12 marzo 2006

11-M

La imagen de hoy habla por sí sola y servidor, que se identifica plenamente con las palabras al pie de la misma, poco más puede o tiene que añadir.

Se me hace cada vez más difícil encontrar un hueco para continuar asomándome al mundo virtual a través de esta pequeña rendija. Sin embargo y pese a las dificultades horarias, voy a seguir interviniendo en mi vetusto cuaderno cibernético siempre que pueda -trataré de que sea al menos con carácter semanal- y considere que lo que tengo que añadir en sus páginas, tiene la suficiente relevancia, ya sea para mí o para los que tienen a bien entrar aquí y mostrar su interés por lo que digo.

Hoy sólo tres párrafos.

El primero, para recordar lo que dije hace ya bastantes meses, posiblemente semanas después del atentado del 11 de Marzo de 2004. A los culpables de aquella masacre espantosa, tal y como sucede en las películas en las que se cometen uno o varios crímenes, hay que buscarlos entre los beneficiarios de la carnicería. Normalmente, los herederos de la fortuna del finado tienen mucho que ver con el deceso. En el caso que nos ocupa, las víctimas son la libertad y la democracia, mientras que la herencia a repartir es nuestra vieja y amada España. Lo puedo decir más alto, pero no más claro.

En el segundo, felicitar efusivamente a quienes, como Luis del Pino o Fernando Múgica, dignifican la profesión de periodista -tan vituperada en los tiempos que corren- y han hecho de la investigación exhaustiva de aquellos luctuosos hechos y de su compromiso con la verdad acerca de lo sucedido, su ruta, su camino y su pragmática obsesión durante estos dos años. Aquella verdad que miles de personas y decenas de políticos reclamaron vociferantes al Gobierno de Aznar y ante las sedes del PP en las fechas previas a las elecciones del 14 de Marzo y de cuyas pesquisas se inhibieron o en el peor de los casos, obstaculizaron tras la victoria socialista, aflora poco a poco gracias a la sobresaliente labor de estos dos titanes. Y lo que es peor para quienes se aprovecharon de que el Pisuerga pasaba por Valladolid o lo hicieron pasar por allí; esa verdad cada vez adquiere perfiles más y más inquietantes.

Tercero. Si quedaba alguna duda de las aristas totalitarias del actual gobierno socialista y del miedo que recorre cada poro de su piel ante las inagotables revelaciones que desmontan la versión de los atentados que les llevó hasta la poltrona, basta leer las recientes declaraciones de la Vicepresidenta de la Vega, acusando al PP de lanzar sombras de sospecha sobre la prefrabricada realidad gubernamental acerca de los crímenes. Comete aquí, la diestra bailarina de danzas tribales africanas, dos errores de bulto. El primero, acusar al Partido Popular de algo que no ha hecho, pues es la Prensa Libre, con mayúsculas, la que con sus investigaciones e informaciones, pone en entredicho un día sí y otro también, la insostenible versión de un atentado de Al Qaeda como represalia por el apoyo de Aznar a la intervención aliada en Iraq. Y segundo, De la Vega supura por la herida y demuestra al mundo su verdadera condición de izquierdista furibunda y enfebrecida, al intentar acallar las cada vez más numerosas voces que ponen en tela de juicio la versión socialista del atentado, mediante gritos, alaridos, graznidos, rebuznos y cortinas de humo que desvíen la atención de la opinión pública sobre lo verdaderamente notable.

Lucio Decumio.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Este Blog huele a naftalina

Anónimo dijo...

Digo yo que el amable lector que afirma percibir un rancio tufillo en esta página, lo dice en razón de los días que llevo sin escribir en ella.

Lucio Decumio.