24 mayo 2005

Los Lunnis y las mezquitas en las prisiones

En la España que nos ha tocado vivir de un tiempo a esta parte, las propuestas políticas, sociales, económicas o de cualquier otra índole, por más estrafalarias y disparatadas que parezcan, adquieren inmediatamente su espacio para la reflexión y el análisis en cualquier foro capitaneado o influido por los apóstoles de la progresía, cuando no la financiación y la justificación por parte de las autoridades pertinentes.

Es lo que ha sucedido recientemente con uno de los espacios protagonizados por esos muñecos de trapo que tan simpáticos y subyugantes se les aparecen a los niños, cuales son "Los Lunnis". Hace unos días, Lucho y Lupita, dos de los protagonistas más destacados del programa, presentaron una nueva edición de lo que parece ser una suerte de telediario infantil que dirigido a los más pequeños, intenta informarles en su lenguaje sencillo y sin complejidades, de algunos asuntos de actualidad.

Pues bien, una de las "informaciones" que recogió el "Telelunnis" de hace unas jornadas, fue una especie de reportaje que bajo el título "Bodas diferentes", trataba de poner al corriente a los niños de una realidad aún inexistente como son las bodas homosexuales y presentársela como algo común y habitual que habrán de encontrarse por el camino de sus vidas en numerosas ocasiones.

El reportaje incluía una boda entre un senegalés y una española, el enlace entre un hombre y una mujer a través de un ancestral rito catalán y en última instancia, la unión de dos hombres en las oficinas de un ayuntamiento.

Pasen las dos primeras como muestras de sendas realidades exóticas. Pero en cuanto a la tercera de ellas, es preciso hacer constar la grave falta de escrúpulos de los dirigentes de nuestro gobierno y de la televisión que todos pagamos, que han llegado al extremo de utilizar un programa infantil, cuyo visionado corresponde a niños entre 3 y 7 años, como vehículo propagandístico y proselitista de las más que discutibles políticas sociales aprobadas por el Ejecutivo, especialmente la que se refiere a la futura ley del matrimonio homosexual.

Para decirlo más gráficamente. Del modo más grosero, zafio e intoxicador que se les ha ocurrido, han intentado matasellar las hojas en blanco que son las mentes de los niños de esas edades, con la tinta de su sectarismo y de su cosmovisión politizada y tendenciosa.

Hace falta ser muy ruin y muy indigno como para valerse de un programa infantil y de la inocencia de sus espectadores para tratar de adoctrinarles políticamente, con la intención de que algo tan folclórico y residual como serán las bodas entre personas del mismo sexo lo interpreten como episodios de una realidad común y cotidiana.

Visto lo visto, poco puede faltar ya para que "Los Lunnis" se enfunden el uniforme de milicianos anarquistas y comunistas del 36 y apostados tras una barricada, enarbolen banderas republicanas, entonen el "No pasarán" y saquen a pasear por las lomas de Paracuellos a la "Rana Gustavo", a "Triki", a "Coco", a "Epi y Blas", al "Conde Draco", y a todos aquellos guiñoles fascistas que cometieron la gravísima falta de enseñarnos a sumar manzanas con manzanas, a contar hasta diez o a respetar la autoridad paterna y académica.

Ya termino con "Los Lunnis". Reconozco que puedo haber exagerado, pero en la España gobernada por ZP, siempre hay que ponerse en lo malo para no ser sorprendido cuando llega lo peor. De momento, es de esperar que los niños no tengan que asistir a un enfrentamiento fratricida entre las marionetas buenas y las malas y hayan de conformarse con contemplar en próximas entregas del programa, a Lucho, Lupita y Lulila viajando a Jerusalén y haciéndose unas inofensivas fotos a la puerta del Santo Sepulcro, corona de espinas en ristre, tras una prolongada juerga etílica.

Cambio de tercio e iré directamente al grano. El Gobierno tiene previsto construir mezquitas en las cárceles españolas, siempre que al menos diez reclusos de confesión mahometana, así lo soliciten. Desconozco si en todas las prisiones nacionales hay o no capillas o iglesias en las que poder oficiar los ritos cristianos, pero se me antoja harto improbable. Todo sería investigar, pero es fácil imaginar el coste que para Instituciones Penitenciarias podría derivarse de la edificación de todos los templos que le exigieran los reclusos de las distintas religiones que se agrupan en nuestras cárceles.

Así, si diez moros exigen y obtienen la construcción de una mezquita en un presidio, diez judíos podrían exigir del mismo modo el levantamiento de una sinagoga y diez budistas la edificación de un templo de su propia confesión. De esta forma, casi todas las cárceles tendrían sus módulos, sus patios, sus torres de vigilancia, sus verjas y alambradas y en última instancia, una zona temática dedicada al culto de los cientos de confesiones que practiquen sus reclusos. Interesante, desde luego. Único en el mundo, también. Y caro, muy caro.

Ya puestos, ¿quien podría negarles a diez presos sevillanos en Alcalá Meco la posibilidad de reclamar que el Erario Público corriera a cargo de una Semana Santa con sus pasos y sus saeteros o una Feria de Abril con sus casetas, sus trajes de gitana y sus finos en los patios de la penitenciaría? Del mismo modo, diez "hackers" podrían requerir que se les facilitaran unos cuantos ordenadores para no perder práctica en sus habilidades informáticas, diez andinos podrían exigir que Hacienda financiara el consumo de hoja de coca en las cárceles o diez presos comunes estarían en su pleno derecho de pedir que se les instalara una Play Station por celda para mejorar su ocio y esparcimiento.

Ah y una última consideración, algo demagógica, pero a la que creo que no le falta tino. Si nuestros dirigentes políticos afirman que el Islam no es sinónimo de delincuencia; si los gobernantes arábigos que nos visitan o a los que rinde pleitesía ZP insisten en las bondades de su religión y en que de ésta no beben los terroristas que nos han golpeado o nos quieren seguir golpeando y si los presidentes y delegados de asociaciones musulmanas en España pregonan a los cuatro vientos la magnanimidad del credo promovido por Mahoma ¿qué necesidad tienen los delincuentes musulmanes encarcelados en nuestras prisiones de recurrir a una religión y a unos ritos en los que no deben creer, pues de otro modo no estarían encerrados?

Lucio Decumio.

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