21 septiembre 2006

De vuelta

Nunca podremos agradecer lo suficiente a Pedro J. Ramírez y a su equipo de investigación, así como a Luis del Pino y otro ramillete de selectos periodistas e investigadores, su titánica labor encaminada a desentrañar los tenebrosos misterios que se ocultan tras la masacre del 11 de Marzo de 2004. Hoy han sido los documentos recortados y falsificados por Interior, pero mañana serán otros de mayor calado y pasado mañana, nuevas demostraciones, declaraciones y entrevistas que acabarán por desenmascarar a quienes todos nos imaginamos.


No entraré en densas explicaciones acerca de mi prolongadísima ausencia ciberespacial. Han sido varias y variopintas las causas, pero sobre todo, cabe destacar entre todas ellas, un notable grado de molicie intelectual. ¿A qué ha sido debida? Algo indico al final del texto, así que los interesados, habrán de concluir su lectura. El caso es que he vuelto por donde solía, por un lugar al que me apetecía regresar hace tiempo, pero en el que una y otra vez, demoraba mi renovada presencia.

Imagino que serán pocos, muy pocos los que lean este nuevo "post". Ya era escuálido el grupo de los que me leían -pero fieles, justo es reconocerlo-, así que supongo que hasta que esta página recupere el ligero pulso de que gozaba en el pasado, pasará un tiempo más que prudencial.

Y como de costumbre, después de la consabida introductoria, entro en harina o arena, que tanto da.

Las revelaciones en torno al 11-M se suceden. Quienes me han leído durante años, especialmente desde que se produjeron los horrendos atentados, saben cuál es mi opinión acerca de los responsables, aunque la resumiré para no obligar a nadie a volver a realizar complejos y pesados ejercicios de arqueología virtual.

A/ Planificación socialista y separatista, más que seguramente moldeada en algún oscuro y nauseabundo sótano de Perpiñán, en otoño de 2003. B/ Ejecución etarra. C/ Entrada en escena de la artillería mediática adicta y afecta al Partido Socialista, para montar en cuestión de horas una ceremonia de confusión digna de la mejor tradición golpista de la izquierda nacional. D/ Inversión de los valores morales y democráticos en la jornada de reflexión para generar iracundia y resentimiento en proporciones difícilmente igualables, contra el partido en el Gobierno. E/ Culpabilización de unos moros muertos de hambre a los que antes que de inanición, matan con munición. Y F/ Proceso de ocultación, manipulación, tergiversación y destrucción de pruebas, testimonios y testigos que aún dura.

Contra esto se han alzado un selecto grupo de valientes y briosos guerreros, que han empuñado armas tan peligrosas para el totalitarismo y el sectarismo que se nos quiere imponer, como las dagas de la verdad, las lanzas de la honradez, la espadas de la lealtad y las flechas de la justicia. Tienen nombres y apellidos y generalmente, responden por Casimiro García Abadillo, Luis del Pino, Fernando Múgica, Pedro José Ramírez y Federico Jiménez Losantos, por sólo citar a los más destacados.

Ha habido muchos más. Los cientos, seguramente miles de personas que activa y desinteresadamente, han puesto sus conocimientos de química, criminología, explosivos, derecho, judicatura o simple lógica intelectual, al servicio de la causa de la verdad y el esclarecimiento de la masacre. Me refiero sobre todo a las legiones de comentaristas del blog de Luis del Pino, una herramienta que este titán puso en marcha hace cerca de un año y que ha hecho más daño a la cadavérica versión oficial, que cualquier otro mecanismo puesto en marcha para desactivarla y desenmascararla.

A todos ellos, brindo mi reconocimiento. Se aproximan momentos críticos, seguramente hasta peligrosos. Los responsables y los beneficiarios de aquel espantoso holocausto, están viendo cada vez más cercano el final de la farsa y de la mentira. Y esta no es una farsa o una mentira como cualquier otra. Ésta está enmarcada en el contexto de un golpe de estado en toda la regla, encaminado a descabalgar del poder a un partido político al que el extremismo de izquierdas, el panislamismo furibundo y el separatismo de todo pelaje, no perdonaban que hubiera puesto a España en un lugar destacado y sobresaliente de la escena política y económica a nivel global y a cada uno de ellos, en el justo y apartado lugar que les correspondía.

Por ello, porque el dantesco episodio se cobró la vida de 192 compatriotas y zahirió física y psicológicamente la de otros 1.700, es por lo que estos individuos no pararán en barras a la hora de erosionar, corroer y desacreditar la carrera profesional y quién sabe si la vida, la familia y la hacienda de estos vigorosos soldados de la verdad. Si mataron en masa y mintieron sin empacho al pueblo para instalarse en las poltronas del poder, ¿qué no harán para evitar caer desde ellas con el estrépito, el escándalo y la repugnancia que ocasionaría entre todos sus conciudadanos, la constatación de la terrible verdad que cada día más acechante, descorre el dramático velo tejido para ocultarla?

Odio, resentimiento, envidia y afán de poder, de venganza y de revancha, fueron sus razones y sus motivaciones. Pensaron en los réditos del presente, pero no en las cuentas que deberían rendir en el futuro.

Y las pagarán, cada día me caben menos dudas de ello. Durante muchas de las semanas que duró mi ausencia virtual, llegué casi a la convicción -pusilánime de mí- de que la lucha estaba perdida, pues sus medios eran infinitamente superiores y muchos en nuestro bando, especialmente en algunos sectores del Partido Popular, estaban dispuestos a entregar el estandarte al enemigo.

Insisto, estuve al borde de la claudicación y de la rendición ante la aparente impenetrabilidad de sus defensas, convencido de que cualquier intento de sobreponerse a la ignominia constante a la que nos veíamos sometidos, resultaba vano y fútil.

Sin embargo, la fortaleza, la templanza y la presencia de ánimo de los guerreros previamente mencionados y la congestión y la ira que se ha dibujado en las reacciones del enemigo ante las sucesivos embates, perfectamente organizados, coordinados y ejecutados en el espacio y en el tiempo por las fuerzas del bien, me han devuelto el ánimo y el resuello.

Que se vayan preparando los delincuentes y los asesinos. Muchos van a reencontrarse en breve plazo con antiguos compañeros de correrías, corruptelas y contubernios. La diferencias es que unos tendrán la suerte de abrazarse en el exilio con sudorosos tiranos caribeños, sodomitas reyezuelos del Magreb y analfabetos corsarios andinos, mientras que otros, tendrán que compartir catre, muros, rejas y alambradas con viejos empleados de las cloacas del Estado.

Lucio Decumio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡¡¡Dichosos los ojos!!! Se te echaba de menos