20 noviembre 2005

Vuelta al pasado

José Montilla, Ministro de Industria y Energía y Secretario General del PSC, partido que ha sido el principal beneficiario de las cancelaciones crediticias de una caja de ahorros a la que posteriormente, él, Zapatero y el Tripartito han prestado todo su apoyo en sus manejos monopolísticos dentro del terreno energético. Qué majos.

Quienes más prevenidos estamos contra el carácter taimado y embustero del socialismo, del comunismo y del nacionalismo patrios, tenemos cierta tendencia a pensar que cualquier acto o decisión tomada por gobernantes o dirigentes de estos signos, está empañada por alguna trampa que oculta la verdadera intención de su ejecutor.

Esto que digo podría interpretarse por algunos como una paranoica caza de brujas, en la que por mucho que se nos muestren las bondades del adversario, es tal nuestra desconfianza hacia él, que siempre nos empeñaremos en rebuscar en sus defectos y nos negaremos en redondo a ver sus virtudes. Sin embargo, considero que tal dictamen es de obligatoria desestimación a la vista de las innumerables pruebas de juego sucio y subterráneo que no han parado de ofrecernos socialistas, comunistas, esquerristas o nacionalistas en los últimos tiempos. Actos que a mi juicio, han de colocar bajo permanentemente sospecha, las decisiones y las intenciones de los representantes políticos de las ideologías citadas.

Estimo pues que el permanente recelo ante estas gentes, es un sano ejercicio de salud democrática y de profundo sentido crítico, más aún en los tiempos que corren, dado su abrumador dominio cuantitativo y sociológico en los medios de comunicación de masas. Imperio que no sólo les hace prácticamente invulnerables contra toda crítica, sino que les convierte en durísimos adversarios que no parpadean a la hora de intentar aplastar a quienes se les oponen.

Desgraciadamente, esa saludable actividad que consiste en desconfiar acerca de todo aquello que dicen o hacen, toca a su fin. Las conjeturas sobre los propósitos de nuestros actuales gobernantes y de sus opacos socios cuando dan un paso en una determinada dirección, han dejado de ser tales. Como decía, es de tal magnitud su control sobre los medios financieros o informativos, que en un insolente avance cualitativo del que no existen precedentes, han determinado que no resulta necesario tomarse la molestia de guardar las apariencias. Han decidido que es accesorio ocultarse o disfrazarse a la hora de atropellar los derechos de los ciudadanos y han dispuesto que ya no es preciso tratar de despistar a la opinión pública cuando de alcanzar sus más espurios fines se trata.

Ahora si quieren o pretenden algo, van a por ello a cara descubierta, sin tapujos y sin bagatelas pues la maquinaria de intoxicación que les secunda, ya no sólo se encarga de maquillar la realidad, sino que llega incluso a negarla a golpe de descalificaciones, de insultos o de amenazas contra quienes denuncian sus desafueros. Se sienten perfectamente protegidos por sus particulares matones y escudados en la atalaya de su invulnerabilidad, ya no demuestran ningún reparo ni pudor a la hora de pavonearse como los más fuertes y los más pendencieros del lugar.

Digo yo, ¿qué más datos se necesitan para demostrar la culpabilidad dolosa de Carod, Montilla y Zapatero en el nauseabundo asunto de la condonación general de deudas al PSC y ERC por parte de La Caixa? ¿Es preciso alguna prueba más que constate que la generosidad de Fornesa sólo es la contrapartida que obtiene la entidad financiera bajo su mando, por el apoyo prestado desde el Gobierno y el Tripartito a la OPA lanzada por Gas Natural -cuyo principal accionista es precisamente La Caixa- para hacerse con el control de Endesa? ¿Cuántos indicios más hay que poner sobre la mesa para que quede nítidamente reflejado que Zapatero canjeó con Durao Barroso quién sabe qué cromos, a cambio de la inhibición de Bruselas en el escandaloso asunto de la OPA de Gas Natural?

El mayordomo era el principal heredero de las propiedades y de la fortuna de la venerable anciana que acababa de morir asesinada; las huellas del mayordomo recorrían de arriba a abajo el mango del arma del crimen, mientras que el filo de aquel cuchillo aún lanzaba húmedos destellos bermellones; el chaleco, el pantalón, la camisa y los zapatos del mayordomo habían sido alcanzados por infinidad de pequeñas gotas de sangre de la infortunada víctima; docenas de oscuros cabellos rizados, como los del mayordomo, reposaban sobre el cadáver aún caliente de la propietaria de la mansión; bajo las uñas del cuerpo sin vida que yacía en mitad del salón, había restos de piel que correspondían precisamente a la del mayordomo; y el mayordomo lucía unos espectaculares arañazos en su rostro que aún rezumaban sangre cuando el inspector llegó a aquella mansión de la campiña británica.

El mayordomo era sin duda, el asesino. Pero para asombro del resto del servicio, el mayordomo no sólo no iba a pagar por su delito sino que saldría beneficiado del mismo, tal y como había estipulado en criminal compadraje, con el inspector recién llegado.

Así es España en la actualidad. Como lo era antes de 1996. Un país en el que los corruptos y los corruptores se pasean a sus anchas, burlan las leyes y se mofan de los ciudadanos sin el menor empacho. Y como he dicho tantas y tantas veces, pese a que desde Marzo de 2004 hemos asistido a acontecimientos realmente asombrosos en virtud de su naturaleza desventurada, ridícula o resueltamente antidemocrática, sólo hemos visto la punta del iceberg. Lo peor está seguramente aún por venir.

Lo que a las personas leales, honradas y trabajadoras les cuesta décadas -siglos si se me apura-, poner en pie, a los miserables, a los necios y a los avaros sólo les ocupa unos cuantos meses la tarea de desmoronarlo.

Lucio Decumio.

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