27 marzo 2006

Tanto que decir y tan poco el tiempo

Ayaan Hirsi Ali, un espejo en el que muchos deberían mirarse. El problema es que ese ejercicio de autocrítica les devolvería una imagen de sí mismos que no les gustaría demasiado.

Menuda cursilada de encabezamiento. Parece el título de un tango de Carlos Gardel. En fin, cosas de la vida. Tras largos días sin acercarme por mi ventanal ciberespacial, necesito un pequeño calentamiento, un período de aclimatación, como esos futbolistas que llevan 70 minutos en el banquillo y a los que el entrenador manda de repente a correr por la banda para que entren en calor y puedan salir a darlo todo en el terreno de juego durante los ocho o diez últimos minutos de partido.

Pues esto es igual, empiezo enrollándome acerca de cuestiones que no sólo no tienen el menor calado, sino que además, no interesan a nadie. Pero como decía previamente, me sirven para soltar los dedos y para encontrarme en mejor forma cuando tenga que entrar en harina. Así, también se evitan percances y lesiones.

Llevo muchos días queriendo hablar de Ayaan Hirsi Ali. Para los menos documentados, decir que no se trata de algún descendiente del legendario boxeador. Tampoco es el nombre por el que responde ningún sultán, emir o visir con el que Zapatero o sus aliados estén dispuestos a formalizar un paso más de su nefanda payasada de la Alianza de Civilizaciones.

Ayaan es mujer. Es somalí de origen y holandesa de adopción. Y es diputada por el Partido Liberal Holandés en el Parlamento de ese pequeño gran país, tras haber renunciado a su primigenio posicionamiento socialdemócrata. Su condición de oriunda del cuerno de África le concede una visión del mundo en el que nació, creció y estuvo a punto de morir, muy distinta a la paradisíaca fotografía que tienen almacenada en sus limitadas entendederas, los socialistas e izquierdistas que en el mundo son, siempre animados y convencidos de que el abrazo con cualquier corriente filosófica, política o religiosa ajena a Occidente, al clasicismo greco-romano y al Cristianismo, es lo mejor que le puede pasar al decrépito y globalizado sistema de libertades en el que vivimos.

Ayaan lleva años denunciando a la sociedad en la que nació y a la religión que la somete y sojuzga. Desde su condición de pretérita musulmana y sobre todo de mujer, bien sabe cómo se las gastan en todas y cada una de las naciones de mayoritaria confesión mahometana. Conculcación de derechos humanos en volúmenes y medidas difícilmente imaginables, corrupción económica y política a escala mayúscula, presencia asfixiante de los preceptos más radicales de la religión en todos los ámbitos de la sociedad y sobre todo y por encima de todo, un tratamiento denigrante, vejatorio, insultante y esclavista hacia todo lo que huela, aparente o parezca una mujer.

De ahí mi reconocimiento hacia una señora con mayúsculas, extraordinaria en todas sus manifestaciones y clarividente en sus juicios rotundos, claros y definidos en torno a la sociedad que la vio nacer y a la que posteriormente la acogió y le concedió la oportunidad de desarrollarse como ser humano y como mujer a un tiempo. Sabe perfectamente cuál de las dos civilizaciones merece su respeto, su apoyo y su compromiso. Y no se ha cansado de pregonarlo a los cuatro vientos, aun a riesgo cierto de su integridad física y porqué no decirlo, también de su vida.

Desde el asesinato de su amigo, el cineasta Theo Van Gogh, crimen que no mereció cartas firmadas a dúo entre nuestro Presidente del Gobierno y el primer líder musulmán que se le pasara por la cabeza, asesinato que ocupó efímeros minutajes y volátiles líneas en los medios informativos del mundo civilizado, Ayaan vive escoltada.

La amenaza permanente de los fanáticos de esa religión que a sí misma se autodenomina "de paz" la obliga a vivir pendiente de su espalda y dependiente de unos individuos que velan por su integridad, tal y como les sucede a otros cientos de personas que a nosotros nos suenan de largo tiempo atrás. Cuántas coincidencias entre unos desalmados y otros. Cuántos puntos en común entre los que asesinan y extorsionan en nombre de la pureza de sangre de la tribu y los que matan y se inmolan en el altar de su paroxismo religioso.

En definitiva, cuántas similitudes entre el trato dispensado por las izquierdas europeas a los asesinos y criminales de una y otra condición y origen. Cuán sospechoso parecido entre las palabras de apaciguamiento, comprensión y diálogo que se vierten desde nuestro gobierno y sus aliados hacia quienes aplican la justicia criminal que se desglosa en sus escritos coránicos y las que les hacen llegar a aquellos que tras cuarenta años de terror asesino en nuestras tierras, ahora parecen merecer el premio de la mano tendida y el beneficio de la duda del pensamiento débil, en cuanto afirman que hacen un alto en el camino en su depredador transitar.

Pero ante todo y sobre todo, cómo se asemejan en el maltrato que reciben del izquierdismo multiculturalista y disgregador, las víctimas de una y otra vertiente. Aislamiento, hipocresía y rechazo es lo que suelen merecer cientos, seguramente miles de valientes luchadores por las libertades individuales de individuos que como Zapatero y tantos otros de su estirpe, les consideran una suerte de apestados, un rebaño obstaculizador de sus objetivos mesiánicos, unos parias que sólo merecen desprecio y desafecto por el simple y heroico hecho de haber interpuesto sus vidas y sus convicciones en el camino de los desalmados y en la ruta de los nihilistas que no se cansan de justificarlos.

Lucio Decumio.

12 marzo 2006

11-M

La imagen de hoy habla por sí sola y servidor, que se identifica plenamente con las palabras al pie de la misma, poco más puede o tiene que añadir.

Se me hace cada vez más difícil encontrar un hueco para continuar asomándome al mundo virtual a través de esta pequeña rendija. Sin embargo y pese a las dificultades horarias, voy a seguir interviniendo en mi vetusto cuaderno cibernético siempre que pueda -trataré de que sea al menos con carácter semanal- y considere que lo que tengo que añadir en sus páginas, tiene la suficiente relevancia, ya sea para mí o para los que tienen a bien entrar aquí y mostrar su interés por lo que digo.

Hoy sólo tres párrafos.

El primero, para recordar lo que dije hace ya bastantes meses, posiblemente semanas después del atentado del 11 de Marzo de 2004. A los culpables de aquella masacre espantosa, tal y como sucede en las películas en las que se cometen uno o varios crímenes, hay que buscarlos entre los beneficiarios de la carnicería. Normalmente, los herederos de la fortuna del finado tienen mucho que ver con el deceso. En el caso que nos ocupa, las víctimas son la libertad y la democracia, mientras que la herencia a repartir es nuestra vieja y amada España. Lo puedo decir más alto, pero no más claro.

En el segundo, felicitar efusivamente a quienes, como Luis del Pino o Fernando Múgica, dignifican la profesión de periodista -tan vituperada en los tiempos que corren- y han hecho de la investigación exhaustiva de aquellos luctuosos hechos y de su compromiso con la verdad acerca de lo sucedido, su ruta, su camino y su pragmática obsesión durante estos dos años. Aquella verdad que miles de personas y decenas de políticos reclamaron vociferantes al Gobierno de Aznar y ante las sedes del PP en las fechas previas a las elecciones del 14 de Marzo y de cuyas pesquisas se inhibieron o en el peor de los casos, obstaculizaron tras la victoria socialista, aflora poco a poco gracias a la sobresaliente labor de estos dos titanes. Y lo que es peor para quienes se aprovecharon de que el Pisuerga pasaba por Valladolid o lo hicieron pasar por allí; esa verdad cada vez adquiere perfiles más y más inquietantes.

Tercero. Si quedaba alguna duda de las aristas totalitarias del actual gobierno socialista y del miedo que recorre cada poro de su piel ante las inagotables revelaciones que desmontan la versión de los atentados que les llevó hasta la poltrona, basta leer las recientes declaraciones de la Vicepresidenta de la Vega, acusando al PP de lanzar sombras de sospecha sobre la prefrabricada realidad gubernamental acerca de los crímenes. Comete aquí, la diestra bailarina de danzas tribales africanas, dos errores de bulto. El primero, acusar al Partido Popular de algo que no ha hecho, pues es la Prensa Libre, con mayúsculas, la que con sus investigaciones e informaciones, pone en entredicho un día sí y otro también, la insostenible versión de un atentado de Al Qaeda como represalia por el apoyo de Aznar a la intervención aliada en Iraq. Y segundo, De la Vega supura por la herida y demuestra al mundo su verdadera condición de izquierdista furibunda y enfebrecida, al intentar acallar las cada vez más numerosas voces que ponen en tela de juicio la versión socialista del atentado, mediante gritos, alaridos, graznidos, rebuznos y cortinas de humo que desvíen la atención de la opinión pública sobre lo verdaderamente notable.

Lucio Decumio.

02 marzo 2006

Definiciones

Evidentemente, no voy a mancillar esta página con las fotos de dos tipos que se escudan respectivamente en el color de su piel y en su condición sexual, para extorsionar moralmente a toda la sociedad y salir indemnes de sus propios excesos verbales o actitudinales. En su lugar, me permito colgar una imagen de la criatura más bella del Universo, la modelo y actriz Natasha Henstridge. Otra candidata era Charlize Theron, pero ha quedado relegada al segundo puesto en una reñida votación.

Samuel Eto'o: 1/ Atlético futbolista camerunés de color -en el siglo XX, negro- que rezuma rencor por sus cuatro costados al no haber podido jugar y triunfar en el primer equipo del Real Madrid.

2/ Destacado arrojador de gargajos a los rostros de los rivales que tratan de impedir que progrese con el balón controlado hacia el área defendida por estos últimos.

3/ Dejando de lado por unos momentos, como por arte de magia, su inveterado analfabetismo, gusta de concentrarse en sus ratos libres y de esparcimiento, en la delicada elaboración de elevados y sugerentes pareados que hacen las delicias del exigente paladar lírico de los aficionados de su club.

4/ En determinadas circunstancias, jugador de espíritu cobarde, chantajista y teatral, que encuentra perfectamente justificable el abandono del terreno de juego si los aficionados que apoyan al conjunto adversario no dejan de importunarle.


Pedro Zerolo: 1/ Antiguo y fornido heterosexual. Sujeto plenamente convencido de su condición hasta que su adicción por la gomina y los aceites para el cabello, terminaron empujándole hacia el siniestro callejón de la venta de su propia carne a individuos de retorcidos gustos amatorios.

2/ Desde su obligado cambio de orientación sexual, infatigable luchador por el reconocimiento de los derechos de tantos y tantos que hubieron de pasar por su mismo calvario y que se vieron forzados a ingerir carne a espuertas, cuando lo que ellos de verdad apreciaban, era el marisco.

3/ Insobornable azote del catolicismo, doctrina a la que con razón culpa de no haber puesto los medios necesarios para evitar su caída a los abismos y de haberse equivocado de medio a medio al considerar que su homosexualidad era simplemente la libre y consciente elección de un hombre libre, en un país libre.

4/ Ardiente paladín y fiel trovador de las bondades de determinadas confesiones religiosas que en numerosos puntos del planeta, tratan de reconducir la desviación sexual de miles de hombres mediante avanzadas técnicas de reeducación sexual, como son los latigazos, el encarcelamiento de por vida en cloacas a las que llaman prisiones, la horca o el tiro en la nuca. Todo ello con el fin de evitar que varones necesitados como en un tiempo pudo ser él, se vean abocados a usar de ciertas prácticas sexuales de espantosa crudeza.

Lucio Decumio.