como su sucesor en la Jefatura del Estado, el que con el paso del tiempo y con la elección de las personas adecuadas para llevar a cabo un drástico cambio en las estructuras políticas de nuestro país, modificó el perfil social, político y económico de una nación que vivió una de las mayores encrucijadas de su Historia tras la muerte del dictador.
Su Majestad el Rey, capitaneó con inteligencia, tacto y diplomacia, un proceso que bullía en su cerebro desde 1969 y que desembocó en el referéndum para la Reforma Política de 1976, las Elecciones Generales de 1977 y el verdadero punto de inflexión de todo el proceso de la transición: la aprobación de la Constitución de 1978.
Si esto no fuera suficiente para los detractores de su figura y de la Institución, es obligado recordar su majestuosa y decisiva intervención para abortar el intento involucionista de Golpe de Estado de 1981. Y su imagen campechana, vivaz, dinámica, moderna y comprometida con su país y con su pueblo, ha abierto tantas puertas políticas y económicas, que la valoración de su impacto a estos dos niveles es prácticamente imposible de realizar.
Aunque quisiéramos olvidar sus méritos anteriores, sólo por esto último está pagado su sueldo, está justificada su labor como Jefe del Estado y queda refutado su supuesto anacronismo.
Confío, deseo y espero en que llegado el momento, su hijo sabrá estar a la altura y continuar con la labor iniciada por el padre.
Lucio Decumio.
20 mayo 2004
Ignaro Zapatero e inepto Gobierno
Que no, que no. No le he cambiado el nombre a Zapatero. Quien por una pequeña traición de su subconsciente haya leído algo así como "Ignacio", que vuelva sobre sus pasos. Y tampoco me he equivocado en la ortografía, pues el calificativo que precede al apellido del Presidente del Gobierno, es una palabra llana, absolutamente llana.
Voy allá. Hace no muchos días, la misma fuente informativa que en su día me advertía de que el Rey no estaba en absoluto de acuerdo con el compromiso del Príncipe con Letizia Ortiz, así como que se había producido una sonora tangana entre ambos, me hizo saber que al poco de acceder a la Presidencia del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero mantuvo una reunión informativa con representantes y dirigentes empresariales de la Comunidad de Madrid. Según mis informaciones, durante el transcurso del citado concilio entre ZP -y seguramente alguna figura del nuevo gobierno más ducha en Economía que el Presidente- y los empresarios, se vivieron momentos de enorme tensión, embarazo y tirantez, pues fueron tan patentes y tan manifiestas las lagunas de cultura empresarial y económica del nuevo dirigente de la Nación, que los empresarios no cabían en sí de su asombro.
Durante unos interminables minutos, se sucedieron las miradas esquivas cargadas de estupor entre la clase empresarial, las palabras vacuas de un Zapatero incapaz de hacerse con su auditorio mediante un discurso coherente y argumentado, las sonrisas nerviosas entre unos y otros y los sudores fríos de quienes se echaban las manos a la cabeza ante semejante personaje y los espasmos nerviosos del propio Presidente, que sabía que se había metido en un trampal del que no veía el modo de escapar decorosamente.
Al final, antes de que la cosa pasara a mayores, se declaró un más que conveniente armisticio entre las parte, la reunión se disolvió entre más o menos bromas, más o menos copas de vino y más o menos canapés, pero con la absoluta convicción entre el empresariado de que el nuevo Presidente tenía los mismos conocimientos macroeconómicos y empresariales que cualquier parvulario y con la certeza de haber hecho el mayor de los ridículos, haciendo presa del ánimo del atribulado Zapatero.
Creo que lo he dicho ya en alguna ocasión y no me voy a cansar de repetirlo a la menor oportunidad que se presente. Estamos ante un hatajo -ésta se escribe con "h", que nadie se asuste- de incompetentes, ineptos, incapaces, iletrados y lo que es peor, de tontos. Los sucesivos patinazos de los que todos hemos ido teniendo noticia puntualmente en los medios de comunicación que no sirven a los intereses de este rebaño de cabras, nos han ido dando cumplida muestra de la inhabilidad y la falta de talento -que no talante- de un Gobierno errabundo en cuyas manos y tras un cruento Golpe de Estado, hemos puesto dócilmente los destinos de nuestro país.
Cual tolerante muhecín del ciberespacio, hago un llamamiento a la oración a todos mis lectores para que Dios nos pille confesados ante lo que se nos puede avecinar y sobre todo, para que esta pesadilla surrealista que ha empezado hace un mes, dure lo menos posible.
Lucio Decumio.
Voy allá. Hace no muchos días, la misma fuente informativa que en su día me advertía de que el Rey no estaba en absoluto de acuerdo con el compromiso del Príncipe con Letizia Ortiz, así como que se había producido una sonora tangana entre ambos, me hizo saber que al poco de acceder a la Presidencia del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero mantuvo una reunión informativa con representantes y dirigentes empresariales de la Comunidad de Madrid. Según mis informaciones, durante el transcurso del citado concilio entre ZP -y seguramente alguna figura del nuevo gobierno más ducha en Economía que el Presidente- y los empresarios, se vivieron momentos de enorme tensión, embarazo y tirantez, pues fueron tan patentes y tan manifiestas las lagunas de cultura empresarial y económica del nuevo dirigente de la Nación, que los empresarios no cabían en sí de su asombro.
Durante unos interminables minutos, se sucedieron las miradas esquivas cargadas de estupor entre la clase empresarial, las palabras vacuas de un Zapatero incapaz de hacerse con su auditorio mediante un discurso coherente y argumentado, las sonrisas nerviosas entre unos y otros y los sudores fríos de quienes se echaban las manos a la cabeza ante semejante personaje y los espasmos nerviosos del propio Presidente, que sabía que se había metido en un trampal del que no veía el modo de escapar decorosamente.
Al final, antes de que la cosa pasara a mayores, se declaró un más que conveniente armisticio entre las parte, la reunión se disolvió entre más o menos bromas, más o menos copas de vino y más o menos canapés, pero con la absoluta convicción entre el empresariado de que el nuevo Presidente tenía los mismos conocimientos macroeconómicos y empresariales que cualquier parvulario y con la certeza de haber hecho el mayor de los ridículos, haciendo presa del ánimo del atribulado Zapatero.
Creo que lo he dicho ya en alguna ocasión y no me voy a cansar de repetirlo a la menor oportunidad que se presente. Estamos ante un hatajo -ésta se escribe con "h", que nadie se asuste- de incompetentes, ineptos, incapaces, iletrados y lo que es peor, de tontos. Los sucesivos patinazos de los que todos hemos ido teniendo noticia puntualmente en los medios de comunicación que no sirven a los intereses de este rebaño de cabras, nos han ido dando cumplida muestra de la inhabilidad y la falta de talento -que no talante- de un Gobierno errabundo en cuyas manos y tras un cruento Golpe de Estado, hemos puesto dócilmente los destinos de nuestro país.
Cual tolerante muhecín del ciberespacio, hago un llamamiento a la oración a todos mis lectores para que Dios nos pille confesados ante lo que se nos puede avecinar y sobre todo, para que esta pesadilla surrealista que ha empezado hace un mes, dure lo menos posible.
Lucio Decumio.
17 mayo 2004
Teoría de la intersección circular
¿Qué probabilidades existen de volverte a encontrar con una persona con la que coincidiste en un par de ocasiones o tres, allá por el año 2000, en una fiesta en mitad de una gigantesca finca a caballo entre Ciudad Real y Jaén en Mayo de 2004? Escasas, por no decir nulas, pero hete aquí que dicho encuentro casual se produjo y al margen de reavivar por unos instantes amargos recuerdos que pertenecían a mi pasado sentimental más remoto y olvidable, me trajeron a la mente curiosas ideas sobre este género de eventualidades.
Una de ellas, que pasaré a exponer con el mayor detalle posible, pese a las horas intempestivas en las que redacto este comentario, es la que he dado en llamar "Teoría de la intersección circular". Me explico. Cuando el azar quiere que dos individuos -que pueden conocerse o no entre sí, eso da lo mismo-, pero que tienen una determinada conexión a través de amigos o conocidos comunes, se topen, se encuentren, charlen y se den cuenta de que hay personas de sus dos círculos sociales a las que ambos conocen, se produce lo que yo he querido llamar "intersección causal", concepto éste al que bien quisieran haber dado forma algunos eminentes sociólogos o antropólogos y a los que Lucio Decumio se ha adelantado brillantemente.
El boceto de esa "intersección causal" ya ha sido expuesto, pero una definición más académica no vendría mal. Sería algo así como el momento coincidente en el espacio y en el tiempo en el que dos sujetos ven cómo sus dos respectivos círculos sociales, se "cortan" al tiempo que ambos son conscientes del citado resquicio que se acaba de abrir.
Es en ese instante cuando ambos empiezan a lucubrar acerca de la pequeñez del mundo en el que vivimos y de su gran parecido con las telas que solemos utilizar para procurarnos una higiene nasal conveniente.
Pero al margen de filigranas descriptivas que terminan por definir a un vulgar pañuelo moquero, imaginemos el concepto gráficamente. Nuestro círculo de amistades, conocidos y familiares va ensanchándose -si no eres un esquizofrénico, un asesino en serie o un eremita, claro- con el paso del tiempo. Es un círculo perfecto, no una elipse, ni un rectángulo, ni ninguna otra figura geométrica. A medida que pasan los años, vamos incluyendo más ý más personas en esa circunferencia. Gente que conocemos en nuestros distintos trabajos, novias, amigos y amigas de esos compañeros de trabajo y de esas novias, amigos y amigas de familiares, amigos y amigas de nuestros propios amigos y un sinfín de almas que se van cruzando en nuestro camino y con las que interactuamos en mayor o menor medida.
El círculo crece y crece hasta que es virtualmente imposible tener consciencia de quiénes son todos los que nos rodean y en qué número. Evidentemente, eso no le sucede en exclusiva a uno mismo. El resto de las personas, incluidas aquéllas que forman parte de nuestro círculo, también forman círculos a su alrededor, compuestos por muchas personas a las que nosotros conocemos y otras a las que no. Algo así como los anillos olímpicos, pero en permanente estado de crecimiento.
Y ahí es donde empieza el juego. Cuando nos desplazamos, nos movemos o simplemente entablamos una conversación con alguien conocido o incluso desconocido, nuestros círculos sociales empiezan a dar vueltas a nuestro alrededor sin que de momento, tengamos constancia de ello. Si el desplazamiento o el diálogo se prolonga durante unas horas o incluso se repite ocasionalmente a lo largo del tiempo, las probabilidades de que tenga lugar una intersección se elevan, como es lógico. Hasta que salta la chispa. Algunas veces, como me sucedió a mí en la mencionada finca, es prácticamente repentino y hasta casi embarazoso, pues la chica con la que estuve hablando, salió de estampida cuando se dio cuenta de que había cometido, involuntariamente desde luego, una torpeza que por otra parte, yo no consideré como tal.
Y en otras ocasiones, pueden pasar días, meses e incluso años, hasta que los círculos de dos conocidos se cortan en un punto confluyente y se dan cuenta de que tienen más cosas en común de las que creían.
En fin, moraleja. Que cuando os encontréis ante una situación similar y la sorpresa ocasionada por la casualidad os embargue, sed originales y no recurráis a la manida sentencia que dice que el mundo es un pañuelo. Recordad que un buen día de Mayo de 2004, Lucio Decumio os ilustró sabiamente sobre los motivos y los porqués de ese tipo de azares.
Lucio Decumio.
Una de ellas, que pasaré a exponer con el mayor detalle posible, pese a las horas intempestivas en las que redacto este comentario, es la que he dado en llamar "Teoría de la intersección circular". Me explico. Cuando el azar quiere que dos individuos -que pueden conocerse o no entre sí, eso da lo mismo-, pero que tienen una determinada conexión a través de amigos o conocidos comunes, se topen, se encuentren, charlen y se den cuenta de que hay personas de sus dos círculos sociales a las que ambos conocen, se produce lo que yo he querido llamar "intersección causal", concepto éste al que bien quisieran haber dado forma algunos eminentes sociólogos o antropólogos y a los que Lucio Decumio se ha adelantado brillantemente.
El boceto de esa "intersección causal" ya ha sido expuesto, pero una definición más académica no vendría mal. Sería algo así como el momento coincidente en el espacio y en el tiempo en el que dos sujetos ven cómo sus dos respectivos círculos sociales, se "cortan" al tiempo que ambos son conscientes del citado resquicio que se acaba de abrir.
Es en ese instante cuando ambos empiezan a lucubrar acerca de la pequeñez del mundo en el que vivimos y de su gran parecido con las telas que solemos utilizar para procurarnos una higiene nasal conveniente.
Pero al margen de filigranas descriptivas que terminan por definir a un vulgar pañuelo moquero, imaginemos el concepto gráficamente. Nuestro círculo de amistades, conocidos y familiares va ensanchándose -si no eres un esquizofrénico, un asesino en serie o un eremita, claro- con el paso del tiempo. Es un círculo perfecto, no una elipse, ni un rectángulo, ni ninguna otra figura geométrica. A medida que pasan los años, vamos incluyendo más ý más personas en esa circunferencia. Gente que conocemos en nuestros distintos trabajos, novias, amigos y amigas de esos compañeros de trabajo y de esas novias, amigos y amigas de familiares, amigos y amigas de nuestros propios amigos y un sinfín de almas que se van cruzando en nuestro camino y con las que interactuamos en mayor o menor medida.
El círculo crece y crece hasta que es virtualmente imposible tener consciencia de quiénes son todos los que nos rodean y en qué número. Evidentemente, eso no le sucede en exclusiva a uno mismo. El resto de las personas, incluidas aquéllas que forman parte de nuestro círculo, también forman círculos a su alrededor, compuestos por muchas personas a las que nosotros conocemos y otras a las que no. Algo así como los anillos olímpicos, pero en permanente estado de crecimiento.
Y ahí es donde empieza el juego. Cuando nos desplazamos, nos movemos o simplemente entablamos una conversación con alguien conocido o incluso desconocido, nuestros círculos sociales empiezan a dar vueltas a nuestro alrededor sin que de momento, tengamos constancia de ello. Si el desplazamiento o el diálogo se prolonga durante unas horas o incluso se repite ocasionalmente a lo largo del tiempo, las probabilidades de que tenga lugar una intersección se elevan, como es lógico. Hasta que salta la chispa. Algunas veces, como me sucedió a mí en la mencionada finca, es prácticamente repentino y hasta casi embarazoso, pues la chica con la que estuve hablando, salió de estampida cuando se dio cuenta de que había cometido, involuntariamente desde luego, una torpeza que por otra parte, yo no consideré como tal.
Y en otras ocasiones, pueden pasar días, meses e incluso años, hasta que los círculos de dos conocidos se cortan en un punto confluyente y se dan cuenta de que tienen más cosas en común de las que creían.
En fin, moraleja. Que cuando os encontréis ante una situación similar y la sorpresa ocasionada por la casualidad os embargue, sed originales y no recurráis a la manida sentencia que dice que el mundo es un pañuelo. Recordad que un buen día de Mayo de 2004, Lucio Decumio os ilustró sabiamente sobre los motivos y los porqués de ese tipo de azares.
Lucio Decumio.
12 mayo 2004
La esperanza del Senado
La sonada derrota que ha cosechado hoy el Gobierno de Rodríguez Zapatero, así como el Grupo Parlamentario Socialista en el Senado junto con sus aliados, ha sido realmente espectacular, no tanto por la trascendencia de la misma, que sospecho no será excesiva, sino más bien por el modo y manera en que ha tenido lugar y sobre todo, por el toque de atención que supone para el Gobierno de cara al futuro.
Hoy miércoles, tenía lugar en la Cámara Alta, la votación de una moción presentada por el Partido Popular en la que se instaba al Gobierno a no realizar ninguna modificación o derogación de los contenidos de la Ley Orgánica de Calidad de la Enseñanza y a no suspender su calendario de aplicación, sin que mediara un proceso previo de diálogo político similar al que se sostuvo antes de la aprobación de dicha Ley.
Una moción en principio, algo genérica y abstracta, dicho sea de paso, pero ilustrativa de las intenciones y de las inclinaciones de unos y otros respecto al citado texto.
Pues bien, hete aquí que la inexperiencia y la ignorancia, aderezadas más que seguramente por unas gotas de prepotencia y unas briznas de soberbia, han obrado el milagro. Antecedentes al respecto a tener en cuenta, es que en la actualidad el PP cuenta con 123 escaños en el Senado, sobre 251 y en cuanto las Cortes Autonómicas Andaluzas designen a los ocho senadores que por ley le corresponde nombrar, serán 126 sobre los 259 asientos reales del Senado.
Es decir, que con la aritmética en la mano, es fácil colegir que pese a encontrarse en minoría, el PP se halla en una posición privilegiada para aprovechar cualquier traspié presencial de los senadores socialistas o de sus socios en la Cámara Alta, que por otra parte, son todos los demás.
Y hoy mismo, como decía, se ha dado el caso. En una primera votación, caótica, todo hay que decirlo, la citada moción del Grupo Popular en el Senado ha sido aprobada ante el asombro general y con unas cifras de abstención que no dejan en buen lugar ni a unos, ni a otros. Sin embargo, incapaces de mantener la compostura ante tan inesperado resultado, zarandeados por el varapalo y escudándose en pretextos infantiles, los senadores socialistas, secundados por sus aliados, se han dirigido al Presidente de la Cámara Alta y le han solicitado que se volviera a repetir la votación. Y entre las legítimas protestas del Grupo Popular, se ha repetido, como se repite un penalty que ha sido gol porque cuando el árbitro pitó, el portero estaba mirando al graderío y no al balón.
Y para mayor sorpresa de los asistentes y con el portero ya concentrado en su deber, el delantero ha vuelto a marcar. 119 votos a favor de la moción y 115 en contra, con una sola abstención. El escarnio, la mofa y la befa han sido las consecuencias subsiguientes que han tenido que afrontar quienes han sido incapaces de asumir una primera derrota motivada por su inoperancia y que se han visto abocados a encajar una segunda bofetada aún más dolorosa.
Insisto en que la trascendencia política de esta votación es muy relativa, pues lo más que logra la Oposición -que alguien me corrija si me equivoco- bloqueando iniciativas legislativas del Gobierno provenientes de la Cámara Baja o presentando enmiendas o mociones a las mismas, es retrasar la puesta en marcha de la Ley o de la iniciativa en cuestión, entre cuatro y seis meses.
Pero para el PP y para todos los que no creemos en este Gobierno de iletrados y de incompetentes, se abre una vía de bloqueo legislativo temporal enormemente interesante.
Mi consejo al respecto es que los "populares" tengan siempre a mano y bien preparados, un buen fajo de enmiendas, vetos y mociones de este tipo, antes incluso de que se aprueben Leyes en el Parlamento o en el Consejo de Ministros y que los senadores de la formación que dirige Mariano Rajoy acudan sin falta a la Cámara Alta cuando tenga lugar alguna votación de calado. Y una vez allí, que echen un vistazo al resto de escaños, sumen, resten y en función de que tengan o no mayoría, sometan a votación una o varias de las citadas enmiendas.
Caso de repetirse estas situaciones, es posible que estas derrotas sólo representen pequeñas chinitas en los zapatos del Zapatero, pero en otras, podrían poner en graves aprietos al PSOE.
Lucio Decumio.
Hoy miércoles, tenía lugar en la Cámara Alta, la votación de una moción presentada por el Partido Popular en la que se instaba al Gobierno a no realizar ninguna modificación o derogación de los contenidos de la Ley Orgánica de Calidad de la Enseñanza y a no suspender su calendario de aplicación, sin que mediara un proceso previo de diálogo político similar al que se sostuvo antes de la aprobación de dicha Ley.
Una moción en principio, algo genérica y abstracta, dicho sea de paso, pero ilustrativa de las intenciones y de las inclinaciones de unos y otros respecto al citado texto.
Pues bien, hete aquí que la inexperiencia y la ignorancia, aderezadas más que seguramente por unas gotas de prepotencia y unas briznas de soberbia, han obrado el milagro. Antecedentes al respecto a tener en cuenta, es que en la actualidad el PP cuenta con 123 escaños en el Senado, sobre 251 y en cuanto las Cortes Autonómicas Andaluzas designen a los ocho senadores que por ley le corresponde nombrar, serán 126 sobre los 259 asientos reales del Senado.
Es decir, que con la aritmética en la mano, es fácil colegir que pese a encontrarse en minoría, el PP se halla en una posición privilegiada para aprovechar cualquier traspié presencial de los senadores socialistas o de sus socios en la Cámara Alta, que por otra parte, son todos los demás.
Y hoy mismo, como decía, se ha dado el caso. En una primera votación, caótica, todo hay que decirlo, la citada moción del Grupo Popular en el Senado ha sido aprobada ante el asombro general y con unas cifras de abstención que no dejan en buen lugar ni a unos, ni a otros. Sin embargo, incapaces de mantener la compostura ante tan inesperado resultado, zarandeados por el varapalo y escudándose en pretextos infantiles, los senadores socialistas, secundados por sus aliados, se han dirigido al Presidente de la Cámara Alta y le han solicitado que se volviera a repetir la votación. Y entre las legítimas protestas del Grupo Popular, se ha repetido, como se repite un penalty que ha sido gol porque cuando el árbitro pitó, el portero estaba mirando al graderío y no al balón.
Y para mayor sorpresa de los asistentes y con el portero ya concentrado en su deber, el delantero ha vuelto a marcar. 119 votos a favor de la moción y 115 en contra, con una sola abstención. El escarnio, la mofa y la befa han sido las consecuencias subsiguientes que han tenido que afrontar quienes han sido incapaces de asumir una primera derrota motivada por su inoperancia y que se han visto abocados a encajar una segunda bofetada aún más dolorosa.
Insisto en que la trascendencia política de esta votación es muy relativa, pues lo más que logra la Oposición -que alguien me corrija si me equivoco- bloqueando iniciativas legislativas del Gobierno provenientes de la Cámara Baja o presentando enmiendas o mociones a las mismas, es retrasar la puesta en marcha de la Ley o de la iniciativa en cuestión, entre cuatro y seis meses.
Pero para el PP y para todos los que no creemos en este Gobierno de iletrados y de incompetentes, se abre una vía de bloqueo legislativo temporal enormemente interesante.
Mi consejo al respecto es que los "populares" tengan siempre a mano y bien preparados, un buen fajo de enmiendas, vetos y mociones de este tipo, antes incluso de que se aprueben Leyes en el Parlamento o en el Consejo de Ministros y que los senadores de la formación que dirige Mariano Rajoy acudan sin falta a la Cámara Alta cuando tenga lugar alguna votación de calado. Y una vez allí, que echen un vistazo al resto de escaños, sumen, resten y en función de que tengan o no mayoría, sometan a votación una o varias de las citadas enmiendas.
Caso de repetirse estas situaciones, es posible que estas derrotas sólo representen pequeñas chinitas en los zapatos del Zapatero, pero en otras, podrían poner en graves aprietos al PSOE.
Lucio Decumio.
09 mayo 2004
La cura de humildad
Hace varias semanas ya que el equipo de mis amores, el Real Madrid, ha entrado en una preocupante barrena de juego y resultados que le está llevando por la senda de la derrota y lo que es aún peor, de un derrotismo espiritual y de una fatalidad propias de clubes bastante menos gloriosos.
Curiosamente, ese trayecto errabundo y agitado que emprendió el club hace un par de meses, coincide en su inicio en el espacio y en el tiempo con la tragedia del 11 de Marzo. Hago hincapié en que la coincidencia es curiosa y que no puede ir más allá de eso, de una mera coincidencia, pues tratar de establecer una relación o un paralelismo causa-efecto entre ambos acontecimientos, vendría a ser un ejercicio de socio-deporte-ficción de muy difícil encaje en cualquier cerebro mínimamente preparado.
Pero al margen de conjeturas y de conjunciones astrológicas luctuosas, sí que es cierto que el equipo ha llegado desfondado y agotado al tramo final de la temporada. Las fuerzas físicas y seguramente las mentales eran tan escasas a mediados del mes de Marzo, que cualquier impacto negativo en la línea de flotación del equipo, podía desencadenar el desastre, como así ha sido.
Y ese obús que reventó el lujoso transatlántico en el que viajaba el Real Madrid a lo largo de la temporada, no fue otro que la derrota, absurda, en la final de la Copa de Su Majestad el Rey. Ante un rival netamente inferior como el Real Zaragoza, que jugó toda la prórroga de aquel partido con sólo 10 jugadores, el club de Chamartín vio cómo se le escapaba el título en el último suspiro, tras haber realizado un más que aceptable encuentro. Ahí se invirtió la dinámica. Tradicionalmente, el Real Madrid es un equipo que vive cómodamente este tipo de encuentros, en los que sabe que tarde o temprano, terminará imponiendo su calidad y su categoría, pese a los denodados esfuerzos del contrario. Pero en este caso particular no fue así, sino que la tendencia histórica dio un vuelco dramático para sus intereses, dándose de bruces con una sobredosis de la misma medicina que él había administrado en tantas otras ocasiones a decenas de equipos rivales.
Desde ese instante, los jugadores, no se sabe muy bien porqué, perdieron la fe ciega en sus posibilidades y en su calidad, sufrieron un bajón anímico fácilmente perceptible en los rostros desencajados que se fueron sucediendo en los siguientes encuentros y así, hasta fecha de hoy, en que agotados en todos los sentidos, incluso es posible que hasta de sí mismos, son incapaces de encontrar la salida adecuada a la situación.
Obviamente, la final de la Copa del Rey sólo es el punto de inflexión que marca la diferencia entre los éxitos y las esperanzas de conquistar varios títulos y la decepción y el tránsito por el desierto durante esta primavera aciaga. El origen de todo ello, independientemente de la presencia de un entrenador de cuarta fila, incapaz de entender la filosofía del club y por extensión, de aplicarla correctamente, es una nefasta planificación de la temporada y una delirante política de traspasos que dejó al equipo con un máximo de 12 ó 14 jugadores realmente capacitados para afrontar con garantías todas las competiciones en las que estaba enfrascado el club.
En definitiva, los madridistas tendremos que aguardar pacientemente a que finalice la presente temporada y que estos jugadores que tantas alegrías nos han dado, laman sus heridas, recuperen el orgullo y el crédito en ellos mismos y sobre todo, el interés y el afecto por su profesión. Asimismo, habrá que esperar que la cura de humildad a la que se tienen que someter los jugadores, sea directamente proporcional a la inyección de coherencia y sentido común que se tendrá que auto-administrar la Junta Directiva, con el fin de que la política de pretemporada, así como la de fichajes y descartes, equilibre y ajuste a un equipo que vive una de las peores derivas del último decenio.
Lucio Decumio.
Curiosamente, ese trayecto errabundo y agitado que emprendió el club hace un par de meses, coincide en su inicio en el espacio y en el tiempo con la tragedia del 11 de Marzo. Hago hincapié en que la coincidencia es curiosa y que no puede ir más allá de eso, de una mera coincidencia, pues tratar de establecer una relación o un paralelismo causa-efecto entre ambos acontecimientos, vendría a ser un ejercicio de socio-deporte-ficción de muy difícil encaje en cualquier cerebro mínimamente preparado.
Pero al margen de conjeturas y de conjunciones astrológicas luctuosas, sí que es cierto que el equipo ha llegado desfondado y agotado al tramo final de la temporada. Las fuerzas físicas y seguramente las mentales eran tan escasas a mediados del mes de Marzo, que cualquier impacto negativo en la línea de flotación del equipo, podía desencadenar el desastre, como así ha sido.
Y ese obús que reventó el lujoso transatlántico en el que viajaba el Real Madrid a lo largo de la temporada, no fue otro que la derrota, absurda, en la final de la Copa de Su Majestad el Rey. Ante un rival netamente inferior como el Real Zaragoza, que jugó toda la prórroga de aquel partido con sólo 10 jugadores, el club de Chamartín vio cómo se le escapaba el título en el último suspiro, tras haber realizado un más que aceptable encuentro. Ahí se invirtió la dinámica. Tradicionalmente, el Real Madrid es un equipo que vive cómodamente este tipo de encuentros, en los que sabe que tarde o temprano, terminará imponiendo su calidad y su categoría, pese a los denodados esfuerzos del contrario. Pero en este caso particular no fue así, sino que la tendencia histórica dio un vuelco dramático para sus intereses, dándose de bruces con una sobredosis de la misma medicina que él había administrado en tantas otras ocasiones a decenas de equipos rivales.
Desde ese instante, los jugadores, no se sabe muy bien porqué, perdieron la fe ciega en sus posibilidades y en su calidad, sufrieron un bajón anímico fácilmente perceptible en los rostros desencajados que se fueron sucediendo en los siguientes encuentros y así, hasta fecha de hoy, en que agotados en todos los sentidos, incluso es posible que hasta de sí mismos, son incapaces de encontrar la salida adecuada a la situación.
Obviamente, la final de la Copa del Rey sólo es el punto de inflexión que marca la diferencia entre los éxitos y las esperanzas de conquistar varios títulos y la decepción y el tránsito por el desierto durante esta primavera aciaga. El origen de todo ello, independientemente de la presencia de un entrenador de cuarta fila, incapaz de entender la filosofía del club y por extensión, de aplicarla correctamente, es una nefasta planificación de la temporada y una delirante política de traspasos que dejó al equipo con un máximo de 12 ó 14 jugadores realmente capacitados para afrontar con garantías todas las competiciones en las que estaba enfrascado el club.
En definitiva, los madridistas tendremos que aguardar pacientemente a que finalice la presente temporada y que estos jugadores que tantas alegrías nos han dado, laman sus heridas, recuperen el orgullo y el crédito en ellos mismos y sobre todo, el interés y el afecto por su profesión. Asimismo, habrá que esperar que la cura de humildad a la que se tienen que someter los jugadores, sea directamente proporcional a la inyección de coherencia y sentido común que se tendrá que auto-administrar la Junta Directiva, con el fin de que la política de pretemporada, así como la de fichajes y descartes, equilibre y ajuste a un equipo que vive una de las peores derivas del último decenio.
Lucio Decumio.
07 mayo 2004
¿Quién salió ganando con el 11-M?
Todos, el que más y el que menos, hemos visto cómo en decenas de películas y series de televisión los investigadores de los crímenes o delitos que tienen lugar en el marco del argumento de las mismas, se hacen siempre una primera pregunta absolutamente crucial; ¿a quién beneficia la falta cometida? ¿quiénes sacan mayor partido de la conmoción ocasionada por el asesinato o el delito de turno?. Es tan de cajón de madera de pino, que más que posiblemente, los detectives, los policías o los jueces encargados de instruir un caso similar en la vida real, se hagan la misma cuestión.
En el caso de los atentados que tuvieron lugar en Madrid el 11 de Marzo de 2004 y que conmocionaron a España y al mundo entero, el interrogante ha de ser el mismo. Obviamente, no seré yo quien, magro de medios y de tiempo para enfrascarme en semejante tarea, se dedique a indagar aquí y allá en el origen, la comisión y las consecuencias de aquella salvajada sin precedentes. Sin embargo, cuando ya han transcurrido casi dos meses desde el "shock" que supuso para toda España aquél lúgubre acontecimiento, las brumas sobre lo ocurrido empiezan a despejarse tímidamente y las respuestas a las preguntas radicales que formulaba previamente, asoman vacilantes en el horizonte.
A priori y no hay margen para la duda en este sentido, el gran beneficiado por los sucesos de aquella infausta jornada, ha sido el PSOE, con su Secretario General entonces y ahora también Presidente del Gobierno, a la cabeza. De lo que digo, dan sobradas pruebas en primer lugar, el escrutinio de los votos por correo emitidos por los españoles que el 14 de Marzo, no podían acercarse hasta la mesa electoral correspondiente para depositar sus papeletas. Como todo el mundo ha de saber, la posibilidad de votar por correo se cierra unos días antes de la jornada electoral propiamente dicha y dada la cercanía del 11 de Marzo a la fecha de las elecciones, el citado voto por correo no pudo verse en modo alguno influido por los hechos del Jueves Negro.
En este sentido, resulta extremadamente reveladora la inversión producida en la tendencia de los votantes el 14 de Marzo en lo que al voto directo se refiere. Mientras que en algunas regiones en las que los socialistas perdieron en el escrutinio del voto por correo por más de 20 puntos, el 14 de Marzo se acercaron al PP a menos de cuatro o cinco puntos. Y en algunos casos, hasta llegaron a superar a los "populares". Alguien podrá decir que los resultados del voto por correo no son extrapolables a los datos del escrutinio definitivo, pero si tiramos de histórico y nos metemos en algunas páginas de Internet, veremos cómo en anteriores convocatorias electorales las diferencias porcentuales entre un tipo de voto y otro en las diferentes comunidades autónomas, no varían de un modo tan drástico.
En segundo lugar, ayer se conocieron los resultados de una encuesta del CIS en la que cerca del 22% de los españoles, manifiesta que su voto se vio condicionado e incluso modificado por los atentados del 11 de Marzo. Si tenemos en cuenta que el 14 de Marzo votaron aproximadamente unos 23 millones de españoles y realizamos una simple operación matemática sobre ese dato, teniendo en cuenta el porcentaje antes citado, nos encontraremos ante la certeza de que los cerca de 200 conciudadanos que fallecieron víctimas de aquél drama, marcaron de forma sobresaliente el devenir de las Elecciones.
Visto que el PSOE es el máximo beneficiario de aquellos luctuosos acontecimientos, conviene seguir tirando del hilo y volver a hacerse una pregunta similar a las primeras que citaba. ¿A quién le beneficia el ascenso de los socialistas al poder? Las respuestas en este caso, llegan en aluvión y en estampida a nuestras entendederas y poca falta hace que yo las glose aquí, pues la sucesión de decisiones políticas que se toman desde el nuevo gobierno a partir del momento en que accede al poder, son claramente significativas.
En definitiva, bajo mi modesto punto de vista, desde las 07.39h del día 11 de Marzo hasta el cierre de los colegios electorales el domingo 14, se produce en España lo que yo llamaría, al menos en estos instantes, pues ya veremos lo que nos depara el futuro, un golpe de Estado solapado, de baja intensidad si se quiere. La fecha del 11 de Marzo hubo de ser cuidadosamente elegida por los asesinos y por los inductores y los cerebros grises que organizaron los atentados, con el fin de dejar maniatado y con el menor margen de maniobra posible al Gobierno de José María Aznar. Los acontecimientos políticos, las presiones mediáticas de grupos de comunicación afines al PSOE y las manifestaciones que subsiguieron a los atentados demuestran bien a las claras, el talante torticero, manipulador e intoxicador de quienes vieron en la sangre de los centenares de muertos y heridos, el medio que justificaba el fin.
Poco a poco, iremos viendo cómo se destapan las alcantarillas que ocultan aún muchas sombras de lo sucedido durante aquellos tristes días de Marzo. Para ello confío en el buen hacer de los pocos medios de comunicación que quedan enfrente de los actuales gobernantes, del sacrificio y del talante del juez instructor del caso y de la Comisión de Investigación Parlamentaria que se creará en breve a petición del Partido Popular. Y un último apunte. La enumeración que acabo de hacer de estos tres pilares sobre los que habrá de destaparse la verdad, no es en absoluto errática. Obedece a mi convicción de que el resultado de las pesquisas de cada uno de ellos, será directamente proporcional al lugar en el que los he precisado.
Lucio Decumio.
En el caso de los atentados que tuvieron lugar en Madrid el 11 de Marzo de 2004 y que conmocionaron a España y al mundo entero, el interrogante ha de ser el mismo. Obviamente, no seré yo quien, magro de medios y de tiempo para enfrascarme en semejante tarea, se dedique a indagar aquí y allá en el origen, la comisión y las consecuencias de aquella salvajada sin precedentes. Sin embargo, cuando ya han transcurrido casi dos meses desde el "shock" que supuso para toda España aquél lúgubre acontecimiento, las brumas sobre lo ocurrido empiezan a despejarse tímidamente y las respuestas a las preguntas radicales que formulaba previamente, asoman vacilantes en el horizonte.
A priori y no hay margen para la duda en este sentido, el gran beneficiado por los sucesos de aquella infausta jornada, ha sido el PSOE, con su Secretario General entonces y ahora también Presidente del Gobierno, a la cabeza. De lo que digo, dan sobradas pruebas en primer lugar, el escrutinio de los votos por correo emitidos por los españoles que el 14 de Marzo, no podían acercarse hasta la mesa electoral correspondiente para depositar sus papeletas. Como todo el mundo ha de saber, la posibilidad de votar por correo se cierra unos días antes de la jornada electoral propiamente dicha y dada la cercanía del 11 de Marzo a la fecha de las elecciones, el citado voto por correo no pudo verse en modo alguno influido por los hechos del Jueves Negro.
En este sentido, resulta extremadamente reveladora la inversión producida en la tendencia de los votantes el 14 de Marzo en lo que al voto directo se refiere. Mientras que en algunas regiones en las que los socialistas perdieron en el escrutinio del voto por correo por más de 20 puntos, el 14 de Marzo se acercaron al PP a menos de cuatro o cinco puntos. Y en algunos casos, hasta llegaron a superar a los "populares". Alguien podrá decir que los resultados del voto por correo no son extrapolables a los datos del escrutinio definitivo, pero si tiramos de histórico y nos metemos en algunas páginas de Internet, veremos cómo en anteriores convocatorias electorales las diferencias porcentuales entre un tipo de voto y otro en las diferentes comunidades autónomas, no varían de un modo tan drástico.
En segundo lugar, ayer se conocieron los resultados de una encuesta del CIS en la que cerca del 22% de los españoles, manifiesta que su voto se vio condicionado e incluso modificado por los atentados del 11 de Marzo. Si tenemos en cuenta que el 14 de Marzo votaron aproximadamente unos 23 millones de españoles y realizamos una simple operación matemática sobre ese dato, teniendo en cuenta el porcentaje antes citado, nos encontraremos ante la certeza de que los cerca de 200 conciudadanos que fallecieron víctimas de aquél drama, marcaron de forma sobresaliente el devenir de las Elecciones.
Visto que el PSOE es el máximo beneficiario de aquellos luctuosos acontecimientos, conviene seguir tirando del hilo y volver a hacerse una pregunta similar a las primeras que citaba. ¿A quién le beneficia el ascenso de los socialistas al poder? Las respuestas en este caso, llegan en aluvión y en estampida a nuestras entendederas y poca falta hace que yo las glose aquí, pues la sucesión de decisiones políticas que se toman desde el nuevo gobierno a partir del momento en que accede al poder, son claramente significativas.
En definitiva, bajo mi modesto punto de vista, desde las 07.39h del día 11 de Marzo hasta el cierre de los colegios electorales el domingo 14, se produce en España lo que yo llamaría, al menos en estos instantes, pues ya veremos lo que nos depara el futuro, un golpe de Estado solapado, de baja intensidad si se quiere. La fecha del 11 de Marzo hubo de ser cuidadosamente elegida por los asesinos y por los inductores y los cerebros grises que organizaron los atentados, con el fin de dejar maniatado y con el menor margen de maniobra posible al Gobierno de José María Aznar. Los acontecimientos políticos, las presiones mediáticas de grupos de comunicación afines al PSOE y las manifestaciones que subsiguieron a los atentados demuestran bien a las claras, el talante torticero, manipulador e intoxicador de quienes vieron en la sangre de los centenares de muertos y heridos, el medio que justificaba el fin.
Poco a poco, iremos viendo cómo se destapan las alcantarillas que ocultan aún muchas sombras de lo sucedido durante aquellos tristes días de Marzo. Para ello confío en el buen hacer de los pocos medios de comunicación que quedan enfrente de los actuales gobernantes, del sacrificio y del talante del juez instructor del caso y de la Comisión de Investigación Parlamentaria que se creará en breve a petición del Partido Popular. Y un último apunte. La enumeración que acabo de hacer de estos tres pilares sobre los que habrá de destaparse la verdad, no es en absoluto errática. Obedece a mi convicción de que el resultado de las pesquisas de cada uno de ellos, será directamente proporcional al lugar en el que los he precisado.
Lucio Decumio.