Varios centenares de independentistas catalanes criados en el odio y el resentimiento hacia todo lo que signifique España, han despuntado durante las últimas semanas en los informativos y tertulias periodísticas, a partir de la perpetración de un delito de injurias a la Corona. El hecho delictivo consistió en la quema de varias fotografías de la Familia Real, a los que se añadió una recurrente y nada imaginativa catarata de insultos al Monarca y su familia, así como un buen número de poco veladas amenazas de muerte.
Vaya por delante que mi simpatía y respeto hacia la figura de Don Juan Carlos, ha disminuido considerablemente en los últimos tiempos, debido sobre todo a la preocupante inacción que manifiesta el Jefe del Estado ante la continua sucesión de ataques que sufren desde el Gobierno y sus aliados antisistema, instituciones y pilares básicos para el correcto funcionamiento de nuestro Estado de Derecho, como la Constitución, la Oposición, el Poder Judicial o la misma institución monárquica.
Sinceramente, creo que en su concepción maquiavélica del poder, el PSOE no tiene mayor empacho en chantajear al Rey y mantenerle atado de pies y manos. ¿Cómo lo hace? Yo creo que es bien sencillo. Aunque bajo mi punto de vista, Don Juan Carlos es una persona de bien, a buen seguro que tras más de 30 años como Rey de España, mantiene secretos de índole económico, sentimental o de otro tipo, que una vez trascendidos y convenientemente aireados por los medios de Prisa o Mediapro -que tanto dan a la hora de manipular y arrojar basura sobre los rivales del socialista poderoso de turno- podrían dar con los huesos del Jefe del Estado en los arrabales de Zarzuela primero y en un dorado y alejado exilio después.
El PSOE y sus acólitos saben que mantener la boca del Monarca sellada, es fundamental de cara a llevar a buen puerto sus planes de ruptura consitutucional y nacional, pues el prestigio del Rey ante los ojos de la opinión pública, aún es enorme y una llamada a tiempo desde la Casa Real que alertara sobre los peligros que se ciernen sobre España, sería tenida muy en cuenta por todos los españoles.
A lo que iba en un principio. Quemar fotografías de la Familia Real en Gerona o en cualquier otro punto de Cataluña, es sólo el penúltimo escalón de la "batasunización" que con gran éxito, llevan a cabo en esta región los partidos nacionalistas y antisistema, que en realidad y dejando aparte pequeñas diferencias formales en discursos e indumentarias, son todos los que allí tienen alguna representatividad, salvo el PP y Ciutadans.
La quema de esas imágenes, no es tanto un delito contra unas personas que ostentan la más alta representatividad institucional del Estado. Es un delito y un ataque contra el Estado mismo, pues su destrucción mediante las llamas del odio nacionalista y su conversión en cenizas, es la plasmación metafórica de la destrucción de la Nación, una demolición en la que que los nacionalistas se han empleado con particular éxito durante los últimos años, apoyados y secundados por quien debería ser el primer garante de la unidad de aquélla: el Gobierno presidido por José Luis Rodríguez Zapatero.
Como viene siendo costumbre en éste y otros asuntos -léase amenazas y agresiones físicas a la Oposición, soldados españoles caídos en misiones en el exterior, ausencia de banderas nacionales en consistorios vascos o catalanes-, el Gobierno de Zapatero mira hacia otro lado y espera a que escampe, a que los informativos abran con otras noticias y a que este tipo de anomalías, se diluyan en el océano de preocupaciones que a diario nos aquejan. Todo ello con la intención de no poner en marcha los mecanismos correctores necesarios para resolver este tipo de problemas y sobre todo, también con la perversa idea de seguir convirtiendo en cotidianas, escenas de una anormalidad democrática alarmante.
Hace algunos meses, creo recordar que un viejecito apareció en una manifestación de la AVT con una fotografía de Carod Rovira ahorcado, crucificado o algo así. También recuerdo que se montó la de Dios es Cristo y que líderes de todo el arco parlamentario que apoya al Gobierno de Zapatero -por convicción o interés- salieron a la palestra para criticar no sólo a un pobre anciano que no había encontrado mejor modo de expresar su rechazo hacia una figura política de lo más repugnante, sino que también aprovecharon para identificar a toda la AVT y a todos los manifestantes, con la idea expresada por el abuelo.
La misma libertad de expresión que esgrimen socialistas, comunistas y nacionalistas para justificar la quema premeditada y perfectamente organizada de fotografías del Rey, así como las subsiguientes amenazas de muerte a los Borbones en Gerona, se la niegan a un viejecillo castellano cuando éste utiliza -a título individual- herramientas mucho menos agresivas y amenazantes para hacer ver su rechazo hacia un político navajero y tabernario como pocos.
No sucederá nunca, pero ¿cuál sería la reacción de todos estos sepulcros blanqueados, de todos estos campeones de la mezquindad y la ruindad política, si un puñado de madrileños, vallisoletanos o toledanos, arengados por algún iluminado ultraderechista, organizara una quema de señeras e ikurriñas en la Puerta del Sol?
Lucio Decumio.
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