Hace aproximadamente un año, redacté un comentario en este mismo espacio virtual, en el que manifestaba mi rabia y mi amargura al respecto de la utilización sectaria y fraudulenta que de las muertes de Julio Anguita Parrado y José Couso en el conflicto de Iraq, hicieron varios partidos políticos, no pocos medios de comunicación y numerosos periodistas.
Me indignaba y aún me indigno al recordar cómo los reporteros que cubrían la información parlamentaria aparecieron ante José María Aznar en el Congreso y le ningunearon portando retratos de José Couso, haciéndole directamente responsable de la muerte del cámara de Tele 5 bajo los impactos de los obuses de un carro de combate americano en Bagdad.
Los informadores, si es que así puede llamárseles, cometieron, como ya dije en su día, una de las mayores vilezas de que se tiene constancia en nuestra breve historia democrática. Un hatajo de plumillas sin el menor sentido de la decencia, acusaban a un presidente elegido por más de diez millones de votantes, de ser el responsable el máximo de la muerte de un periodista en un conflicto bélico.
Sin embargo, lo que me ha traído de nuevo hasta aquí para volver a recordar la figura de José Couso, no son aquellos bochornosos acontecimientos. Si alguien está interesado en leer lo que entonces escribí y en lo que hoy me reafirmo, puede acudir al enlace de Septiembre de 2003 en esta misma página y ser partícipe de mis reflexiones de entonces.
No, la razón por la que vuelvo sobre este triste acontecimiento, entronca con una villanía aún mayor que la perpetrada por muchos políticos y periodistas en aque convulso Abril de 2003, pues el Congreso de los Diputados, que ahora está en las manos emponzoñadas de los políticos que manipularon estos hechos en el pasado, tiene previsto aprobar mañana miércoles una propuesta de IU-ICV para exigir una investigación exhaustiva sobre la muerte de los dos periodistas españoles en Iraq, José Couso y Julio A. Parrado.
Si la proposición llegara exclusivamente hasta ahí, todo entraría dentro del ámbito de la normalidad institucional más absoluta, pues nos encontramos dentro de un sistema respetuoso con las libertades políticas y los derechos individuales y cualquier grupo parlamentario, dentro del círculo de su responsabilidad, puede elevar al Congreso la propuesta que le parezca más oportuna.
Pero desgraciadamente, siempre hay gente dispuesta a llegar más allá, mucho más allá de lo razonable y de lo coherente. Y desafortunadamente, quienes en esta ocasión están a punto de traspasar los límites de la congruencia, son los diputados del PSOE, aquéllos que sostienen en mayor medida, el actual Gobierno de la Nación.
Mientras que el coordinador general de IU, Gaspar Llamazares, sólo esperaba defender esta proposición no de ley ante la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara Baja, con la intención de que las prestaciones sociales que recibiera la familia de Couso -justas en sí mismas- llegaran a aquélla a través de la declaración de responsabilidad civil subsidiaria de los Gobiernos Español y Norteamericano, la diputada socialista Fátima Aburto -me abstendré de realizar sencillos y rústicos juegos de palabras con su apellido- planteará una enmienda a la proposición por la que abogará Llamazares y que consiste en que las citadas indemnizaciones habrán de encontrar acomodo entre las previstas para las víctimas del terrorismo, consideración esta última, que el Gobierno de Rodríguez desea otorgar a Couso.
Ahí es nada. José Couso, víctima del terrorismo. Aún recuerdo cuánto les costaba a los Gobiernos de Felipe González tratar con honra y con afecto a las víctimas del terrorismo etarra y cuántos años de ostracismo y desapego tuvieron que sufrir los miles de familiares que padecieron las ejecuciones de sus seres queridos a manos de ETA, mientras los socialistas que gobernaron España entre 1982 y 1996, miraban vergonzosamente para otro lado, quien sabe si ruborizados ante sus socios nacionalistas por el triste episodio de los GAL. Y ahora, superándose a sí mismos, embarcados en una alocada carrera que focaliza toda su ira y todo su resentimiento contra los Estados Unidos, utilizan la figura de un pobre reportero abatido en un conflicto bélico para calificar abiertamente a nuestro mayor aliado, al país más poderoso de la Tierra, como Estado Terrorista con mayúsculas.
Son unos insensatos y unos sinvergüenzas. Lo que ni tan siquiera se atreve a proponer IU, ellos lo enarbolan con un disparatado orgullo de izquierda de barricada decimonónica que puede hacernos mucho daño. Afortunadamente, los Estados Unidos, con su actual Presidente a la cabeza, así como el aspirante demócrata a la Casa Blanca, se encuentran inmersos en una dinámica electoral que les aparta, al menos momentáneamente, del mundanal e inconsciente ajetreo demagógico al que juega despreocupadamente el Gobierno de España.
En caso contrario, una llamada a consultas de nuestro embajador en Washington habría sido la lógica respuesta ante tamaño disparate, pues creo que después de la retirada del satélite espía que vigilaba los movimientos etarras entre el País Vasco y Francia y la negativa norteamericana a reparar su poderosa VI Flota en los astilleros de Izar en Cádiz, pocas facturas más podrían pasarnos los Estados Unidos por la irreflexiva política frentista de Rodríguez y sus hordas de iletrados.
Lucio Decumio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario