14 febrero 2006

Mejor que no haya ido

Quienes cometieron éstos y otros crímenes iguales o peores, están a punto de obtener el rédito que buscaban con su brutal y sangriento chantaje. Responsable: José Luis Rodríguez Zapatero.

Y que tampoco haya enviado ningún vídeo de apoyo, como sí han hecho todos los antecesores en el cargo a los que la salud aún se lo permite, pues aquél habría estado trufado de servil equidistancia, así como de cien manifestaciones pomposas, mil palabras vacuas y un millón de mentiras y embustes.

Las víctimas del terrorismo, lejos de sentirse ofendidas por su ausencia, deberían mostrarse aliviadas por la incomparecencia tanto física como virtual, de un tipo que ha hecho de la rendición ante el chantaje de los violentos de toda condición, el eje vertebrador de su política interior y exterior.

Lejos de considerar un agravio que no se haya personado en el III Congreso Mundial de Víctimas del Terrorismo para demostrarles su aliento y sostén, aquéllos que han perdido a sus hijos, padres, maridos o esposas a manos de los desalmados, deberían considerar un honor que el hombre que con más desdén y desprecio las ha tratado en los últimos cuarenta años, no haya mancillado con su presencia tan noble foro.

Si yo fuera víctima directa del terrorismo –en espíritu todos somos tales, pues es nuestro apego y convicción por la libertad, la democracia y los derechos humanos lo que nos convierte en el objetivo del rencor asesino de las alimañas- y me encontrara en la capital del Turia tomando parte en el ilustre concilio de los agraviados, los vejados, los mutilados, los enviudados o los huérfanos, consideraría como una afrenta personal, como un insulto sin posible redención y como una violación abrupta y alevosa de la ética y el decoro, la presencia entre tantos y tan dignos representantes del dolor y la decencia, del Presidente del Gobierno.

Si yo me encontrara entre los cientos de personas que han perdido a sus seres queridos en el altar de la demencia, si yo fuera uno de tantos que han digerido su rabia y su indignación entre las paredes del ignominioso silencio nacionalista, si yo hubiera tenido el honor de padecer el acoso, la burla y el oprobio de los lugartenientes de los asesinos y de los criminales mismos, si mi luto hubiera sido ejemplo de hidalguía, entereza y generosidad para todos mis compatriotas, no querría, por nada de este mundo, que el hombre que le ha dado buen nombre al peor de los traidores, interviniera en tan magno foro.

No puedo resistirme. Ante la celebración de esta gallarda conferencia, no cabe aparcar la enumeración de las estremecedoras deslealtades perpetradas por el personaje, así como es preciso dejar claro una vez más, que su presencia en ese auditorio hubiera supuesto un desgarrador ultraje hacia las víctimas.

Es inexcusable por tanto, seguir denunciando su bajeza moral, su penuria patriótica y su puerilidad intelectual, miserias todas ellas, que le han llevado a asociarse sin rubor con el siniestro fundador del Club de Perpiñán, tenebrosa sociedad de chantaje y terror que ha dirigido en la sombra los destinos de España durante los dos últimos años.

Miserias todas ellas, que le han movido a claudicar ante los criminales que perpetraron la matanza del 11 de Marzo, tras haberse beneficiado electoralmente de la comisión del holocausto.

Miserias todas ellas, que le han hecho cerrar los ojos para permitir a los sepulcros blanqueados del PCTV presentarse a las Elecciones Autonómicas Vascas y ocupar sus asientos en el Parlamento Autonómico de aquella región.

Miserias todas ellas, que le han invitado a mirar hacia otro lado para consentir que un hatajo de fulleros racistas, se encaramaran a la sede de la soberanía nacional y defendieran sonrientes, su respectivos proyectos secesionistas.

Miserias todas ellas, que le han facultado para rebajar al mínimo el prestigio de esa misma sede, al proponer y votar favorablemente una iniciativa de diálogo con los terroristas, sin que éstos hubieran previamente entregado sus armas y renunciado a su sangrienta extorsión.

Miserias todas ellas, que le han concedido la oportunidad de dar forma, con la idea de dividir y desprestigiar a las víctimas y así allanar su camino hacia la rendición, a un cargo para el que nombró a un antiguo abogado de etarras.

Miserias todas ellas, que le han concedido el dudoso honor de convertirse en el primer Presidente del Gobierno que deja de condenar atentados terroristas para no entorpecer los "puentes de diálogo" que terminarán por llevar a la sumisión del Estado frente a las bestias.

Miserias todas ellas, que le han desatado de manos para obviar la Ley de Partidos y amparar el derecho de los camorristas de Batasuna a reunirse en lugar público para graznar su resentimiento y aullar su ruindad.

Y por no alargar una lista que podría atravesar el núcleo terrestre y llegar hasta la misma Nueva Zelanda, recordar que recientemente, puso colofón provisional a tanta bajeza y falta de escrúpulos con la laminación de uno de los brazos que con más brío golpeaba a la banda criminal desde la Audiencia Nacional, facilitando con ello, el tránsito por sus pasillos de los vampiros más desalmados de la secta.

Su ausencia del Congreso de Víctimas del Terrorismo, aunque injustificable desde el punto de vista político y censurable moralmente desde cualquier óptica, dignifica la reunión, carga de razones a las víctimas y las alivia del peso de la desvergüenza y procacidad presidencial.

Lucio Decumio.

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