03 septiembre 2008

Príncipe de Asturias II



Bien por Rafa Nadal. Un tenista único que está marcando una época en nuestro deporte.

Para bien, me equivoqué. Rafa Nadal recibirá el Príncipe de Asturias de los Deportes. Lo tiene muy bien merecido. Seguramente, es quien más méritos había hecho en comparación con el resto de los candidatos. Por trayectoria, profesionalidad, implicación y como decía ayer, humildad, el jurado que otorga el galardón, ha hecho justicia.

Otro que no para de superar marcas, es Pepiño Blanco. Justo ayer, en el instante en que comentaba sus extraordinarias cualidades a la hora de batir récords en disciplinas tan poco envidiables como la ruindad, la mezquindad o la cobardía moral, Pepiño le arañaba unas milésimas más al cronómetro de la estulticia, al afirmar, en relación a la brutal crisis económica en la que estamos envueltos gracias a la incompetencia socialista, que los españoles viven mejor que nunca y que sólo unos pocos, tienen algún problema.
Dos millones y medio de personas desempleadas, son un puñado de personas para Pepiño. Al menos, todavía son personas, no como los enfermos terminales o los no nacidos, que están a punto de convertirse, por mor de los inminentes avances sociales que tienen previsto poner en marcha ZP y su camarilla, en simple carnaza de la que nuestros socialistas, con el doctor Montes a la cabeza, podrán deshacerse con el regocijo de saber que cualquier crítica que se vierta contra estas medidas o cualquier objeción de conciencia que se quiera oponer a ellas, será aplastada sin miramientos por sus comodines propagandísticos.

Lo he dicho muchas veces y lo reitero. La falta de redaños y los complejos heredados de buena parte de la sociedad y de los partidos políticos encargados de represertarla, ha abonado el terreno para que socialistas, comunistas y nacionalistas, tengan patente de corso para decir y hacer lo que les dé la real gana, sin que de ello devenga consecuencia alguna para su posición política y su salud personal. Un pueblo con coraje y valentía, ya habría exigido o en su defecto impulsado, la inmediata desaparición pública de estos personajes siniestros y retorcidos. Pero estamos en España, una nación aborregada y abotargada, por décadas de control ideológico izquierdista y nacionalista. De no mediar un milagro, en poco tiempo las peores pesadillas orwellianas se harán realidad en nuestra querida nación.

Que ni por un instante quepa la más mínima duda. El plan del PSOE y sus aliados consiste en arrebatarnos a pequeños bocados, nuestra estabilidad política y económica, nuestra riqueza cultural y lo que es peor, mediante una diabólica inversión de la escala de valores, sostenida por su sombrío imperio mediático y cuya demostración más palpable es la presentación ante la opinión pública de su tenebrosa cultura de la muerte, como un avance social de enorme envergadura, tratan de quitarnos nuestra libertad y laminar nuestra conciencia.

Lucio Decumio.

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