La imagen de hoy, para una de las personas más valientes, decididas y francas de toda la escena política nacional. María San Gil es una persona que desde su llegada a la política, vive envuelta en la bandera de la libertad, la decencia y la honestidad, todo ello en un entorno como el País Vasco, donde estos estandartes son para sus portadores, sinónimo de sufrimiento, dolor y persecución política y personal. Por su estatura ética e intelectual, su claridad de ideas y la rotundidad y la contundencia a la hora de transmitirlas, María es objetivo preferente de los aliados independentistas y antisistema de Zapatero, amistades que el presidente ha cuidado y alimentado con esmero en varios rincones de España, con el fin de convertirlos en arma arrojadiza que amedrente y resquebraje, al único partido que puede expulsarle de la Moncloa con la verdad y los votos por delante.
La agresión sufrida por la valiente presidenta del Partido Popular del País Vasco a manos de medio centenar de radicales independentistas gallegos, cuando entraba en la Universidad de Santiago de Compostela para pronunciar una conferencia a los alumnos del centro, no debe sorprender a nadie.
Y digo bien, porque esto, que muchos hemos venido denunciando desde hace años, no es si no el fruto del concienzudo trabajo de siembra de odio y rencor promovido por los nacionalistas en aquella región y apoyado desde hace algún tiempo, sin rubor y sin queja, por el Partido Socialista de Galicia. E incluso iría más allá. Este tipo de agresiones a dirigentes del PP, de Ciutadans o de UPyD, irán ganando en frecuencia, en virulencia y en amplitud geográfica, a medida que avancen los días y se acerque el 9-M. Veremos cómo se intentan sabotear actos de dirigentes populares, de C's o de la formación fundada por Rosa Díez, en distintos puntos de España y posiblemente podamos contemplar, Dios quiera que me equivoque, la sangre de alguno de ellos manando de sus frentes o de sus sienes.
A esto hemos llegado, gracias como decía previamente, al odio diferencial y esencialista desatado por las castas políticas nacionalistas que habitan en las regiones periféricas y que sólo persiguen el objetivo de mantener sus prebendas y pesebres. También es responsable de esta gravísima anomalía política, porqué no decirlo, la permanente caza de brujas a la que se ha visto sometido el único partido de la oposición, desde el Gobierno de la Nación. En el momento de llegar a la Moncloa, Zapatero sabía que su permanencia más allá de una legislatura en aquel inmueble, dependía, no tanto de su capacidad para gestioniar con esmero y sentido común los asuntos públicos, sino de que el Partido Popular redujera considerablemente sus opciones de presentarse como un bloque unido en subsiguientes convocatorias electorales.
Y a eso ha encomendado buena parte -si no la mayor- de sus energías, durante estos cuatro años. La permanente campaña de demonización del Partido Popular, de los medios de comunicación y de los representantes de la sociedad civil afines a la formación de Rajoy, ha terminado viéndose reflejada en estos actos vandálicos, una preocupante reedición -aún a menor escala, afortunadamente- de la persecución judía en la Alemania nazi.
Lo peor es que el PSOE sabe que el resultado natural de esa política de continua y agresiva deslegitimación y deshumanización del PP, son este tipo de ataques que no sólo no condena, sino que muchas veces, justifica y emplea en su provecho. Lo queramos o no, el miedo a la agresión y a la pérdida de la hacienda o la vida, puede disuadir a muchas personas de entrar en política o defender públicamente determinado tipo de ideas, retirada que hace ganar espacio político y representativo a los acosadores, a los agresores y en mayor medida, a sus valedores.
Las incendiarias declaraciones proferidas durante toda la legislatura por Pepiño, Rubalcaba, Zeta, Zeja o ZP -llámesele como quiera que- y de sus parientes políticos, como Llamazares, Carod y otros de su extirpe, enervan los ánimos de los menos preparados, que terminan contemplando a los dirigentes y simpatizantes del PP, a través de un filtro ideológico que les retira su condición humana y los convierte en algo parecido a animales, a los que se puede agredir sin temor a sufrir futuros remordimientos morales o castigos penales. A este respecto, nos esperan tiempos oscuros y difíciles.
¿Incomprensible? No tanto. Estos individuos, socialistas, nacionalistas o independentistas, han entrado en política con las obras completas de Karl Marx y Sabino Arana bajo el brazo, en las que sin asomo de rubor, se defiende y justifica la violencia como arma política para hacerse con el poder o la inferioridad racial de unos españoles respecto a otros.
P.D. Por su lado y a pesar de la durísima y creciente presión política y social que padece, el PP empieza a sacudirse sus miedos y sus complejos. Tras la defenestración de Piqué y Gallardón, reconocidos quintacolumnistas del PSOE en el sistema nervioso de Génova 13 y la entronación de Pizarro como lugarteniente de Rajoy, el partido, con el gallego al timón, ha tomado la iniciativa política y está llenando la precampaña de propuestas cargadas de sensatez y coherencia.
La rebaja de impuestos, el contrato de integración para inmigrantes, la eliminación del canon digital, la reducción de la edad penal para determinados delitos de extrema gravedad que provocan gran alarma social o el compromiso para garantizar la enseñanza en español en cualquier rincón de la Nación, son propuestas que sinceramente, creo que llegan al electorado y le transmiten el mensaje de que en la política nacional, hay alguien que parece que se toma en serio sus principales problemas y no sólo se ocupa de mantenerse en el cargo a costa de la salud económica, democrática y territorial de España.
Lucio Decumio.
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