Muchas cosas vuelven tras el verano. Los coleccionables más absurdos, los niños al colegio, los menos niños al instituto y a la universidad, los que trabajan a su trabajo y por último, algún antiguo "bloguero" a su envejecida y oxidada costumbre de escribir con cierta asiduidad en el pequeño espacio cibernético que un día creó, hace ya demasiado tiempo.
Confieso que he estado especialmente indolente durante los últimos meses, a la hora de aporrear el teclado con mi habitual soltura. Varias han sido las causas y como fórmula para purificar mi espíritu, las haré saber en las siguientes líneas.
La última entrada en mi blog data de Febrero de este año. Desde entonces, no pocos han sido los cambios y los problemas que mi vida ha ido experimentando. Desde aquella lejana fecha hasta el mes de Junio, mis compromisos laborales, bien relacionados por otra parte con el mundillo de la política y la comunicación, me obligaron a abandonar, muy a mi pesar, mi empeño comunicativo a través del ciberespacio.
Una vez concluidas mis tareas, con notable éxito por otra parte, hube de enfrentarme por enésima vez a lo largo de mi carrera profesional, a la injusticia, al desafuero y a la arbitrariedad. El cúmulo de atropellos fue de tal magnitud, que di de nuevo con mis huesos en las oficinas de empleo, o de desempleo, según se mire.
Aprovechando la llegada del estío y un más que seguro descenso de actividad en los departamentos de recursos humanos, decidí enfrascarme en una pequeña aventura idiomática. Me matriculé en un curso intensivo de inglés, que consistió en compartir mesa, mantel, conversaciones y experiencias durante una semana, con 23 personas de habla inglesa en un pequeño, olvidado y apartado villorrio de la provincia de Soria.
Por alguna razón que se me escapa -o quizás por muchas-, mi porcentaje de aciertos a la hora de atinar con las mejores rutas para dirigir mi carrera profesional o mi vida sentimental, es preocupantemente bajo. Sin embargo, doy por bien empleada la inversión realizada en esta convivencia, pues al margen del fuerte impulso que he experimentado a la hora de entender y hacerme entender en la lengua de Jessica Alba y Scarlett Johansson, he conocido a gente realmente maravillosa.
Reconozco que una vez finalizada mi estancia en Valdelavilla, la morriña me pudo durante unos días. Hasta que me marché, un año más, a disfrutar de unos días de asueto y diversión a la Feria de Málaga, lugar totémico para quien esto escribe, pues allí la fiesta está asegurada, la gente es extraordinaria y las mujeres, de bandera.
Ha llegado Septiembre y es hora de centrar mis esfuerzos en volver al mercado laboral en las mejores condiciones y en el plazo más breve posible. No estamos precisamente en un momento de nuestras vidas en el que podamos permitirnos el lujo de contemplar el paso de los minutos, las horas y los días como si fuéramos adolescentes. Espero que esta vez sí, la suerte esté por una vez y sin que sirva de precedente, de mi lado.
Lucio Decumio.
2 comentarios:
Como se te ve el plumero...ni una critica a la oposición... objetividad 100% la tuya
Lucio, dichosos los ojos, ya daba este blog por muerto. Y se agradecen los detalles personales.
Borja, creo que Lucio no tiene por qué ser objetivo por la propia definición de blog.
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